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El poder de Gadafi en África

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Ahora que parece que por fin Gadafi está a punto de desaparecer de escena, es buen momento para preguntarse cómo va a influir su marcha en el resto del continente. Para bien o para mal. No está claro quién le sucederá ni qué políticas van a tomar, pero no cabe duda de que Libia es uno de los países más potentes de África y cualquier cambio que se produzca en Trípoli influirá sin duda en el resto de países.Hace ya unos meses, Javi, corresponsal de EFE en Nairobi, publicaba en su blog este mapa extraído del Globe and Mail  –periódico, creo, canadiense- en el que se explica la influencia que Gadaffi ha tenido en los últimos años en los países de su entorno, principalmente a través del dinero invertido de una forma u otra para mantener la estabilidad de sus gobernantes.

El poder de Gadafi en África
Entre los países beneficiados de alguna manera por Libia están: Mali, Liberia, Níger, Chad, República Centroafricana, Sudán, Etiopía y Somalia. Fuente: Globe and Mail. Podéis leer la traducción en el blog República de Bananas

El problema es que siguiendo este mapa, nos podría dar casi la impresión de que Gadaffi fuera el gran benefactor africano, cosa que desde luego no es. Así que completo con algunas de sus otras intervenciones, para que tengamos una idea más adecuada de su quehacer en el continente.

Cuenta Chema Caballero en su libro “Los hombres leopardo se están extinguiendo” que el Informe final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación para Sierra Leona– donde se libró una brutal guerra civil entre 1991 y el año 2000- demuestra la implicación de Gadaffi en el conflicto, así como que los rebeldes recibieron entrenamiento y ayuda financiera de Libia (entre otros países), contribuyendo al desastre. A pesar de ello, en 2009, el Parlamento de Sierra Leona honoraba al viejo coronel concediéndole el título de miembro de honor del Parlamento sierraleonés. (Claro, que aquí le dábamos las llaves de la ciudad y le poníamos haimas en la Castellana..)

Igualmente, este verano nos contaban en Benín que buena parte de la familia de Gadafi estaba adquiriendo enormes terrenos en la zona de mayor desarrollo turístico de la capital, la Route des Peches, donde el Gobierno pretende instalar una especie de inmenso paseo marítimo repleto de Hotels, ressorts y restaurantes. (Esta es la idea)

Además, no se puede olvidar que Gadaffi ha sido, en las últimas décadas, el gran precursor del panafricanismo actual  y que hasta este pasado mes de febrero era nada más y nada menos que el presidente de la Unión Africana. Así las cosas, no es de extrañar que a la UA le haya costado tanto retirar su apoyo al coronel y que varios países, como Sudáfrica, lleven meses intentando buscarle una salida digna. De hecho, según The Guardian, Burkina Faso, Chad, Guinea Ecuatorial, Arabia Saudí y Zimbabwe estarían entre los países que pueden ofrecerle asilo. Me temo que lugares no le van a faltar.

Veremos qué pasa en los próximos días.

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Magnus Malan: la ‘guerra total’ contra los negros en Sudáfrica

Magnus Malan: la 'guerra total' contra los negros en Sudáfrica
Portada del libro biográfico que Magnus Malan publicó en el año 2006.

En 1980, cuando la lucha de liberación negra comenzaba su etapa más radical bajo la consigna de “hacer el país ingobernable”, el entonces todopoderoso general Magnus Malan se convertía en ministro de Defensa de la Sudáfrica del Apartheid. Desde su cargo, y con el apoyo del presidente P. W. Botha, llevó a cabo una furibunda política conocida como “guerra total”, que consistía en la integración de todos los recursos posibles –políticos, económicos o militares- en la lucha contra el comunismo y los activistas del CNA (Congreso Nacional Africano).

Una política que le llevó a militarizar prácticamente todo el país y acumular un enorme poder en sus manos. Era, probablemente, el último y desesperado esfuerzo del Gobierno racista por mantener el status quo del Apartheid. Durante su mandado,  Malan envío al Ejército a sofocar los levantamientos en los ‘townships’ –áreas designadas específicamente para negros–; declaró el Estado de Emergencia y fue responsable de la creación de los llamados escuadrones de la muerte.

Ferviente anticomunista, Malan extendió además su influencia más allá de las fronteras de Sudáfrica. Ya desde 1976, cuando fue nombrado Jefe Mayor de la Defensa, financió la UNITA, guerrilla que luchaba contra el MPLA –de tendencia marxista- por hacerse con el poder en Angola, y no dudó en enviar tropas sudafricanas a reventar la amplia infraestructura del CNA en los países vecinos, especialmente en Zimbabue, Zambia y Mozambique.

Como contrapunto, en su haber también destaca su participación en las conversaciones de independencia de lo que hoy es Namibia, territorio que había permanecido bajo control sudafricano desde los años 20. Las negociaciones terminaron pacíficamente con la proclamación de la República de Namibia, el 21 de marzo de 1990.

Pero la década de los 90 le cogió con el pie cambiado. Cuando Frederick W. de Klerk accedió a la Presidencia soplaban ya vientos de cambio y Malan se convirtió pronto en un obstáculo insalvable para el camino a la democracia. Así fue como en julio de 1991, accediendo a una de las demandas del CNA, el otrora omnipotente ministro de Defensa era destituido de su cargo. A su conocido historial se sumaba poco tiempo después el escándalo de los escuadrones de la muerte, que actuaron contra civiles en la provincia de KwaZulu-Natal.

Fue entonces cuando comenzó su particular calvario. En 1995, ya retirado de la política y tras las primeras elecciones libres, Malan y otros 19 altos cargos fueron juzgados por la creación de estos grupos paramilitares que actuaron por todo el país y, específicamente, por el asesinato de 13 activistas negros en 1987. Malan negó todos los cargos y finalmente, aunque quedó probada la existencia de las matanzas y su obvia relación con el Estado, todos los acusados fueron absueltos al no poder acreditar el tribunal su implicación directa. A pesar de ello, Magnus Malan siempre será recordado como el militar sudafricano de más alta graduación en ser acusado de asesinato.

Publicado originalmente en El Mundo.

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El productor musical que paró una guerra

En Accra conocimos -gracias a Marco-, a Paa Kay, un productor musical que forma ya parte de la historia de la música africana y que no sólo aceptó amabilísimamente concedernos esta entrevista sino que nos llevó además a disfrutar de los ‘miércoles de Reagge’ que cada semana se celebran en una de las playas de la capital ghanesa. Todo un privilegio.

Os dejo con la entrevista, publicado originalmente en GuinGuinBali.
Desde las independencias, la música del continente negro ha vivido momentos de auge y cierta depresión, pero siempre ha sabido fusionarse con otros ritmos y servir como influencia para músicas de todo el mundo. Su historia se podría contar a través de sus numerosos artistas, pero esta vez vamos a hacerlo de la mano de uno de sus protagonistas ‘ocultos’: el productor y promotor de eventos musicales Paa.Kwesi Holbrook-Smith. Primero desde Londres, base de muchos grupos africanos, y luego desde Accra, la historia de Paa Kay, como le conocen sus amigos, está ligada a los grandes eventos musicales del África occidental en las últimas dos décadas.
El productor musical que paró una guerra

Su idilio con la música comenzó siendo todavía un niño, durante la celebración del mítico concierto “Soul to Soul” que llevó a la plaza de la Independencia de Accra a los más importantes músicos afroamericanos del momento. Duró 14 horas, congregó a miles de personas y fue uno de los primeros eventos musicales que celebraba un país del África independiente. Hasta allí se acercaron artistas de la talla de Santana, Tina Turner, Roberta Fack, The Stapel Singers y Wilson Pickett, entre otros.

Pero fue durante su época universitaria, en Londres, cuando Paa Kay entró de lleno en el mundo de la música. Allí comenzó a organizar fiestas y shows con bandas del momento. “Unas buenas y otras regulares, claro, pero hubo algunos bombazos, como los ghaneses de Osibisa”, recuerda al hablar de la primera banda africana que logró repercusión internacional más allá de su país y de Gran Bretaña, donde tenían su base. Osibisa logró fusionar estilos diferentes, desde el jazz y el r&B hasta los ritmos latinos y africanos, y jugó un papel clave para dar a conocer la música africana al mundo.

El productor musical que paró una guerraEn aquella época Paa Kay conoció a Charles Easman, también ghanés y uno de los creadores de Stern Music, el sello por excelencia de la música africana, con quien comenzó a colaborar. “Al principio, los únicos que se interesaban por esta música eran grupos de izquierda preocupados por la cultura africana y activistas antidiscriminación, pero al final terminó teniendo un enorme éxito”, recuerda el productor.

Entrados los años 80 Paa Kay comenzó a trabajar con el pianista de Durban Bheki Mseleku, que abandonó la Sudáfrica del Apartheid para instalarse en Londres y cuyo álbum “Celebration” (1991) se convirtió en un enorme hit. Autodidacta pero de técnica extremadamente sofisticada, Mseleku era capaz de tocar el piano, el saxofón o la guitarra y pronto se convirtió en un referente del jazz africano. Junto a él, Paa Kay viajó a diversos festivales de jazz, incluido el de Montreal, donde Mseleku ganó el premio de la crítica. El éxito venía acompañado además de un importante trasfondo político: el régimen racista comenzaba a desintegrarse, Mandela era liberado de la cárcel y ya se divisaba en el horizonte la posibilidad de unas elecciones libres.

Una década intensa

“La de los 80 fue, sin duda, una década intensa y fructífera”, recuerda Paa Kay un tanto emocionado. Y no es para menos. Aparte de la buena racha profesional, el productor disfrutó al máximo de la noche londinense, donde todo era posible. Hasta que el mismísimo John Lennon te invitara a su casa. “Fue una cosa surrealista. Yo estaba fumando un cigarrillo mientras esperaba un autobús, cuando un coche se acercó y el ocupante de atrás me pidió tabaco. Llevaba gafas y un sombrero, así que no pude reconocerlo, pero le di el cigarro. Era una de estas noches frías, heladas, de Londres, y me dijo que me acercaba a casa. En el coche comenzamos a hablar y terminó invitándome a una fiesta. Yo me apunté sin dudarlo, suponiendo que me llevaría a cualquier cuchitril… Imagínate mi sorpresa cuando de repente entramos en una enorme mansión, con un montón de gente. ¡Todavía tardé un rato en darme cuenta de dónde estaba y de que era el mismísimo John Lennon el que me había llevado a la fiesta!”.

No fue hasta 1994 cuando regresó definitivamente a su Ghana natal, para encargarse de la segunda edición del PANAFEST, pensado para promover la unidad entre los africanos de dentro y fuera del continente. Ghana, histórica defensora del panafricanismo, fue la elegida para este evento, que se celebró en diciembre de 1994, y a Paa Kay se le encargó la coordinación del festival. El joven productor consiguió reunir un amplísimo y variado número de artistas que llegaron a Accra de todas partes del mundo. Desde América cruzaron el charco grupos como Black Voices y Public Enemy, entre otros. Y desde Londres llegaron los para entonces ya famosos Ozzibiza, que hicieron las delicias del público, y el grupo Culture, que mezclaba la música africana con el reggae surgido en Jamaica.

Y la música paró la guerra

Precisamente con Culture forjó Paa Kay una estrecha amistad que le llevó a embarcarse en un complicado reto. Por entonces, la vecina Sierra Leona vivía los peores momentos de una guerra que duraba ya desde 1991 y que no tenía visos de finalizar. “Era imposible acabar con la contienda, pero pensamos que quizás podíamos pararla por un día”, recuerda Paa Kay. Y así, con esta única idea, Culture y Paa Kay comenzaron a organizar el concierto de la Paz, que se celebraría en Freetown, una ciudad arrasada por la guerra, el 17 de diciembre de 1997. “Fue complicadísimo organizarlo todo y en más de una ocasión creímos que sería imposible. Pero al final llegó el día, y allí estábamos, con cientos de rebeldes y soldados del ejército, armados hasta los dientes pero sin disparar ni una sola vez, disfrutando juntos de la música”. Ese día, Joseph Hill –el líder de Culture- dio un mensaje de paz a los contendientes y se demostró, de nuevo, que la música es capaz de parar la guerra. Igual que lo había hecho Bob Marley 20 años antes, en 1978, durante la guerra civil jamaicana, cuando fue capaz de unir las manos de los dos líderes enfrentados, durante el concierto “One Love Peace”, en Kingston.

Poco después, ya establecido en Ghana, Paa Kay comenzó a trabajar por otros países de África Occidental, organizando algunos eventos que hoy ya son clásicos del panorama musical del continente, como el Gospel-Racine de Benin, o el River Festival de Mali.

De 2004 data su recuerdo más amargo. Ese año organizó la gira africana de Koffi Owomide, cantante, músico y compositor congoleño, líder de Quartier Latin, que alcanzó enorme fama y consiguió revitalizar el soukous –la música por excelencia de su país durante la primera mitad del siglo XX– y a la que renombró como Tcha Tcho.
Con estos ritmos tradicionales renovados, Owomide actuó en Lomé (Togo), donde obtuvo un enorme éxito. El siguiente destino de la gira era Cotonou (Benín), donde estaba previsto que actuara en el Estado de la Amistad, el mejor emplazamiento de la ciudad. La expectación desatada por Owomide era evidente desde semanas atrás, así que Paa Kay pidió a los responsables del estadio que abrieran las puertas al público con al menos tres o cuatro horas de antelación, de tal modo que fueran entrando de forma ordenada. Pero las puertas no se abrieron hasta las 10 de la noche, poco antes del concierto, provocando una enorme estampida que dejó decenas de heridos y provocó la muerte de 10 personas. “Fue, sin duda, uno de los peores días de mi vida”, recuerda todavía visiblemente afectado Paa Kay, quien tuvo que demostrar ante un juez que no había tenido ninguna responsabilidad en lo sucedido.

Al año siguiente, el continente celebraba el primer “Africa Unite Concert”, en Addis Abeba, la capital del rastafarismo, en recuerdo del 60 aniversario de Bob Marley. El encuentro se convirtió en un enorme éxito, con más de 300.000 seguidores del reagge llegados de todos los rincones del mundo. El concierto sirvió para demostrar que la fuerza del espíritu reagge y dio nuevos bríos a la idea de la unidad africana. Tanto, que en 2006, y esta vez ya con la colaboración de Paa Kay, el concierto se celebró en Ghana, con la participación de la Bob Marley Foundation y de toda la familia del cantante, que demostró que su música y sus ideas seguían vivas 25 años después de su muerte.
Hoy, Paa Kay sigue organizando eventos musicales por toda África, estableciendo puentes entre diferentes países y convirtiéndose, casi sin darse cuenta, en un libro abierto de la apasionante historia de la música africana.

¿Ayudamos o perjudicamos a África?

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«Para Haití, llegamos a recaudar 600.000 euros al día. Para Somalia, 200.000 en 15 días». Lo decía en un programa de Radio una representante de Intermón Oxfam: ¿Por qué esta diferencia?

¿Ayudamos o perjudicamos a África?
Fuente: The Guardian. Extraído de La Historia con mapas

 Puede ser porque estamos en agosto o por la crisis, pero en mi opinión dos son las causas primordiales: 1) la manera de ofrecer la información y 2) la sensación de que esta es una causa perdida; la idea de que esto ya lo vimos en los 90, y enviamos el dinero y nada ha mejorado. Al contrario, las cosas parecen estar peor así que ¿para qué?

En el caso de Haití, las historias se presentaron como cercanas, decenas de periodistas se desplazaron a la zona y no sólo salían en las noticias, sino también en los programas de cotilleos de por la mañana y los de política de por la noche. Además, y a pesar de la complicadísima historia del país, las cosas se podían presentar como fáciles: hubo un terremoto, las infraestructuras desaparecieron y el Gobierno apenas podía  imponer su autoridad. Hacía falta ayuda y la que llegaba era bien recibida. Así que la población se movilizó.

Pero ¿y en el caso de Somalia? ¿Qué es eso de que la ayuda no sale porque cuestiones burocráticas la retienen en Nairobi? ¿Cómo que hay una guerrilla que no permite que entren los alimentos? ¿Qué ha pasado en los últimos 20 años para que nada haya mejorado? Lo cierto es que, vistas así las cosas, es normal que a la gente le cueste rascarse el bolsillo. Supongo que es por esto han surgido iniciativas como la de Bloggers contra el hambre o la de reunir a grandes estrellas internacionales para concienciar a la ciudadanía. 

Espero que se obtengan resultados y se pueda al menos parar la vergonzante hambruna en Somalia y otros países de alrededor, pero lo cierto es que no sé si, a largo plazo, estas campañas tienen algún resultado positivo para África. Como escribía el periodista  Nicholas D. Kristof en su blog del New York Times, puede que intentando ayudar a África, sólo estemos perjudicándola:

Me temo que a veces creamos una percepción pública de África como un caso perdido, lo que en cierto modo hace que desalentamos el turismo y la inversión en negocios. Si ese es el caso, entonces nuestros esfuerzos por ayudar a África no hacen sino perjudicarla”.

Especialmente cuando, de nuevo, en vez de focalizar el problema en la zona concreta en la que está sucediendo, volvemos a hablar del continente como un todo creando lemas del tipo “Ayuda a África”.

En fin, ahí queda para la reflexión.

PD: Al menos parece que la guerrilla de Al Shabab se ha retirado de Mogadiscio y eso siempre es una buena noticia. Quizás las fuerzas gubernamentales, con el apoyo de las tropas de la Unión Africana y la implicación firme y decidida de la Comunidad Internacional, puedan hacerse con el control del país poco a poco.

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Curanderos tradicionales

Remedios contra la malaria, cura para la fiebre tifoidea, soluciones  para la debilidad sexual y hasta tratamientos ¡contra el VIH! Así se presentan estos dos curanderos tradicionales, Maame Gyimaa y Dr. Sammy en su cartel publicitario. Una prueba más de que a pesar de los avances de las últimas décadas, todavía queda mucho trabajo por hacer en el campo de la salud y la concienciación sobre la Medicina y la importancia de acudir a los hospitales y centros de salud.

Curanderos tradicionales
Foto tomada en Accra,capital de Ghana y precisamente uno de los países más desarrollados del África Occidental.
Foto: Aurora M. Alcojor


Carteles como éste se repiten a lo largo de la mayoría de los países del África occidental, con variantes en las enfermedades tratadas pero abarcando siempre un enorme múnero de ellas, sea cual sea su tipología.

En la mayoría de los casos, acudir a uno de estas ‘Herbal clinic’ no supone más que un gasto añadido y la toma de algunos compuestos que, si bien no logran curar la enfermedad, tampoco hacen daño a quie los toma. Pero no en todas ocasiones es así y más de una vez el remedio ha terminado empeorando al paciente, cuando no provocándole directamente su muerte.

Pero la importancia de estos curanderos tradicionales es tan grande, y tan dificil luchar contra su influencia, que Naciones Unidas ha tomado una nueva estrategia. No intentar convencer a la población de que no se fíen de su palabra, sino formar a los curanderos para que recomienden a sus pacientes lo que de verdad sea mejor para ellos. En este sentido, ONUSIDA trabaja, sobre todo desde Sudáfrica, en la mejor manera de «implicar a los curanderos tradicionales en el aumento del acceso a la atención y prevención del SIDA en África oriental«. De esta manera, los curanderos no pierden su trabajo, mientras que la labor de las agencias internacionales de salud queda reforzado y puede continuar una vez que ellas se marchan del terreno.

Sin duda, es un trabajo difícil y llevará su tiempo acercar posturas con los curanderos, pero es probablemente una de las mejores soluciones al problema de las enfermedades mal tratadas y al abuso de remedios inútiles, cuando no peligrosos, por parte de la población.

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La revolución de las motos

En unas carreteras generalmente sin asfaltar o, en caso de estarlo, repletas de baches, y con una población de escasos recursos económicos, la moto se ha convertido en el transporte por excelencia en las calles de Benín y Togo.
Con un precio más o menos asequible, entre 300 y 500 euros si se compra nueva (un sueldo medio pueden ser 150 euros), y mucho más barata si es de segunda mano, tener una moto es el sueño de todo aquel que tiene un sueldo o que, de alguna u otra manera, puede conseguir el mencionado dinero.
Una moto cambia la vida de la familia entera, no sólo del que la adquiere, claro, ya que el vehículo sirve para las más variadas funciones.
–    En primer lugar, las motos hacen las veces de taxi para los trayectos cortos. En Cotonú, sólo hace falta un chaleco amarillo para ser reconocido como taxi, y en Togo ni siquiera eso.

Por supuesto, sirven también para el transporte familiar y casi, podríamos decir, de mercancías. No es extraño ver a a 3 o 4 personas (si alguna de ellas es un niño) montadas en la misma moto; y no faltan quienes las utilizan para transportar sillas, colchones, maderas o cualquier cosa que necesite ser llevada de un sitio a otro.

–    Además, son el vehículo perfecto para casos de emergencia, como cuando alguien necesita ir al hospital.
La moto, además de ser más barata y de más fácil mantenimiento que el coche, tiene la ventaja a demás de manejarse mejor en los trayectos ‘difíciles’: es decir, en todas esas calles y carreteras sin asfaltar y con enormes baches donde la temporada de lluvias provoca inmensos charcos que hay que rodear.

Muchas de las motos son de procedencia china, de marcas como Samya, y japonesas, pero lo cierto es que se pueden encontrar de todo tipo y condición. Y tal y como me explicaba hace unos meses Chema Caballero hablando de Sierra Leona, también aquí ha surgido un floreciente negocio alrededor de las motos, que abarca desde los concesionarios a los talleres, pasando por las autoescuelas y los sitios de lavado.La revolución de las motos

Sin duda, quien tiene una moto tiene un tesoro. Aunque a cambio, las calles de las grandes ciudades son un completo caos y ser un simple peatón te convierte en el último eslabón de la cadena de las ‘prioridades’ automovilísticas. Así, por ejemplo, aunque se respetan semáforos y rotondas, no pasa lo mismo con los pasos de cebra, de tal modo que aquellos que van a pie –muchas veces cargados- tienen que buscar como pueden su momentos para cruzar, vigilar con mil ojos sus mercancías y sus puestos y, por supuesto, nunca nunca entorpecer el camino de una moto. Siempre tienen las de perder.

China en Benín

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 “Ahh, les chinoises, ils sont partout”, es la respuesta recurrente de Michelle, antiguo chófer del Ministerio reconvertido ahora en emprendedor y regente de un pequeño establecimiento hostelero, cuando se le pregunta por la presencia de la gran potencia oriental en Benín. “Partout, partout”, recalca enfáticamente ante mi mirada desconfiada, asegurándole que todavía no he visto ninguno.

China en Benín
Centro chino para el Deasrrollo económico y comercial en Benín. El comercio y las relaciones económicas entre los dos países se han multiplicado por 10 en los últimos años. Foto: Aurora M. Alcojor

Y sí, Michelle tiene razón. No es fácil verlos, pero cuando se sabe dónde buscarlos, entonces aparecen por todos lados. No están en las tiendas, pero son muchos los ciudadanos chinos que regentan los establecimientos textiles; tampoco los encontramos en las obras de la carretera ni en los andamios de los edificios en construcción, pero sin ninguna duda también están detrás de esto. Y por supuesto, son los chinos quienes han inundado los mercados de todo tipo de mercancías: motos, textiles y multitud de artilugios a precios baratos que hacen más fácil la vida de los africanos pero que están acabando también con algunas industrias locales.

Donde más clara es su presencia es en las  infraestructuras. No hay edificio moderno en Benín que no hayan construido los chinos, según nos cuenta un periodista local. En los últimos años, la financiación china ha permitido la construcción del nuevo Ministerio de Asuntos Exteriores y del Centro Internacional de Congresos y en la actualidad, se está encargando de un gran nudo de carreteras a la salida de Cotonú, que servirá para descongestionar el centro –tomado por las motos- y facilitar así el tráfico hacia el exterior. Una gran obra de infraestructura que es tan sólo el prolegómeno de las que vendrán en un futuro. Sin ir más lejos, para 2013  ya está prevista la construcción de una torre de nueve plantas, que albergará cuatro ministerios y que será realizada esencialmente por técnicos chinos. Asimismo, el pasado mes de noviembre se acordó el asfaltado de los cerca de 100 kilómetros que unen Cotonú con la localidad de Bohicon, en el centro de Benín.

jovenes chinos en benín
Un grupo de jóvenes chinos paseando por las inmediaciones del Estadio de la Amistad, construido precisamente por su país en el año 1982. Foto: Aurora M. Alcojor

Pero lo cierto es que esta realidad no es nueva para los benineses.  De hecho, uno de los edificios más importantes de la ciudad es el Estadio de la Amistad de Cotonú, construido por China hace ahora casi tres décadas, en 1982. Por entonces, el poder estaba en manos de un régimen marxista, liderado por  Mathieu Kérékou y las relaciones con los países comunistas eran muy fluidas. Durante los años de dictadura (1975-1989) la presencia china se hizo patente en el país y fueron muchos los jóvenes universitarios que recibieron formación en países tan distintos como Rumanía, Cuba, Corea y la propia china. En esta década, el país más grande del mundo comenzó la construcción de una serie de estadios “de la amistad” en diversos países africanos y uno de ellos fue el de Cotonú, que hoy es casi el centro neurálgico de la ciudad: en el recinto del estadio se encuentran algunos de los bares más ‘exclusivos’, así como pistas de tenis y de baloncesto, algo raro por estos lares.

Fue a principios de los 90 cuando se diluyó la presencia oriental, mientras Benín tomaba el camino del libre mercado y celebraba la Conferencia Nacional para dar paso al multipartidismo.  Pero ahora, dos décadas después, China ha vuelto, esta vez para quedarse, y, entre otras muchas cosas, para seguir construyendo estadios. Tantos han sido los erigidos por toda África que The Africa Report la ha bautizado como “The master Stadium builder”.

Aunque bien podríamos denominarla “the master builder”, a secas, porque China construye, exporta y vende todo lo que uno se pueda imaginar.

Agencia cooperación China en Benín
También la Agencia para la Cooperación China está instalada en Benín. Foto: Aurora M. Alcojor
* En mi opinión, aunque la presencia china en África es muy controvertida y ha desatado multitud de críticas por su desprecio de los Derechos Humanos, el trabajo que Pekín está realizando en Benín será muy positivo para este país. Por lo que he visto, las ONGs occidentales se dedican a cuestiones de vital importancia, como sanidad o educación, pero era necesario un apoyo decidido a la mejora de infraestructuras. Por ejemplo, carreteras que impulsarán el comercio, acortarán las distancias y ayudarán también a mejorar la vida de mucha gente. Tema aparte es la calidad de dichas infraestructuras. Son muchos los que dicen que las construcciones chinas, hechas de forma rápida y barata, suelen presentar numerosos problemas y que a los pocos años terminan por ser casi inservibles.  Puede que tengan razón, no lo sé, pero cuando hay tantas necesidades, cualquier cosa es mejor que nada.

Buscarse la vida I: El ‘monopolio’ de los carritos

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Buscarse la vida I: El 'monopolio' de los carritos
Aeropuerto de Cotonú. Fuente: Lea

Al bajarse del avión en el aeropuerto de Cotonú, en la misma cinta transportadora por la que sale el equipaje, varios chicos esperan a los viajeros pertrechados con los típicos carritos para llevar maletas.

Cómo han llegado hasta allí,- teóricamente una zona en la que sólo puede haber viajeros- es un misterio de fácil solución,  por qué están aquí a las seis de la mañana es más obvio todavía, pero saber cómo se organiza este monopolio de carritos es un poco más complicado.

El sistema se sustenta en dos patas. Por un lado, las dos filas de carritos que se encuentran a la salida están conveniente amarrados por una cadena, de tal forma que no se pueden utilizar. Por otro, no hay nadie que recoja los carros que se quedan a la salida, junto a los coches, y los devuelva al interior del aeropuerto, así que el ‘negocio’ –pobre negocio, por otra parte-, está servido.

Un puñado de jóvenes, que cuentan con el beneplácito de los responsables del aeropuerto –cómo si no, iban a acceder al recinto-, se encargan de recoger los carritos y, a la hora en la que llega el avión, tienen vía libre para entrar a la sala de recogida de maletas y ofrecer el servicio, a cambio de una propina, a los recién llegados. 

Es tan sólo una forma de ganarse la vida, sin hacer daño  a nadie y buscando hacer un trabajo que pueda ser recompensado de una u otra manera; una simple anécdota pero muy significativa de lo que sucede cuando las estructuras estatales se tambalena, las necesidades básicas no están cubiertas y el ciudadano tiene que buscarse la vida desesperadamente.

*PD: Podría ser peor. Miren lo que pasa en España: «Un empleado de Aena, detenido por la Policía por sustraer un millar de portamaletas que vendió en un desguace por unos 25.000 euros.

* PD2: Lo bueno de que te pierdan la maleta -aún sigue desaparecida- es que te ahorras el dinero del carrito. Si es que Air Maroc piensa en todo.   

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