Inicio Blog Página 41

Benín

0

Recién llegada de Benín, de donde salimos justo cuando casi empezábamos a acostumbrarnos al caos, cuando ya habíamos aprendido a cruzar la calle en medio de las cientos de moto-taxis que recorren frenéticamente la ciudad y cuando ya no nos asustaban los inmensos charcos de las carreteras no asfaltadas, volvemos a la ordenada Europa y nos damos de bruces con el atentado de Noruega y la hambruna de Somalia. Benín

Noticias que nunca creímos leer en el siglo XXI y que sin embargo siguen golpeándonos cada día, igual que nos golpea la realidad de Benín, un Estado pobre pero que ha crecido al 5% en los últimos años y en el que nos encontramos una vitalidad propia de la mejor tradición africana: todo el país es un inmenso mercado ambulante, proliferan las nuevas –que no siempre modernas ni de calidad- construcciones y cada cual se busca la vida como puede.

Sudán del Sur, un nuevo país

El 9 de julio de 2011 pasará a la historia como el día en el que nació oficialmente un nuevo país: Sudán del Sur, el 193 del mundo y el 54 de África. Su parto ha sido difícil: años de guerra, hambre y “zancadillas ” diplomáticas de todo tipo. Pero con su alumbramiento, esas dificultades se han convertido en esperanzas llenas de recursos para encarar un futuro sorprendente. El nuevo estado tiene 17 millones de habitantes, más de 500 tribus y un centenar de lenguas diferentes; un 74% de analfabetismo y mucho petróleo. Todo por hacer.

Sudán del Sur, un nuevo país
Quema de neumáticos para extraer el alambre de acero. Juba, Sudán del Sur. FOTO ©Alfons Rodríguez, miembro de GEA PHOTOWORDS

Cuentan quienes han visitado Juba que la que será capital del Estado más joven del mundo es poco más que un pequeño villorrio donde la electricidad brilla por su ausencia, las calles son de tierra y los servicios básicos como educación o sanidad se consideran todavía un lujo. Pero también, que por todos lados proliferan las modernas construcciones que acogerán a embajadas y organismos internacionales, así como los edificios de oficinas para las empresas petroleras que se instalen allí. Esta fotografía es la mejor forma de hacerse a la idea de lo que será Sudán del Sur, un país que nace con una pesada carga a sus espaldas, la de los millones de hombres y mujeres que no han conocido otra cosa que la guerra, pero también repleto de esperanzas -las de todos aquellos que siempre se sintieron maltratados por los sudaneses del norte y que confían en que su destino mejore a partir de ahora-, y de recursos.

Juba es la carta de presentación de este nuevo país, que finalmente ha optado por denominarse Sudán del Sur, y que comienza su andadura oficial hoy, 9 de julio, después de dos décadas de guerra y una larga transición de seis años como estado autónomo. Su nacimiento, que ha contado con el apoyo casi unánime de toda la comunidad internacional, le convertirá en el 193ª miembro de Naciones Unidas, y en el 54ª país de África, tras la independencia de Eritrea en 1993. Será, además, una excepción en el panorama mundial: uno de los pocos países que ha conseguido reorganizar sus fronteras coloniales.

Es el fin de un largo proceso que comenzó con los Acuerdos de 2005 y el diseño de una hoja de ruta para el establecimiento definitivo de la Paz, pero lo que hoy se celebra no es más que la puesta de largo del país, ya que la independencia se logró de facto cuando el recuento de los votos del referéndum celebrado el 9 de enero corroboró el abultadísimo resultado a favor de la independencia: un abrumador 98,83% de los casi cuatro millones de votantes se decantaron por el sí. A partir de hoy, además, en todos los organismos, desde las sedes gubernamentales hasta en la más pequeña escuela rural ondeará con orgullo la nueva bandera, formada por tres bandas horizontales (negra, roja y verde) coronadas por un triángulo azul con una reluciente estrella amarilla.

Pero la fiesta no será ni mucho menos completa porque aún quedan muchísimas cosas que hacer. Cosas que deberían haberse resuelto antes de este día 9 pero que no han salido tal y como estaban previstas.

Por un lado, todavía está en el aire el futuro político de la región de Abyei, situada justo en la frontera entre ambos países y de la que todavía no se sabe a qué parte irá a parar, aunque de momento sigue formando parte del Norte. No es descabellado pensar que sus límites se dibujen tras un tira y afloja entre ambos estados, a pesar de que el Tratado de Paz promulgaba un referéndum en la región para decidir de manera autónoma. Y no se trata de una cuestión menor. La zona de Abyei es rica en petróleo y recursos hídricos, lo que la convierte en una pieza muy deseada para ambos estados. Además, entre sus pobladores se encuentran dos tribus enfrentadas, los Dinka, dedicados a la agricultura y de origen negro, y los Baggara: nómadas y dedicados al ganado. Su futuro puede ser un factor constante de desestabilización y ya en las últimas semanas se han producido fuertes enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) y miembros del antiguo ejército rebelde del sur de Sudán. De hecho, unos 4.000 soldados etíopes se encuentran a la espera de la autorización de Naciones Unidas para desplegarse en misión de paz sobre el terreno.   Por otra parte, miles de sursudaneses instalados en el Norte desde hace años comenzaron a volver a las zonas de donde eran originarios desde el pasado mes de diciembre. Ahora, muchos de ellos no tienen donde establecerse, así que han terminado por convertirse en una suerte de refugiados en su propio país.

Por último, y tal y como apuntábamos al principio, la falta de infraestructuras y el bajo nivel de desarrollo será una pesada carga para el país. Según estimaciones de 2007, Sudán del Sur cuenta con unos 9 millones de habitantes –pero en la actualidad hay quienes calculan hasta 17 millones-, que se dividen en más de 500 tribus y que hablan un centenar de idiomas diferentes, pero el problema es la falta absoluta del servicios públicos y la poca formación de la población: las estadísticas registran un 74% de analfabetización, por citar tan sólo una de las muchas variables en las que el país cae hasta los últimos puestos del desarrollo mundial.

¿Una nueva ruta del petróleo?

El petróleo fue protagonista de la contienda durante años y lo seguirá siendo sin duda ahora que Sur Sudán comienza su andanza en solitario. Aproximadamente el 80% de todo el oro negro que produce Sudán en conjunto proviene del independizado Sur, pero la mayor parte de las refinerías, oleoductos y otras infraestructuras se encuentran en el norte.

De este modo, actualmente, el petróleo de Sudán del Sur se exporta por el Norte, a través de oleoductos. Pero ésta no tiene por qué ser la única vía y la vecina Kenia ya ha mostrado su interés en que dicho petróleo encontrara su salida al mar atravesando su territorio, lo que le supondría jugosos contratos para Nairobi. En este negocio entran también China y Estados Unidos. La primera se está encargando ya del oleoducto de 1.400 kilómetros que atravesaría Kenia, y para Washington –que ha impulsado firmemente la independencia de Sudán del Sur- sería también una solución perfecta por su enfrentamiento con el presidente sudanés Omar al Bashir, sobre el que pesa una orden de arresto de la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra en Darfour- y al que Estados Unidos ha acusado más de una vez de apoyar a Al Qaeda.

Pero esta nueva ruta del petróleo no será de fácil aplicación, ya que los Acuerdos de Paz establecían que el Sur comparta los ingresos provenientes del sector petrolero con el Norte, además de pagar las correspondientes cuotas de tránsito hacia el Mediterráneo. En caso de no hacerlo, el presidente de Sudán, Omar al Bashir, ha amenazado ya con represalias.

Suceda lo que suceda, la realidad es que el devenir de Sudán del Sur es, como decía hace unos meses el embajador en Misión Especial para África del Ministerio de Asuntos Exteriores español, Ramón Gil-Casares, “probablemente, el dossier más importante que tiene la comunidad internacional en sus manos”, aunque no lo parezca. Situado en una zona altamente explosiva –el nuevo país tendrá frontera con Congo, Uganda y Etiopía, entre otros, mientras que el territorio controlado por Jartum linda con Libia, Egipto y Eritrea- y con mucho petróleo y recursos hídricos –el control del agua del Nilo es otro tema de vital importancia para los países limítrofes-, su futuro es todavía incierto y la implicación de la Comunidad Internacional será clave para que la evolución de Sudán del Sur sea lo más pacífica y positiva posible.

Visados para Ghana y Benín

Ya hace unos días que tenemos los visados para Ghana y Benín –Togo no tiene representación diplomática en España  y la única opción era pedirlo a París, así que obviamente hemos pasado-. No es que el proceso haya sido excesivamente largo ni difícil, pero sí hay algunas cosillas que podrían venir bien a futuros visitantes.

Para empezar, la famosa ‘Entente’. El ‘Visado Entente’ es, en teoría, una Visa que te permite viajar a cinco países africanos: Benín, Togo, Ghana, Costa de Marfil y Burkina Faso con un solo documento que te cuesta unos 120 euros y que consigues en cualquiera de las embajadas de estos países. Parece ser que en algún momento sí existió este tipo de visado y por supuesto sería muy útil, pero en la actualidad (junio 2011) NO TIENE VALIDEZ, así que no lo cojáis.

Esto es, textualmente, lo que nos dijeron por escrito desde el Consulado de Benín en Barcelona:

Sobre el visado Entente debemos informarle que ya hace algunos años que dejo de existir si bien algunos consulados lo siguen ofreciendo. Es nuestra obligación decirle que los consulados de Benin SOLO pueden expedir visados para nuestro territorio, los demás son ilegales y no se los reconocerá ningún otro país con los problemas que todo esto le puede ocasionar de tipo legal y practico.

Efectivamente, como ya os habréis imaginado, a nosotros en el Consulado de Madrid nos habían ofrecido el Entente. Avisándonos, eso sí, de que sólo “funcionaba el 98% de las ocasiones” y que a veces, dependiendo del funcionario de la frontera, te podían poner problemas.

Visados para Ghana y Benín

Con esta información, claro, deshicimos nuestra cita con el Consulado en Madrid y enviamos los pasaportes a Barcelona, por MRW, sin ningún problema. Un ingreso en su cuenta, fotos, impresos…. Y en cinco días, lo teníamos de vuelta, sano y salvo, y con su visado puesto.

El de Ghana fue un poco más coñazo. Nos exigían el Certificado de Penales, pero además, que estuviera legalizado por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Sellos y más sellos, pero no demasiado complicado. Un par de colas y solucionado. Además te exigen una reserva en el país (vale cualquier sitio y puede ser una reserva por mail, sin haber pagado nada, así que no merece la pena complicarse) y, alucina, ¡tu nómina!. Para asegurase de que no te quedas a vivir allí, supongo. Si no se tiene nómina, te piden algún tipo de certificado de que tienes pasta.

Una vez que llevas todo, en la embajada son muy eficientes y también en cuatro o cinco días, tienes tus visados listos. Eso sí: sólo tienes un mes para realizar la primera entrada en el país desde el momento en el que sacas el visado. ES decir, que  aquí no puedes ser muy previsor. Nosotros intentamos hacerlo antes y nos dijeron que no podíamos. Si vas a entrar en febrero en Ghana, el visado lo tienes que sacar en enero: un máximo de 30 días de antelación.

El de Togo, lo haremos en Cotonú o en la misma frontera. En teoría, con un par de fotos y rellenar el impreso que nos den, será suficiente. Ya veremos.

Benín-Togo-Ghana

2
Benín-Togo-Ghana

Dentro de tres días saldremos hacia Benín. Más o menos a estar horas, cogeremos el avión de Air Maroc hacia Casablanca y de allí a Cotonú (Benín), donde en el año 2000 se firmó el famoso Acuerdo de Cotonú, entre la UE y los países más pobres de África, Caribe y el Pacífico (los que llaman ACP) para mejorar el comercio y, en teoría, reducir la pobreza.

Diez años después, estos acuerdos no parecen haber conseguido su objetivo y todavía son miles los niños vendidos en Benín para trabajar como pequeños esclavos domésticos o trabajadores para el campo. Al menos, sí podemos decir que Benín ha sido hasta ahora un ejemplo de democracia, aunque en las últimas elecciones, celebradas este año, hubo acusaciones de fraude y la situación no terminó de estar del todo clara.

Recorreremos Benín y la vecina Togo aunque aún no sabemos muy bien cómo. Autobuses, coches con conductor, taxis compartidos… Está por ver, pero esperamos poder acercarnos al norte del país para ver los  castillos de los somba (tambermas, cuando pasamos a Togo) y visitar Gambié, esa ciudad construida sobre un lago en la que viven 20.000 personas y en la que se va en barca al colegio o al hospital.
Buscaremos también en la parte más oscura de la historia para conocer la ruta de los esclavos y, con ella, el trasvase de la práctica del vudú hacia Brasil y otros estados latinoamericanos.

 

Luego iremos a Ghana, el primer país en lograr la independencia, uno de los más estables y el ‘elegido’ por Obama para su primera visita africana. Allí veremos los vestigios de los primeros colonizadores portugueses, nos encontraremos con algunos periodistas que están haciendo cosas muy interesantes y, por supuesto, nos daremos algún que otro bañito en la playa, ¡que no todo va a ser trabajar!

Haré lo que pueda por actualizar, aunque sea con imágenes, este blog, pero si no fuera posible, a la vuelta daré cumplida cuenta de todo los visto, oído y aprendido.

¡Que pasen ustedes buen verano!

Tweet

Guerra de Biafra (II). La implicación internacional

Además, Nigeria contaba con gran apoyo internacional: casi todos los países se solidarizaron con el Gobierno de Lagos y tan sólo cinco estados se declararon a favor de una Biafra independiente: Costa de Marfil, Gabón, Haití, Tanzania y Zambia.

(Esta entrada es la continuación del post Guerra de Biafra I. El nacimiento de la injerencia humanitaria)

El entonces presidente de Costa de Marfil fue el primer alto mandatario internacional en atreverse a alzar la voz en defensa del pueblo biafreño. El 9 de mayo de 1968, Félix Houphouët-Boigny recuerda en un discurso a los habitantes de la Nigeria oriental, de los que dice que “sobreviven gracias a un milagro de resistencia”, ya que es un pueblo “privado del mar y de los ríos” que, “desde hace 10 años no conoce ni el pescado ni la carne; sumidos en los bombardeos aéreos que no encuentran ningún obstáculo (…) para su exterminación sistemática, ya que son un pueblo sin defensa”. Houphouët-Boigny fue, por lo tanto, el primero que habla de “genocidio”. Pero a lo largo de 1968,  terminarán siendo muchos los que se pongan del lado de los biafreños, sobre todo debido a la intervención, no directa, pero sí clave de Francia.

Guerra de Biafra (II). La implicación internacional
Declaración de Independencia de Biafra, a cargo del general rebelde Chukwemeka O. Ojukwu. Fuente: Guillermo Díaz

Intervención francesa

París intentaba mantener su hegemonía en el continente negro tras la descolonización y su implicación en el asunto fue haciéndose mayo, provocando el temor inglés a que El Elíseo París pudiera enviar tropas a Biafra. Estos temores, más o menos infundados, estában basados en un hecho real: el 12 de junio de 1968, el recién elegido presidente Charles De Gaulle reconoció oficialmente a Biafra.  Un hecho de trascendental importancia que suponía un claro mazazo a Nigeria y equilibraba, de manera formal al menos, las fuerzas de los dos bandos.

En este punto, es interesante analizar el cambio de la política exterior de París, ya que durante todo el año anterior el Ejecutivo se había dedicado a ignorar en público el conflicto, y, mientras que por un lado vendía armas a Nigeria, por el otro permitía la instalación en la capital gala de los representantes de Biafra y su oficina semiclandestina, el Centro de Estudios Históricos de Biafra.

La crucial decisión se tomó en el Consejo de Ministros francés el 12 de junio de 1968, justo cuando todavía estában calientes los ánimos por el mayo francés. El anuncio era claro, y la decisión irrevocable: se instaura un embargo a los envíos de armas a las partes en conflicto y se crea un programa de ayuda humanitaria para Biafra.

Pero todavía no ha comenzado la bola de nieve sobre este conflicto; los medios de comunicación están todavía ocupados en analizar lo sucedido el mes anterior, en el famoso mayo del 68 en todo el mundo.
Según el libro La politique africaine du general De Gaulle (1958-1969), es, a partir de agosto cuando la situación de Biafra “se pone de actualidad, los medios de comunicación comienzan a hablar de los sufrimientos de la población de Biafra y en París surge incluso un grupo de católicos que funda la asociación Francia-Biafra, entre cuyos objetivos están presionar a los gobiernos francés y africano a poner fin a la guerra”.

Mientras tanto, a mediados del mes julio de este 1968 comienzan las discusiones preliminares para lograr la paz. De momento, no se obtiene ningún acuerdo de fondo, pero las partes se emplazan para comenzar las negociaciones de paz en Addis-Abeba (la capital de Etiopía) a principios del mes siguiente. Es en este contexto de preparativos para una conferencia que muchos consideran decisiva, cuando el Consejo de Ministros francés vuelve a la palestra con un nuevo comunicado. Se hace público el 31 de julio y el impacto y la repercusión es brutal.

El comunicado dice: “La sangre vertida y los sufrimientos que duran ya más de un año y que afectan al pueblo de Biafra, demuestran su voluntad de afirmarse como pueblo (…). El conflicto actual debe solucionarse sobre la base del derecho de los pueblos a disponer de ellos mismos y conllevar la puesta en marcha de procedimientos apropiados”. Esta declaración supone un claro espaldarazo a las posiciones de Biafra y tiene un efecto inmediato, porque sitúa a los independentistas en una posición ventajosa para las negociaciones de Addis-Abbeba que comienzan tan sólo una semana después,  el 5 de agosto.

El porqué de esta posición no está muy claro aún, aunque se han ofrecido diferentes respuestas, que van desde las que ven en la actuación de De Gaulle un puro acto de solidaridad con el pueblo de Biafra, hasta quienes buscan intereses geoestratégicos de la política francesa.

Guerra de Biafra (II). La implicación internacional
Uno de los billetes que emitió la efímera República de Biafra. Fuente: Numismondo

Daniel Bach, antiguo coordinador del programa de estudios francófonos de la Universidad D´ Ife (Nigeria), menciona en el citado libro sobre la política africana de De Gaulle diversas razones que podrían haber llevado al presidente galo a decidir su postura: a) “El derecho de los pueblos a la autodeterminación”, b) “la oposición a las mayorías” [es decir, que no le gusta la existencia de Nigeria, un país muy grande y con importancia decisiva en África y al que no puede controlar], c) “el enfrentamiento Nigeria-Francia” [desde 1960 ambos países mantienen unas difíciles reacciones por la protesta oficial de Lagos ante las pruebas nucleares francesas realizadas en el Sáhara, que provocó una gran crisis diplomática], y  d)las “consideraciones económicas”, es decir, que De Gaulle pensara que ayudando hoy a Biafra, mañana este país independiente podría favorecer a París con concesiones petrolíferas.

Sea como sea, y teniendo en cuenta que el por qué de la postura de De Gaulle no está nada clara, el caso es que el Gobierno francés insiste en todo momento en el carácter puramente humanitario de su toma de posición, dando lugar al nacimiento de un concepto que, desde entonces, se utilizará en decenas de ocasiones, el de injerencia humanitaria.

Mientras tanto, las negociaciones continúan su tortuoso camino que no es, desde luego, nada fácil. Así, el 8 de agosto de 1968, el diario ABC recoge las declaraciones del delegado federal de Nigeria en las que asegura que no consideran “aceptables las propuestas que no respeten la unidad e integridad territorial de Nigeria”, mientras que apunta que “el dirigente biafreño Ojukwu “abandonó a noche la capital [Addis-Abbeba], con lo que han disminuido las esperanzas de llegar a una paz”. “No obstante, la negociación continúa”, termina la crónica el periódico, dejando una puerta abierta a la esperanza.

Pero la realidad es que, como afirma el periodista J. L. Gómez Tello en una columna publicada el 13 de agosto en el diario Informaciones, “no se percibe ninguna solución al doble problema: el de una guerra que dura ya más de un año y el de un verdadero genocidio que amenaza conducir a la desaparición de un pueblo. El primero de los puntos del plan de paz propuesto por Nigeria reclama la reunificación de Biafra (…) Los biafreños lo rechazan absolutamente (…) La prolongación de esta tragedia obedece a la falta de confianza de ambas partes (…) En este drama, los africanos, con sus tortuosidades; la ONU, con su argumento de que es un problema interior y la URSS, Inglaterra y EEUU, con su ayuda a Lagos, tienen responsabilidad”.

Efectivamente, el drama no va a mejorar en el año siguiente. Las dos partes se muestran intransigentes en sus reivindicaciones y Francia, que ha estado ayudando –de manera más o menos clara a Biafra– comienza a darse cuenta de que su intervención sólo representa una prolongación inútil del conflicto.  Además, si De Gaulle pretendía mejorar sus relaciones con los pueblos africanos defendiendo el “derecho a autodeterminación” de Biafra, la realidad es que este asunto se ha convertido en un factor de crecientes divisiones entre París y el continente negro. Así las cosas, en los primeros días de marzo de 1969, el lugarteniente Ojuwkwu es informado de la interrupción de la ayuda francesa –para obligarle a tomar una actitud más conciliadora–.

A finales de este mismo mes, las ofensivas federales lanzan nuevos ataques, cada vez más duros, que arrasan lo poco que quedaba de Biafra. Antes del final del año, en medio del absoluto hundimiento económico y militar, Ojukwu huye del país y el resto del territorio de la república es reincorporado a Nigeria.

Biafra quedó devastada; entre 800.000 y un millón de personas perdieron la vida y otros miles resultaron heridos. Las balas y las bombas habían causado muchas víctimas, pero la mayoría murieron de hambre y de sed ante la mirada atónica de Europa y el resto del mundo.

*Este texto es una revisión del publicado en la colección editada por El Mundo y titulado ‘El franquismo Año a Año’.

Tweet

Guerra de Biafra (I). El nacimiento de la ‘injerencia humanitaria’

14/06/2011.-A principios de los 70 las imágenes de niños de Biafra afectados por la hambruna dieron la vuelta al mundo. En España, el impacto fue tal que durante años se utilizó el dicho “pareces un niño de Biafra”, para referirse a personas de extrema delgadez. Pero en aquellos años, lo mismo que pasaba en Biafra sucedía también en otros países africanos, ¿por qué este conflicto tuvo tanta repercusión?

Guerra de Biafra (I). El nacimiento de la ‘injerencia humanitaria'
Portada de la revista Life dedicada a la Guerra de Biafra

Hay varios motivos, pero el más importante es que la Guerra de Biafra fue el detonante para la aparición en la escena internacional de un nuevo concepto que se generalizaría a partir de entonces: la injerencia en la política interna de un país con fines humanitarios. Más concretamente, supuso además la implicación directa de las ONGs internacionales. Médecins sans frontières (MSF), una organización no gubernamental creada en Francia en 1971, se implicó en el conflicto con la idea de aportar algo nuevo a la cooperación: la no neutralidad. Frente a la Cruz Roja, una organización que desde hacía un siglo ayudaba a los heridos y víctimas de las guerras bajo una estricta neutralidad, Médicos del Mundo nacía con otra intención: además de encargarse de la Ayuda humanitaria, proclaman la necesidad de sensibilizar a los medios de comunicación, la sociedad y las instituciones políticas; y en muchos casos, esto supone tomar parte por los más desfavorecidos, porque la neutralidad puede, en ocasiones, implicar complicidad.

Bajo estas premisas, la Guerra de Biafra se convirtió en el foco de todas las miradas, ocupando portadas y aperturas del telediario. ¿Fue esto bueno o malo? Depende, como siempre. Souto Albes, en el Blog Historia General, escribe: “Biafra supuso la irrupción de un nuevo género periodístico, precursor miserable de los realitys de nuestros días. La hambruna fotografiada, filmada, televisada».  Cierto, pero no deberíamos olvidar tampoco que fue la tabla de salvacion de miles de biafrenos.

Pero ¿en qué consistió exactamente la Guerra de Biafra?

El 30 de mayo de 1967, la región más oriental de Nigeria (antigua colonia inglesa) se declaraba independiente del resto del país con el nombre de República de Biafra. Nigeria había nacido de forma artificial, tras la decisión de Gran Bretaña de unir tres de sus posesiones en una; provocando una unión de iure sobre una preexistente separación de facto. Al hacer esto, la población se había estructurado por etnias, siendo una de ellas la de los ibos –mayoritariamente cristianos y predominantes en la zona oriental-, que más tarde se autoproclamaría independiente bajo el nombre de Biafra.

El último día del mes de mayo, el lugarteniente general Chukwemeka Odumegu Ojukwu daba a conocer la proclama independentista con estas palabras: “En virtud de la autoridad y conforme a los principios mencionados, proclamo aquí solemnemente que el territorio y la región conocidos como Nigeria del Este, así como su plataforma litoral y las aguas territoriales constituyen un estado independiente y soberano bajo el nombre de República de Biafra”.

Guerra de Biafra (I). El nacimiento de la ‘injerencia humanitaria'
La zona en amarillo corresponde a la Biafra independiente. Fuente: Biafra.com

Esta proclama condujo, de manera indefectible, al estallido de una guerra civil que duraría 30 meses y terminaría con la victoria de las tropas gubernamentales en 1970. Entre medias, tuvo lugar en Biafra una brutal crisis humanitaria que, según un informe publicado por UNICEF el 23 de enero de 1969, dejó un total de un millón y medio de víctimas, muchos de ellos mujeres y niños.

Así, aunque será la Guerra de Vietnam de la primera de la que se hable como “guerra televisada”, lo que ocurre en Biafra también tiene una gran repercusión a nivel internacional, especialmente en algunos países como Francia. En España, las imágenes de los niños que mueren de hambre en esta región golpean la conciencia de los telespectadores. Para muchos, la situación recuerda a lo que ellos mismos habían vivido apenas 30 años atrás; para otros, los más jóvenes, inmersos en el desarrollismo español, imágenes como estas son inconcebibles y se movilizan en su ayuda: para la mayoría, además, es la primera vez que ven, en sus cocinas y salones, a negros, a los que muchos consideran unos “pobres salvajes a los que hay que ayudar”.

Guerra de Biafra (I). El nacimiento de la ‘injerencia humanitaria'
Una de las miles de imágenes que se distribuyeron de los niños de Biafra. Fuente: Historia General. Una simple búsqueda en Google ofrece un pasmoso panorama de las fotografías que se difundieron.

Biafra, según explica Alexandre Sosnowsky en su libro Biafra: proximité de la mort, continuité de la vie, [una obra  publicada en 1969, todavía durante la guerra y en la que el autor recopila escalofriantes fotografías sobre los niños y las mujeres de Biafra, y sobre sus muertos] es un territorio de unos 76.500 kilómetros cuadrados en el que en el momento de la secesión viven 13 millones y medio de personas (frente a los 55.700.000 que tiene Nigeria en 1962, es decir, casi una cuarta parte del país). Además, es el primer exportador mundial de aceite de palma y, una cuestión vital para su futuro: justo el año antes se han descubierto importantes pozos petrolíferos en su territorio. 

Durante todo el primer año de la guerra, las fuerzas de la Federación nigeriana, con más poder, recursos y fuerza que los biafreños, fueron comiendo territorio a los independentistas y, para minar la moral del enemigo y obtener una victoria más rápida decidieron bloquear sus accesos por tierra y mar, con lo que los biafreños quedaron totalmente desprotegidos y, por supuesto, sin nada que comer.

Continúa en «Guerra de Biafra (2). La implicación internacional»

Tweet

Tráfico de residuos tóxicos en Somalia

El almacenamiento de residuos tóxicos es un goloso negocio de incalculables beneficios. En un mundo dividido entre países ricos y pobres, los primeros ponen multitud de trabas –normativas legales y medioambientales que se traducen en enormes costos-  para el almacenamiento de residuos, mientras que los segundos abren sus puertas a todo tipo de deshechos a precio de saldo.
Tráfico de residuos tóxicos en Somalia
Imagen del reportaje ‘Toxic Somalia’, emitido por La noche Temática.

Si esto sucede en países como Ghana o Mozambique, imagínense qué no puede pasar en auténticos estados fallidos como Somalia. Un país con miles de kilómetros de costa sin policías para controlarla. Un país sin gobierno y sin estructura de Estado desde hace ya más de 20 años. No hace falta ser muy listo para comprender que es el lugar perfecto para deshacerse de los residuos que el resto –quienes los generamos, por cierto-, no queremos ni ver.

En 2004, la existencia de estos residuos se hizo patente cuando decenas de contenedores llegaron a las playas somalíes arrastrados por las olas que generó el brutal tsunami en el Pacífico. Así lo explicaba Mabel Gonzalez Bustelo, miembro  de la junta directiva del Instituto de Periodismo Preventivo y Análisis Internacional (IPPAI) y responsable de la campaña de desarme de Greenpeace.

Además de empresas y hospitales, en especial europeos, también ha elegido este lugar la mafia italiana para deshacerse de residuos peligrosos. La contaminación ha sido constatada por agencias de la ONU y se puso de manifiesto de forma brutal en diciembre de 2004. Cuando la ola del tsunami del sureste asiático alcanzó la costa de Somalia, cientos de barriles de residuos no identificados fueron arrojados contra ella. Más de 300 personas murieron por efecto de la radiación, como denunció el enviado de la ONU para Somalia, Ahmedou Ould-Abdallah, que también aseguró que había metales como mercurio y cadmio. El Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) confirmó estas denuncias”.

Tráfico de residuos tóxicos en Somalia
Imagen de uno de los bidones encontrados en las costas de
Somalia en 2004. Fuente: ‘Toxic Somalia’.

Son muchos los que han hablado de este tema (Isaac Rosa, Antonio Maestre, Hernán Zin, Revista Fusion, y hasta la web de Consumer, entre otros), pero por supuesto esto no representa ni una décima parte de las noticias que hemos leído sobre los piratas somalíes  y las capturas de barcos extranjeros. Además, son muy pocos los que se han atrevido a investigar de dónde exactamente provienen estos residuos, quién los envía allí, quién los paga y quién está ganando ingentes cantidades de dinero con ellos. Lo que sí sabemos es que si enterrar una tonelada de residuos en Europa cuesta unos 1.000 euros, en Somalia se puede conseguir por la módica cantidad de 2, 5 euros. También que los casos de niños nacidos por malformaciones genéticas se han triplicado en las últimas dos décadas. 

Todo esto viene al  hilo del documental emitido hace unos días en TVE, ‘Toxic Somalia’, en el que el periodista francés Paul Moreira investiga de dónde vienen estos residuos y su posible relación con la mafia italiana –el país transalpino fue la potencia colonizadora en Somalia-.
Moreira retoma las investigaciones de Ilaria Alpi, una periodista italiana de la RAI, que fue asesinada mientras realizaba su trabajo en Mogadiscio, allá por 1994. Aunque ya por aquel entonces cada reportero llevada detrás de sí un equipo de al menos dos hombres armados a modo de protección, las comunicaciones eran en aquellas fechas más fáciles que ahora y Alpi se movió por el país entrevistando señores de la guerra, políticos y militares. Tanto se movió que probablemente alguien decidió quitarla de en medio.
Tráfico de residuos tóxicos en Somalia
Imagen de Ilaria Alpi, extraída de la web que lleva su nombre y que cada año concede un premio de periodismo.

Alpi fue asesinada el 20 de marzo de 1994, en lo que las autoridades consideraron un acto de violencia más de los muchos que sucedían en el país. Lo curioso es que su muerte se produjo justo un día después de haberse acercado demasiado al tema de los residuos tóxicos. Además, sus padres hablan de muchas lagunas en la información que recibieron y de algunas otras incongruencias en el caso (el periodista Michael Maren, que la conoció 45 minutos antes de su muerte, pero que ha dedicado mucho tiempo a investigar sobre ella, explica con todo lujo de detalles las horas previas y los días posteriores a su asesinato).

Más allá de lo que pudieran ser consideradas teorías conspiratorias, la realidad es que en 2009 -15 años más tarde-, Francesco Fonti, ex miembro de la mafia calabresa (pertenecía a los Ndrangheta) luego reconvertido en colaborador de la policía italiana, declaró que Ilaria Alpi y su cámara fueron asesinados porque habían visto –¿quizás filmado?- los residuos tóxicos que su organización, la Ndrangheta, estaba tirando en Bosaso, al norte de Somalia. 
No se sabe –quizás nunca lo sabremos- si esto es real o no, pero sí sabemos que justo en el momento de su muerte, Alpi estaba investigando un caso de tráfico de armamento y deshechos ilegales en los que, creía, podía estar implicado el propio ejército italiano.
Así lo explican en el documental que este domingo emitió TVE:
Para ayudar al desarrollo de la pesca en Somalia, el  gobierno italiano había regalado barcos a una empresa llamada Siffco. Pero estos barcos no parecían pescar mucho. Hacían viajes de ida y vuelta a Europa y en Somalia estaban bajo el control de un grupo armado”.  En uno de sus viajes, alguien le informó de que debía ir a Bosaso si quería saber lo que estaba ocurriendo. En Bosaso, Ilaria realizó muchas entrevistas, una de ellas con el líder de uno de los grupos armados de la zona, Bogor Moussa. Cuando le preguntó si podía ver el barco, el que teóricamente se utilizaba para la pesca, Moussa le respondió así:
-“¿Para qué quiere verlo? ¿Es una espía? Coja la información y váyase.
Al día siguiente de esta entrevista, Ilaria Pinera fue asesinada. La noticia conmocionó a toda Italia, provocando que periodistas, abogados e incluso miembros del Gobierno comenzaran decenas de investigaciones en el país. Así se descubrió la existencia de un verdadero mercado de residuos tóxicos(que pueden ser químicos, nucleares… ) En el documental explican que la Justicia italiana sacó a la luz una de estas redes de envío de residuos al tercer mundo, aunque es casi seguro que no fuera la única, ni la más importante. Y cuentan cómo, el pago por los vertidos a los somalíes se realizaba muchas veces en especies, es decir, en armamento. Situación que explicaría, por ejemplo, de dónde sacaban las armas los primeros piratas somalíes. Por supuesto, esto es ilegal, además de inmoral, pero es un jugoso negocio en el que hay muchas partes implicadas. Una trama, imagino, como las de tráfico de drogas o personas, pero de la que se habla muchísimo menos. Por eso me alegra tanto ver este documental en TVE. Y por eso es importante que siga habiendo periodistas como Ilaria y Paul Moreira.
PD: Todo esto, el tráfico de armas, el vertido ilegal de residuos, los asesinatos… Parece de ciencia ficción, -a mí también-, pero lamentablemente no lo es. Recordemos que, sin ir más lejos, hace pocas semanas la policía arrestó a varias personas, españolas, por el intento de vender helicópteros de combate a Irán y Venezuela. Y los tenían, en piezas, al ladito de nuestras casas, en polígonos de Madrid y Barcelona. De película, ¿verdad?

Albertina Sisulu, líder en la lucha contra el Apartheid

Una de las nuevas carreteras que salen del aeropuerto Oliver Tambo hacia el centro de Johannesburgo, la R21, se conoce como “Albertina Sisulu Freeway”. Ayer, la mujer que dio nombre a la autopista murió a la edad de 92 años. Se trataba de Albertina Tetiwe, (después conocida como Sisulu tras tomar el apellido de su marido), una de las mujeres más importantes de la larga lucha contra el Apartheid.  

Albertina Sisulu, líder en la lucha contra el Apartheid
Albertina Sisulu, en un retrato de los años 50 © Mayibuye Archives, Photo by Eli Weinberg

La casa de Albertina y Walter era como mi hogar. De hecho, durante varios meses, a principios de los 40, lo fue literalmente, ya que no tenía otro lugar al que ir. Siempre estaba llena de gente y continuamente se oía hablar de política”. Así recuerda Nelson Mandela la casa que los Sisulu tenían en Orlando y que, antes de la prohibición definitiva del CNA (Congreso Nacional Africano), sirvió de base de operaciones para los miembros del partido.

Nacida en 1918, en el Transkei, Albertina, la segunda de cinco hermanos, quedó huérfana muy joven y después de varios años ayudando a cuidar de la familia, decidió marcharse a trabajar como enfermera en prácticas a Johannesburgo, al Hospital para ‘no europeos’, como se conocía entonces a los que sólo atendían a negros.

En 1944 se casó con Walter Sisulu, el que sería líder del CNA y compartiría largos años de prisión junto a Mandela. Ese día, durante el enlace, alguien le recordó: “Albertina, ¿eres consciente de que te has casado con un hombre ya comprometido?. Walter se casó con la política mucho antes de conocerte”.  Ella lo sabía mejor que nadie, pero nunca le importó.

Hasta entonces, Albertina no se había comprometido demasiado con la política, pero su trabajo de enfermera ambulante por distintos townships de la ciudad le hacía ver de primera mano las profundas injusticias de la Sudáfrica del Apartheid. Y tardó poco en entrar activamente en la lucha contra la segregación, integrándose en la Liga de Mujeres del CNA. Defensora a ultranza de la importancia de la enseñanza, no se cansó de decir que era clave “educar a las mujeres, porque ellas son las que más sufren, y sus hijos con ellas”.

Albertina Sisulu participó en la formación de la Federación de Mujeres de Sudáfrica en 1944, ayudando al lanzamiento de lo que entonces se llamó la Carta de Derechos, una serie de exigencias del ANC paraun cambio político. Al mismo tiempo, dirigió las manifestaciones y marchas que se oponían a la Ley Bantú -por la cual se establecía una educacion separada y, por supuesto, de mucho menor nivel para los negros (1953)- y lideró las protestas de las mujeres contra la exigencia de que éstas llevaran sus pases.

«Nunca tuve una vida cómoda»
En casa, era ella la encargada del sustento de la familia  porque su marido Walter, vivía única y exclusivamente para el partido. En 1964, Walter Sisulu –al igual que Mandela- fue condenado a cadena perpetua y enviado a la prisión de Robben Island. Ella fue condenada a arresto domiciliario durante 10 años. “En todos aquellos años, nunca tuve una vida cómoda”, pero “esos fueron los peores”, recordó en una ocasión. Estaba sola con sus cinco hijos, y continuamente entrando y saliendo de prisión. Albertina Sisulu, líder en la lucha contra el Apartheid

En 1989 consiguió permiso para dirigir una delegación que visitó varios países del mundo y que le permitió mantener reuniones con líderes como Margareth Thatcher y George Bush. Además, en Londres participó en un multitudinario mitin Anti Apartheid, coincidiendo con la visita del presidente sudafricano, Frederick de Klerk. 

Para entonces las cosas empezaban a cambiar en Sudáfrica: ese mismo año, en octubre, se retiraron las restricciones contra ella y Walter fue por fin puesto en libertad. Comenzaban la Transición sudafricana y Albertina siguió trabajando por el futuro de su país. En las primeras elecciones libres, celebradas en 1994, fue elegida parlamentaria, puesto que conservó durante cuatro años, al igual que Mandela.

A partir de entonces se retiró de la vida pública, a la que volvía puntualmente para tratar temas sociales. En 2006, cuando se celebrara el 50 aniversario de la Marcha de las Mujeres en Pretoria, quiso dejar claro su mensaje: “Todavía quedan muchas dificultades en nuestro camino”.