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«Todavía no ha llegado el momento de las revoluciones en el África subsahariana”.

Ha pasado casi dos décadas en Sierra Leona y dice que apenas conoce África. Participó como experto en menores soldado durante el juicio a Charles Taylor y lo único que tiene claro es que las víctimas todavía siguen esperando que alguien las escuche. Es misionero javeriano y miembro de la ONG DYES, pero está convencido de que la Ayuda es sólo un parche: “hay que cambiar el sistema” repite siempre que tiene ocasión. De momento, cree que no ha llegado el momento de las rebeliones, pero, en cambio, sostiene que ya está en marcha la «revolución de la moto». Chema Caballero acaba de publicar Los hombres leopardo se están extinguiendo, un libro que sorprende y gusta porque no está hecho para contar su experiencia, sino para explicar lo que ha escuchado y ha “visto vivir” durante este tiempo.

 
Por: Aurora M. Alcojor
"Todavía no ha llegado el momento de las revoluciones en el África subsahariana”.
 
 Sierra Leona vive momentos de estabilidad, pero la ausencia de guerra no es sinónimo de paz. ¿Cómo puede afectar la situación de Costa de Marfil?
 Bueno, el problema es toda la zona, Burkina Faso, Guinea, Costa de Marfil… y el miedo de que resurja la chispa siempre está ahí. Porque las causas remotas de la guerra (desigualdades, privilegios, falta de educación…) siguen existiendo igual que cuando comenzó [en 1990]. De hecho, el único cambio es que ahora los jóvenes son más conscientes de ellas porque han visto que nadie les protegió y han escuchado hablar de Derechos Humanos, han recibido algo de educación… Incluso ahora mismo me encuentro con jóvenes que se enfrentan con los líderes tradicionales, algo que hace unos años era totalmente impensable. Este es un paso muy positivo, pero a la vez, crea más frustración. Si no conoces nada, no eres consciente de tu pobreza, pero ahora son muchos los que han visto que es posible vivir de otra manera.

 ¿En qué consiste exactamente vuestro trabajo en Sierra Leona, ahora que ya han pasado casi 10 años desde el fin de la guerra?
Trabajamos en una zona de selva en la que hubo muchos niños y niñas soldado que no pasaron por ningún centro de ayuda. La idea era trabajar con ellos directamente en sus aldeas y fue al estar en su día a día cuando nos dimos cuenta de que era necesario trabajar también con las víctimas de estos niños. Si tienes un centro en el que sólo hay niños soldados, puedes volcarte en ellos, pero en este caso, tenía que ser algo mucho más amplio. Además, estamos intentando también dar oportunidades a los que vienen detrás, centrándonos siempre en la educación. El objetivo es que ellos mismos vean sus problemas y busquen soluciones, mientras nosotros les damos las herramientas necesarias. Aunque en el fondo lo que hacemos es poner parches. Podemos salvar la vida de cinco, quinientos, cinco mil niños, pero el problema está aquí [en España, en el Norte], tenemos que cambiar las estructuras.
¿Qué errores están cometiendo las ONG’s y las grandes organismos, como las agencias de Naciones Unidas?
Yo soy muy crítico, pero no son las ONGs las que funcionan mal. Lo que está mal es el sistema y muchas organizaciones se han convertido en parte de este sistema. Pocas veces se critica la estructura y ¿por qué? pues porque nadie muerde la mano que le da comer. Yo parto de la que la ayuda internacional sigue siendo necesaria, pero hace falta una revisión. El problema es que, en el fondo, todos somos parte de esto.
 "Todavía no ha llegado el momento de las revoluciones en el África subsahariana”.
¿Cuál es el principal problema de la Ayuda?
Entre otras cosas, que a veces se nos olvida el impacto social. El organismo financiador exige resultados cuantificables y no se preocupa de otras cosas. Por ejemplo, cuando comenzamos a trabajar con mujeres que fueron esclavas sexuales durante la guerra, ellas mismas se dieron cuenta de que no podían ir a los talleres clase porque no tenían con quién dejar a los niños, y pidieron una guardería. Conseguimos construirla a pesar de todos los problemas, pero mucho más importante que el número de niños a los que atendíamos, fue que otras mujeres quisieron también llevar a sus hijos a la guardería, porque eso les daba tiempo para ellas mismas: ya fuera para trabajar, descansar o ir a beber vino de palmera con sus amigas. Este es un impacto muy importante, porque cambia estructuras, pero no es cuantificable.
Hablando de mujeres, ¿qué tienen ellas que hacen que el continente se mueva?
Son las más activas, sin duda. Ellas son la fuerza de África, las que llevan adelante la familia y la vida social. Y aunque estén excluidas de los centros de la toma de decisiones, en el fondo son ellas las que tienen la última palabra. Y de eso me di cuenta cuando reintegrábamos a los niños soldado en sus aldeas: los hombres podían dar el visto bueno, pero hasta que el chaval no era aceptado por las mujeres, no había nada que hacer. Muchas veces, me doy cuenta de que, casi sin hablar, sin oponerse abiertamente a los hombres, siempre mostrándose unidas y siendo muy constantes, van transformado la sociedad. Y yo creo que la manera de cambiar de África va a ser así.
¿Puede influir de alguna manera el hecho de que en Liberia haya una mujer presidenta? ¿Llega esto a la gente?
Por supuesto que sí. De hecho, yo lo he visto en Sierra Leona. Allí, la presidenta de la Comisión Electoral es una mujer, Christiana Thorpe, -aparentemente frágil pero en realidad llena de carácter,- gracias a la cual las últimas elecciones salieron bien y permitieron una alternativa pacífica de poder. Esto le ha convertido en un referente para otras mujeres. Ellas piensan “yo también puedo estar ahí”.
¿Cómo se vive lo que aquí consideraríamos una grave discriminación?
Mi lema es no juzgar lo que hay, aceptarlo tal y como es. Muchas veces puedes no compartirlo, por supuesto, porque en ocasiones se trata de estructuras de opresión –hacia los jóvenes o las mujeres- pero tienen que ser ellos los que dedican cambiarlo, tú sólo puedes darles ideas.
¿Crees que las revueltas del Magreb se extenderán a África subsahariana?
Bueno, es mi esperanza, pero no creo que haya llegado el momento todavía. De momento, las bases se están poniendo y esto está teniendo una repercusión muy fuerte, pero el África subsahariana tendrá que buscar sus tiempos y su manera. De momento, al menos en los países que yo más conozco, como Sierra Leona o Liberia, no existe apenas clase media y las redes sociales, e incluso Internet, todavía no está tan generalizado.
En cambio, sí hablas de la “revolución de la moto”, ¿en qué consiste?

(Se ríe, reflexiona y comienza la explicación). Bueno, puede parecer una nimiedad pero la generalización de las motos es realmente una revolución: acorta las distancias, permite crear una verdadera red de comunicaciones y genera negocio. Por ejemplo: si una mujer está a punto de parir, siempre hay una moto para llevarla al hospital; ahora las mercancías llegan hasta donde antes era imposible; y además, es un negocio en sí mismo. El sueño de muchos de estos chicos es tener una moto, porque con ella pueden ir a la ciudad a comprar productos en grandes cantidades y luego venderlos en el pueblo. Y a su alrededor han surgido los que venden gasolina, los que arreglan las motos, los encargados de las ruedas… Kapuscinsky hablaba de la revolución de los bidones de plástico, que facilitaban mucho el trabajo frente a las vasijas tradicionales. Pues esto es un poco igual.

En el libro cuentas que, a veces, los jóvenes están tan obnubilados con la posibilidad de irse fuera o de montar un negocio rápido que no piensan en ‘la revolución’.
Ahora mismo, el que tiene una oportunidad, piensa en enriquecerse. La idea es “una vez que me haga rico, haré todo lo posible por enriquecer a mi gente”, en lugar de “a ver qué podemos hacer todos juntos por mejorar la vida de la gente”.
Mencionas el tema del tráfico de drogas en la costa, ¿hasta qué punto es preocupante?
 Bueno, el uso de la yamba, un tipo de marihuana local, es algo tradicional y no preocupante, pero sí ha aumentado muchísimo el tráfico de cocaína. Está llegando por toda la costa y, aunque en el país no se habla mucho en el país de este tema, lo cierto es que sí se han encontrado ya alijos que llegaban en aviones o en barcos. Desde Sierra Leona hasta Guinea Bissau, toda la zona de la costa está repleta de mafias y cárteles que traen la droga desde América Latina. Hay chicos que lo transportan a pie, siempre con la promesa del paso a Europa, por toda la ruta terrestre hasta el norte de África y también por barco. Por supuesto, la policía está implicada, los controladores de fronteras, todo el que puede. Lo peor de todo esto es que cada vez hay más gente de allí que ha comenzado a consumir. Durante la guerra se usó mucho para los niños soldado y hoy todavía hay gente que consume. Obviamente, la droga está de paso pero siempre hay algo que se queda.

Chema Caballero es misionero y fundador de la ONG “Desarrollo y educación en Sierra Leona”. El 31 de marzo presentó en Caixa Forum de Madrid su libro ‘Los hombres leopardo se están extinguiendo”.

Día Internacional contra el Racismo. En recuerdo de Sharpeville

Cada 21 de marzo celebramos el Día Internacional contra el Racismo. ¿Sabes por qué se eligió esta fecha?


Tal día como este, en 1960, en un pequeño township a las afueras de Veseniging,  –una importante ciudad industrial blanca, un avanzado centro fabril que daba trabajo a unos quince mil africanos que residían en los suburbios – la policía del estado racista de Sudáfrica disparaba a quemarropa contra una multitud desarmada y tranquila. Hombres y mujeres que se habían concentrado frente a la comisaría para quemar sus pases –una especie de librito en el que se controlaban todos los movimientos de los negros- en rechazo ante la discriminación e indignidad –una más- que esto suponía.

Aurora M. Alcojor

“Todos los africanos mayores de 16 años estaban obligados a llevar encima del pase para nativos, expedido por el Departamento de Asuntos Nativos, y tenía la obligación de enseñarlo a cualquier policía, funcionario o empleado blanco que se lo pidiese”, cuenta en sus memorias. En caso de no hacerlo, le esperaba un arresto, una multa, una paliza o quizás la cárcel, quién sabe, dada la arbitrariedad  del sistema. En dicho pase constaba dónde vivía el portador, de qué jefe dependía, y si había pagado o no sus impuestos. Además, si la persona se encontraba fuera de su área de residencia, tenía que tener la firma del ‘jefe de zona’, autorizando dicha salida.

Aquel día, cientos de engros se manifestaban frente a comisaría y quemaban sus pases ante los policías. El asunto podía haber terminado con unos golpes y varios arrestos, como casi siempre, pero aquel día las cosas se fueron de las manos a los policías que custodiaban el recinto y 69 personas resultaron muertas, en su mayoría por tiros en la espalda, recibidos mientras huían. Otras 100 fueron heridas y decenas vieron cómo sus familiares y amigos eran asesinados a sangre fría.

Día Internacional contra el Racismo. En recuerdo de Sharpeville
Imagen de los muertos tras la manifestación. Fuente: Enciclopedia Britannica

Al tener noticia de los sucedido, el Gobierno no pareció preocuparse lo más mínimo, y alabó la actuación de sus fuerzas policiales, alegando que era necesaria mano dura para evitar que los ‘elementos rebeldes’ contagiasen a los ‘buenos bantúes’.

Los negros, en cambio, reaccionaron de la única forma en la que podían: con más manifestaciones, huelgas y boicots, una oleada que sorprendió al Ejecutivo y ante la cual declaró el Estado de Emergencia, suspendió la mayoría de los pocos derechos civiles que les quedaban a los negros y, unos días más tarde, declaró organizaciones ilegales al CNA (Congreso Nacional Africano) y al PAC (Pan African Congress). Desde entonces, tan sólo el hecho de ser miembro de uno de estos dos partidos políticos era penable con penas de cárcel. A sus miembros no les quedaba otra opción que pasar a la clandestinidad o salir fuera del país para fortalecer la organización en el exterior.

Ante esta situación, la matanza de Sharpeville iba a significar sobre todo un cambio de concepto y mentalidad en el Congreso Nacional Africano, la principal fuerza opositora al régimen. Hasta entonces, sus dirigentes habían optado siempre por la vía pacífica, pero después de esto, muchos expresaron con determinación que la única salida posible era la lucha armada. Entre ellos se encontraba Nelson Mandela, que unos años después se convertiría en líder del partido y responsable del brazo armado del CNA, el Unkhonto we Sizwe (La flecha de la nación), más conocido como el MK.

Día Internacional contra el Racismo. En recuerdo de Sharpeville
Estado en el que quedaron los centenares de heridos tras los disparos de la policía en Sharpeville.

Pero dentro de la desgracia, algo pareció cambiar aquel día. En esta ocasión, sí, por fin, los periódicos sudafricanos se atrevieron a publicar en sus portadas la masacre de Sharpeville. Y en los días posteriores, fueron los diarios internacionales quienes los llevaron a las suyas, haciendo partícipe al mundo, casi por primera vez, de lo que está pasando en Sudáfrica. Y no sólo eso, sino que esta vez hasta el Gobierno de Estados Unidos protestó y cientos de personas se manifestaron en Londres exigiendo el fin de la impunidad.  Además, los países africanos que ahora comenzaban a independizarse, mostraron toda su solidaridad con los negros sudafricanos, que vivían todavía en condiciones de semi-esclavitud.

 

Todavía faltaban 30 años para el fin del Apartheid, pero algo comenzaba a moverse en los cimientos del sistema.  Seis años después, en 1966, la Asamblea General de Naciones Unidas, en recuerdo de Sharpeville, establecía el 21 de marzo como el Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial.

* Para más información, recomiendo este artículo de Pepe Gutiérrez-Álvarez, sobre la evolución del movimiento de resistencia en Sudáfrica.

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30 millones de historias sin contar

Hoy va de viajes la cosa. O de historia. O de historia de la infamia, para ser más concretos. El caso es que de lo que hoy vamos a se podría llamar ‘el monumento desconocido’ pero su nombre real es el African Burial Ground,y está escondido nada más y nada menos que en el centro de Manhattan.  Aurora M. Alcojor

30 millones de historias sin contar
Vista desde arriba del African Burial Ground, en pleno Manhattan.

Debajo se encuentran los restos mortales de miles de esclavos africanos que, en su día, fueron enterrados en una inmensa fosa común. No tienen lápidas, ni estatuas ni carteles ni nada que recuerde su vida porque casi nada se sabe de ella. No al menos como personas individuales. Pero sí sabemos algo de su pasado como pueblo, como colectivo.

Fue en 1991, y de manera totalmente casual, cuando se descubrió el inmenso cementerio. En la zona se iba a construir una gran torre de oficinas y, alcomenzar con la excavación, se encontraros los restos de los cuerpos y se descubrió que todos pertenecían a hombres negros. En total, se pudieron identificar unas 400 personas, pero se cree que allí debió haber más de un millar de muertos.

Comenzó entonces la gran batalla. Como os podéis imaginar, no hay ceros suficientes para valorar lo que cuesta un edificio de oficinas en Manhattan. Pero del mismo modo, no hay político capaz de parar las reivindicaciones de los vecinos, cuando éstos se ponen de acuerdo en algo. Y eran muchas las asociaciones, escuelas, grupos y personas individuales las que exigían que los restos se devolvieran a su lugar y se paralizaron las obras. Así fue como se consiguió que, en medio del centro financiero de la ciudad,  unas cuantas parcelas valoradas en miles de millones de dólares quedaran sin edificar para construir allí un recuerdo a los esclavos que, durante siglos, trabajaron y sirvieron en la ciudad de Nueva York.

30 millones de historias sin contar
Interior del memorial en recuerdo de los hombres y mujeres negros muertos a causa de la esclavitud.

El elegido -imaginaos la responsabilidad- fue Rodney Leon, un arquitecto afroamericano y neoyorquino que a los 36 años se enfrentaba a uno de los grandes retos de su vida. Le quedó un sencillo y bonito monumento monumento curvilíneo, edificado en piedra, que contiene un camino en espiral que conduce al centro. En los exteriores, nos encontramos con pinturas y motivos de inspiración africana.

¿Pero cómo llegaron a parar estos cuerpos a esta céntrica zona de la ciudad?

Bueno, los primeros esclavos llegaron a lo que entonces se denominaba Nueva Amsterdan en 1625, de manos de los holandeses –fundadores de la city-. En un principio eran sólo hombres y más tarde llegaron también las mujeres, con lo que pronto comenzaron a  nacer los primeros niños negros en territorio americano. Niños que heredaban la condición de esclavos de sus padres y que no tenían, por motivo de su nacimiento, ningún privilegio más.

En 1665, la ciudad pasó a manos de los británicos, lo que supuso, si era posible, un empeoramiento de las condiciones de los esclavos. Los súbditos de la reina, en busca de aumentar la “eficiencia comercial”, crearon la Royal African Company, empresa dedicada casi única y exclusivamente a la ‘importación’ de esclavos directamente de África a Nueva York. Pronto se estableció el primer Mercado de esclavos, situado precisamente entre las calles de Wall Street y East River en 1709.

No sería hasta la Revolución Americana cuando las cosas comenzaron a cambiar, si bien muy poco a poco. Al comenzar las 13 colonias el movimiento independentista frente a la metrópoli, los negros también tomaron parte en algunas batallas lo que, según cuentan los historiadores, sirvió para tomar conciencia de sus posibilidades de vivir como un hombre libre.

30 millones de historias sin contarTambién algunos hombres blancos comenzaron a oponerse contra la opresión de la esclavitud y muy poco a poco fueron ganando la batalla de la conciencia colectiva. Algunas cosas comenzaron a cambiar y a finales de 1807, un siglo después de aquel primer mercado de esclavos, el gobierno federal aprobaba una ley que prohibía la ‘importación y/o venta de esclavos en todo Estados Unidos”. Pero los que ya estaban allí, seguían siendo esclavos y todavía podían ser vendidos o comprados a discreción de sus dueños. No fue hasta 1830 cuando se formó la primera sociedad abolicionista y hubo que esperar todavía hasta 1865 para que se aboliera oficialmente esta práctica. Pero incluso entonces, con la ley en la mano, todavía tendría que pasar un largo tiempo hasta que la práctica, sobre todo en los Estados del Sur, desapareciera totalmente.

En 1870, la Decimoquinta Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, expresaba que ni el Gobierno federal ni ningún estado de la Unión “negará o coartará a los ciudadanos de los Estados Unidos el derecho al sufragio por razón de raza, color o condición previa de esclavitud”. Aunque ésta fue una de esas grandes frases que recogen las Constituciones y otros textos legislativos que, a la hora de la verdad, no son ni remotamente aplicados. De hecho, en la práctica, se considera que realmente se concedió el derecho a la población negra en 1965, cuando se aprobó la Ley de Derechos Civiles.

Hoy en día, frente a la infamia de la historia, y ante el temor a que cosas como ésta sean olvidadas por las generaciones venideras, cada 25 de marzo se celebra el Día Internacional en Recuerdo a las Víctimas de la Esclavitud y el Comercio de Esclavos.30 millones de historias sin contar

Un día en el que se pretende recordar los 30 millones de historias sin contar. Las miles de historias desconocidas u olvidadas que se generaron a lo largo de 400 años de comercio de esclavos. Las historias de familias separadas, de hermanos que nunca se volvieron a ver, de mujeres que perdieron a sus hijos. De aquellos que murieron en el mar, quen no fueron capces de hacer el camino. De los que fueron muertos mientras intentaban escapar. De los que fallecieron trabajando, agotados, o desfallecidos. Cuatro siglos en los que se hablaba de Ilustración y de avances, pero en los que todas la naciones miraban hacia otro lado cuando de esclavitud se trataba. Quizás lo mismo que hacemos hoy con la esclavitud moderna y la trata de personas.
* Todas las imágenes están extraidas de la web de Naciones Unidas.

**Texto publicado originalmente en GuinGuinBali

8 mujeres africanas para el 8 de marzo

No hay quien, habiendo estado en África un tiempo más o menos largo, no haya vuelto alabando la fortaleza, el coraje y las ganas de superación de las mujeres africanas. Ya se trate de turistas, cooperantes o reporteros, todos han visto cómo son las mujeres la espina dorsal de las familias y, por extensión, de sus países y de todo el continente.

Cómo son capaces de cuidar a una extensa prole a la vez que venden sus productos en los mercados, labran la tierra o se dedican a las más variadas labores. Quizás por eso hasta existe una plataforma que aboga porque el próximo Premio Nobel de la Paz sea para ellas, para las mujeres africanas sin distinción bajo el lema “Walking Africa deserves a Nobel”.

También por eso mismo, y coincidiendo con que esta semana celebramos el Día Internacional de las Mujeres, quiero lanzar desde aquí un pequeño homenaje a algunas mujeres que, de una u otra manera, han hecho o están haciendo historia en África.

Ellen Johnson Sirleaf

8 mujeres africanas para el 8 de marzoComenzaremos por la política por ser lo que más visibilidad da. En este campo, es obligado resaltar a Ellen Johnson Sirleaf, primera presidenta de un país africano. En 2006 juraba su cargo al frente del Gobierno de Liberia y ya lleva cinco años al mando. Puede no parecer mucho, pero sin duda es una eternidad para un país inestable, como es el suyo, recién salido de una brutal Guerra Civil que se prolongó 14 años y dejó el país destrozado. Durante su mandato ha tenido, claro, éxitos y errores pero ha trabajado en pos del desarrollo de su país, imponiendo como prioridades la educación y la sanidad infantil, sin olvidarse nunca de la igualdad de género.

Victoire Ingabire

Siguiendo en la primera línea política, pero justo desde el otro lado de la barrera, en el de la oposición, en Ruanda, está Victoire Ingabire. Y cuando decimos oposición queremos decir en el de los que son encarcelados, acusados de negacionistas, golpeados y hasta expulsados de su país por oponerse a Paul Kagame. Ingabire podía haberse quedado tranquilamente viviendo en Holanda, donde vivió durante 16 años de exilio, pero ha decidido volver a su país para luchar por una sociedad más democrática, en la que, por ejemplo, igual que se recuerda y conmemora el genocidio cometido por los hutus, se hable también abiertamente de las matanzas perpetradas por los tutsis. De momento, no la han dejado, pero seguro que seguirá dando guerra.

Mamphela Ramphele

8 mujeres africanas para el 8 de marzo
La doctora y activista sudafricana Mamphela Ramphele

Fuera de la política, el campo en el que sin duda más han destacado las mujeres es en el de la lucha social. Mamphela Ramphele, por ejemplo, -que aunque es más conocida por haber sido en su día la compañera de Steve Biko, uno de los mártires del Apartheid sudafricano- es una doctora, activista, antropóloga, directiva universitaria y ejecutiva que todavía sigue luchando por un futuro mejor para su país. Como mujer negra, estudió Medicina en la Sudáfrica del Apartheid –en una de las pocas universidades que lo permitían-, fue presidenta de la Organización de Estudiantes Sudafricanos, creó clínicas para negros en las zonas más remotas de su inmenso país, y hoy en día dirige el Proyecto Danokeng Scenarios, iniciativa que agrupa a un equipo multidisciplinar de expertos y cuya finalidad es soluciones a los problemas de la nueva Sudáfrica.

Kasha Nabagasera, Kenia

Mucho más al norte nos encontramos con Kasha Nabagasera, una de las cabezas visibles del movimiento de Gays y Lesbians de Uganda y una de las poquísimas mujeres que habla abiertamente de su sexualidad en el país. Hace unos meses tuvo que ver cómo su imagen, su dirección y su número de teléfono aparecía en una revista bajo el titular ‘Colguémoslos”, junto a los datos de otros cien homosexuales y semanas después conoció el asesinato de su amigo y compañero David Kato, con quien trabajaba en la asociación Sexual Minorities Uganda. A pesar de ello, quizás incluso con más fuerza si cabe, sigue luchando por sus derechos desde uno de los lugares más inhóspitos del mundo para los homosexuales.

Wangari Maathai, luchadora por la paz y el medio ambiente

8 mujeres africanas para el 8 de marzo
Wangari Maathai

También en la lucha, aunque en este caso medioambiental, aparece la premio Nóbel de la Paz Wangari Maathai: Nacida en 1940 en una zona rural de Kenya, fue la primera mujer de este país en conseguir un doctorado y fue una de las primeras profesoras de Universidad. Durante los años de gobierno de Daniel Arap Moi estuvo encarcelada en dos ocasiones, siempre por defender los derechos de las zonas naturales kenyatas en contra de las inversiones millonarias que el turismo quería llevar a la zona. Sus reivindicaciones comenzaron a dar sus frutos y su iniciativa, el Movimiento Cinturón Verde, comenzó a recabar apoyos hasta hacerse mundialmente conocida. El colofón a su carrera vino con el Premio Nóbel de la Paz, que obtuvo en 2004, por sus “contribuciones al desarrollo sostenible, a la democracia y a la paz». Dese dos años antes era ya parlamentaria en su país y en 2003 fundó su propio partido ecologista.

Nadime Gordimer, literatura frente al Apartheid

En el mundo de la Literatura, nos encontramos con otra laureada por la Academia de Oslo. Es nada más y nada menos que Nadime Gordimer, nacida en Sudáfrica aunque de padres lituanos. En sus libros comenzó a hablar desde muy pronto de la realidad sudafricana y del desgarro que suponía el Apartheid, aunque siempre sin una pizca de dramatismo, partiendo de textos muy sobrios; tanto que a veces dan verdaderos escalofríos. Su último libro se llama “Beethoven era un 16 por ciento negro” y en él desgrana con sorna el hecho de que ahora, en la nueva Sudáfrica, todos sacan a relucir una supuesta sangre negra entre sus antepasados  y, por supuesto, un brillante currículum anti apartheid.

Miriam Makeba, la gran mamma Africa

8 mujeres africanas para el 8 de marzo
La cantante sudafricana Miriam Makeba, más conocida como ‘Mama Africa’, se significó en sus letras y acciones en contra del Apartheid.

En el Arte podemos destacar sin duda a la gran Miriam Makeba, fallecida en 2008 en Italia, donde se encontraba para ofrecer un concierto contra el racismo. Fue una luchadora que, tras unos duros años cantando en su Sudáfrica natal decidió salir del país para poder llevar a cabo su carrera musical. Pero no por ello dejó de lado a su pueblo y siempre fue el azote contra el Apartheid en el exterior. De hecho, no volvió a pisar Sudáfrica hasta 1990, una vez Mandela había sido ya liberado. En sus conciertos siempre hacía alusiones a la dictadura sudafricana y su fama hizo mucho daño a la imagen del gobierno blanco.

Ory Okolloh, tecnología para el cambio social

Y para terminar, aunque reitero que en esta serie podría haber muchas más, me gustaría citar a Ory Okolloh, también activista, pero con una singularidad: ha creado un proyecto que ha permitido a miles de personas anónimas participar de forma activa en política y crecer como ciudadanos. Primero fue Ushahidi, la web creada tras la violencia electoral de 2007 en Kenia, a través de la cual cualquiera podía señalar dónde se estaban produciendo actos de violencia a través de un simple mensaje de móvil. En aquellas tensas semanas, la web se convirtió en uno de las páginas más visitadas, por ofrecer al ciudadano información de primera mano. Ahora, quizás influida por su formación como abogada, ha apadrinado Mzalendo, “Un ojo en el parlamento de Kenia”, un proyecto que pretende que la ciudadanía pueda ejercer algo más de control sobre los que son, en teoría, sus representantes. Además, trabaja para muchos organismos internacionales, siglas y siglas que probablemente son las que le dan de comer, y desde su blog sigue contando sus experiencias y desafíos.

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Más información: En la página Women Leaders in Africa recogen una larga lista de mujeres influyentes en el continente desde los tiempos pre-coloniales: reinas, princesas y guerreras a las que se suman otras que, en calidad de ‘primeras damas’ han tenido una notable influencia –no siempre positiva- en los países en los que gobernaron sus maridos.

50 años al servicio de África

Los años no hacen mella en Mundo Negro. Todo lo contrario. Recién cumplido su 50 aniversario, la revista sobre África por excelencia se presenta con una red de corresponsales más amplia que nunca, un diseño acorde a los tiempos y la misma profesionalidad de siempre. Para conocer mejor lo que hay detrás de esta revista, charlamos con su director, Ismael Piñón. 
50 años al servicio de África
El padre Ismael Piñón lleva cinco años al frente de la revista, pero su relación con ella viene de largo. El tiempo que estuvo estudiando periodismo en la Universidad Antonio de Nebrija lo pasó a caballo entre la Facultad y la redacción de Mundo Negro, donde se formó como profesional. Después, marchó siete años a Chad, donde se empapó de la realidad africana y llevó a cabo sus labores como misionero.
¿Cómo ha cambiado la manera de informar sobre África después de 50 años?
Los cambios han sido enormes. Comenzó siendo una revista misionera, fundada por el Padre Faré, uno de los primeros combonianos en llegar a España, con dos objetivos: ser la imagen de la congregación en España, pero sobre todo ofrecer información sobre África, un continente del que en España apenas había noticias. Pero él era italiano y no conocía apenas el idioma, así que los primeros números eran prácticamente una traducción de la revista Negrizzia, que se publicaba en Italia.
¿Cómo se pone en marcha una red de corresponsales en África en los años 60?
Por aquel entonces, los corresponsales eran los propios misioneros –hoy en día todavía siguen siéndolo, pero también contamos con periodistas africanos de varios países- y las comunicaciones eran dificilísimas, hasta el punto de que a veces las crónicas se enviaban por carta. Al ser una revista mensual, conseguíamos salir del paso, pero ya te puedes imaginar que no era nada fácil. 
¿Es posible hacer información de calidad sin estar sobre el terreno?
Bueno, aparte de los corresponsales, cada año dos o tres personas de la redacción viajan a África. Esto nos permite un contacto directo con la realidad de los países y, sobre todo, hacer contactos que nos sirven para entender mejor lo que sucede. Y en el pasado, era vital también para lograr un buen archivo fotográfico. Además, la mayoría de los directores que han pasado por la revista han vuelto a África, convirtiéndose en nuestros ojos en diferentes países. Pero a pesar de eso, desde hace varios años intentamos darle a la revista un “aire africano”, que sean los propios africanos los que nos cuentan su realidad. Ahora mismo, nuestra ‘estrella’, por decirlo de alguna manera, es Donato Ndongo [ecuatoguineano], que ha sido, de hecho, quien ha heredado la columna que antes hacía Gerardo [se refiere a Gerardo González, ex redactor jefe de la revista y alma mater de la misma], ‘Al margen de la noticia’. También ha sido muy importante la incorporación de Jean-Arsène Yao [periodista costamarfileño] a la redacción. Tiene una gran formación, habla un español excelente y es nuestra referencia a la hora de enfocar muchos temas. Además, siempre que nos llaman para dar una charla o participar en una mesa redonda, le enviamos a él, para que sea un africano quien cuenta su realidad. Y él está encantado.
¿También tenéis periodistas africanos escribiendo para vosotros desde el terreno?
Sí, y cada vez  más. De hecho, el último de nuestros descubrimientos africanos ha sido Gustavo Silva, que escribe desde Angola. Le conocimos Gerardo y yo en Luanda, en 2006. Fue reportero de la Televisión Nacional de Angola y después dirigió la radio Ecclesia –emisora de la conferencia episcopal angolana–. Ahora es él quien nos escribe sobre todo lo que sucede en Angola.
Además, colaboramos con la ONG Pannos London, una organización que trabaja con periodistas jóvenes de diversos países de África y nos ofrece temas y contactos. Es un servicio que nos permite seguir hablando de África desde el interior y para los redactores es positivo porque pueden publicar sus textos y, por supuesto, reciben un sueldo, pero a través de la asociación. Nosotros hacemos de plataforma para que el periodista pueda darse a conocer.
¿Cuál es la repercusión que tiene la revista en África?
Pues mira, en Guinea Ecuatorial, que es obviamente donde más se lee por estar escrita en español,  nos conocen tanto que estamos en la lista negra. Hemos tenido muchos problemas por nuestra línea editorial y los temas que publicamos. En varias ocasiones nos han denegado el visado y el año pasado ya nos dijeron que ni lo intentásemos, porque no nos lo iban a dar. Hemos tenido incluso demandas judiciales por parte de la embajada de Guinea Ecuatorial en España.
¿Y con Marruecos, habéis tenido algún problema?
En Marruecos no, algún pequeño incidente por el tema del Sáhara, pero la cosa no ha llegado a los juzgados.
Aquí en España también habéis tenido algún incidente, si no me equivoco
Sí, sobre todo durante la época de la dictadura. Más de una vez los muros aparecieron pintados: “Curas rojos” y “comunistas” eran dos de las frases favoritas. Especialmente, durante la guerra de Independencia Mozambique [a mediados de los 70] tuvimos algunos altercados por nuestra postura a favor de los ‘rebeldes’. Y también a principios de los 90, cuando tuvo lugar la primera oleada de inmigrantes, la fachada con el mapa de África donde pone ‘Mundo Negro’ apareció ‘decorada’: habían cambiado ‘negro’ por ‘blanco’.
Y en España, qué nivel de conocimiento hay de la revista. ¿Cuál es la respuesta por parte de los lectores?
En la mejor época, en los años 90, llegamos a tener una tirada de 100.000 ejemplares. Ahora estamos a la mitad, unos 50.000, pero no nos quejamos, tal y como están los tiempos. Además, en cuanto a repercusión, es enorme la cantidad de gente que llama pidiendo información, contactos y opinión. Sobre todo cuando hay algún acontecimiento específico, por ejemplo, durante la violencia post electoral de Kenya, en 2007, o el Mundial de Sudáfrica. Nos llaman también de muchos medios de comunicación para pedir contactos.
¿Y vuestra relación con las Instituciones?
Pues mira, alguna vez hasta yo me he sorprendido. Un día se presentaron aquí dos comandantes del Ministerio de Defensa, poco antes de que comenzase la EUFOR -Misión de la Unión Europea para Darfur-, en la que participaron militares españoles. Se habían enterado de que yo había estado ocho años en Chad y me preguntaron si podían venir a hacerme unas preguntas. Fueron muy agradables, me gustó mucho su postura y antes de nada me dijeron: “Mira, somos militares, vamos en misión militar, así que cuéntanos lo que creas que nos puedes contar”.  Lo que les interesaba, sobre todo, era saber cómo tenían que tratar allí a la gente, qué dificultades se podían encontrar, qué lenguas se habla, cómo es el clima. Yo les respondí encantado y luego, después, me llamaron un par de veces desde allí y yo aproveché también para tener noticias de primera mano de lo que estaba pasando. Con esto, se puede ver hasta qué punto la revista tiene repercusión en España. Supongo que es normal porque es la única publicación con esta trayectoria informando sobre África.
En dos ocasiones has mencionado a Gerardo González, ¿cómo se lleva su ausencia, después de tantos años al mando y siendo la cara visible de la revista?
Pues te puedes imaginar, han sido nada menos que 42 años al frente y yo,  personalmente, lo considero mi maestro. Él comenzó un poco como ayudante del Padre Farei, hasta que se convirtió en el alma de la revista y fue con él con quien comenzó a asentarse.  En mi opinión, es el periodista español mejor informado sobre África y lo bueno es que, en cierto modo, sigue representando a Mundo Negro, porque sigue participando en muchas charlas y está disponible siempre que lo necesitamos, ya lo ves [El mismo día de la entrevista, un viernes de Navidad, Gerardo está allí ayudando a buscar unas fotos. Y no parece casualidad]. Como él no habrá otro. Es un periodista laico, comprometido con la causa africana y con la causa misionera.
¿Cómo se consigue una revista tan profesional partiendo de un ambiente misionero?
Eso es algo que siempre nos ha interesado mucho y de hecho la mayoría de los profesionales que hay aquí son laicos, salvo el redactor jefe Luis Esteban Larra, que es franciscano. Porque estamos convencidos de que Mundo Negro ha de ser, ante todo, profesional. Hay un lema, que creó el Padre Farell cuando fundó la revista y que todavía hoy en día sigue siendo nuestro leit motiv: “Específicamente africana, eminentemente misionera moderadamente comboniana y eficazmente formativa”. Somos misioneros, somos combonianos y creyentes y eso está en la revista. Pero hay información pura y dura. De hecho, la labor del director y del redactor jefe es que en cada número se guarde siempre ese equilibrio.
África está de moda y ahora hay muchas organizaciones rebajando e informando sobre el continente. ¿Participáis de alguna manera con estos movimientos?
Sí, claro, tenemos una persona dedicada exclusivamente para el trabajo en red con otras organizaciones, como la campaña ‘África Cuestión de Vida’, y somos parte también de la Mesa por África, creada por la Secretaría de Estado de Asuntos Exteriores. De estas iniciativas se aprende mucho y  de vez en cuando aparecen noticias interesantes.
De las crónicas por carta a Internet, ¿cómo va vuestro salto a la red?
Va poco a poco, nos queda mucho por avanzar en este campo, pero nos estamos modernizando. Tenemos dos personas, también profesionales, trabajando en Mundo Negro Digital: uno dedicado a redacción y el otro al aspecto audiovisual. De hecho, hemos creado también Mundo Negro Televisión, que de momento no es más que un blog en el que vamos colgando entrevistas con personajes que, por un motivo u otro, nos parecen interesantes. Queremos modernizar el formato
En tu blog, hablas de luces y sombras para África. ¿Qué futuro auguras para el  continente?
Yo creo que tiene un futuro muy bueno. Tiene dos riquezas muy grandes: su gente y su concepto de la vida. El 90% de la población es menor de 25 años y tienen ganas de hacer muchas cosas. Además, hay una riqueza humana tremenda: su concepto de la vida y de la familia y la humanidad que ellos tienen son cosas que a nosotros nos faltan. Ésa es una riqueza enorme y el día que la dejen, África será una de las grandes potencias del mundo. De hecho, ya hay países dando ejemplo de buen gobierno: como Ghana y  Sierra Leona, con una mujer al frente por cierto [se refiere a Ellen Johnson]. Para mí esto es un símbolo de que las cosas estén cambiando, el hecho de que en África se elija a mujer como jefa de Estado es algo increíble.
Y que encima haga funcionar al Gobierno
Bueno, en África, cualquier cosa que le des a una mujer funciona, ésa es la experiencia que he tenido yo, al menos. Te propongas lo que te propongas, pon una mujer al frente y funcionará seguro».
Así, con una visión optimista de África y un canto a sus mujeres, nos despedimos, que estos días los medios están hablando mucho de Costa de Marfil y de Sudán y ya hay quien le reclama.* Texto publicado originalmente en Gea Photowords. 

Tortura disfrazada de Tradición

Aprovechando que mañana es el día de la mujer, no nos olvidemos de esta aberrante práctica que todavía afecta  miles de mujeres y niñas por todo el mundo.
Tortura disfrazada de Tradición
Entrevista a Honorata Nasuwa / Coordinadora de programas de NAFGEM (Network Against Female Genital Mutilation), de Tanzania.

‘Una forma de tortura invisibilizada y disfrazada de tradición’. Así define la Mutilación Genital Femenina (MGF) Honorata Nasuwa, una de las activistas que esta semana han estado en Madrid intentando concienciar contra esta práctica que afecta a más de 100 millones de niñas en todo el mundo.

Nasuwa coordina los esfuerzos de varias organizaciones de base en la región de Kilimanjaro, en Tanzania, donde tiene que enfrentarse a comunidades en las que hablar de la ablación es todavía un tabú: ‘Organizamos campamentos para chicas, pero cuando preguntas sobre MGF, ninguna suelta ni una palabra’, explica Nawuwa. ‘Así que, después de mucho intentarlo, decidimos hacerlo de forma anónima, por escrito. Y empezamos a obtener información: zonas con más prevalencia, las mujeres que se encargan de estas prácticas, las edades a las que se realiza…’.
Con los testimonios en la mano comienzan las visitas a las comunidades, -que siempre reciben a la defensiva-, y la labor de concienciación. También podrían ir a la policía, pero en realidad ‘no serviría de mucho porque lo importante es cambiar la mentalidad’. Así que empiezan ‘las reuniones con el gobierno local, los profesores, los grupos de mujeres y, por supuesto, los líderes tradicionales: sus opiniones son muy importantes y si quieres tener éxito, tienes que trabajar con ellos’. Por último, apunta Honorata, existe otro grupo clave: las encargadas de realizar la circuncisión. ‘Generalmente se trata de mujeres mayores, con cierto estatus dentro de la comunidad. Es necesario convencerlas de los daños de esta práctica y ofrecerles formación para que puedan dedicarse a otros trabajos’.

Rompiendo mitos y tabúes
El camino es largo y la estrategia puede variar, pero generalmente consiste en ir rompiendo tabúes y mitos. El primero, el de que ‘la tradición obliga’, para lo que se ofrecen rituales alternativos y se compara esta práctica con las muchas otras tradiciones que ya no se realizan.

Las estadísticas muestran que el número de víctimas ha disminuido, pero todavía quedan muchos retos por delante. Para empezar, hay que ofrecer refugio a las chicas que huyen de la mutilación. ‘No puede ser que las provoquemos para rebelarse contra esta práctica y luego no podamos acogerlas’, explica Honorata. Precisamente, la construcción de un colegio y centro de acogida es uno de los proyectos que llevan a cabo con la ONG Mundo Cooperante, la que les ha invitado a España.

Porque otro de sus problemas es que dependen, básicamente, de la Cooperación Internacional. ¿Y qué pasa con los fondos gubernamentales? ‘El Gobierno no nos apoya económicamente. A veces incluso ni si quiera se atreven a hablar en público contra la Mutilación Genital Femenina. Algunos provienen de tribus en los que esta tradición está muy arraigada y temen perder votos’, responde esta activista masai.

En esta tesitura, aunque la ley deja claro que la MGF está penalizada, no siempre es tan perseguida como debería. Peor aún, ‘muchos todavía consideran la MGF como ‘cosa de mujeres’, cuando en realidad estamos hablando de tortura y eso es una cuestión de Derechos Humanos’, zanja Honorata

* Texto publicado originalmente en Yo Dona.

 

Juan Tomás Ávila Laurel: Por una Guinea Ecuatorial Democrática

El futuro es de los valientes. Pero no siempre es fácil serlo cuando uno vive en una dictadura. A pesar de ello, en este último mes hemos visto cómo personas anónimas -gracias a su valentía o a su desesperación, quién lo sabe- han logrado desencadenar un movimiento revolucionario que ya ha echado a la calle a dos dictadores y que todavía puede seguir provocando una ola democratizadora en muchos países del Magreb y… ¿del resto de África?

Juan Tomás Ávila Laurel: Por una Guinea Ecuatorial DemocráticaNo lo sabemos pero, de momento, alguien ha hecho saltar ya la primera chispa. Ahora sólo falta que prenda la mecha. Es Juan Tomás Ávila Laurel, escritor y poeta ecuatoguineano que el viernes 11 de febrero se declaró en huelga de hambre a través de una carta abierta al presidente del Congreso español, José Bono, coincidiendo con su visita a Obiang.

En esta misiva dice así: 

Ya que [Bono] cree tanto en la solvencia moral del presidente Obiang, quien lleva en el poder desde el año 1979, le pedimos de todo corazón que hagas las gestiones y presiones para constituir en Guinea un gobierno de transición en el que no deben formar parte ninguno de los que han ostentado cargos en estos 32 años.
Esta, como creerá, no es una exigencia política, sino social y moral. Ya no podemos seguir viviendo bajo una dictadura que nos come el alma.


De momento, aún no se han producido reacciones gubernamentales, pero sí ha llegado al apoyo de los intelectuales y profesionales ecuatoguineanos, así como de multitud de ciudadanos, que se están movilizando a través del grupo de apoyo al escritor creado a tal efecto en facebook.


Al mismo tiempo, muchos medios se han hecho eco de la noticia, pero, una vez más, está siendo GuinGuinBAli quien se ha volcado en ella, con actualizaciones constantes y una primera entrevista en la que Ávila Laurel explica cómo se encuentra y los motivos que le han llevado a tomar esta decisión.
Hay que recordar que el escritor, miembro del Centro Cultural Español de Malabo vive, al igual que su familia, en Guinea, por lo que no es de extrañar que tema por su seguridad, aunque recuerda que «no se puede tener miedo antes de empezar algo así». 

Desde aquí, sólo nos queda apoyarle, aunque sea virtualmente, y exigir a nuestro Gobierno que rompa relaciones con la dictadura de Obiang y utilice su influencia para trabajr y presionar por una transición democrática que se produzca cuanto antes. Esperemos también que el propio pueblo ecuatoguineano, a pesar de las penurias que soporta cada día, sea capaz de rebelarse contra el dictador, igual que lo han hecho en Túnez y en Egipto. 
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*Para saber más de J.T. Ávila Laurel podéis leer su blog en Frontera D, o alguno de sus libros, ‘Arde el monte de noche’ y ‘Avión de ricos, ladrón de cercos’.

África en el World Press Photo

África en el World Press Photo
Música en las calles de Kinshasha, en la República Democrática del Congo. Foto del irlandés Andrew McConnell

Esta foto del artista irlandés Andrew McConnell  (en su web hay muchas otras maravillas) ha sido la ganadora del World Press Photo en la categoría de Arte y entretenimiento. Tomada en las calles de Kinshasha, en la República Democrática del Congo, muestra esa otra cara de África, la del arte, la música y las ganas de superación a pesar de los problemas. 

También las fotografías de Fernando Moleres en Sierra Leona denunciando la situación de los niños en las prisiones africanas han sido merecedoras del premio a la mejor serie fotográfica.

Y además, ha sido una fotógrafa sudafricana, Jodi Bieber, la ganadora del primer premio por su ya famosa imagen de la afgana Bibi Aisha, a la que le cortaron las orejas y la nariz por no obedecer a su marido.

Todas las imágenes nos muestran la cruda realidad que se vive en tantos lugares del mundo, así que enhorabuena a estos y al resto de fotógrafos por seguir mostrándonoslas a pesar de las dificultades.