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La ruina de los pescadores artesanales

Si España sólo pudiera pescar en sus propios caladeros, a estas alturas del año ya nos habríamos quedado sin pescado para todo 2011. Sin embargo, apoyados en los Acuerdos de Pesca que firma la Unión Europea, nuestros barcos extienden sus redes por buena parte del planeta sin reparar en los daños. En África, el abuso está provocando la sobreexplotación del mar y la runia de los pescadores artesanales. Gracias a Greenpeace y la campañao Voces, hemos conocido más de cerca esta situación.

Senegal es un país de una antiquísima tradición pesquera, donde el oficio se ha ido transmitiendo de familia en familia y donde ser pescador era todo un orgullo. Hoy en día, en cambio, la profesión no da apenas para alimentar a la familia y los riesgos a los que se enfrentan los pescadores son cada vez mayores. “No pienso en mí, sino en la generación futura”, explicaba este martes en Madrid, en la sede de Greenpeace, Abdou Karim Sall, presidente del Comité de Reservas Marinas de África Occidental y representante de una de las muchas asociaciones de pescadores del país. “Nosotros no tenemos petróleo ni diamantes; nuestro único oro es la pesca y también nos la estáis quitando”, decía visiblemente enfadado antes de comenzar a explicar su situación.

Una situación que empeora cada día debido a la explotación extranjera y la disminución de capturas para los pescadores locales. Una mañana tras otra, los pescadores artesanales se echan a la mar para ver cómo, irremediablemente, terminan pescando menos que el mes anterior, que el año anterior. Esto se debe tanto a las ingentes cantidades capturas por barcos extranjeros como a las técnicas que estos utilizan, entre ellas la del arrastre, que destruye el fondo marino haciéndolo inhabitable para muchas especies. Además, provoca que los peces se mantengan cada vez más alejados de las costas, lo que no hace sino dificultar las posibilidades de pesca.

 

La ruina de los pescadores artesanales
Pescadores tradicionales recogiendo sus bártulos después de un día de trabajo. Foto: Greenpeace

Karim, de 45 años, proviene de una familia de pescadores y durante un tiempo trabajó en barcos europeos –es muy habitual que tan sólo una pequeña parte de la tripulación sea del país de origen de la embarcación-, donde se sorprendió de la enorme cantidad de capturas y descartes. Tras ver con sus propios ojos lo que suponía esa aberración, decidió dejar los barcos industriales. Hoy es uno de los portavoces de la campaña Voces de África, con la que Greenpeace intenta concienciar a los gobiernos europeos, y a la propia UE de la amenaza que la sobrepesca supone para los océanos y el futuro de nuestro planeta.La organización ecologista no se opone a la pesca, pero denuncia que la Unión Europea captura en la actualidad entre dos y tres veces más de la cantidad que sería razonable para asegurar la sostenibilidad de los recursos pesqueros.

Uno de los motivos de la emigración

En el oeste africano, la sobreexplotación provocada por los enormes barcos pesqueros ­–más de dos tercios de los 154 arrastreros de la UE son españoles- no ha afectado sólo a las cantidades de pescado disponible sino que ha contribuido, directamente, a empeorar la situación financiera de los pescadores.  Tal y como explica Abdou Karim Sall, además de esquilmar los recursos, los grandes barcos destruyen en ocasiones sus redes, lo que ha obligado a más de un compañero suyo a endeudarse para comprar otras,  entrando en un círculo vicioso en el que las deudas no dejan de engordar.

De hecho, la falta de expectativas de los jóvenes, que han crecido viendo cómo las posibilidades de ganarse la vida con la pesca eran cada vez menores, ha sido una de las causas del aumento de la emigración con destino a Europa.  Son lo que algunas ONGs, como EcoDesarrollo Gaia, han comenzado a llamar ‘eco-refugiados’: pescadores expulsados del mar que se vieron abocados a la emigración.

En Mauritania, la historia es otra, pero las consecuencias, las mismas. Tradicionalmente, los mauritanos vivían de lo que la tierra y los animales les daban, pero años y años de interminable sequía les han hecho mirar hacia el mar. Y entonces, se han dado cuenta de que sus recursos también se están agotando.

La realidad es que esta pesca no es, de momento, ilegal, sino que se basa en Acuerdos firmados entre la UE y los países africanos en los que se establecen determinadas cuotas y compensaciones y que incluso en ocasiones van ligados a ciertas mejoras en materia medioambiental o de cooperación. ¿Cuál es el problema entonces? Para empezar, que no existe un control claro, ya que no hay una organización regional de pesca que gestione los recursos de las aguas territoriales africanas. En segundo lugar, y probablemente más importante, que las partes que firman estos acuerdos se basan en cualquier cosa menos en criterios de sostenibilidad pesquera; por ejemplo, intereses políticos, dádivas en forma de Ayuda al Desarrollo, presiones comerciales…  Por último, tal y como explicaba el Presidente del Comité de Pescadores de Nouadibú, Ahmadour Ould Beyih, que “los responsables administrativos conocen muy mal el mar. Los firmantes son personas que no se han subido nunca a un barco y a los profesionales no se les escucha”.

Acuerdos de pesca responsables

Negritud

No deja de ser curioso, y sintomático, que el movimiento de la Negritud naciera en París. Fue allí, en la capital de una de las potencias imperiales del momento, donde un grupo de estudiantes negros se unió para dar al movimiento independentista de las colonias el impulso que le faltaba. Corrían los años 30 y estaba Europa en otras cosas, pero los movimientos sociales y políticos en París eran muchos y el ambiente era el adecuado para el nacimiento de nuevas ideas.
En París se daban cita los mejores estudiantes de las diversas colonias francesas: africanos, sobre todo, pero también de Centroamérica. Así, a mediados de los años 30 llegaba a la capital un joven proveniente de Martinica, diminuta isla del Pacífico cercana a puerto Rico, y por aquel entonces colonia francesa. Era Aimé Césaire. Allí conocería a Léopold Sédar Senghor (senegalés) y Léon Damas  (de la Guinea francesa) y entre los tres fundaban, en 1934, la revista literaria ‘L’étudiant noir’. Por entonces, ninguno de los tres piensa todavía en política. Son poetas, artistas, intentando recuperar con sus textos el pasado de sus pueblos.

Publican un solo número, pero en él Cesarie escribe un artículo titulado: “Négrerie”, con el subtítulo de: “Juventud negra y asimilación” que va a causar un gran impacto en muchas personas. En él viene a decir que la historia de los negros tiene tres actos: a) la esclavitud, b) la asimilación, -intrínseca a la colonización- y, por último, c) una nueva etapa, que todavía no había llegado, que sería la de liberación –no solo política, sino también mental.

Ese texto impacta a muchos de sus compañeros negros, colonizados, en París, y se sitúa como punto de partida para lo que luego será la Negritud. Además, Aimé Césaire sigue escribiendo y en 1936 publica ‘Cahier d’ un retour au pays natal’, otro golpe sobre la mesa en el que “Armado de un espléndido lenguaje lírico, denuncia la escandalosa situación de las poblaciones sometidas al sistema colonialista y canta la dignidad de un mundo africano oculto en la memoria colectiva. El poeta cuenta entonces con 26 años apenas y seguramente no se da cuenta de que acaba de escribir un texto que dejará una profunda huella”. [Cita extraída de El Ortiba].

Igual que hay hombres-hiena y hombres-panteras, yo seré un hombre-judío un hombre-cafre un hombre-hindú de Calcuta un hombre de  Harlem -que no-vota, el hombre-hambruna, el hombre-insulto, el hombre-tortura, podrían en cualquier momento agarrarlo molerlo a golpes
-matarlo sin más- sin tener que rendir cuentas a nadie sin tener que excusar con nadie…

De hecho, pronto vuelve a Martinica, ya casado y con un hijo, para dar clases en una escuela elemental. Pero allí sigue extendiendo su semilla y no es casualidad que entre sus alumnos se encontraran uno de los hombres que se convertiría luego en emblema de la Negritud: Frantz Fanon.

Negritud
Presence Africaine, la revista fundada por Alaioune Diop, fue uno de los medios de expresión para el movimiento de la Negritud.

En 1947, acabada la Segunda Guerra Mundial, Aimé Cesaire es elegido diputado en la Asamblea Nacional Francesa con el apoyo del Partido Comunista francés. Al mismo tiempo participa también en Presence Africaine, fundada por Alaioune Diop, profesor de filosofía nacido en Senegal. Participaron en ella muchos intelectuales, Sartre incluido, y  el objetivo de la misma era revalorizar la historia negra, negada por el colonialismo.

Tres años después publica Césarie su Discurso sobre el Colonialismo (1950), un libro muy duro en el que viene a decir que Europa es una civilización decadente, y que el nazismo no es muy distinto de lo que fue el colonialismo. La única diferencia, dice, es que el “nazismo fue una colonización contra los blancos”. “Lo que no se perdona a Hitler es que haya aplicado el exterminio al blanco”, frente a la destrucción y exterminio, perfectamente aceptado por todos, llevados a cabo contra los negros: asesinatos, desarraigo, separación de tribus y familias…

Como alegato final, termina apelando al proletariado y a la revolución contra la burguesía. Para entonces, estaba todavía muy influenciado por el comunismo y vincula raza y clase. Pero todo esto cambia pronto, tras ver Césaire cómo aplica la URSS la teoría comunista, que no defiende precisamente la libertad de los pueblos, lo que quedó claro en 1956 tras el represión de la revolución húngara. Es por eso que ese año publica su Carta a Maurice Thorez –presidente del Partido Comunista- en la que se desvincula de la Partido Comunista mostrando la repugnancia que le produce el hecho de que el Partido no se revele ante Stalin.

Al año siguiente comienzan las tan anheladas independencias africanas. La primera es Ghana, en 1957, y le seguirán poco a poco la mayoría de países del continente. Aunque no todas, ni mucho menos, lo harán tal y como quería Césaire. Empezando por su amigo Senghor, que desde el primer momento se entrega al amigo francés. A pesar de todo, el movimiento de la Negritud seguirá presente por mucho tiempo.

*Con información extraída del curso Black is beautiful. Negritud y culturas de resistencia y lucha, organizado por Traficantes de Sueños.

Radio Shabelle. En el punto de mira

La emisora somalí Radio Shabelle sobrevive a pesar del asesinato de cinco de sus periodistas, en un país donde la guerra dura ya dos décadas. Su empeño por seguir informando en medio de la anarquía de Mogadiscio ha sido recompensado con el galardón a la Libertad de Información, otorgado por Reporteros Sin Fronteras.  

 Aurora M. Alcojor
Radio Shabelle. En el punto de mira

Cuando ser periodista se convierte en misión imposible, cuando cualquier información es susceptible de ser tachada de ‘peligrosa’ por un bando o por otro, cuando has visto morir a cinco compañeros tuyos simplemente por realizar tu trabajo, entonces lo más fácil sería dejarlo todo, bajar la cabeza, acatar las órdenes y emitir lo que te mandan. Sin embargo, es en momentos como esos cuando surgen periodistas dispuestos a seguir trabajando para contar lo que pasa y denunciar las atrocidades.Es el caso de los reporteros de Radio Shabelle, una de las principales emisoras de Somalia y una de las pocas fuentes de información fiables que quedan en el país. Hace unos meses –en diciembre de 2010-, su trabajo, ese trabajo silenciado de los últimos años, se vio recompensado con el galardón que desde hace casi dos décadas ofrece Reporteros Sin Fronteras: el premio a la ‘Libertad de información’.

 “Es un honor recibir este premio”, dijo emocionado Ali Abdi, jefe de Relaciones Internacionales del conglomerado Shabelle Media, al recoger el galardón en París. “Es un reconocimiento no sólo para nuestro trabajo, sino para el coraje de todos los periodistas somalíes y la población civil”. Un merecido premio después de un año trágico, el de 2009, en el que fueron asesinados cinco de sus reporteros, todos ellos por disparos de bala, a sangre fría. “No nos dejaremos intimidar. Estamos decididos a continuar nuestro combate por una información independiente y por el respeto de los derechos humanos”, recalcó ante las cámaras.
Radio Shabelle. En el punto de mira
Una de las periodistas de Radio Shabelle. Fuente: Politiken
Efectivamente, esta radio se esfuerza por sobrevivir en medio del caos de un país en el que prácticamente desde 1991 no existe un gobierno estable, y de una ciudad, Mogadiscio, donde el poder va por barrios. Y por días. Tanto que, de hecho, el pasado mes de junio la emisora tuvo que interrumpir su trabajo durante más de dos semanas, tiempo que aprovechó para trasladar sus instalaciones fuera de la zona controlada por las milicias armadas, de corte islamista. El director de la emisora aprovechó entonces para reafirmar su independencia, respondiendo así a los rumores que les sitúan al servicio de la Misión de la Unión Africana en Somalia (fuerzas de paz compuestas por miembros de los ejércitos de Uganda y Burundi y a las que muchos consideran un ejército de ocupación). Estos soldados tienen la misión de apoyar al frágil gobierno somalí, que representa en sí mismo hasta qué punto el país se ha convertido en un Estado fallido. Con un ejecutivo sin apenas poder para actuar más allá de las calles de Mogadiscio y un Parlamento con la mitad de sus miembros viviendo en el extranjero sería más justo decir que Somalia, el lugar más peligroso del mundo, ha dejado de existir.
Radio Shabelle. En el punto de miraLa realidad es que el país se encuentra dividido, de facto, en cuatro zonas bien diferenciadas. Al norte está Somalilandia –ex colonia británica-, que funciona de forma independiente y cuya aspiración es convertirse en un Estado propio; un poco más al este se encuentra Puntlandia, también autoproclamado independiente, a pesar de que sí fue parte de la colonia italiana en la zona; al Sur tenemos la zona dirigida por Al Shabab,  considerado un grupo terrorista por Occidente; y finalmente, la zona centro del país y Mogadiscio, donde el Gobierno se disputa el poder con diversos grupos armados.

En medio de esta anarquía, se estima que, tan sólo en 2010, los diversos grupos armados islámicos se hicieron con el control de unas 10 estaciones de radio, utilizándolas para emitir su propaganda política y visiones religiosas. Además, en las zonas controladas por las milicias, éstas imponen restricciones de todo tipo, que pueden ir desde la prohibición de ver y/o emitir partidos de fútbol a la elección de la música y, por supuesto, el tratamiento de temas políticos. De hecho, Radio Shabelle ha sido ‘prohibida’ en numerosas ocasiones y sus periodistas siguen recibiendo amenazas, físicas y verbales, de manera continuada. Pero en una realidad como la de Somalia, no hay a quién recurrir para exigir justicia. Si, como dijo alguien, en una guerra la primera víctima es la verdad, en Somalia, donde el conflicto dura ya 20 años, la verdad y quienes intentan contarla están en el punto de mira de todos los combatientes.Poco importa que precisamente este año se cumplieran dos décadas de la Declaración de Windhoek, (Namibia) que promovía una prensa independiente, plural y libre para ayudar al desarrollo africano y que sirvió para establecer el 3 de mayo como el Día Mundial de la libertad de Prensa.  Veinte años después, la realidad es que, tal y como escribe Omar Faruk, presidente de la Federación Africana de Periodistas, “el clima de impunidad por los delitos contra los periodistas que cuentan la verdad, exponen la corrupción y la inestabilidad política constituye la mayor amenaza a la seguridad de los periodistas en África”.

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Hojas de Baobab

Mientras toda España tenía los ojos puestos en Sudáfrica -a través de la pantalla del televisor-, Rafael Cabanilas recorría la parte oeste del continente del mismo nombre dejando que fueran los africanos, grandes aficionados al fútbol, quienes le pusieran al día sobre los avances de la roja.

Acompañado de su mochila y un guía, Tourbate, -que más que guía era amigo-, Rafael recorrió casi 4.000 kilómetros conociendo lugares remotos, y no tan remotos, de Togo, Benín, Burkina, Ghana y Costa de Marfil. Cargado siempre con la cámara y su pequeño bloc de notas, el autor fue recogiendo vivencias, retratos, paisajes y acontecimientos para ofrecérnoslos ahora en su último libro, ‘Hojas de Baobab’.Hojas de Baobab

Un libro de viajes en el que comparte con el lector los usos y costumbres de quienes, por unos meses, fueron sus anfitriones. Desde aspectos rutinarios, como la preparación de la comida o el cuidado de los niños, a rituales ancestrales, como la ‘escarificación’, (heridas que dejen una cicatriz como señal de pertenencia a la tribu, práctica que etá, felizmente, en vías de extinción) o las sesiones de medicina alternativa, que experimentó personalmente y, según cuenta, fueron «mano de santo» para su riñón.

El libro se adentra por la zona que habita el pueblo Tamberma, sin duda una de las civilizaciones más interesantes de África y cuyas construcciones han sido declaradas por la ONU Patrimonio de la Humanidad; recorre las porosas fronteras de estos cinco países tan estrechamente unidos entre sí, y frecuenta las estaciones de autobuses como la de Wa, «una explanada de tierra con una caseta donde se despachan los billetes, un cartel publicitario y un par de bancos par la espera», aderezando las descripciones con anécdotas y contratiempos que nos recuerdan que, si bien en algunos lugares la África de los 60 que contaba Kapusckinsky no ha cambiado demasiado -«Saldremos cuando el autobús se llene», «No arranca, por mucho que la empujen, no arranca»-, en otros se han registrado brutales cambios de la mano de las nuevas tecnologías, la inversión china o la cooperación al desarrollo.

Tamberma
Típicas construcciones de los Tamberna, los grandes albañiles de África. Foto: © Rafael Cabanillas

Una ‘radiografía’ africana que se completa con unas líneas de historia, imprescindible para que el lector pueda tener en su cabeza el cuadro completo de los países que se tratan. Tan sólo unas pinceladas, lo mínimo para empezar a entender esta zona con historias tan complicadas como la de Costa de Marfil, país al que finalmente el autor no llegó a entrar, en una decisión de última hora tomada cuando ya enfilaba la frontera y después de pagar el enésimo peaje, en este caso, 5.000 Cfas a las Forces Armées Ivoiriènnes. Hace de esto 12 meses, pero ya entonces escribía Rafael «que la guerra estaba próxima». Premonitorio, sin duda, pero me cuenta que sólo hacía falta conocer un poquito el país, para saber lo que iba a pasar.

«Hubo momentos duros», reconoce el autor, que el pasado jueves presentó su libro en la tienda National Geographic de Madrid, «pero sin duda mereció la pena». Igual que merece la pena leer este relato, para conocer así a Tourbate, cuyo nombre quiere decir, precisamente «hojas de baobab», -un nombre raro pero para el que su madre tenía sus motivos-; o al rey que quiere saber qué es eso de Internet; a las mujeres que viajan juntas desde Costa de Marfil a Burkina para enterrar a su marido, o al barquero que no sabía leer..  Un viaje lleno de historias, de paisajes y de anécdotas, pero sobre todo, «de personas que te llegan al corazón, que te dan una lección de humanidad».

* Rafael Cabanillas es el artífice del proyecto ‘Cine para África‘, del que ya hablamos en su día en el blog.

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Sonrisas de Malawi

No puedes cambiar el mundo, pero puedes ayudar a mejorarlo”.  Esta idea resume bien el espíritu de Cristina y Angie. Angie y Cristina, un tándem que se compenetra a la perfección y que poco a poco, sin pretensiones y sin prisa, pero también sin pausa, ha conseguido dar forma a un sueño, sacarse una espinita que se les quedó clavada cuando viajaron a Malawi.

La cosa comenzó hace poco más de un año, en marzo de 2010 cuando Angie y Cristina, ambas periodistas, fueron invitadas por Manos Unidas a conocer varios proyectos en Malawi.  “¿Mala-qué? Cuando me lo dijeron, no era capaz de situarlo en el mapa, y de hecho lo confundí con Mali”, explica con sinceridad Angie, para quien el viaje supuso un cambio radical. “Al principio no estaba segura de si quería ir y he vuelto tan impactada que sólo pienso en volver»-.

Sonrisas de Malawi
Algunas de las niñas del orfanato de Chezy, en Malawi. Foto: Kusekera Malawi

Malawi es uno de los países menos desarrollados de África y tiene una población eminentemente rural y muy empobrecida.  Entre sus muchos problemas, dos son los principales: una profunda crisis alimentaria y la brutal prevalencia del Sida, enfermedad que, como en otro países, ha creado una doble ‘generación perdida’: la de los hombres y mujeres muertos al poco de convertirse en adultos, y la de los miles de niños huérfanos.

Fueron nueve días de visitas a proyectos. Proyectos independientes que, puntualmente, reciben la financiación de Manos Unidas. Entre ellos, un pequeño hospital rural, un centro para atención a personas con Sida, un proyecto de irrigación agrícola y finalmente, un pequeño orfanato situado en Chezy, en el distrito de Dowa. Un lugar regentado por dos monjas españolas y tres indias en el que viven 120 niños  y desde el que se ofrece alimentación y educación a otros 1.000, también huérfanos, pero que han podido ser acogidos por un familiar.

Allí estuvieron Cristina Sánchez y Angie Conde, cámara y micrófono en mano para conocer de cerca las necesidades de cada uno de estos proyectos. El objetivo era lanzar una campaña a través de la cual se recogerían fondos para dichas iniciativas. Pero a la vuelta, nada fue como ellas se esperaban.  Al poco de regresar, cuando andaban ya montando los vídeos, sus cadenas de radio y televisión decidieron suspender la campaña. Vino entonces la rabia y la frustración. El enfado por tener que dejar a medias el trabajo. La desilusión que imaginaban al otro lado del ordenador, cuando dijeron que la campaña no salía adelante; que las cosas que habían pedido desde Malawi, probablemente nunca llegarían.  Y la desilusión se convirtió en apatía, como tantas otras veces, como tantas otras personas… hasta que un día, cansadas ya de intentar cambiar el mundo desde una mesa de bar, decidieron empezar por ayudar a mejorarlo. Poniendo su granito de arena. “Por intentarlo que no quede”, dice hasta en tres ocasiones Cristina, con voz firme y enérgica.

Tenían claro que iban a hacer algo, pero ¿qué? En un primer momento, se fueron, sin paños calientes, a pedir dinero a amigos y conocidos. Y no les fue mal, ya que en Navidad pudieron enviar los primeros 2.000 euros al orfanato [El objetivo es mandar dinero, no los alimentos, para no afectar a los comerciantes de la zona]. Pero luego pensaron en organizar algo. Corría el mes de noviembre cuando un amigo, cantautor para más señas y de nombre Manuel Cuesta, les propuso la idea de hacer un concierto. Tardaron… unos tres segundos en decir que sí  y ponerse manos a la obra.

Sonrisas de Malawi
Sonríe Malawi

Comenzó entonces lo verdaderamente difícil: buscar a los artistas, encontrar una sala, negociar los precios, diseñar el cartel, promocionarlo… Pero, de repente, todo lo que parecía imposible se convertía en fácil, aparecía gente de la nada dispuesta a ayudar y al todo el que le pedían algo aceptaba de buena gana. “Es increíble, porque nadie nos conoce, no somos una ONG ni una asociación de prestigio y no tenemos ninguna trayectoria en temas como éste, pero el caso es que nadie nos ha puesto ni una pega en nada, al contario”.  Y la cosa ha ido rodada, gracias al boca a boca y al apoyo de muchos amigos. Aunque también ha habido momentos de crisis, “porque somos nosotras dos, no tenemos ninguna infraestructura detrás, y hay que organizar muchísimas cosas”, cuenta Cristina.

Aún más sorprendente es que la gente se ha volcado en donaciones anónimas, apoyando con confianza ciega esta iniciativa que no tiene más referencias que la palabra de dos chicas que todavía no han cumplido los 30. Bueno, eso, y mucha transparencia: basta hablar con ellas para saber casi céntimo a céntimo a qué se dedica cada uno de los 10 euros que cuesta la entrada del concierto (15, si es con CD) y  qué parte se podrá enviar a Malawi. Dinero que irá directamente a las arcas del proyecto Rainbow, el pequeño orfanato de Dowa, para procurar alimentos y educación a ese millar de niños que dependen de ello.

Y esta es la historia de ‘Kusekera Malawi- Sonríe Malawi’, el concierto que se celebrará el próximo 23 de mayo, en la Sala Galileo-Galilei en Madrid y en el que podremos disfrutar de Marwan, Andrés Suárez, Luis Ramiro, Esmeralda Grao, Míguez, Manuel Cuesta y Cronopios a partir de las 21.00 horas.Sonrisas de Malawi

Las entradas se pueden comprar escribiéndolas directamente a través de su blog, donde además encontraréis mucha más información sobre el proyecto y el orfanato de Chezy.

África de cómic

Realistas pero con humor; irónicos y con transfondo social; divertidos pero con afán didáctico: así son los cómics que se hacen en la República Democrática del Congo. ¿Cómics? Sí: cómics, viñetas y tebeos, historietas en definitiva que sus autores publican dónde y cómo pueden. A falta de un sector editorial establecido, de una verdadera red de distribución y de puntos de venta –librerías-, los dibujantes se han sumado al carro de la autoedición y a las colaboraciones con revistas y periódicos. 
Entre los más destacados, se encuentra el colectivo Kin Label, que periódicamente publica la revista del mismo nombre, Kin Label Magazine, de la que ya llevan más de una quincena de números publicados. Son en total veinticinco páginas en blanco y negro, con una portada a color, en la que participan cinco autores invitados con otras tantas historias.
Kin Label cómics en República Democrática del Congo.
El colectivo Kin Label edita la revista del mismo nombre, desde donde trata temas de actualidad y política en República Democrática del Congo.

El coordinador de la publicación es Jason Kibiswa, un joven que a sus  28 años ya cuenta con una larga trayectoria en el mundo de la Bande Dessinée. Nacido en Bukawu, al este del país, cuando todavía se denominaba Zaire, Jason creció, como todos, influenciado por las historias de Tintín –por cierto, acusadas de racismo-, Asterix , Lucky Luck… Y con ellas nació su pasión por el cómic. Pero no sería hasta su llegada a la Universidad, ya en Kinshasha, cuando comenzaría a hacer sus pinitos en este mundillo. Hoy publica en periódicos y revistas nacionales e internacionales.

Primera Feria Internacional del Cómic y la animación en Kinshasha

África de cómic

Y para dar visibilidad a lo que hacen, el año pasado celebraron la primera Feria Internacional del Cómic y la animación en Kinshasha, la capital congolesa. Allí se presentaron los trabajos de autores congoleses y de otras partes de África y también se dieron cita diseñadores extranjeros interesados en conocer lo que ofrecen desde África y asistir y participar en talleres y conferencias.

Orígenes
Aunque exista desde mucho antes, el cómic africano ha comenzado a tomar fuerza a principios de este siglo, hacia el año 2000. Desde entonces, se ha producido una eclosión, lenta pero constante, de ilustradores, viñetistas y dibujantes por buena parte de los países del continente.

En un principio, este resurgimiento se produjo a raíz de pequeñas iniciativas, en sí mismas poco importantes, pero que han ido tejiendo una importante red que se retroalimenta entre unos países y otros. Entre estos iniciadores se encuentran, por ejemplo, Afrobulles, una asociación creada en 2002 en la que participa un amplio colectivo de creadores y que tiene por objetivo «promover la cultura africana a través del cómic y, a la vez, hacer que Europa conozca los trabajos africanos«.

África de cómic Antes habían surgido otras organizaciones, como Acria, que ya en 1991 organizó el primer Salón de la Bande Dessiné et de la Lecture pour la jeunesse; o Irundel, en Camerún, que cada verano celebra el «Fescarhy» ( Festival International de la Caricature et de l’Humour de Yaoundé). Camerún es precisamente otro de los lugares donde más en boga está este fenómeno del cómic, y desde allí escribe Yannick, un autor de Bande Dessinée que desde su blog AfrikaBd, da a conocer la historia del ‘Noveno arte’ en su continente, a través de entrevistas con otros autores, reseñas de sus trabajos e información general sobre todo lo que pasa en el continente.

Y continuando con lo que parece ser una cierta herencia de los países francófonos, Argelia fue uno de los últimos en subirse a este carro, pero lo ha hecho con más fuerza que ningún otro y el Festival del Cómic de Argelia (FIBDA), que celebró su primera edición en 2008, se ha convertido ya en un referente internacional par el diseño que viene de África.

Este año se celebra del 5 al 8 de octubre y tiene como lema «Bulles sans frontières» (Bocadillos sin fronteras). Seguro que da mucho que dibujar.

 

Lecturas recomendadas: Los cómics nigerianos conquistan África

África de cómic

Esto es Europa

Sigue la fiesta. Mientras en Finlandia -ese país que tantas veces hemos tomado como ejemplo- un partido xenófobo obtiene el 19% de los votos, Francia e Italia juegan a lanzarse inmigrantes a la cara ante el silencio del resto de países, no vaya a ser que les caiga alguno por hablar.

La situación es la siguiente. Ante la llegada de decenas de miles de inmigrantes procedentes del Norte de África a las costas italianas, Roma se sacó de la manga un permiso de residencia temporal, con una validez de seis meses, por el cual los inmigrantes se convertían en legales de la noche a la mañana. Encomiable, ¿verdad?

Quizás no tanto. Obviamente, Italia sabe que el destino final para los tunecinos es Francia, así que nada mejor que legalizarlos por la vía rápida y facilitarles el viaje a París. El objetivo es que salgan de Italia tan pronto como sea posible.

Francia, que ya el verano pasado nos dió un claro ejemplo de lo que es capaz, ha dicho que por encima de su cadáver. «No pensamor padecer una oleada de inmigración económica procedente de Túnez», dijo ya a principios de abril el ministro del Interior, Claude Guèant. Así que ayer se dedicó a bloquear la entrada de trenes procedentes del país vecino -o sea, se pasó por el forro la libre circulación de personas establecida por la UE- alegando «riesgos de orden público».

Esto es Europa. Hace 70 años, en un contexto de profunda crisis económica, se exacerbó el nacionalismo y surgieron los fascismos. ¿Cómo vamos a afrontarlo ahora?

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La vergüenza de Lampedusa

La Unión Europea se lava las manos ante la llegada masiva de inmigrantes a Lampedusa mientras que Italia intenta a la desesperada deshacerse de ellos.He aquí la historia.Escenario: Lampedusa, isla italiana. 20 kilómetros cuadrados, 5.500 habitantes. A tiro de piedra de Túnez y Libia.Primer acto: 20.000 inmigrantes ¿o refugiados? han llegado a las costas desde el mes de enero. Centenares han perdido la vida en el trayecto. Durante semanas, Berlusconi les ha dejado amontonarse en la isla, que tan sólo cuenta con un centro de atención, hasta provocar la reacción popular y la ira de los vecinos. Le sirve para desviar la atención de sus múltiples procesos judiciales. Y para aparecer como salvador ante su pueblo: una mañana se presenta en la isla, promete que en 60 horas solucionará el problema y esa misma tarde buques y aviones comienzan a evacuar inmigrantes. No se sabe muy bien adónde.

La vergüenza de Lampedusa
Inmigrantes a su llegada a Lampedusa. Foto extraida de Globedia

Acto Segundo: Italia mira a sus vecinos pero sólo consigue que  Francia, preocupada porque se sabe el destino final de los tunecinos, acuerde una cumbre bilateral. No se sabe para cuándo.

Acto Tercero: Italia  acude la UE. Reunión de ministros de Interior a los que pide que ‘se repartan los inmigrantes entre todos’. Como buenos hermanos. El resto, claro, dice que no. (Si fuera al contrario, Italia haría lo propio). Dicen que hay que cerrar las puertas, no vayamos a provocar un efecto llamada. Rubalcaba, el mismo que afirma que no existen las redadas contra inmigrantes, dice alto y claro: “los que están en Túnez, estrictamente son inmigrantes ilegales. Es decir no tienen derecho a asilo. Los inmigrantes ilegales tiene que volver a sus países de origen”. Pero la UE sí toma una decisión: Durao Barroso viajará a Túnez, para exigir al país más control migratorio. Si no, ya se pueden ir olvidando de las ayudas prometidas.

Moraleja: Otra vez hablamos de democracia, de ayudar al pueblo, de proteger a los civiles… Ay, pero desde lejos. Aquí que no entren. O se quedan sin la pasta. Y allá ellos su transición. Que nadie les pidió que hiciesen la revolución. De nuevo, la UE – todos y cada uno de los países miembro- se comporta de manera indigna, bochornosa e hipócrita. Como con la Directiva Europea de la Vergüenza; la Valla de Melilla, la de Grecia  y tantas otras ocasiones.

¿Se imaginan el desenlace?

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