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Homofobia en Uganda

Homofobia en Uganda
Portada del periódico ugandés 'Rolling Stones', que publicó los datos personales de un centenar de homosexuales ugandeses.

20/10/2010: La Inquisición publicaba los libros prohibidos en interminables listados llamados ‘índices’; los nazis marcaban a los judíos con la estrella de David; hoy, un periódico de Uganda publica los datos personales de 100 homosexuales ugandeses. Con sus fotos y sus direcciones.

Cuesta creerlo, pero la imagen no deja lugar a  dudas. El panfleto le dedica casi toda la portada y el editor se excusa en que los gays «están reclutando niños en las escuelas«. Lamentablemente, los medios de comunicación, que tan valiosos pueden llegar a ser, son también el mejor medio para fomentar el odio, crear el pánico y llamar a la acción.  Y lo peor es que éste es tan sólo un llamativo ejemplo de la complicadísima situación a la que se enfrentan los homosexuales en Uganda. Para conocerla un poco mejor, os dejo un reportaje que publiqué hace unas semanas en Yo Dona sobre este tema:

Homofobia en Uganda

«Desde hace un tiempo, Kasha Nabagesera intenta pasar el mayor tiempo posible en casa. No es fácil para una joven a la que le encanta salir y quedar con sus amigos, pero es parte de la penitencia que le toca pagar por atreverse a ser lesbiana en Uganda. Su situación siempre ha sido complicada pero sabe que, de aprobarse la Ley contra la Homosexualidad presentada en el Parlamento, podría empeorar exponencialmente. Por eso ha decidido luchar.

En realidad, la homosexualidad ya es ilegal en este país africano, pero un grupo de parlamentarios pretende endurecer hasta el límite la ley, llegando incluso a imponer la pena de muerte en determinados casos. Contra ellos y su potente aparato mediático se ha alzado la voz de un puñado de organizaciones de Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales (LGTB), apoyadas por el eco que sus demandas han tenido en la comunidad internacional. En primera línea se ha situado Nagabasera, una de las pocas que reivindica abiertamente su sexualidad y ha decidido no esconderse. De hecho, hace de la necesidad virtud y asegura que, “al menos, la propuesta ha servido para que la sociedad hable abiertamente de la homosexualidad y el país se enfrente a sus propios prejuicios”.  Nagabasera es la presidenta de Freedom and Roam Uganda (Farug) y reconoce que hasta ahora “el lesbianismo no era abiertamente perseguido, pero con la nueva ley, pasaremos a ser consideradas delincuentes”. Homofobia en Uganda

El borrador establece la pena de muerte para lo que denomina homosexualidad con agravantes: esto es, cuando se practique sexo con un menor o discapacitado o cuando se trate de portadores del sida. Pero aún siendo la disposición más llamativa, para las organizaciones LGBT del país son incluso peores otras dos cláusulas que prevé la propuesta de ley. Por un lado, pretende castigar el “encubrimiento”, de tal modo que cualquier ciudadano esté obligado a denunciar a sus conocidos homosexuales. Por otro, prevé penalizar la promoción de la homosexualidad. Como explica Nagabasera, “esto englobaría cualquier actividad, desde la organización de talleres a la publicación de folletos informativos”, y supondría la condena al ostracismo para organizaciones como la suya, lo que tendría un efecto devastador en la lucha contra el SIDA en parejas del mismo sexo. Una situación que ya comienza a ser crónica en el país, puesto que la estrategia nacional contra el VIH no contempla a los homosexuales, que quedan fuera de las campañas de información, concienciación y reparto de preservativos. Precisamente ésta es una de las grandes preocupaciones de otra conocida activista,  Pepe Julian Onziema, [es una mujer], representante de Sexual Minorities Uganda (SMUG), quien en varias ocasiones ha denunciado que los médicos han dejado de atender a gays y lesbianas y que ha sufrido en sus carnes la experiencia de pasar por el calabozo por el delito de repartir información sobre el Sida a homosexuales.

Quizá hayan sido estas cuestiones, o la fuerte presión internacional, las que en el mes de mayo llevaron al presidente ugandés, Yoweri Museveni, –manifiestamente contrario a la homosexualidad–, a crear un grupo de expertos para revisar la legalidad del borrador. Su veredicto, que no es vinculante, fue claro: la propuesta debería ser retirada. Si el Parlamento decidiera seguir esta recomendación, supondría toda una victoria para los gays y lesbianas de Uganda, pero, desde luego, no será más que el principio de una larga lucha de concienciación en un país en el que, según algunos sondeos, hasta el 90% de la población está en contra de la homosexualidad«.

[Actualización: Parece ser que, al menos, la Justicia ha decidido suspender la publicación de esta tabloide, que tenía menos de dos meses de vida, por la publicación de estas fotografías].

¿Qué hacemos para lograr la inclusión social?

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¿Sabes cuál es la 4º acepción que la RAE ofrece para el término ‘gitano’? Probablemente no te lo creas, así que corre a mirarlo. Dice, literalmente, “que estafa u obra con engaño”; eso sí, usado “coloquialmente”. (Plataforma contra la 3 y la 4)

De cosas como ésta nos enteramos el otro día en la Jornada sobre Medios ¿inclusivos o exclusivos?. Benjamín Cabaleiro, de la Fundación Secretariado Gitano, nos recordó además que “la discriminación está en todas las capas sociales” y que la mayoría de las noticias sobre gitanos ofrece un tratamiento, digámoslo así, “poco profesional” y polarizado en dos sentidos: “gitanos marginales” o “gitanos artistas”.¿Qué hacemos para lograr la inclusión social?

Un reproche parecido vino de la mano de  Mabel Sánchez, de la Fundación FANS. Mabel tiene una hija con síndrome de Down y su fundación se dedica a hacer documentales para contar, de manera realista pero positiva, las situaciones de discapacidad. Su queja es que “las personas con discapacidad sólo aparecen en los medios para hablar de su ‘problema’, nunca de ninguna otra cosa”.

Igual sucede con las personas sin hogar, como bien explicó Alberto Senante: “se habla sobre ellos, pero nunca hablan ellos. Aparecen como culpables de su situación y rara vez se explican las causas”. Para que los periodistas sepamos tratar un poco mejor a este colectivo, Senante presentó la Guía de Estilo sobre Personas sin Hogar, disponible aquí.

Por cierto, me gustó mucho una de las cosas que dijo Alberto: “Los periodistas no son malvados”… Habría que demostrarlo pero, en principio, estoy con él.

Después vino el profesor Fajardo, que nos puso las pilas a todos con un discurso provocador y lleno de referencias a escritores y filósofos. Me gustó casi todo y su intervención daría para un post, pero voy a resaltar sólo un par de frases:
Los países del Tercer Mundo sólo podrían desarrollarse si existiera un 5ª Mundo al que explotar.
Robinson sólo fue feliz cuando tuvo a Viernes”.

Luego vino la mesa de los periodistas, que estuvieron críticos con su propia labor pero dejaron claro que hay mucha gente intentando que los medios sean, de verdad, ‘inclusivos’. Quedan para el recuerdo los 7 Minutos de David Martos (el tiempo que tiene para dar los titulares por la mañana, en la SER) y un interesante apunte de José Manuel González-Huesa, de Servimedia: “a partir de los 50, eres un problema para los medios de comunicación”.

Por la tarde se habló de redes sociales y llegamos a la conclusón de que, al igual que los medios tradicionales, pueden servir para incluir, pero también para la contario. Además, se percibe cierta mercantilización de los blogs,  algunas ONGs usan las redes tan sólo para publicitarse -a ellas mismas, no a las causas que defienden- y coremos peligro de caer en una cierta endogamia. Podéis ver un buen resumen en el blog de Social Co.

En la mesa de voluntariado, en la que participamos Pape y yo, se formó un cierto batiburrillo, pero yo creo que interesante: desde por qué nos hacemos voluntarios a qué hacer para mantener la motivación. Al final, la conversación derivó hacia otros derroteros y surgió una interesante pregunta: ¿Cómo es que criticamos a los medios porque no dan voz a los excluidos y luego nosotros volvemos a hacer lo mismo? En las jornadas se habló de gitanos, inmigrantes, personas sin hogar y personas con discapacidad, pero no fueron ellos mismos quienes nos contaron su testimonio.

Por último, y mereció la pena quedarse hasta el final, Marta Carabantes nos habló de Cipó Company y de sus documentales. Entre ellos, recomendadísimo, El Puzzle: un día cualquier en la vida de un grupo de personas sin hogar


El Puzzle from CIPÓ Company on Vimeo.

Fue una jornada larga, de sol a sol, pero interesantísima. Gracias a Jonás y a EAPN por organizarla.

Medios de comunicación, ¿inclusivos o exclusivos?

¿Cómo es la vida de un preso cuando deja de serlo? ¿Cómo se reincorpora a la sociedad un ex toxicómano? ¿Cómo va a integrarse un inmigrante sin papeles que no deja de mirar hacia atrás por si le sigue la policía? ¿A qué se dedica una mujer que fue víctima de una red de prostitución? Es más, ¿cuál es nuestra percepción de estos y otros colectivos?  ¿cuál la imagen que nos venden de ellos los medios de comunicación?

Estaría bien que los periódicos y las televisiones nos hablaran de estos temas, igual que nos informan de los vecinos que se quejan por un socavón o la fiesta mayor del pueblo de al lado. Pero normalmente no lo hacen, o lo hacen siempre desde un ángulo sesgado y deberíamos preguntarnos por qué.

Ante estas y otras situaciones similares, la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN-ES) ha organizado una jornada para reflexionar sobre el asunto. “Medios de Comunicación, ¿inclusivos o exclusivos?”, es el nombre del evento, que tendrá lugar este jueves, 14 de octubre, en la Asociación de la Prensa de Madrid.

¡Una jornada en la que tengo el honor de participar!, hablando de voluntariado y medios de comunicación junto a Pape, al que creo que los habituales del blog ya conocéis. Hablaremos de las clases de español en Adsis, de su blog, y de las dificultades de ser inmigrante, incluso cuando, por fin, se tienen papeles. Andamos los dos muy ilusionados y emocionados, aunque él, con todo su aplomo, me ha dicho que ya tiene preparado todo lo que quiere decir.

Medios de comunicación, ¿inclusivos o exclusivos?

Aquí os dejo el cartel de la Jornada, que contará, entre otros, con la presencia del profesor José Carlos García Fajardo, presidente de Solidarios para el Desarrollo; y una mesa redonda en la que participarán los periodistas Susana Hidalgo, de Público, David Martos de Cadena Ser y José Manuel González Huesa, de Servimedia.

Prometo un resumen de todo lo que allí se hable nada más volver.

‘Drum Magazine’: Una crónica diferente del Apartheid

'Drum Magazine': Una crónica diferente del Apartheid
Imagen tomada de Bailey’s African History Archives
Durante los años del Apartheid también había bailes, concursos, salas de jazz, peluquerías, centros de arte y una vida cultural en constante ebullición. Así eran algunos de los townships negros en los primeros años del Apartheid, aunque la imagen que nos ha llegado es sólo la de la pobreza, la miseria y las revueltas. 
'Drum Magazine': Una crónica diferente del Apartheid
Una piscina para coloureds en Durban. Imagen tomada de BBC News: South Africa in Pictures. Forma parte del Bailey’s African History Archives
Las ciudades palpitaban a través de sus lugares más emblemáticos, como District Six en Cape Town, SophiaTown en Johannesburgo, o los barrios para indios y coloureds de Durban.
Parada de autobús sólo negros. Sudáfrica
Parada de autobús sólo para negros. Sudáfrica.
La crónica de estas zonas no aparecía, por supuesto, en los libros de texto oficiales ni tampoco se mostraba en el extranjero, pero hubo una revista,Drum Magazine, que durante años recogió en textos e imágenes la vida real en townships y áreas rurales destinadas a negros y coloureds.
Revista Drum Mazagine Sudáfrica Fundada en 1950 por Jim Bailey – y  editada todavía hoy-, en 2005 fue descrita como el ‘primer magazine de lifestyle de África”, algo que en realidad fue desde su nacimiento. Jim Bailey era un ex piloto, hijo de un adinerado hombre de negocios, que intentó plasmar en las páginas de esta revista, dentro de las posibilidades que le dejaban las estrictas leyes raciales del Apartheid, la vibrante vida urbana de los townships, la época de los shebeens (antros en los que se vendía bebida ilegalmente), el nacimiento del jazz negro, las noches de Sophiatown y District Six, la vida de los gansters, el problema de la educación…
Quizás los 50 fueron la década más importante para esta revista, porque todavía existía ese rastro de efervescencia cultural entre la población negra de Sudáfrica; un rastro que el Apartheid se encargó bien de borrar. En 1955, las excavadoras entraban en Sophiatown llevándose todo por delante; años después lo hacían en District Six, y así con cualquier lugar no tolerado por los defensores de la supremacía blanca.
Los 60 comenzaron, de forma sintomática, con un golpe sobre la mesa por parte del Gobierno: la matanza de Sharperville, donde murieron 70 personas cuando el ejército abrió fuego contra una manifestación pacífica que protestaba contra el Apartheid. Supuso, además, la prohibición del ANC y el endurecimiento de las leyes contra los negros.  A pesar de todo, todavía seis años después, Drum hablaba de una Sudáfrica multirracial.

Pero para entonces, Drum había perdido ya parte de su fuerza. La revista, que volaba de mano en mano en los townships, pasó a convertirse en un suplemento quincenal del periódico Golden City Post, hasta volver a renacer en 1968.

'Drum Magazine': Una crónica diferente del Apartheid
Inspección en las Minas. Autor: Peter Magubane. Fuente: Unwritten Histories
Era una revista que describía los sueños, ambiciones, esperanzas y luchas de la Sudáfrica negra.  Según explica Peter Magubane, que se convertiría en uno de los fotógrafos más famosos del país: “Drum era un lugar diferente, allí no existía en Apartheid. No había discriminación en las oficinas de Drum. Era cuando salías a la calle y entrabas en el mundo exterior, cuando sabías que estabas en tierra del Apartheid”.
Magubane recorrió el país buscando historias, lo que le llevó a recibir un disparo, ser detenido y hasta pasar cierto tiempo en prisión debido a su trabajo.

De la redacción de ‘Drum’ salieron algunos de los periodistas negros más conocido

'Drum Magazine': Una crónica diferente del Apartheid
El fotógrafo sudafricano Peter Magubane, detenido mientras trabajaba en Alexandra. Fuente: IC-Creations

s de los años siguientes, a los que se denominó como los ‘Drum Boys’, y entre los que se encontraba Henry Nxumalo, asesinado en 1957, a los 40 años, mientras investigaba un asunto sobre abortos ilegales.

Pero como apuntaba antes, Drum destacó sobre todo por sus reportajes fotográficos, captando momentos inolvidables de la historia de Sudáfrica, pero también escenas cotidianas de la vida en los townships. Entre los fotógrafos, destaca Alfred Khumalo  que captó tanto a Nelson Mandela o al famoso boxeador  Mohammed Alí (en el antiguo Zaire), como a las mujeres de los barrios más pobres de toda Sudáfrica.
Además, la revista no se circunscribía sólo a información nacional; sus reporteros viajaban por toda África, dando cuenta de las revoluciones y las guerras que por aquellos años tuvieron lugar, del nacimiento de los grandes líderes africanos y la evolución del continente.
'Drum Magazine': Una crónica diferente del Apartheid
'Drum Magazine': Una crónica diferente del Apartheid
“El año de los tanques”. Enero de 1977
'Drum Magazine': Una crónica diferente del Apartheid
“Zimbabwe, las urnas, no las armas”. Revista Drum

China ya está aquí

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Después de tomar posiciones en África y Latinoamérica, y ahora que tiene buena parte de la deuda pública estadounidense en sus manos (aunque parece que cada vez le interesa menos), China se centra en Europa. Y ha comenzado por el eslabón más  débil, Grecia, que necesita desesperadamente inversión extranjera para hacer frente al rescate financiero que tuvo que solicitar este año.

Lo explica bien Lluís Bassets en su blog «Del alfiler al elefante«:

China está empezando a capitalizar políticamente, todavía con discreción, su papel en la recuperación económica. Si hay un paquete de estímulo a la economía que haya funcionado es el chino. Pekín sigue comprando bonos. Y el tirón alemán tiene que ver con sus importaciones. En la anterior etapa, la del crecimiento sin pausa, en plena exaltación globalizadora, proporcionó la mano de obra barata y el ahorro. Ahora, además, invierte en el exterior, estimula su propia economía y empieza a consumir. Eso sí que es una superpotencia imprescindible. ¿Alguien osará preguntar a Wen por los derechos sindicales de los trabajadores chinos? ¿O por la situación de los ciberdisidentes? Bastará, por el momento, que evitemos la fascinación de un gobierno de los mandarines a espaldas de la gente y de las leyes.

China, al  igual que Angola o Guinea Ecuatorial, son países en los que un día sí y otro también se violan los Derechos Humanos sin que la Comunidad Internacional haga nada porque no interesa meterse con estos países. Portugal firma acuerdos con su ex colonia, igual que lo hacemos nosotros con la nuestra, porque podemos sacar buena tajada en forma de petróleo y oportunidades para nuestras empresas.
Las relaciones de poder en el mundo cambian sin que nos demos cuenta, y en el camino,  no sólo vamos perdiendo nuestros derechos sino dejando de luchar por aquellos de quienes nunca los han tenido. 

Trilogía de Z Town, de Achmat Dangor

Z Town es uno de los miles de townships que pueblan Sudáfrica a finales de los 80. Un lugar de caminos polvorientos y basura amontonada donde conviven y malviven pequeñas casas de adobe con miserables chabolas de lata. Un township con su bar ilegal, que regenta la señora Muriel Meraai, su iglesia, con el pastor al frente, y, como era preceptivo durante los años del Apartheid, sus administrador. Un poblado en el que todos se conocen, con sus odios, sus envidias y sus amoríos. Un lugar como otro cualquiera en cualquier parte del mundo, pero en el que imperan las normas del Apartheid. Toques de queda, ordeno y mando, soldados, muertes y desapariciones misteriosas.
Aunque la han denominado la novela del Apartheid, lo cierto es que lo último que parece querer Achmat Dangor es que la obra se quede ahí, en el sistema. Por eso, la novela va mucho más allá, explora en el alma de toda una familia: tocada y al final hundida del todo por el sistema imperante en Sudáfrica hasta los años 90.
Trilogía de Z Town es una historia de mujeres, de supervivencia más que de lucha. “Lo que pasa es que siempre nos hablan de la lucha. Y mira lo que nos ha traído a nosotras la lucha”, dice una de ellas. La historia de una familia –mujer y tres hijos– que intentan acomodar su vida a las circunstancias, siempre cambiantes e inciertas.
Trilogía de Z Town, de Achmat Dangor
En lo que más destaca Dangor es en la descripción de los ambientes. No los paisajes, sino las atmósferas, las situaciones, como la opresión que siente Jane, negra, cuando va a visitar a los conservadores padres de su novio, indio y activista anti apartheid. O la frialdad de Dorothy, cuando decide casarse por conveniencia con James, un hombre bueno y trabajador pero al que no quiere (“ninguno de los dos hablaba de la repulsión que ella sentía cuando él la acariciaba”) y termina engañando.
Así, Dangor capta la esencia de cada una de las zonas por las que transcurre la novela: el township, la granja en el Transvaal (“James escuchaba a su hermana hablar de su casa, de los granjeros que habían dejado de arar y sembrar a causa de la sequía, que se iban a las ciudades y abandonaban a sus trabajadores en aquella tierra vacía, en barbecho”, de los hoteles en El Cabo y, por supuesto, de Hillbrow, “donde vivía gente de todas clases, a pesar de tratarse de un lugar de residencia reservado a los blancos. Allí, mientras pagaras el alquiler, nadie se metía contigo”.
Una novela que no se recrea en el victimismo, donde el llanto y el lamento apenas existen, pero sí algo más fuerte, más profundo, casi indefinible, pero presente en la perenne apatía de los protagonistas. “La historia de Z Town no tenía memoria de sí misma y no podía perpetuarse a sí misma. Vivíamos al día, y cada día creábamos una realidad que nos permitía vivir con el conocimiento inexorable de la rutina y el terror de la jornada que tocaba a su fin”.
Publicada en 1990, cuando todavía no había terminado el Apartheid pero era obvio que iba a caer, esta historia recrea el ambiente de aquellos días de lucha y miseria de manera magistral, dejando espacio a la imaginación y la fantasía.

 

Contra la impunidad en Ruanda

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Contra la impunidad en Ruanda
Manifestación en París contra Kagame.
Fuente: Basta de Impunidad en Ruanda

La semana pasada, el presidente ruandés Paul Kagame visitó Francia, donde fue recibido por el Nicolás Sarkozy.  Los vínculos entre el Elíseo y Kigali no son nuevos y las relaciones con el país africano son de vital importancia. A pesar de ello, no todo el mundo en Francia ha recibido al mandatario africano  con los brazos abiertos. Así, Alain Juppé, el Ministros de Asuntos Exteriores que se ha enfrentado abiertamente al régimen de Kigali, fue casualmente enviado de viaje oficial a Asia, y el presidente del Senado, Gérad Larcher, declaró que no recibiría a Kagame.

Pero más allá de los altibajos de las relaciones franco-ruandesas (no olvidemos el papel que Francia jugó durante el genocidio y lo intervencionista que París ha sido siempre respecto a sus ex colonias), lo que se dilucidaba en esta visita es la credibilidad internacional de Kagame, que desde hace unos años hace y deshace a su antojo en la su país y la vecina República Democrática del Congo.

Es contra esto contra lo que se rebela la Plataforma Basta de Impunidad en Ruanda, que ya consiguió impedir la reunión de Zapatero con Kagame y que en esta ocasión ha logrado organizar una verdadera movilización popular en Francia. Su acción más visible fue la manifestación frente el Parlamento a la que acudieron más de 1.300 personas. Pero lo más importante fue que, por primera vez, ruandeses y congoleños residentes en Europa  se han unido para protestar activamente contra Kagame y la impunidad de sus actuaciones.

Contra la impunidad en Ruanda
Por primera vez, han participado también ruandeses y congoleños
afincados en Europa. Fuente: Fuente: Basta de Impunidad en Ruanda
¿Pero cuáles son estas actuaciones? Básicamente, a Kagame se le acusa de: 
  • Persecución contra sus adversarios políticos: tTodavía adía de hoy podemos encontrar a líderes de la oposición y personas críticas contra Kagame en la cárcel o en el exilio.  Entre ellos,  Victoire Ingabire, Deogratias Mushayidi y Bernard Ntaganda.
  • El informe de la ONU, Mapping Exercise in RD Congo 1993-2003 ratifica las acusaciones de ambos tribunales y señala al régimen de Ruanda como responsable de crímenes que pueden considerarse genocidio, contra la población congoleña y los refugiados ruandeses de la etnia hutu en la RD Congo.

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«Total, como el SIDA no mata»

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Siempre hablamos de SIDA para referirnos a África, pero ¿qué pasa en España?
Los que en los 90 ya teníamos uso de razón recordamos un tiempo en el que el bombardeo sobre el SIDA era brutal: charlas en los colegios y las televisiones, lazos rojos por doquier, películas, carteles… La información estaba por todos lados y todos éramos conscientes del peligro, pero ¿y ahora? ¿Qué saben los chicos de 16-20 años? ¿Tienen relaciones sexuales seguras o con la píldora basta?¿Son conscientes de lo que implica la enfermedad? ¿Se trabajo lo suficiente con los colectivos de riesgo?
Todo indica que no. La gente se ha confiado. Y además, “como el SIDA no mata”, pues todos tan tranquilos. 
Contra esta confianza luchan asociaciones como UNAPRO, Unión Para la Ayuda y Protección de Afectados de Sida, que estos días está organizando las Primeras Jornadas de Voluntariado y Prevención en VIH-ITS.
"Total, como el SIDA no mata"
Porque los datos no terminan de ser del todo buenos. Los últimos  publicados por el Plan Nacional contra el Sida –que sólo corresponden a 11 comunidades, parece que las otras no dan información- dicen que entre 2004 y 2008 se ha producdo una ligerísima caída. Pero desde Unapro avisan que en estos dos últimos años las cifras están aumentando. Y los datos, claro, no cuentan las personas que son seropositivas pero no están diagnosticadas.
Además, todavía hay personas, de las que contrajeron la enfermedad en los años 80-90 que hoy en día no cuentan con redes sociales, ni familia, ni amigos ni trabajo, que toman la medicación de manera intermitente y que dependen de organizaciones de acogida para intentar rehacer su vida.
Es una situación que se da en España y en toda Europa y que, de no mantener las políticas de prevención y asistencia podrían llevarnos a que dentro de unos años tengamos que volver a hablar del SIDA como lo hacíamos en los 90.  Con términos como ‘pandemia’, ‘lacra’ y ‘muerte’. 
Incluso hablando en términos egoístas, es necesario seguir ‘gastando’ dinero en la prevención. Porque hoy en día el SIDA se ha convertido en una enfermedad crónica. Un mal que requiere medicación de por vida, medicamentos que cuestan una fortuna, y asistencia y revisión continua. 
(Continuará…)