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René Vautier, cineasta militante que mostró la realidad de la colonización africana

23-05-2015.- Con tan sólo 21 años, el joven cineasta René Vautier fue enviado por la Liga de la Educación (Ligue de l’enseignement) a la entonces denominada África Occidental francesa a filmar la vida cotidiana de los campesinos y los avances y ventajas que ofrecía la educación colonial. Fue en 1949, poco después de terminada la guerra en la que él mismo había participado y se trataba, a todas luces, de un encargo propagandístico a favor de la colonización.

René Vautier, cineasta militante que mostró la realidad de la colonización africana
Portada del libro DVD ‘Afrique 50’ en el que se recoge el legado del cineasta René Vautier, el ‘más censurado de la historia’, según algunos expertos. .

Lo más fácil habría sido dirigir su cámara a las tres o cuatro escuelas instaladas por los franceses y mostrar a negritos sonrientes y agradecidos por esta educación. Sin embargo, Vautier se saltó las reglas a la torera y aprovechó el viaje para filmar las partes más oscuras de la colonización: los niños obligados a trabajar, los hombres contratados a 50 francos el día, las aldeas arrasadas por negarse a pagar los tributos exigidos por los franceses…

El resultado de su trabajo, fue probablemente el primer grito anticolonización del momento y sin duda las primeras imágenes que llegaron a Francia mostrando la realidad de los africanos. Sin embargo, lo cierto es que la mayor parte de Europa no supo de su existencia hasta bien entrados los años 90.

Cine de resistencia

Son, probablemente, las primeras y únicas imágenes que hubo en Europa mostrando el día a día de los africanos, pero las autoridades se cuidaron bien de cortar su difusión. Cuando los responsables franceses vieron los negativos de Vautier decretaron su inmediata confiscación y el ingreso en prisión del responsable. Sin embargo, poco antes de entrar en la cárcel, Vautier logró salvar algunos de esos negativos, que terminó de montar también de forma clandestina convirtiéndose en los 20 minutos de ‘Africa 50’. Veinte minutos de verdades arrojadas a la cara que durante décadas sólo se transmitieron de mano en mano, a través de redes asociativas, nunca sobre los grandes medios nacionales. De hecho, todavía hoy, la película no ha obtenido el ‘visado’ para su difusión en el extranjero –cosa de la que ya poco tiene que preocuparse–, incluso aunque desde 1996 fue oficialmente reconocida y proyectada en la Cinémathèque française.

Cincuenta años antes, el corto se les debió atragantar a las autoridades francesas a partir del minuto cinco. Hasta ahí, todo es ‘correcto’. Una serie de imágenes puramente descriptivas, casi antropológicas, sobre la vida cotidiana del África de los años 50. Vemos imágenes de las mujeres con sus peinados extremadamente elaborados, vemos a los pescadores, los carpinteros que hacen los barcos de pesca…

En los colegios sólo hay plazas para el 4% de los niños en edad escolar. El porcentaje suficiente para que la administración tenga los secretarios y contables que necesita”.

Sin embargo, pronto comienzan las complicaciones: “Como los únicos blancos que se acercan hasta estas aldeas son, o bien el administrador, que viene a llevarse el dinero para pagar los impuestos; o bien los reclutadores, que vienen a llevarse a los hombres para el Ejército, las gentes autóctonas desconfían cuando me ven. Sin embargo, en el caso de los niños, la curiosidad puede más que el miedo”. Una voz en off que habla mientras la cámara enfoca a los niños y los muestra jugando o sin nada que hacer y se pregunta: ¿qué más pueden hacer? “En los colegios sólo hay plazas para el 4% de los niños en edad escolar. El porcentaje suficiente para que la administración tenga los secretarios y contables que necesita”.

René Vautier, cineasta militante que mostró la realidad de la colonización africana
Un momento del corto ‘Afrique 50’, en el que René Vautier habla, entre otras cosas, de las condiciones de vida de los niños que no pueden asistir a clase, pues sólo hay plazas para el 4% de ellos.

A partir de ahí comienza a disparar sin pausa la metralleta en que Vautier había decido convertir su cámara: “¿Te sorprende ver un pueblo sin colegio, sin doctor? En África, los colegios se abren cuando las grandes compañías coloniales necesitan contables para su administración; se envía a un médico cuando las grandes compañías coloniales sienten el peligro de quedarse sin mano de obra (…) Y eso que se trata de pueblos con suerte, porque en ellos reina la paz. Mirad lo que le pasó a otros, no tan afortunados: En Fallaqa, al norte de Costa de Marfil (min. 6.21): el jefe del pueblo no fue capaz de pagar sus impuestos, 3.700 francos. El 27 de febrero de 1949, a las 5 de la mañana, llegaron las tropas francesas, rodearon la villa, apuntaros con sus armas, dispararon, mataron y quemaron el pueblo (…)” explica Vautier mientras las imágenes recorren algunos lugares de la aldea.

Es, sin duda, una cinta adelantada a su tiempo, pues ataca no sólo el colonialismo, sino también el capitalismo salvaje y el reparto de los recursos africanos. Aprovechando unas imágenes de unos buitres, dice: “Es el reino de los buitres y estos buitres que se reparten África tienen nombres. Sociedad comercial del oeste africano, 650 millones de beneficios en 1949; Companie Française de l’Afrique Occidentale (…) 365 millones de beneficios…”. (minuto 7.45) Beneficios que contrastan con el trabajo casi esclavo que estas compañías imponen a los africanos: «un negro a 50 francos el día sale mucho más barato que una máquina, así que, usemos al negro », dice en un momento de la película.

Tras esta primera experiencia, a pesar de la censura y la condena a un año de cárcel, Vautier no dejó nunca de trabajar en este ‘cine militante’ que le llevó a filmar otros cintas como Avoir 20 dan les Aurès (sobre Argelia, adonde viajó por primera vez siendo un adolescente; un filme que a pesar de ser premiado en Cannes en 1972 sólo se ha emitido una vez en la televisión pública francesa), o Un homme est mort, (sobre la muerte de un obrero a disparos de la policía durante una huelga en Brest)  o Les Ajoncs, Les Trois cousins, dedicadas al racismo en Francia. Además, dio la palabra a las mujeres Quand les femmes ont pris la colère, de las que ya habla en el corto sobre África (“machacar el millo ocupa largas horas de la jornada de la mujer; mujeres que tienen, como todas las mujeres del mundo, que ocuparse además de los hijos”).

En 1998, Rene Vautier publicó sus memorias: Caméra citoyenne, hoy descatalogado. Precisamente para sacar del olvido a este cineasta comprometido y muy adelantado a su tiempo, el pasado mes de septiembre se publicó en Francia un libro-DVD, titulado ‘Afrique 50 + De sable et de sang‘ en el que se pueden encontrar textos, fotos, cartas y extractos de rodaje del autor. Un recorrido por una vida dedicada al cine y a la militancia anti colonialista que comenzó en 1949 y duró hasta el mismo día de su muerte, en enero de 2015.

** Leer más: René Vautier, el activista de la imagen.

Los CIES, presentes hoy en el Parlamento Europeo

Esta tarde, un joven ghanés ahora asentado en España se va a plantar ante el Parlamento Europeo para explicar a los eurodiputados, «sin discursos lacrimógenos, sin demagogia, sin recursos facilones«, la realidad de los CIEs (Centros de Internamiento de Extranjeros), cárceles con internos que no han sido condenados tras las que se ocultan malos tratos, violencia y un absoluto desprecio por los Derechos Humanos.

Se trata de Alhagie Yoro, uno de los miles de inmigrantes que ha pasado por estos centros, que fue devuelto a África en una ocasión, que volvió a venir a España, y que ahora, por fin, tiene ya permiso de residencia. Yoro les explicará, sin efectismos ni gran retórica, porque no le hace falta, la realidad de estos centros en los que, repetimos, la gente es internada por el mero hecho de ser un inmigrante ‘irregular’, es decir, sin haber cometido ningún delito.

El objetivo es, además de dar a conocer esta realidad –si hay quien todavía no la conoce, me temo que es porque no quiere saberla- exigir el cierre de los CIES y pedir a los eurodiputados que se signifiquen y sumen su firma a la de miles de ciudadanos que ya lo han hecho aquí. Una exigencia que llevamos registrando en este blog desde 2011.

Durante el acto, se proyectará el documental ‘Las muertes de Ceuta’, una investigación de Eldiario.es sobre las 15 muertes del paso fronterizo del Tarajal acontecidas el 6 de febrero de 2014.

Plano de matatus en Nairobi: mapeando ‘el caos’

05-05-2015 / Kombies, matatus, dala-dalas… las maneras de denominar a los medios de transporte informal en África son casi tantas como países existen. No hay gran ciudad que se precie en la que no se haya desarrollado un inmenso sistema informal de transporte que llega prácticamente a todos los barrios y en el que, por increíble que parezca, las autoridades locales no han tenido nada que ver. Se trata de un sistema moldeado en función de la demanda: pequeñas empresas y conductores autónomos que hacen el recorrido más demandando en cada zona, generalmente desde el extrarradio de las ciudades a los centros de las mismas. Un sistema para el que no existen mapas, ni paradas señalizadas ni recorrido aparentemente establecido. Sin embargo, un sistema que funciona, y funciona bien: sí existen rutas establecidas y horarios más o menos aceptados. Basta con preguntar a alguien de la zona para que te indiqué qué minibus tomar en cada momento en función de a donde vayas.

Plano de matatus en Nairobi: mapeando 'el caos'
En algunos casos, como en Nairobi, además del conductor, en la furgoneta viaja también otra persona, generalmente un chico joven, que se encarga de cobrar el precio del billete, organizar los asientos y de informar, a voz en grito, de a dónde se dirige para conseguir así más pasajeros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es un caos organizado. Un caos que funciona y que está más estructurado de lo que parece a primera vista. Sin embargo, es difícilmente interpretable y mejorable si no se puede visualizar. Y esté es precisamente el problema que viene a solucionar el proyecto Digital Matatus, una iniciativa surgida en Nairobi pero que fácilmente podría extenderse a otras ciudades del continente. Se trata, según cuentan en su web, de una herramienta para hacer del transporte en el mundo en desarrollo más eficiente. Un proyecto colaborativo entre la Universidad de Nairobi, el Centro para el Desarrollo Urbano Sostenible de la Universidad de Columbia  , el MIT’s Civic Data Design Lab y Groupshot, que consiste en mapear el recorrido de las matatus de Nairobi para crear lo que sería el mapa de transportes de la ciudad. De esta forma, los ciudadanos pueden encontrar la mejor manera de moverse por la capital y los futuros conductores ver de un vistazo qué rutas faltarían por cubrir.

Plano de matatus en Nairobi: mapeando 'el caos'
El plano de matatus de Nairobi recoge información sobre 120 rutas de la ciudad.

 

 

 

 

La recolección de datos se ha hecho, cómo no, a través del móvil, y permitirá mejorar la eficiencia del sistema, no sólo para los usuarios sino también para los propios conductores. Se trata de algo similar a los métodos utilizados ya en Kenia por Ushaidi, la plataforma que permitió a los ciudadanos de Kenia mapear la violencia postelectoral en 2007, y de momento, el mapa resultante recoge información de 120 rutas de matatu y seis líneas de tren.

Plano de matatus en Nairobi: mapeando 'el caos'El resultado es un mapa muy similar al que podemos encontrar en cualquier gran ciudad: líneas que van desde el extrarradio al centro y varios centros neurálgicos donde se unen diversas líneas. Además, el ‘folleto’ recoge un listado de las estaciones o paradas de la ciudad y las líneas que pasan por ellas, algo utilísimo para los habitantes de Nairobi y, sobre todo, para cualquiera que se deje pasar por allí. Una razón más para descubrir África en medios de transporte comunales.

 

¿A quién ayuda la ayuda?

24-04-2015 / Es la pregunta que durante años se ha hecho David Sogge, investigador sobre políticas de Ayuda Exterior especializado en África (Angola, Mozambique y Sudáfrica, especialmente) y autor de numerosos libros sobre el tema, entre otros Dar y tomar, ¿Qué sucede con la ayuda internacional? . ¿Cómo es posible que después de años y años de ‘enviar’ millones de euros/ dólares a los países del Tercer Mundo, no se hayan revertido ya determinadas situaciones de pobreza? ¿Cómo es posible que algunos países, teóricamente receptores netos de ayuda, estén hoy igual o peor si cabe, que en los años 60?

La respuesta puede ser doble. No cabe duda de que mucho de este dinero se ha malgastado o, directamente, ha terminando engrosando las arcas de determinados gobernantes. Sin embargo, hay otra parte que tampoco ha tenido ningún efecto porque, en realidad, el dinero no fluye, como creemos, de los países ricos a los menos desarrollados si no, precisamente, en sentido inverso. Lo demuestra con datos y gráficas David Sogge durante su intervención en las jornadas ‘Más allá de la ayuda. Coherencia de políticas para otro desarrollo.’

¿A quién ayuda la ayuda?
Flujos financieros netos entre Norte y Sur. Todo lo que está por debajo de 0, significa que el saldo fue positivo para los países del Norte. Fuente: La crisis international y los nuevos desafios de la Cooperación Internacional

Comienza su charla mostrando una gráfica con los flujos netos de movimientos de dinero entre el norte y el sur. Y los datos son claros: la transferencia de capitales neta ha sido mucho mayor desde los países en desarrollo (especialmente desde Asia, y más en concreto China) a los países ricos. Y no es sólo Asia: también África y América Latina se encuentran en esta misma situación.

¿Cómo es esto posible?

Básicamente, porque la ayuda continúa llevando aparejada una serie enrome de beneficios para el financiador, aunque no sea ya de forma directa, como eran los famosos créditos ligados FAD. Aún así, todavía hoy, el dinero destinado a cooperación implica jugosos contratos para proveedores de bienes y servicios del norte (organizaciones de ayuda, sistemas de transporte, seguridad, consultoría…).

Algunas ayudas, de hecho, tienen casi directamente un efecto contraproducente, aunque en principio no parezca así. Sucede a veces con las becas. Cuenta Sogge que, preguntados los estudiantes nigerianos que habían logrado becas para cursar sus estudios fuera por sus deseos para el futuro, la mayoría manifestaban estar deseando volver al país donde estudió o trabajar en grandes multinacionales extranjeras instaladas en el país. Algo totalmente entendible pero, sin duda, poco beneficioso para sus países de origen.

Por no hablar, claro, de otras realidades como la fuga de capitales (se calcula que entre 1970 y 2010, la salida de capitales desde África ha sido un 150% mayor que el dinero recibido en ayudas);  las condonaciones de deuda, también polémicas, o el recurso a la Ayuda al Desarrollo como vehículo de transmisión de ideología.

De esta manera, la ayuda termina convirtiéndose en una máquina de hacer dinero. “Se calcula que por cada euro donado, el valor de las exportaciones del donante creció en 0,80 céntimos de euros a corto plazo (más a largo). En el caso de España, la cifra es aún más alta: por cada euro de inversión en ayuda, recibimos 1,40 de retorno. Y lo mismo ha sucedido en otros países, como Francia: “De cada 100 francos atribuidos a la ayuda, de 25 a 30 francos van directamente a las carteras personales de los dirigentes africanos, los cuales utilizan una parte importante para sus partidos durante las campañas electorales; unos 12 francos se utilizan para los salarios de los cooperantes; de 55 a 60 son destinados a la compra de bienes y servicios en Francia; y, finalmente, tres francos van directamente a la población africana”.

Y frente a todo esto, ¿qué hacer?

Sogge propone una serie de cuestiones básicas que deberían ponerse en marcha para lograr, de verdad, una ayuda que ayude a quienes se supone que debe hacerlo.

Para comenzar, habla de una justicia fiscal internacional y una fiscalización de, precisamente, los donantes. Porque como él mismo recuerda, se hacen muchas auditorías sobre cómo están gestionando los beneficiarios la ayuda, (yo añadiría que también sobre los intermediarios –las ONGs que gestionan este dinero-) pero sin embargo, apenas hay estudios sobre la otra parte de la cadena, la de los donantes/ financiadores, en buena parte porque la información es confidencial.

Por otro lado, recuerda Sogge que también los donantes privados juegan aquí un papel importante, y que lo que hoy conocemos por RSC (Responsabilidad Social Corporativa), debería convertirse en Rendición de Cuentas Corporativas. Es decir, incorporar un marco de obligatoriedad para las empresas, y no dejarlo en el actual “voluntarismo” por parte de las mismas.

Posibles soluciones en las que habrá que trabajar para lograr, de verdad, un Ayuda al Desarrollo útil y eficaz para quien la necesita, no para los propios donantes.

Namibia, ¿el primer genocidio del Siglo XX? (2ª parte)

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(La primera parte, aquí) Al mando de Von Trotha y con unos 10.000 hombres de apoyo, Alemania respondía seis meses más tarde, el 11 de agosto de 1904, con una contraofensiva brutal que empujó a los Herero a refugiarse en el desierto. Las órdenes de Von Trotha, que contaban con pleno apoyo de las más altas instancias del Gobierno en Berlín, eran claras: “Todos los herero deben abandonar esta tierra. Si se niegan, les obligaré a hacerlo con las armas. Cualquier herero que se encuentre dentro de la ‘frontera’ alemana, con o sin armas, será disparado. No quiero prisioneros”.
Se estima que unas 15.000 personas murieron de sed y hambre. Muchos otros fallecieron a causa de las balas o los colgamientos en masa y, pese a la orden del general Von Trotha, que no quería prisioneros, miles de ellos fueron a parar a campos de concentración donde acabaron sus vidas debido a la mala alimentación, los trabajos forzados y las enfermedades.  Las raciones eran mínimas, los malos tratos eran continuos, no existía ninguna tención médica ni higiénica y la expansión de las enfermedades estaba descontrolada.

Namibia, ¿el primer genocidio del Siglo XX? (2ª parte)

Pero la peor parte fue quizás que estos primeros campos de concentración se convirtieron en un primigenio ensayo de lo que sucedería más tarde los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Muchas mujeres fueron utilizadas como esclavas sexuales, dando algunas a luz niños de raza mixta sobre los que se llevaron a cabo determinados experimentos con el fin de demostrar que los negros eran inferiores a la raza blanca. Entre las personalidades que visitaron la colonia aquellos años se encontraba el tristemente famoso doctor Eugen Fischer.

Para más inri, durante aquellos años centenares de ojos, cráneos, penes y otras partes del cuerpo fueron arrancadas de los cadáveres, metidas en formol y envidas a Alemania para el estudio y experimentación con ellos. Restos que no fueron devueltos hasta el pasado septiembre (2011) en una ceremonia que terminó en escándalo cuando la representante de la delegación alemana que viajaba con los restos abandonó el acto tras ser abucheada.

Euronews en español dedicó unos segundos a recordar esta ceremonia:

Namibia, ¿el primer genocidio del Siglo XX? (2ª parte)
Absolute destruction. Military, Culture and the Practices of war in imperial Germany”, de la historiadora Isabel V. Hull

(Un estudio muy profundo y detallado, con abundante documentación recogida a través de periódicos, cartas y fotografías, se puede encontrar en el libro «The angel of death has descended violently among them»: concentration camps and prisoners-of-war in Namibia, 1904-08, publicado en el año 2005 por el Centro de Estudios Africanos de la Universidad de Leiden (Holanda).

También trata profusamente el tema el libro: “Absolute destruction. Military, Culture and the Practices of war in imperial Germany”, de la historiadora Isabel V. Hull

Por suerte, en Alemania existía ya una incipiente sociedad civil que clamó contra el trato que se estaba dando a los rebeldes  y en 1907 las órdenes de Von Trotha fueron canceladas y él mismo enviado de vuelta a casa. Pero para entonces ya era demasiado tarde. Se calcula que antes de la rebelión, los hereros eran entre 80.000 o 100.000 personas. Cuatro años después, quedaban unos 15.000. El 85% de un grupo étnico había sido exterminado por los alemanes. Y no sólo fueron ellos. Durante este tiempo, también la tribu de los Nama se sublevó. Y el general respondió de la misma manera: “O se rinden y se van del área alemana, o serán disparados, hasta su exterminación”. Se calcula que la mitad de los 20.000 miembros de los Nana fueron asesinados, mientras que los otros 9.000 fueron enviados a campos de concentración.

Hoy, ni siquiera en Namibia su historia es realmente estudiada. La colonización duró poco tiempo más, pues tras la IGM Alemania perdió todas sus posesiones en África y el país austral fue puesto bajo la administración de la vecina Sudáfrica, que implantó el sistema de discriminación racial del Apartheid. Asique la independencia real no se produjo hasta 1990 y desde entonces, el Gobierno de Namibia ha estado dominado por la tribu de los Ovambo, que ha demostrado muy poco interés en apoyar las demandas de los Herero y ni tan siquiera ha intentado recuperar la memoria de este pueblo. Quizás tenga algo que ver que Namibia sea el país que más dinero en cooperación recibe de Alemania.
Mientras, los pocos descendientes de la tribu Herero malviven como pueden, algunos en la vecina Botswana, y otros en su tierra natal, muchos de ellos encargándose del ganado en las grandes granjas del país. Granjas generalmente dirigidas por los alrededor de 25.000 colonos de origen alemán que se quedaron con las mejores tierras.
Para quien quiera saber más sobre este tema, es muy recomendable este documental de la BBC titulado “Genocidio y el II Reich”:

Namibia, ¿El primer genocidio del Siglo XX?

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Recupero este texto que escribí para África no es un país hace un tiempo, después de leer este artículo de The Guardian, que lo ha traído a mi memoria. En él, el columnista David Olusoga aprovecha las palabras del Papa sobre el genocidio armenio (1915-1923)-al que denominó como el primero del siglo XX-, para recordar que, más alla de la polémica que han desatado sus palabras, la descripción es en realidad errónea: «esa triste distinción corresponde en realidad al genocidio que la alemania imperial llevó a cabo una década antes contra los Herero y los Nama, dos grupos étnicos que vivían en la por entonces llamada German South West Africa, ahora conocida como Namibia».

Tiene razón David Olusoga pero, como siempre, no solemos recordar lo que pasa fuera de Europa o lo que, directamente, no nos interesa recordar que pasó.

The Namibian genocide, 1904-1909, was not only the first of the 20th century; in so many ways, it also seemed to prefigure the later horrors of that troubled century. The systematic extermination of around 80% of the Herero people and 50% of the Nama was the work both of German soldiers and colonial administrators; banal, desk-bound killers. The most reliable figures estimate 90,000 people were killed.

Comparto, para que no lo olvidemos, el texto que se publicó en mayo de 2012:

Namibia ¿El primer genocidio del Siglo XX?

Desde el año 2006, una pequeña calle a las afueras de Múnich, lleva el nombre de “Herero Straße”, nombre que probablemente no les dirá nada a quienes en ella viven, ni a sus conciudadanos ni, mucho menos, a los lectores españoles que lean estas líneas.  Pero esta calle insignificante lleva a sus espaldas una triste, violenta y, sobre todo, oculta historia.

Una historia que podría haber salido del desconocimiento hace apenas un mes, si el Parlamento alemán no hubiera decidido -tras un debate de apenas media hora-, oponerse a reconocer como genocidio la matanza sistemática que practicó contra diversas tribus de la actual Namibia a principios del siglo XX. ¿Genocidio? Sí, probablemente ésa sería la mejor manera de definirlo, tal y como explicaba en una entrevista la experta del Museo de Etnología de Colonia, Larissa Förster: “fue claramente una orden para eliminar a gente perteneciente a un grupo étnico específico y sólo porque formaban parte de este grupo”.
El Ejecutivo, en cambio, niega la mayor y acepta sólo una vacua “responsabilidad histórica y moral hacia Namibia”. Es más, en el año 2004, el gobierno alemán desautorizó las palabras de su ministro de Ayuda al Desarrollo, Heidemarie Wiecaorek-Zeul, quien pidió perdón por las masacres y reconoció la acción como genocidio. Es en cierto modo, un caso parecido al de los británicos en Kenya, del que tan sólo ahora han comenzado los documentos a salir a la luz. Porque al igual que Londres, Berlín teme que el reconocimiento conlleve una cascada de peticiones de reparación.

¿Qué pasó exactamente entre Alemania y Namibia?
y, sobre todo, para buscar ese ‘espacio vital’ del que ya venía hablando el geógrafo Friedrich Ratzel, preocupado porque miles de alemanes tenían que emigran del país. Qué mejor solución que la de que emigrasen a una ‘segunda Alemania’, haciendo del II Reich (1871-1919) ese gran imperio con el que fantaseaba el Káiser Guillermo II. Era un idílico planteamiento  que se encontró con un pequeño problema: las mejores tierras ya estaban ocupadas por tribus locales, lo que dificultaba que los colonos se establecieran allí provocando que para 1903, tan sólo unos 4.000 colonos se hubieran asentado  en el lugar.

Namibia, ¿El primer genocidio del Siglo XX?
Mapa de la llamada German South West Africa, la colonia alemana de África del Sur, hoy independizada como Namibia. Fuente: Gallery Ezakwantu

Ante tal situación, el primer gobernador alemán en la zona intentó conseguir las tierras a través de estratagemas más o menos ilícitas: compra, intercambio por baratijas,  acuerdos con los líderes influyentes, intento de enfrentar a los clanes…
Pero pronto comenzaron los abusos contra los diferentes grupos tribales del país, igual que lo hacían tantos otros países europeos en territorios colindantes. Abuso contra las mujeres, robo de tierras y ganados, expulsiones forzadas…  Fue esto lo que llevó, el 12 de enero de 1904, a la primera rebelión de los guerreros de la tribu Herero, que acabaron con la vida de unos 200 civiles alemanes en unos pocos días.

Era un amago de rebelión que Alemania tenía que atajar con mano firme si quería mantener su presencia en el país y la metrópoli mandó a uno de sus guerreros más feroces a suprimir la resistencia. Se trataba del general Lothar von Trotha. Un hombre al que, en 1933, las autoridades Nazis honrarían con una calle en su honor, una pequeña calle a las afueras de Múnich. (Continúa aquí.)

Muertes olvidadas en el Mediterráneo

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16-04-2015 Mujeres, jóvenes, niños, hombres. Personas todas, como tú, como yo, como nosotros. Muertos sin rastro, sin nombre, sin que su historia se cuente en los periódicos. Otra vez. Y ya van… ni se sabe cuántas.  Porque las muertes en el Mediterráneo no quedan registradas. Son olvidadas horas después de producirse.

Muertes olvidadas en el Mediterráneo
Se calcula que en la embarcación rescatada viajaban unas 400 personas más, de las que no se sabe nada.

Venían de Libia, donde se dan cita inmigrantes llegados de otros países de África. Una embarcación de la que fueron rescatadas 144 personas aunque, según han contado los supervivientes a Save The Children, hasta unas 400 personas más viajaban junto a ellos. Los datos de la misma organización indican que sólo en el pasado fin de semana (11-13 de abril), llegaron más de 5000 inmigrantes en 18 pateras, de los cuales unos 450 eran niños. Mientras tanto, la Unión Europea no cuenta con un programa de salvamento, eso provocaría un ‘efecto llamada’, como explica Guerra Eterna en su blog:

Se cumplen así las prioridades de los gobiernos de la UE. Italia clausuró el programa Mare Nostrum y la UE lo sustituyó por Tritón, un simple sistema de protección de las costas italianas con menos buques. El problema de Mare Nostrum, además de ser muy caro, es que servía para salvar vidas, vidas que acto seguido pasaban a residir en Europa. En opinión de gobiernos como el británico y el español, suponía un incentivo para intentar dar el salto. Esas vidas estaban mejor en el fondo del Mediterráneo como alimento de los peces. Ese es el incentivo que sería de utilidad.

Otra catástrofe que se produce a las puertas mismas de Europa y a la que, otra vez más, no prestamos la suficiente atención. Una catástrofe que no dejará de repetirse mientras las desigualdades sigan aumentando y millones de personas sigan sufriendo en sus países de origen.

El terrorismo de Al Shabaab vuelve a golpear a Kenia

Kenia se enfrenta, una vez más, al fundamentalismo radical. Una amenaza siempre latente, aunque sólo se haga presente en ciertas ocasiones. Esta vez ha sido una violenta masacre contra jóvenes estudiantes de la Universidad de Garissa, una ciudad situada a unos 140 kilómetros de la frontera con Somalia. Un brutal ataque que ha dejado 148 muertos, asesinados a tiros en el campus universitario. Jóvenes que se preparaban para los exámenes, jóvenes que eran el futuro de su país.

El terrorismo de Al Shabaab vuelve a golpear a Kenia
Estudiantes de la Universidad de Garissa, en Kenia, donde Al Shabaab asesinó a 147 personas el pasado 2 de abril.

Los responsables de la masacre son los miembros de la milicia somalí de Al-Shabaab, un grupo terrorista que lleva años extendiendo el terror por el Este de Kenia pero también en la propia Somalia. De momento, las autoridades keniatas han identificado ya a cinco de los terroristas, entre los cuales se encontraría el hijo de un funcionario del Gobierno del país, Abdirahim Abdullahi, que había desparecido en 2013. Para más inri, Abdullahi era diplomado en Derecho por la Facultad de Nairobi, un joven con un futuro brillante como jurista, según han explicado desde el ministerio del Interior. Una vez más, cuesta entender qué mecanismos llevan a estos jóvenes a lanzarse al extremismo violento. Creo que sería más fácil entenderlo si se tratara de jóvenes salidos, por ejemplo, del campo de refugiados de Dabaad, el más grande del mundo, donde viven somalís de hasta tercer generación que nunca han salido de allí. Sin embargo, es al contrario, tal y como cuenta María Ferreira, desde el terreno, en GuinGuinBali (que están haciendo un extraordinario seguimiento): “son mayoría los jóvenes de la diáspora que nacieron en Kenia los que condenan el atentado (…) Ellos se sienten kenianos”.

El terrorismo de Al Shabaab vuelve a golpear a Kenia Lo que está claro es que el terrorismo de Al Shabaab no es cuestión de religión ni de etnia, aunque en esta ocasión los terroristas hayan intentado hacerlo pasar como tal, matando a los cristianos y dejando marchar a los musulmanes. En otras ocasiones, no han hecho distinción. En septiembre de 2013 fueron más de 60 las víctimas mortales en el centro comercial Westgate, y en diciembre de 2014, otros dos ataques causaron 58 muertos en Mandera, al noreste de Kenia. En total, este grupo terrorista ha matado ya a más de 400 personas en Kenia desde que el 2011 este país decidiera tomar parte en la misión de la Unión Africana contra Al Shabab en Somalia.

«No estaréis a salvo hasta que vuestro presidente retire a los soldados de Somalia», dijeron los terroristas a los estudiantes, según han explicado algunos de los supervivientes. Es una amenaza a la seguridad de Kenia por su implicación en la Amisom, la misión de la Unión Africana en Somalia. El grupo islamista ha acusado al Ejército keniata de matar civiles indiscriminadamente y violar a mujeres en la región de Jubaland, ocupada por las tropas de la Unión Africana, y ha asegurado que “no habrá paz para la población keniana, mientras no la haya en Somalia”.

El terrorismo de Al Shabaab vuelve a golpear a Kenia
Cartel de la campaña #TheyHaveNames para documentar las historias de los muertos en el ataque de Garissa

La situación no es nueva, pero se hace cada vez más insostenible. La división crece en Kenia aunque la sociedad civil se une para hacer frente a la barbarie pasando por encima del miedo. Lo hacen a través de llamamientos a la unidad a través de los medios de comunicación, lo hacen con manifestaciones, a las que asisten cristianos y musulmanes, y a través de las redes sociales, con hastags como #OneKenya y #Weareone. Igual que lo hizo el mundo entero con los atentados de París o Nueva York. Sólo que éstas tienen menos repercusión. Una realidad de la que ya hemos hablado muchas veces. Quizás por eso, para llamar la atención al mundo sobre los muertos kenianos, otros jóvenes del país, sus propios compañeros en la Universidad han lanzado una campaña para recordarnos que detrás de los números, -147 muertes-, detrás de los cadáveres amontonados -¿cómo es posible que se hayan tratado los cadáveres así?- hay 147 historias, 147 chicos y chicas con nombres, sueños, expectativas… #TheyHaveNames

¿Quién es Al Shabab?

En este blog ya hablamos de ellos hace un tiempo y Gemma Parellada lo explica muy bien en este artículo de 2013: ‘Guerra Santa contra Kenia’:

Desde el colapso del gobierno central, somalí en 1991, algunos Tribunales Islámicos se fueron instalando en algunas localidades, ofreciendo códigos, pautas y castigos para una población necesitada de reglas y protección. El sistema judicial basado en la Sharía, la ley islámica, se fue extendiendo y llenando el vacío legal. El año 2000 se coordinaron, crearon la Unión de Tribunales Islámicos y fue éste inicio de institución que en 2006 se propagó por casi todo el país. Al Shabab nació como la rama joven y más radical de los Tribunales Islámicos, pero con la desaparición de éstos, después que las tropas etíopes invadieran Somalia y les derrotaran, Al Shabab creció en efectivos, fuerza e influencia.

Una década después, cuentan con más poder que el propio gobierno Somalí –que no controla más que una pequeña zona en torno a la capital- y han declarado la Guerra a Kenia por su implicación en Somalia-. En 2012 se calculaba que tenían entre 4000 y 6000 miembros y se hablaba ya de cómo estaban ampliando su zona de actuación hasta Uganda y Kenia.

Para terminar de entender el contexto de agravios y enfrentamientos entre ambos países, conviene también leer el texto de Pablo Arconada Las tensas relaciones entre Kenia y Somalia En este artículo, Arconada recuerda los sueños expansionistas de Somalia (que pretendía anexionarse la provincia nororiental de Kenia), las revueltas independentista de la zona y la reciente desintegración de Somalia (1991) con el consiguiente éxodo de somalíes a Kenia, el descontrol fronterizo, el contrabando… Un buen número de problemas que empeoran la ya de por sí larga historia de hambrunas en la zona y a la que desde hace unos años hay que sumar también el  terrorismo.