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Buchi Emecheta y Las delicias de la maternidad

Buchi Emecheta libro Las delicias de la Maternidad
Portada del libro ‘las delicias de la maternidad’, de Buchi Emecheta. Editado en español por Ediciones Zanzíbar.

Las delicias de la maternidad o la desgracia de ser mujer. Estas cinco palabras podrían describir la historia que nos cuenta este libro, ambientado en una época y un lugar en el que ser mujer significaba no contar para nada ni para nadie más allá de su función reproductora. Reproductora de hijos varones, claro, pues de lo contrario seguía sin servir para nada. Un libro lleno de realismo y de crudeza, en el que se habla de palizas y vejaciones como de comer o vestirse, pues igual de cotidianas eran.

Los años de la colonización

Nnu Ego es la protagonista de esta historia que comienza en el pequeño pueblo de Ibuza y continúa en Lagos, Nigeria, a principios de los años 30. Nigeria era por entonces una colonia británica donde los negros trabajaban al servicio de los blancos en las labores domésticas o cualquier de los muchos trabajos poco cualificados que demandaban los colonos. Por entonces la vida en las zonas rurales se mantenía todavía igual a como lo había sido durante siglos, mientras que en la capital, el hombre blanco establecía sus formas de vida y rompía de un plumazo tradiciones y costumbres.

Nnu Ego era feliz en Ibuza, pero no consigue dar hijos a su marido, por lo que es apaleada y repudiada. Tras volver a su casa, su padre la envía a Lagos, a casarse con un hombre al que nunca ha visto en una ciudad que no se puede ni imaginar. Nnu Ego no ha nacido en Lagos, no conoce nada de ese mundo. Nnu Ego viene de la aldea, donde las cosas son de otra manera, donde las tradiciones parecen tener un sentido, donde las mujeres sufren, sí, pero rodeadas de otras, iguales que ellas, con su cabaña propia y su campo para producir algo de comer. En Lagos nada es así. Comenzando por el trabajo de su marido, empleado doméstico de una pareja de británicos, que le produce un brutal rechazo.

“Cada vez que veía (a su marido) tender las bragas de la mujer blanca, a Nnu Ego se le crispaba el rostro de dolor.”

Pero las mujeres no están para elegir.

En este libro Buchi Emecheta aborda magistralmente una época de cambios bestiales que se sucedían en cuestión de meses, a merced de la nueva normativa colonial, a la vez que refleja las diferencias entre el campo y la ciudad, el choque de la modernidad, la apisonadora de costumbres y tradiciones que fue la colonización…

Quieres un marido que tenga tiempo para preguntarte si prefieres comer arroz o beber papilla de maíz con miel? Olvídate. Aquí los hombres están demasiado ocupados de sirvientes de los plancos como para ser hombres. (…) Les han robado la hombría. La pena es que no lo saben. Lo único que ven es el dinero, las monedas brillantes del hombre blanco”, le dice una de las amigas que encuentra en la ciudad».

Pero sobre todo, Emecheta se fija en la vida de las mujeres, en la obsesión por dar a luz hijos varones y cómo eso influía automáticamente en su estatus y nivel de vida, en sus posibilidades de tener voz. Un relato cruel con la protagonista y con todas las que van apareciendo a lo largo de sus páginas, pues ninguna se libra de este machismo que aplasta a todas.

Además, la autora aborda un poco más de refilón otros temas costumbristas como las diferencias entre ibos y yorubas; las tradiciones como las sarahs, fiestas informales donde se repartía comida para todos; las celebraciones de nacimientos y bodas… También aborda en profundidad cómo funcionaba la poligamia en las zonas rurales y en la ciudad: las dificultades, los celos y los enfrentamientos entre mujeres, las sospechas y las maledicencias…

El libro aprovecha también para dar un repaso a la historia y cuenta cómo el marido de la protagonista fue prácticamente secuestrado para participar en la II Guerra Mundial, que los británicos llevaban a cabo en otras latitudes pero para la que necesitaban personal.

Por último, la autora toca muy de lleno un tema muy interesante: durante años, tener hijos había sido la manera de asegurarse el futuro, pero hasta en eso la colonización y la modernización les pilló con el pie cambiado. De repente, Nnu Ego y su marido, Nnaife, ven cómo su hijo mayor, al que han dedicado todo su dinero para que pudiera estudiar, decide, precisamente, continuar estudiando: grado superior, universidad, doctorado, y, por supuesto, especialización en el extranjero. Una becas que le permite instalarse en Estados Unidos y (mal)vivir allí pero en ningún caso enviar a casa la ayuda que tanto ansían sus padres. Un doble robo que vivieron en aquellos años y que hace que al final nuestra protagonista, a pesar de sus desvelos por sus hijos, muera en la más absoluta soledad:

«Nnu Ego murió sin hacer ruido, sin un hijo que le diera la mano o una migo que hablara con ella. En realidad, nunca había tenido muchos amigos, por haber estado tan ocupada forjando las delicias de la maternidad. Cuando sus hijos se enteraron, fueron todos al pueblo (…) tuvo uno de los funerales más sonados.. (…) Sin embargo, con el tiempo, se dijo que había sido una mujer malvada hasta después de muerta porque, por más que la gente le pidiera que hiciera fértiles a las mujeres, jamás lo hacía. Pobre Nnu Ego, ni siquiera en la muerte encontró la paz”.

Más allá del ébola: causas, consecuencias, tratamiento mediático, enfoque de género…

Más allá del ébola: causas, consecuencias, tratamiento mediático, enfoque de género...
Detrás del ébola, de Ediciones Bellaterra, aborda las diferentes realidades detrás de la epidemia.

La reciente crisis del ébola ha sido muy distinta a otras anteriores. Si en las ocasiones pasadas se había controlado rápidamente, esta vez se ha extendido por más de una docena de países, ha continuado durante más de dos años y ha dejado 13.000 muertos (si no más, pues en algunos momentos fue muy dificil controlar el número de fallecidos).

En nuestras pantallas de televisión, el verano pasado, tuvimos sobreinformación sobre la enfermedad, horas y horas de tertulianos que, la mayor parte de las veces no decían nada. Horas y horas dedicadas a mostrarnos siempre lo mismo, muy centradas en la víctima española y la enfermera contagiada, su perro y su evolució.

Sin embargo, dudo que la mayoría de nosotros sepa cómo se produjo el primer caso, quiénes fueron los más afectados, por qué se llama ébola a la enfermedad, qué goles nos colaron los medios de comunicacion cuando nos estaban hablando de ellos… Tampoco sabemos cómo se organizaron algunos países (Senegal y Nigeria son dos casos paradigmáticos) para controlar el virus en sus fronteras de manera rápida y eficaz.

No sabemos casi nada, así que por eso os recomiendo el libro «Detrás del ébola. Una aproximación multidisciplinar a una cuestión global«, (Ediciones Bellaterra). Coordinado por Oscar Mateos y Jordi Tomàs, el libro aborda temas muy diferentes en cada capítulo y aporta luz sobre muchas cuestiones que, en general, se han tratado poco.

Cabe destacar la reflexión de Jordi Tomás sobre Autoridades tradicionales, dinamismos cultural y ébola; el capítulo de Ana Álvarez sobre La dimensión de género en la crisis del ébola, donde queda claro cómo las mujeres sufrieron especialmente por su labor de cuidadoras  y encargadas de la limpieza; y el dedicado a los Medios de comunicación en el tratamiento internacional de la crisis del ébola, elaborado por el recientemente fallecido profesor José Carlos Sendín Gutiérrez.  Pero, sobre todo, me parece imprescindible el análisis de Jordi Serra-Cobo, en el capítulo sobre Factores ecológicos y socioeconómicos de la epidemia de ébola, en el que intenta explicar cuáles son las causas de una epidemia como ésta (de origen animal), teniendo en cuenta los cambios ambientales y socioeconómicos que se están produciendo en el África subsahariana. Por ejemplo, la deforestación de determinadas áreas de selva, que estaría facilitando el contacto de las personas con animales que hasta ahora se encontraban en zonas difícilmente accesibles, como podría ser el murciélago, reservorio del virus del ébola según casi todas las investigaciones. Cuestiones a tener en cuenta para evitar posibles crisis similares en el futuro.

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¿Qué queda después del ébola?

3/8/ 2016 / Dar respuesta a la crisis del ébola ha costado tres veces más de lo que habría supuesto, en el año 2012, implantar un sistema universal de acceso a la salud en los tres países concernidos. De todo lo que se ha dicho y escrito, creo que esto es lo que mejor resume el drama del ébola. No se cansan de repetirlo las organizaciones de salud que  tuvieron que echarse a las espaldas la responsabilidad de luchar contra el ébola, ante la inacción de los organismos internacionales como la OMS.

¿Qué queda después del ébola?
Una de las imágenes de Alfons Rodríguez sobre el ébola en Siera Leona.

De haber existido un sistema público de salud mínimamente eficaz, el brote de ébola habría surgido igual, claro, pero en ningún caso habría tenido la extensión que ha tenido, su progresión no habría sido tan rápida, y el control habría podido ser efectivo desde el primer momento, como lo fue, por otra parte, en países como Senegal y Nigeria, que atajaron rápidamente la enfermedad.

En cambio, lo que sucedió es que la epidemia se extendió sin control durante meses, dejando un reguero de muertos a su paso. Además, el ébola lleva aparejado una epidemia de miedo, que hace que en muchos casos la población reaccione haciendo justo lo contario que debería hacer. Es tan mortal, tan rápido, y se propaga tan fácilmente que lo normal es que el pánico se extienda con facilidad.

En esta situación, todo eran dificultades. Al principio, la gente no podía creer que fuera una enfermedad. Se hablaba de brujería o de una maldición. Surgió la desconfianza. En el vecino y en el médico. Alguans personas se contagiaron en los hospitales, donde no se trabajaba con las medidas de seguridad necesarias, así que aumentó el miedo a ir a los centro de salud. Aumentó la desconfianza. Los trabajadores de la salud, por su parte,  fueron enormemente afectados, pues  al principio se hicieron cargo de los enfermos sin las adecuadas medidas de seguridad. Esto diezmó la población sanitaria.

Pasaron meses hasta que se establecieron las medidas adecuadas de prevención y seguridad en cuanto a tratamiento de los enfermos, enterramientos…  Pero esto no era tan fácil.  “Tocarnos es parte de nuestra cultura. Si no le das la mano a alguien es como si te sintieras superior a él. También cuidar a alguien que está enfermo es parte de nuestra cultura”.

Se prohibieron los enterramientos tradicionales, pero no se les dio alternativas. Algunas personas perdieron a todos sus familiares, uno tras otro, en cuestión de días, sin poder ni siquiera darles un merecido adiós. No fue hasta mucho después cuando se establecieron ceremonias tradicionales para cerrar el duelo, permitir a los muertos “descansar” y que los vivos puedan seguir con sus vidas.

¿Qué queda después del ébola?
Una joven superviviente del ébola en Sierra Leona. Foto: Alfons Rodríguez

Cronología de la epidemia:

Aunque parezca complicado, el origen de la epidemia de ébola se ha trazado hasta el más mínimo detalle en sus inicios: en diciembre de 2013, en Guéckédou, (Guinea Conackry) murió el considerado paciente cero: un niño de dos años. Días después fallecieron su madre y su hermana. Vivían en una zona rural y los estudios sugieren que su familia cazaba y comía murciélagos. Muy pronto, la enfermedad se extendió por otras aldeas y en semanas ya había cruzado las fronteras de Liberia y Sierra Leona, que se encuentran a muy pocos kilómetros. En cuestión de un mes ya habiá llegado a las capitales de estos dos países.

En una África en continuo movimiento, donde los intercambios, los viajes y el comercio es   constante, el contagio se hizo pronto imparable. Esto fuera la primera diferencia respecto a los brotes de la enfermedad surgidos anteriormente. Era imposible establecer un área de seguridad.

Tres meses después, el 22 de marzo, se declaró oficialmente el brote de ébola.

Dos años más tarde, se contabilizaban 11.300 muertos y más de 28.000 afectados, unos sistemas de salud deshechos y unas perspectivas económicas en ruinas. Además, una población física y psicológicamente afectada. Durante meses se desatendieron totalmente otras cuestiones sanitarias clave para la zona: por ejemplo, los enfermos de VIH, los tratamientos contra la malaria o la atención a la salud reproductiva y sexual. Muchas mujeres murieron por complicaciones en el parto en sus casas y cientos de enfermedades dejaron de ser tratadas. Incluso en los casos en los que había médicos o centros disponibles, la población tenía miedo a acercarse a a ellos y contaminarse del virus.

¿Qué queda después del ébola?
Las consecuencias del ébola se notarán durante muchos años en Sierra Leona. Se ve muy claro en la exposición: «El ébola más allá del ébola», en la que el autor retrata el estigma que dejó la enfermad a los supervivientes.

Supervivientes:

Los supervivientes se enfrentan hoy a una doble carga: a muchos la enfermedad les dejó pérdidas de visión, dolores, cojeras… A todos, les impuso una un permanente estigma, que les hace ser víctimas de insultos, aislamiento y rechazo, que afecta incluso a niños y niñas muy pequeños.  Algunos pasaron días, semanas y meses en aislamiento. ¿Cómo pueden enfrentarse ahora a la vuelta a la vida real?

Las escuelas estuvieron cerradas durante casi un año, miles de niños y niñas perdieron su escolarización en un sistema que ya de por sí es más que deficiente. “Entonces todo era ébola. Lo demás se olvidó”. Todas las actividades se suspendieron: el mercado, los colegios, los eventos sociales… La gente no podía hacer nada, cómo es posible continuar así con la vida?

Además, yo me pregunto cuáles serán las consecuencias psicológicas. Los mayores, que habían vivido las brutales guerras de Liberia y Sierra Leona y que por fin ahora veían a su país salir del profundo pozo en el que se encontraba. ¿Qué pensarán ahora? Y los jóvenes, que soñaban, como todos en un futuro próspero. ¿Qué soñarán ahora?

Los retos son  enormes. Para empezar, tienen que recuperarse como sociedad, volver a confiar los unos en los otros, trabajar juntos, acabar con los estigmas. Los centros de salud tienen que volver a ser vistos como lugares de cura, y no de contagio. La economía debe comenzar a recomponerse. Los jóvenes deben volver a las escuelas. No será fácil. En estos países, la vida ha retrocedido más de una década. Según explicaba Alfons Rodríguez, Sierra Leona se encuentra ahora como en los tiempos de la guerra civil

Exposición ébola Sierra Leona
Durante el mes de mayo, la escuela de fotografía EFTI acogió la exposición de Alfons Rodríguez sobre los supervivientes en Sierra Leona. Una sucesión de fotografías que duelen acompañadas por textos en los que el autor explica la situación real de cada una de las personas a las que retrató.

Y ante todo esto, ¿qué hemos aprendido?

Explicaba Eduardo Celades, médico de familia y salud comunitaria que estuvo en varias ocasiones sobre el terreno que la comunidad internacional y los países afectados comenzaron a tomar medidas de forma muy desordenada y quedó claro que no estábamos preparados para una epidemia como ésta.

Quedó claro que se sabía poco sobre el virus, que existían muchas dudas, que no se habría trabajado lo suficiente con la población local y que la sociedad internacional no supo o no quiso reaccionar a tiempo. “Dimos muchísimos avisos, pero no hubo respuesta”, explicaba  Luis Encinas Pedrayes, responsable de proyectos y experto en atención a enfermos de ébola de Médicos sin Fronteras.  Además, por supuesto, faltó dinero. Si habitualmente los países hacen efectivo un 10% de lo que se promete en las grandes cumbres de ayuda, en este casi ni eso”. La epidemia se produjo en un contexto de crisis económica mundial en la que el ébola importó muy poco hasta que llegó al aeropuerto de Barajas y se dieron las primeras alarmas en Estados Unidos.

Buena parte de la información de este post  proviene de Médicos del Mundo y Médicos sin Fronteras, dos de las organizaciones que más han trabajado contra la epidemia en el terreno y que ahora continúan con sus labores de sensibilización. Médicos del Mundo ha lanzado la web http://www.sobreviviralebola.org  y el documental Sierra Leona Sobrevive (que se puede ver on line por partes ). Realizado por Patricia Simón, el documental entrevista a supervivientes, representantes locales, personal sanitario y vecinos de Freetown para ayudarnos a comprender lo que la epidemia supuso para Sierra Leona.

Por otra parte, he utilizado datos del libro ‘Más allá de ébola. Una aproximación multidisciplinar a una cuestión global’, en el que médicos, periodistas e  investigadores abordan lo que pasó con la epidemia de ébola desde diferentes puntos de vista. Un completísimo volumen para entender mejor lo que pasó durante la crisis.

Violencias contras las mujeres en África

La violencia ejercida contra las mujeres es amplia y diversa en todos los países del mundo. Por eso hablamos de ‘violencias’. Puede ser física, sexual, psicológica y económica; ejercida por la tradición o por las leyes; en el ámbito familiar o en el laboral, en el aula o en los patios. Y todas estas formas de violencia son la primera preocupación cuando hablamos de Derechos Humanos de las mujeres.

Porque no podemos hablar de derecho real a la educación cuando la violencia sexual en las escuelas, incluso por parte del profesorado, está altamente extendida e incluso aceptada. Ni de derecho a la sanidad cuando el parto es una de las principales causas de muerte en el África subsahariana. No podemos hablar de derechos cuando hasta hace muy poco, situaciones como «la violencia sexual ejercida en el marco de los conflictos, sobre todo contra las mujeres y niñas (aunque no de forma exclusiva), se consideraba casi como un mero daño colateral», tal y como señala este análisis de Patricia Rodríguez González .

Violencias contras las mujeres en África
Una mujer lidera una protesta contra Boko Haram en Nigeria. El secuestro de niñas se ha convertido en una nueva forma de violencia contra las mujeres.

No podemos hablar de igualdad dentro de la familia cuando las leyes de violencia contra las mujeres no protegen la integridad de la mujer sino la de la familia; es decir, cuando el objetivo final es reconducir la situación, volver las cosas a su estado original.

Y menos aún podemos hablar de igualdad ni de derechos en las sociedades que se enfrentan a situaciones de conflicto o post conflicto. En este contexto, son habituales la violación como arma de guerra, la trata de mujeres con fines de explotación sexual, el reclutamiento de niños y niñas soldados… Pero además, es entonces cuando las violencias que se dan en el hogar quedan más invisibilizadas si cabe: los abusos sexuales en la familia, el matrimonio infantil, la violencia en el hogar…

Todo ello unido a los estigmas que provoca ser una víctima. Es cruel, es inhumano, pero sucede. La reintegración de una mujer violada, abandonada por su marido por no poder tener hijos o utilizada como niña esclava es extremadamente difícil. La tradición, los bulos, las supersticiones o las creencias caen sobre ellas como una losa y su situación se hace casi imposible de superar incluso cuando las leyes están de su parte, cosa que, por otra parte, sucede en pocas ocasiones.

Según datos de 2013, África era la zona del mundo con mayor porcentaje de maltrato a las mujeres (45,6%), pero además tenemos la ablación, la violación como arma de guerra, la discriminación a la hora de ocuparse de las tareas del hogar y de los hijos, las dificultades de acceso a la educación, la falta de oportunidades… y tantas otras cosas que hacen necesario que se siga trabajando, mucho, para avanzar en igualdad.

Fatou Diome, escritora senegalesa

21/06/2016.- Fatou Diome es una escritora senegalesa, nacida en 1968 en la isla de Niodor (Senegal). Diome no conoció nunca a sus padres, fue criada por su abuela y, se enamoró pronto de la Literatura francesa. Estudió en la Universidad de Dakar, se casó con un francés y se instaló en la ex metrópoli. Su matrimonio duró poco pero ella continuó en Europa, estudiando letras francesas y a su compatriota senegalés Ousmane Sembène, sobre quien realizó su tesis doctoral, titulada: “El viaje, los intercambios y la formación en la obra literaria y cinematográfica de Ousmane Sembène”.

Fatou Diome, escritora senegalesa
Fatou Diome, escritora senegalesa, autora de libros como ‘El vientre del Atlántico’ y ‘Las que aguardan’, sobre migraciones.

En el año 2001 publicó su primera colección de relatos: La Préférence nationale, y poco después su novela El vientre del Atlántico, se convirtió en un bestseller en Francia, lo que le llevó a ser ser traducida a varios idiomas más. En ella comenzaba a tratar ya el que sería un tema recurrente en su carrera: la inmigración africana en Europa. En ese caso, cuenta la historia de Salie, una inmigrante senegalesa instalada en Francia y la de su hermano pequeño, decidido a seguir sus pasos.

Después publicaría Kétala (2006) y, en 2010, Las que aguardan, de la que ya hemos hablado en el blog, que volvió a ser un éxito. Ha visitado varias veces España, dentro del programa Letras Africanas, y en sus conferencias habla siempre alto y claro sobre los temas que le interesan: las mujeres, la migración, la desigualdad.

Además, ha trabajado en la Universida d de Estrasburgo y ha presentado diversos programas de televisión en Francia. En los últimos meses, ha alcanzado cierta notoriedad por sus intervenciones televisivas. Así, en un artículo publicado en febrero de 2016 en la edición belga de Café Babel, la describían como ‘la sensación’, por la pasión con la que argumenta y defiende sus ideas, ya sean sobre refugiados o migraciones. Temas en los que ha mantenido una postura muy beligerante contra la política migratoria de la Unión Europa, y Francia en particular.

Este es el vídeo en el que la escritora arroja unas cuantas verdades a la cara de los espectadores.

Cuatro décadas de la matanza de Soweto

De Soweto hemos hablado mucho en este blog, pues es imprescindible para conocer la historia de Sudáfrica durante el Apartheid. Y este año no podía ser menos.

Revuelta de Soweto: estudiantes manifestándose
Los estudiantes de Soweto se manifestaron el 17 de junio de 1976 con rudimentarias pancartas en las que se podían leer lemas como «El afrikaans es el idioma del opresor».

El pasado 16 de junio de 2016 se conmemoraban 40 años de la matanza contra los jóvenes estudiantes que se rebelaron contra el Apartheid y su intención de imponer el afrikaans en las escuelas. Sudáfrica, que instauró esta fecha como el Día de la Juventud, y que cada año celebra desfiles para recordar el momento, lo ha hecho en esta ocasión más intensamente si cabe, aprovechando la efeméride.

Se han depositado flores en el museo de Hector Pieterson, se han organizado charlas y conferencias y la historia se ha repetido en las televisiones y las redes sociales. Además, muchos han relacionado aquellas protestas con las de la actualidad, pues los jóvenes llevan meses manifestándose contra la imposición de unas elevadas tasas universitarias que impedirían a muchos asistir a clase y que dejan clara la desigualdad que todavía hoy existen en Sudáfrica.

También el resto del mundo ha recordadado este momento: lo ha hecho The Guardian preguntando a los sudafricanos y británicos qué recuerdan de aquel día; lo ha hecho Casa África, inaugurando la exposición ARtivismo, una exposición de 48 carteles sobre el papel de la cultura en la lucha antiapartheid (también hablamos de ello en este blog) , y lo han hecho los medios nacionales.

Y, por supuesto, lo hemos hecho en este blog. Por mi parte, he tenido el placer de contarlo para La Aventura de la Historia y de colaborar con el programa Travesías, que dirige María Eulate, en Radio 5.

Aprovecho esta entrada para reproducir algunas partes y compartir algunas de las imágenes que también se hicieron aquel día pero que no dieron la vuelta al mundo, como pasó con la del periodista  Sam Nzima (que, por cierto, tiene una historia fascinante: después de tomar la imagen que se iba a convertir en el icono de la protesta, tuvo que dejar el periodismo, volver a su ciduad natal y dedicarse a dar clases de fotografía, por el hostigamiento que sufrió él y su periódico, The World, que cerraría dos años más tarde).

Era una fría mañana de invierno en Soweto, un barrio sólo para negros, a las afueras de Johannesburgo. Un miércoles aparentemente normal, aunque los estudiantes llevaban ya semanas movilizados contra la intención del Gobierno de hacer efectiva la ley de Educación Bantú que obligaba a estudiar en afrikáans al menos la mitad de las asignaturas.

 Desde primera hora de aquel 16 de junio de 1976, decenas de jóvenes comenzaron a reunirse portando unas rudimentarias pancartas en las que se podía leer «Abajo el afrikaans, abajo la ley bantú» (que imponía lamentables condiciones educativas para la población negra) o «El afrikaans es el idioma del opresor». El objetivo era realizar una multitudinaria marcha y a eso de las 9.30 de la mañana, varios miles de estudiantes se encontraban ya en los alrededores del Orlando West High School.

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Cuatro décadas de la matanza de Soweto
Los Kaizer Chiefs son uno de los equipos de fútbol más conocidos de Soweto y, con este cartel, han querido recordar a los jóvenes, casi niños -algunos no tenían más de 12 años- que se rebelaron y perdieron la vida en la masacre de 1976.
Cuatro décadas de la matanza de Soweto
Uno de los afiches utilizados en las redes para recordar este día con el lema #YouthDay2016

Las que aguardan, de Fatou Diome

Las que aguardan, de Fatou Diome
Las que aguardan, novela de Fatou Diome, publicada en España por El Aleph / El Cobre.

Las que aguardan son las que se quedan, las que esperan y desesperan, las que cargan a cuestas con los hijos y la comida y el qué dirán y las noticias que corren de boca en boca pero no se cuentan, con el pescado que falta y el arroz que no sobra.

Las que aguardan son siempre mujeres, atrapadas en sus historias, sus tradiciones y sus quehaceres, con la obligación de hacer lo que está mandado: servir a la suegra, honrar al marido, parir muchos hijos, trabajar sin descanso y, ante todo, ser obedientes.

Las que aguardan son mujeres como Arame y Bounga, las madres; o Coumba y Daba, las esposas. Mujeres que guardan largos silencios porque hace ya tiempo que se quedaron sin nada que decir. Porque qué va a decir quien vive como viuda sin haber enterrado a nadie; qué va a contar quien aguarda a un hijo de quien ni siquiera es seguro que esté vivo.

Las que aguardan es un extraordinario relato de la otra cara de la migración, la de las mujeres y madres de los jóvenes que se lanzan hacia Europa; y una crónica minimalista de la vida cotidiana en un pequeña aldea senegalesa. Con sus paseos al pozo a por agua o al bosque a por leña; sus rivalidades entre coesposas y amistades entre vecinas; con sus dificultades para encontrar aceite o jabón y los enfrentamientos entre familias. Un relato que explica muy bien el estatus que da ‘trabajar en el Gobierno’, o en la capital, lo que significa ser un simple pescador frente al emigrante triunfante; la importancia del parecer y el peso de las tradiciones. Y, también, una mirada diferente al negocio de la inmigración. Desde un ángulo nuevo, del que poco sabemos aquí:

Algunas comerciales habían encontrado un nuevo filón (…) Era preciso comprar una gran piragua (…) Se compraban luego dos motores, te procurabas bidones de gasolina, equipabas la embarcación con todo el material de navegación… Luego, fijaban un precio por pasajero. Y hacían correr la voz de que se preparaba una salida hacia España. La noticia se extendía como un reguero de pólvora.

Un relato en el que, a pesar de estar apegado a la cotidiano, Fatou Diome aprovecha circunstancias y realidades del día a día para dejar muy clara su postura sobre ciertos temas, como los microcréditos. Una realidad que describe a través de las dos protagonistas que se embarcan en uno de estos negocios a un razonable tipo de interés del 2%. Pero ellas, que no tienen experiencia de comerciantes ni olfato de tendero, pronto acumulan retraros y terminan recuirriendo a otros préstamos, de interés mucho menos razonable. Además, como bien la autora “tomar el 1% del sudor de aquellas mujeres que carecían de todo era indecente”. «El capitalismo humanitario no existe», dice la autora.

Deja también claro Diome el machismo imperante en la sociedad senegalesa, que es una constante a lo largo de todo el libro:

“Desde su boda, descubría el peso de sus obligaciones de esposa, su suerte de mujer, y aquello nada tenía que ver con lo que imaginaba de niña. Cuando vívía aún con sus padres, su madre la hacía participar en todas las tareas domésticas y cuando refunfuñaba, no faltaba la ocasión de recordarle que era una mujer (….) Sabía ahora lo que aquellas palabras querían decir: un grado militar en el trabajo y rango de fregona en el seno de la familia. (…) Coumba debía trabajar sin descanso, soportar a los cuñados, satisfacer sus caprichos…

Es firme también en su oposición a la poligamia y a aquellos que la aceptan bajo el prisma del relativismo cultural y las bondades de la ‘familia africana”. Y lo hace introduciendo un personaje patético, la mujer con la que se casa en Francia uno de los dos inmigrantes y con la que vuelve a pasar el verano a Senegal, donde le espera su primera mujer. En esta situación, la francesa afirma aceptar la poligamia jactándose de tolerante: “Ella, que podía elegir, decía, como una traidora, a las que estaban obligadas a someterse, que aquello de lo que se quejaban era muy soportable”, dice la narración. .

Habla también el texto de las políticas migratorias, de Frontex y de los gobiernos, del capitalismo y del egoísmo individual, de las pasiones internas y de los comportamientos exteriores, de los miedos y de los abusos, del pasado y del futuro. Un texto que te engancha desde el principio y que nos permite instalarnos en esa aldea de la “pequeña isla” y compartir por unos días el destino de Bougna y Arame, dos amigas bien distintas que luchan por vivir mientras cortan leña, lavan la ropa, preparan los alimentos, saldan deudas y dan de comer a sus familias. Porque para muchas “vivir no es más que intentar vivir”.

 

Jornadas africanistas en la Universidad de Sevilla

Jornadas africanistas en la Universidad de Sevilla
I Jornadas africanistas de la Universidad de Sevilla

os próximos 24 y 25 de mayo de 2016, la Universidad de Sevilla acogerá las I Jornadas Africanistas, organizadas por la Facultad de Comunicación. Serán dos días para hablar de África y de cómo contamos y representamos el continente, una mirada desde los medios de comunicación, los productos audiovisuales, el cómic, las ONGs e incluso la publicidad. Un encuentro multidisciplinar que pretende “sacar a África del Blanco y Negro”, tal y como reza el título, y que contará con la presencia de la Red Repensando África, que en el año 2012 editaron este estupendo libro.

Se hablará de China, de su presencia en el continente y de “África como escenario de combate por la hegemonía global” (debate a cargo de Mar Llera, profesora de Comunicación y coordinadora de Estudios de Asia Oriental del grupo compolíticas, y Miguel Ángel Martín, profesor de Relaciones Internacionales) .

Y hablaremos también de periodismo, del discurso predominante y de los medios alternativos, de aquellos que ofrecen otras voces y visiones. Una mesa en la que tengo la gran suerte de participar, junto a Pepe Bejarano, de Periodistas Solidarios de la Asociación de la Prensa de Sevilla, y Ana Díaz Ordaz, coordinadora de las jornadas.

Para terminar, el periodista e investigador Sebastián Ruiz, al que ya tenía ganas de escuchar en persona, hablará de las “Dinámicas y desarrollos de la Comunicación en África”.

Unas jornadas muy completas para celebrar el 25 de mayo, Día de África. Todo el programa se puede ver aquí.