26/05/2014.- Desde 2011, Médicos sin Fronteras, una de las pocas organizaciones que todavía sigue operando en República Centroafricana, ha alertado de que la situación del país era dramática y de que estaba abandonado a su suerte. “Llevamos años avisando de que República Centroafricana es un país olvidado, un lugar al que no llega nadie”, explica Lali Cambra, responsable de prensa de la Organización. Es por eso que en repetidas ocasiones han exigido la implicación de Naciones Unidas y las organizaciones humanitarias. “Hasta el momento ha habido varios avances: se ha aumentado el nivel de emergencia; se está comenzando a enviar personal con más experiencia y la ONU ha aumentado su presupuesto. Parece que sí existe una voluntad de actuar, pero si los gobiernos no facilitan fondos, es imposible encontrar una solución. La pregunta es si nos vamos a tomar este país en serio o no antes de que la situación se haga todavía más grave”.
Equipos de MSF asisten a un herido en el campo de desplazados de Mpoko antes de trasladarlo para cirugía de urgencia al Hospital Comunitario de Bangui. Copyright: William Daniels
La cuestión del aumento de recursos y personal es de vital importancia para permitir que las organizaciones humanitarias vuelvan a intervenir fuera de la capital, donde actualmente están recluidas. La excepción es la propia MSF, que en los dos últimos años ha doblado el número de proyectos y ha tenido que cambiar la logística de los mismos: si hasta 2013 se centraban en las instalaciones hospitalarias, en la actualidad trabajan en clínicas móviles para poder llegar a las poblaciones más aisladas, que no tienen ningún acceso a la sanidad.
24/05/2014.- La violencia sigue aumentando en República Centroafricana, un país que se derrumba desde hace dos años y que en estos momentos vive una verdadera espiral de asesinatos, hasta el punto de que Amnistía Internacional habla ya de limpieza étnica en algunas zonas del país.
Un coche de MSF se cruza con un vehículo militar en su camino hacia el hospital Castor, en Bangui. Copyright: Juan Carlos Tomasi/ MSF
El goteo de muertos, en su mayoría musulmanes, ha sido constante en las últimas semanas, consecuencia de un conflicto no declarado que enfrenta a dos grupos armados: los séleka, de mayoría musulmana, y los antibalaka, principalmente cristianos. Dos milicias que si bien surgieron de forma más o menos organizada, en la actualidad se encuentran totalmente descontroladas y en cuyas filas se entremezclan jóvenes con sed de venganza, ex guerrilleros y delincuentes comunes.
Los antibakala (anti-machete en sangó, la lengua oficial del país), son quienes en los últimos meses han cometido las mayores matanzas. Una respuesta a las agresiones llevadas a cabo por la milicia seleka a lo largo de 2013, tras tomar el poder mediante una sanguinaria ofensiva. Desde entonces y hasta el 10 de enero de 2014 –cuando la presión internacional obligó a su entonces líder, Michel Djotodia, a dimitir de la presidencia del país–, se produjeron numerosos abusos que terminaron provocando la aparición de la mencionada guerrilla cristiana, que surgió en principio como una fuerza de autodefensa pero que ahora se ha hecho con el poder en numerosas zonas.
Desde entonces, han sido los antibakala quienes están provocando decenas de matanzas entre los musulmanes, sin distinguir entre combatientes y civiles. Y todo ello acompañado de gravísimos episodios de violencia que incluyen muertes a machetazos, decapitaciones y asesinatos indiscriminados, tal y como informan las organizaciones internacionales y los propios supervivientes.
Heridos en el Hospital Comunitario de Bangui. Copyright: Juan Carlos Tomasi/MSF
Los ataques están llegando a niveles de violencia nunca vistos en la RCA, donde hasta ahora ambas comunidades religiosas habían convivido pacíficamente, a pesar de la tradicional inestabilidad del país. Esta espiral de violencia se ve alimentada por el sentimiento de impunidad total, ya que el nuevo gobierno, encabezado por la presidenta interina Catherine Samba Panza, es incapaz de imponer el orden en todo el territorio –con un tamaño similar a Francia, pero sin apenas infraestructuras fuera de la capital- .
De hecho, el país se encuentra dividido, de facto, entre la zona Norte, más deshabitada y de mayoría musulmana, y la parte Oeste, mucho más poblada y controlada por los antibakala. Es aquí donde actualmente existen varias bolsas de población musulmana, rodeados y a merced de las milicias cristianas.
A día de hoy, se calcula que unos 800.000 habitantes –de una población de 4,5 millones- son desplazados internos y más de 310.000 han tenido ya que salir de la RCA, marchando a países vecinos como Chad [que ha cerrado ya sus fronteras], Camerún y República Democrática del Congo. Allí se encuentran en su mayoría desatendidos, pues ni los países de destino ni las organizaciones internacionales han podido ofrecerles las necesarias condiciones de seguridad y servicios básicos.
Campo de desplazados de Don Bosco, a cinco kilómetros de Bangui. Copyright: Juan Carlos Tomasi / MSF
Se trata, en definitiva, de una situación que se parece demasiado a la que se vivió en Ruanda hace ahora precisamente 20 años, y que ha llevado a las instituciones internacionales a plantearse el aumento del número de tropas presentes en el país. De momento, la Unión Europea ha puesto en marcha la operación EUFOR RCA, que contará con un millar de soldados –cerca de un centenar de ellos españoles– y que van a sumarse a los 2.000 militares que Francia ya tiene sobre el terreno (operación Sangaris). Además, desde diciembre de 2013 está en marcha el despliegue de fuerzas de Naciones Unidas: 6.000 efectivos para el mantenimiento de paz de la Unión Africana, que todavía no se ha hecho del todo efectiva.
Sin embargo, para comenzar a recomponer la República Centroafricana las necesidades serían mucho mayores. La violencia no responde sólo a la religión, sino que además hay factores étnicos, históricos y, por supuesto, de déficit de desarrollo a los que también habría que atender. La situación económica y social es de total emergencia sanitaria: la esperanza de vida es de 48 años, las infraestructuras no existen apenas y enfermedades ya erradicadas en otros lugares del mundo siguen causando estragos allí. Causas últimas de la inestabilidad que asola al país desde hace medio siglo y que ha provocado continuos enfrentamientos y golpes de Estado.
Activista, miembro de Unión de Acción Feminista (toda una declaración de intenciones, pues son pocas las organizaciones que se atreven a denominarse abiertamente ‘feministas’; de hecho, ha sido hace poco cuando se han cambiado el nombre –antes eran Unión de Acción Femenina-), profesora de la Universidad Abdelmalek Essadi Tánger-Tetuán , experta en cuestiones de género y Derechos Humanos, Nadia Naïr estuvo el pasado sábado en Madrid para hablar sobre Feminismos en el Norte de África, dentro del curso ‘Feminismos en África’, organizado por Traficantes de Sueños.
Nadia Naïr (en el centro) activista y profesora marroquí, durante su participación en Madrid en el curso ‘Feminismos en África’, organizado por Traficantes de Sueños.
Naïr habla despacio y pausado, en un muy buen español y dice las cosas claras. Su intención es hacer un repaso por el feminismo árabe, desde que aparecieran las primeras feministas –olvidadas, por supuesto-, en el siglo XVIII, pero no puede evitar comenzar recordando que el papel de las mujeres se invisibiliza también hoy en día, como ha sucedido en las primaveras árabes, donde las mujeres han participado muy activamente, lo que ha sorprendido en todo el mundo porque se considera a las mujeres árabes como “pasivas”. Sin embargo, recuerda, las mujeres ya se habían movilizado antes, especialmente en Egipto y Túnez, aunque sus reivindicaciones no habían recibdo nunca la atención internacional.
Huda Sharawi, en el centro, fue una de las primeras mujeres árabes en quitarse el velo en público. Lo hizo en 1923 al volver a El Cairo tras una reunión del Congreso Internacional Feminista en Roma.
Un poco de historia
Afirma Naïr que el mundo árabe- musulmán no se ha dedicado sólo a copiar modelos llegados de occidente: “desde el siglo XIX ya había reformadores que escribieron y exigieron derechos para las mujeres”. Y no sólo eso: también fueron mujeres, comoHuda Sharawi, creadora de la Unión Feminista Egipcia; Hind Nawfal, que en 1892 creó el primer periódico dirigido a mujeres o Malika Al Fassi la única mujer que firmó el documento de independencia de Marruecos, en 1947.
Más allá de nombres aislados, correspondientes en su mayoría a mujeres provenientes de las capas más acomodadas de la sociedad, al igual que sucedió en otros lugares del mundo, ya en el siglo XX, entre los años 20 y 40 se crearon multitud de asociaciones de mujeres y feministas, que fueron de gran importancia porque dieron el salto desde las actividades caritativas –apoyo económico, alfabetización…- a las reivindicaciones socials y políticas.
Estas asociaciones, al tiempo que trabajan por los derechos de la mujer, trabajan muy activamente contra la ocupación colonial y son protagonistas directas de la resistencia (muy especialmente en Argelia, donde formaron redes para el transporte de armas, ocultar a los guerrilleros y, directamente, participación activa en la lucha).
En 1947, la mismísima hija del rey de Marruecos aparece sin velo en un discurso público y hace un llamamiento a la educación y el derecho a trabajar de la mujer. En la década siguiente esto va a ser una constante y se habla y avanza en la independencia de las mujeres. Pero lo primordial es siempre la liberación nacional, y el discurso nacionalista necesita apoyos para triunfar: por eso, termina acogiéndose a la Religión como soporte identitario de la independencia. La religión les sirve para sumar mucha gente a la lucha, pero a la vez, es de aquí de donde va a surgir el discurso tradicionalista (que pone a la religión como base de lo que van a ser estos nuevos estados una vez independizados) que se enfrente a la modernidad que, en otros campos, preconizaba la lucha de liberación nacional.
«Las mujeres fueron vendidas a los islamistas»
Es así que, una vez conseguidas las independencias, se va a dar una dicotomía (“yo lo llamo esquizofrenia”, dice Nadia Naïr) entre la modernidad jurídica, en las leyes que afectan al Estado, y la Tradición, que queda como garante de las leyes de familia. “Las mujeres fueron vendidas a los islamistas”, resume Naïr: el campo de la familia fue el ámbito en el que se dejó hacer a la parte más tradicionalistas. Y fue así que se impusieron las leyes más restrictivas para la mujer que cabía esperar.
Entre los años 60 y 70, la represión contra cualquier tipo de movimiento (ya sea de mujeres, Derechos Humanos u otras) es durísima; el Estado acepta sólo Asociaciones de mujeres subordinadas a él y a sus intereses. Sin embargo, se encuentra con que las mujeres se asociación, ésta vez no por ellas, sino para movilizarse contra la detención indiscriminada de sus hijos.
No será hasta bien entrados los 80 y principios de 90 cuando comienzan a surgir numerosas asociaciones de mujeres gracias, por un lado, a las mujeres que han accedido a la Universidad y a la promoción del discurso feminista que se hace desde los foros internacionales (Copenhague, 1980; Nairobi, 1985; Pekin, 1995).
«Los logros son importantes, pero insuficientes y lentos», explica Nadia Naïr sobre la situación de la mujer en Marruecos.
En Marruecos, en 1992 comienza una campaña por la Reforma de la Ley de la Familia que logra un gran éxito social pero también muchas críticas y contracampañas, de tal modo que no es hasta el año 2004 cuando finalmente se terminar por realizar una verdadera reforma, una que recoge muchas de las reivindicaciones de las mujeres pero no todas, ni mucho menos. Por ejemplo, hasta este mismo mes de enero (de 2014) un hombre podía ser absuelto si se casaba con la mujer a la que había violado
En definitiva, explica Nair, “los logros son importantes, pero insuficientes y lentos”. Ahora el reto es hacer realidad las leyes que se han ido implantando, que no se queden en papel mojado y que se apliquen en todo el país, también en las áreas más rurales y menos desarrolladas.
Son muchos los libros de autores africanos que ya podemos leer en castellano. Aquí tan sólo una pequeña selección de los que más me han gustado para celebrar este Día del Libro.
Niketche. Una historia de poligamia
Un relato, a veces desesperado, a ratos trágico y en ocasiones cómico de esta escritora mozambiqueña, Paulina Chiziane, que se declara contraria a la poligamia pero que en este libro pone negro sobre blanco las costumbres y los pensamientos de muchas de las mujeres de su país. Un libro que repasa las tradiciones de Mozambique, la radiografía territorial del país, los ritos de iniciación, la magia, los curanderos y las vidas de las mujeres en función de la costumbre… (Reseña completa aquí)
Tiempo de perrro
Patrice Nganang utiliza un perro como protagonista y narrador único de esta historia con la que pretende retratar el Camerún de los años 80-90. Una historia coral, en la que caben muchos personas, cada cual con sus penas a cuestas, reunidos en torno a un bar ‘El cliente es el rey’ en el llamado barrio de Madagascar, en Yaoundé, la capital del país. Un perro que es un maestro de la palabra y que, tras sobrevivir a un intento de asesinato por parte del hijo de su dueño, vuelve a casa para convertirse en un observador, casi un antropólogo de las relaciones entre los seres humanos. Porque, como él mismo dice, “para sobrevivir a los hombres es preciso saber de qué son capaces’. (Reseña completa aquí)
Mañana cumpliré 20 años: Una obra en la que se entremezclan las historias íntimas, los pensamientos y sensaciones de un niño de diez años ante cosas que no llega a comprender del todo pero que empieza a intuir, y retazos que nos muestran cómo era su país –el Congo Bazaville de la década de los 70. Historias de andar por casa y reflexiones sobre alta política nacional e internacional. Un mundo convulso que vemos a través de los ojos de este niño, quien a su vez intenta completar el puzzle con lo que le cuenta su padre, oyente fiel de “La voz de América” (que emitía en francés en buen número de países). Reseña completa aquí.
Mayombe es uno de mis preferidos. En esta novela, Pepetela relata y filosofa sobre la vida poniendo como excusa la Guerra de independencia de Angola. Una maravilla en la que los momentos de acción se mezclan con el aburrido día a día de la guerrilla, las largas horas de vigilancia, las disputas internas, la burocracia, los sentimientos, el amor y el hambre. Una historia en la que la guerra es sólo la excusa para reflexionar sobre la vida y las personas, sobre el porqué de nuestras decisiones y las consecuencias de nuestros actos. (Reseña completa aquí).
Me alegraría de otra muerte Considerado el padre de la Literatura africana, en este libro de 1959, Chinua Achebe critica las bases del colonialismo, pero también la rampante corrupción política que empezaba a instalarse en África y el absurdo de algunas tradiciones como la de seguir dividiendo la sociedad en castas. (Reseña completa aquí)
Por último, un libro maravilloso, -como todos los del autor-: El vendedor de pasados, de José Eduardo Agualusa. En este libro, el protagonista tiene por profesión la de vendedor de pasados falsos, algo muy demandado entre la emergente clase alta angoleña tras las casi dos décadas de guerra que ha vivido el país. Félix Ventura, que así se llama el narrador, -albino, para más inri- se encarga de inventar apasionantes historias para sus clientes hasta que llega un extranjero pidiendo cosas imposibles.
Por supuesto, también más que recomendables TODOS los de Mia Couto, ya sean relatos cortos (Voces anochecidas), novelas surrealistas (El último vuelo del flamenco), de carácter histórico (Tierra Sonámbula) o de ‘amor mágico’, como Venenos de Dios, remedios del diablo.
¿Adónde van los móviles, ordenadores, microondas o frigoríficos viejos? ¿qué pasa con estos aparatos una vez que los hemos tirado a la basura, o incluso a ‘reciclar’?. El camino que recorren no está del todo claro, pero de lo que no cabe duda es de que hay varios lugares en el mundo en los que toda esta basura tecnológica se acumula desde hace años haciendo de estos sitios lugares tan contaminados o más que las mismísimas zonas de extracción ilegal de productos como petróleo, uranio y otros recursos altamente contaminantes.
Basurero tecnológico de Agbogbloshie, en Accra (Ghana)
El más claro ejemplo es el llamado basurero tecnológico de Agbogbloshie, en Accra (Ghana) donde, según algunos estudios, existe una contaminación por plomo, cadmio y otros contaminantes perjudiciales para la salud que supera en más de 50 veces los niveles libres de riesgo. Lo decía claramente un informe de 2013 realizado por la Green Cross Switzerland y el Blacksmith Institute en el que recogían las 10 mayores amenazas tóxicas del Planeta. Es decir, los 10 lugares más contaminados del mundo.
Uno de ellos es este basurero, que comparte este triste honor con lugares como Chernobyl. Oficialmente, se trata de un ‘área de procesamiento de basura tecnológica’. Un eufemismo para definr a este área al que van a parar miles de toneladas de residuos tóxicos para, en teoría, ser ‘procesados’. La realidad es que hasta allí llegan, mezclados, materiales de todo tipo –entre los que se encuentran frigoríficos, microondas y televisiones-, tan diversos y contaminantes que, “para reciclarlos de manera segura requeriría un alto nivel de competencias y protección entre los trabajadores”. Algo que claramente no se da en Agbogbloshie. Y lo peor es que esta zona no es ni mucho menos sólo un basurero. Es un asentamiento informal en el cual conviven zonas industriales, comerciales y residenciales. Una zona en la que los metales pesados que se expulsan de estos procesos de quema llegan a las casas y mercados.
Basurero tecnológico de Accra. Imagen extraída del informe «The World Worst 2013: The Top Ten Toxic Threats»
Según este mismo informe, -de 2013-, Ghana importa cada año unas 215.000 toneladas de residuos tecnológicos, principalmente desde Europa del Este (…). De ellas, aproximadamente la mitad puede ser reutilizada inmediatamente, o reparada y vendida, pero el resto del material es ‘reciclado’ de forma barata, a costa de contaminar la tierra que los recibe y perjudicar la salud de quienes trabajan con ellos. Un ejemplo paradigmático es el de los buscadores de cobre, que queman las fundas que recubren los cables para conseguir el cobre del interior. Para quemarlos utilizan un tipo de espuma, altamente contaminante, expulsando al aire libre todos sus contaminantes.
Chatarra, fogatas y humo son el día a día en algunas zonas del basurero, donde trabajan sobre todo jóvenes sin recursos provenientes de familias pobres, que dependen por completo de lo que obtengan en este basurero. Personas que saben que el trabajo allí es basurero, pero que no se quejan porque lo que allí consiguen es mejor que nada. Porque con el material que allí obtienen pueden venderlo luego por las calles de Accra y conseguir así lo necesario para sobrevivir. A otros también les interesa: el centro de Accra está repleto de puestos que venden a bajo precio todo tipo de aparatos eléctricos, buena parte de ellos de segunda mano. Y la situación no se circunscribe sólo a Ghana, -que es, por cierto, uno de los países más desarrollados del continente-.
La misma realidad afecta a otros lugares como Zimbabwe, donde hace poco se ha advertido de una posible crisis medioambiental porque no dispone de sistemas adecuados para eliminar este tipo de residuos. Todo ello a pesar de la existencia de tratados internacionales, como la Convención de Basilea, que restringe los movimientos transfronterizos de desechos, y el acuerdo que se suma al firmado ya en 1993, en Bamako , sobre el mismo tema. Acuerdos que establecen condiciones, cantidades y criterios para verificar si la ‘exportación’ de basuras se está haciendo bien. Sin embargo, para los países más desarrollados sale mucho más barato deshacerse de ellos en algún puerto remoto de África que seguir las estrictas normas de reciclaje que ellos mismos se han autoimpuesto pero que casi nadie quiere cumplir. Para los receptores, por su parte, ésta es una supuesta fuente de ‘riqueza’ de la que viven muchos de sus conciudadanos, a pesar de los riesgos y problemas que conlleva para su salud. Una solución, en definitiva, que conviene a muchos y que no termina de regularse.
** Artículo publicado originalmente en Carro de Combate.
No os perdáis las palabras de José Antonio Bastos, presidente de Médicos Sin Fronteras (MSF), que habla muy clarito sobre el genocidio, la dejadez occidental, la indiferencia inicial..
«Fue un ejercicio de crueldad individual atroz (…) y a ello se sumó la traición occidental: un ejercicio activo de ignorar lo que estaba sucediendo«.
En esta primera sesión se trató el tema de los orígenes y las causas del conflicto, con dos expertos como Paz Moreno Feliu, catedrática de Antropología Social en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y Josep Maria Royo, investigador de la Escola de Cultura de Pau.
Explorando los orígenes y las causas del genocidio ruandés from La Casa Encendida on Vimeo.
También se proyectó el documental Ruanda, la reconciliación obligada, que parte de la pregunta: ¿Cómo puede volver a la normalidad una sociedad que, en tan sólo cien días, vivió la muerte de un millón de personas?, producido por Contrast en el año 2012.
“Ya no es solo el hecho de que el Ébola haya llegado por primera vez a una gran ciudad, sino también la cantidad de lugares distintos en los que se están produciendo nuevos casos”, explica Luis Encinas, coordinador de uno de los equipos de emergencias de MSF en Guinea. Este es uno de los principales problemas de esta epidemia de ébola que afecta ya varios países africanos –Liberia y Sierra Leona entre ellos- y para el que sigue sin existir tratamiento ni vacuna.
Desde que se tuviera información del primer caso de Ébola en el país, el pasado 22 de marzo, se han registrado ya 122 casos sospechosos y 78 muertes. Sin embargo, lo peor es que los casos no se circunscriben a ningún lugar concreto y afecta ya a varias grandes ciudades, con Conarky, la capital, entre ellas. “Primero fueron Gueckedou, Macenta, Kissidougou y Nzerekore. Y ahora también se han dado casos en Conakry. A pesar de que tenemos mucha experiencia previa en este campo, la gran dimensión geográfica de esta epidemia hace que esta situación sea completamente diferente”.
El epidemiólogo Michel Van Herp explica a la población de Gbando qué es el Ebola y cómo evitar su transmisión. Copyright: Joffrey Monnier/MSF
Se trata de un virus mortal que se identificó por primera vez en 1976 en Sudán y en República Democrática del Congo, más en concreto en el río Ébola, del que toma su nombre. Una enfermedad que provoca fiebres hemorrágicas, sangrado, cefaleas y, finalmente, la muerte en casi el 90% de los casos, y para la que no existe tratamiento ni vacuna.
En la actualidad, se han registrado ya varias cepas del mismo virus y, aunque no se sabe con certeza, se cree que su origen puede encontrarse en ciertas especies de murciélagos que viven en los bosques tropicales de África Central y Occidental; serían éstos los que infectan a monos y seres humanos a través del contacto con ellos (mordeduras, excrementos)…
“Las epidemias son limitadas, pero causan pánico porque es mortal, se propaga por la sangre y paraliza el sistema inmunitario. Además, el organismo no lo detecta de inmediato, cuando reacciona, ya es demasiado tarde. Para entonces, el virus ha producido coágulos que obstruyen órganos vitales”, explica la doctora Esther Sterk, especialista en enfermedades tropicales de MSF, una de las organizaciones que más están trabajando contra esta lacra.
Lo peor es que la enfermedad se contagia tan solo con el contacto con otras personas: mediante el sudor, la sangre, la leche materna o la orina. Los familiares corren riesgo de infectarse; pero también, incluso, los profesionales de la salud que intentan cuidarles, hasta el punto que muchos sanitarios terminan abandonando a los pacientes.
Y la única posibilidad para no infectase es utilizar un traje contra riesgos biológicos, un traje que cubre absolutamente todo el cuerpo y que incluya guantes máscara, gafas… así como cámaras de descontaminación para separar a los pacientes aislados del exterior.
Una lucha que ha de hacerse rápido, buscando el origen de la cadena de contagio y, como siempre, con pocos medios. Porque la investigación hasta ahora ha sido limitada, debido a que afecta a pocos pacientes y en países en desarrollo, la investigación está siendo muy limitada.
Sí, todavía siguen existiendo los Centros de Internamiento de Extranjeros, a pesar de que se ha modificado la ley que los rige y que son numerosas las instituciones que piden su cierra; a pesar de que sigue siendo una medida extremadamente grave para personas que sólo han cometido una falta administrativa: entrar ilegalmente en España; y a pesar de que siguen funcionando como verdaderas cárceles.
Para no olvidarnos de esta realidad, Pueblos Unidos presenta cada año su informe sobre los CIEs («Criminalizados, internados, expulsados«, lo han titulado este año), en el que recogen las conclusiones obtenidas de las visitas que durante todo el año realizan a los Centros de Internamiento de Extranjeros.
Ayer lo hicieron público y reproducimos aquí algunas de sus conclusiones: “Casi 3.000 personas han pasado por el CIEe de Madrid en 2013 y 1.584 por el de Barcelona. Las visitas funcionan con relativa normalidad en Madrid y con mucha dificultad en Barcelona. Las personas que hemos visitado procedían de 53 países diferentes, siendo Nigeria, Ecuador, Marruecos y Colombia las nacionalidades más frecuentes. (…) Existen diferencias significativas entre las nacionalidades de las mujeres en el cie con respecto a las de los hombres. Nos tememos que puede explicarse, al menos parcialmente, por situaciones de explotación sexual”.
Muchas de las personas que se encuentran en los Cíes son recién llegados a España, en su mayoría procedentes de África Y entre ellos hay hay posibles refugiados, menores y mujeres víctimas de trata de seres humanos. Por otro lado, muchas otras personas acaban en los CIE por carecer de residencia a pesar de llevar muchos años en España. Gente muy arraigada en nuestro país pero que cuenta con una orden previa de expulsión y que no han podido regularizarse generalmente por no aportar a su solicitud un contrato de trabajo, a pesar de haber estado trabajando durante muchos años. (…) Tras la ausencia de papeles descubrimos con frecuencia personas en situación de pobreza, de exclusión, con problemas de alcoholismo o drogadicción, o enfermedades mentales. No delincuentes, sino pobres. De forma mayoritaria se sigue deteniendo a los inmigrantes mediante identificaciones en la vía pública o en medios de transporte.
En otras ocasiones, la irregularidad se justifica por tener antecedentes penales. Sin embargo, un 44% de las personas que ingresaron en el CIE de la Zona Franca no tenía antecedentes de ningún tipo. (En Madrid no hay datos oficiales)
Se abusa del internamiento como medida cautelar cuando no se analizan y valoran las circunstancias particulares de cada caso. La policía solicita ingreso en CIE atendiendo a la existencia de una orden previa de expulsión, pero ignorando o despreciando otras circunstancias del caso concreto, entre ellas, las pruebas de arraigo alegadas o aportadas por los inmigrantes. Especialmente preocupante es el internamiento de personas con solicitud de residencia en trámite. Muchos juzgados autorizan el internamiento por mera estancia irregular y de forma repetitiva, diríamos que casi mecánica, alegan la falta de arraigo como justificación del mismo. El internamiento debe ser la última medida a adoptar, y cuando se insta o autoriza debe hacerse valorando cada caso en concreto.
También se abusa del internamiento cuando en muchos casos no hay perspectivas razonables de que vaya a poder ejecutarse la expulsión. (Entonces, ¿para qué lo hacemos? ¿Es sólo un castigo?). La diferencia entre el número de internamientos y de expulsiones evidencia que, en un alto porcentaje, la medida de internamiento es ineficaz para garantizar el fin que la justifica: la materialización de la expulsión.
El coste humano del internamiento es demasiado alto, independientemente de la consecución de sus fines. Constatamos el fuerte impacto psicológico del internamiento y osdestrozos familiares que origina, para las propias familias y para la sociedad en general, por lo que supone de aumento de la vulnerabilidad de niños y familias que se quedan sin uno de sus progenitores, frecuentemente el que sostenía la frágil economía familiar.
A los CIE llegan personas cuyas circunstancias personales cuestionan desde el principio su internamiento. (…) Casadas o con pareja de hecho registrada y hasta con menores españoles a su cargo –¡30 casos!–. También personas con enfermedades mentales y físicas graves, posibles menores o mujeres embarazadas. (…) Pedimos a la Policía, a los Juzgados de Instrucción y a los letrados que analicen y valoren la situación personal, legal y familiar de cada persona para la que se solicita internamiento en un CIE.
El marco legal español es muy garantista (facilita asistencia letrada gratuita en el procedimiento sancionador de extranjería que puede llevar a la expulsión y establece control judicial previo del internamiento). Sin embargo: los problemas radican en la aplicación práctica del marco legal.
Especialmente graves son los autos de internamiento colectivos de algunos juzgados del sur de España, que resuelven el internamiento de decenas de personas de golpe, con nula individualización de cada caso.
La calidad de la asistencia letrada de las personas que llegan a los CIE es, con frecuencia, muy baja por motivos diversos. Se echa en falta un mayor esfuerzo de los colegios profesionales en garantizar la excelencia del servicio público que prestan.
Hay necesidades muy básicas sin cubrir en los CIEs españoles. Las deficiencias no son sólo de infraestructuras sino, sobre todo, de condiciones de vida y absoluta falta de libertad interior dentro de los CIE, donde la regla general es la prohibición y la sospecha. La asistencia sanitaria y social en los CIE continúa teniendo enormes carencias.
Las ONG que visitan a los internos no tienen acceso a información sobre la situación jurídica de los mismos o cualquier otro aspecto de su expediente, aunque cuenten con autorización expresa del interno.
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