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IV Convención África Existe, en la Complutense

El próximo 15 de diciembre, martes, la Facultad de Çiencias de la Información acoge la IV Convención África Existe, organizada por un grupo de estudiantes de periodismo decididos a contarle a sus compañeros que, frente a lo que a veces pueda parecer, África sí existe.

IV Convención África Existe, en la Complutense

Para ello, han organizado esta jornada, que se desarrollará a lo largo de la mañana, y en la que participarán diversas ONGs pero también, -no podía ser de otra manera en la Facultad de Periodismo- medios de comunicación sobre el continente, como es el caso de Mundo Negro. Un matiz importante para no hacer recaer el discurso sobre el continente en la voz de las ONGs; un tópico que ya de por sí implica una manera muy determinada de pensar y hablar sobre África. El objetivo de los organizadores, explica Tifanny, una de las coordinadores (son tres, pues la iniciativa forma parte de una asignatura en las que se propuso montar un evento real) es dar voz a organizaciones pequeñas, para que ellas también pudieran explicar su trabajo y hablar de tú a tú con otras de mayor entidad.

La jornada se estructura en torno a dos mesas redondas: «Seamos África», en la que participarán AMREF-Flying Doctors, una organización de larguísima tradición en África y que cuenta sobre todo con africanos en su plantilla; África Directo, que se centrará en el tema de la infancia; y Fundación Sur, dedicada a informar y promover estudios sobre África, y la  Asociación Museke, que tratará el tema de medios de comunicación.

En la segunda mesa, «Hablemos de África», se tratará el tema de los refugiados y el Sáhara; el emprendimiento en África y la comunicación que recibimos sobre el continente. Para ello contarán, entre otras, con la presencia de TYAD,  una pequeña organización que «tiene por objetivo mejorar la vida comunitaria en la región de Tongu, en Ghana, mediante el fomento del emprendimiento desde la educación y el trabajo con los jóvenes para logren la independencia económica», según me explica por correo electrónico Daniel Oliva, que hace las veces de portavoz de la organización en España.

Además, diversas organizaciones mostrarán su trabajo en los stands instalados en el hall del edificio nuevo de la Facultad, habrá mercadillo solidario y comidas tradicionales de diversos países africanos para comenzar a acercarse al continente.

Upfront: un recorrido visual por lo más terrible de nuestra historia reciente

27-11-2015 / Imágenes de 23 fotógrafos hispanos para documentar la vida y muerte de las personas en conflictos, catástrofes y realidades tan distintas como las de Siria, Haití, Irak, Guatemala o España.

 

               «El fotógrafo deja de existir.

La imagen queda quieta y en silencio,

condenada por siempre a recordar

el presente terrible de los hombres».

Gracia Morales

En un mundo en el que cada día se suben millones de imágenes a la red, fotografías de los temas más banales e insustanciales, hay algunas, unas pocas, que se clavan en la retina de quien mira, dispuestas, como dice el poema, “a recordar por siempre el presente terrible de los hombres”. Es el caso de las fotografías que nos presenta Upfront,  una exposición visual que nos hace transitar por lo más terrible de la historia más reciente de nuestro mundo: Siria, Irak, Haiti, Guatemala o España, con sus inmigrantes hacinados a las puertas de Melilla. Una exposición que impacta al visitante no sólo por sus imágenes sino también por su disposición: una sala completamente oscura, con las imágenes iluminadas y agrupadas de forma temática para realzar estas realidades que en ocasiones ya no prestamos atención.

Upfront: un recorrido visual por lo más terrible de nuestra historia reciente
La exposición presenta las imágenes agrupadas por temáticas, colgando de un techo invisible, e iluminadas en medio de la oscuridad absoluta de la sala.

Impactan las imágenes de guerra, sí, pero sobre todo las de países supuestamente en paz, como las fotografías tomadas en Guatemala: ésa donde uno mira tranquilamente la tele mientras los otros arreglan el cadáver de uno de los miles de muertos que cada día fallecen en el país, Un índice tan alto -17 homicidios por día- que ha hecho florecer el negocio de las funerarias, que se instalan ya en antiguos garajes, talleres o cocheras.

Duelen también las lágrimas de un inmigrante subsahariano, que llora consciente de su fracaso, sabiendo que su aventura ha llegado al final, minutos antes de ser trasladados desde Nador (Marruecos) a la frontera con Argelia, donde serán abandonados a su suerte en medio del desierto del Sáhara.  Y más miedo aún que las imágenes donde vuelan las balas o se multiplican los muertos da esa otra en la que vemos a un niño iraquí, de poco más de siete u ocho años, jugando con una pistola mientras una comandante del ejército estadounidense le toma una foto  ¿En qué futuro nos hace pensar esta imagen?

Upfront: un recorrido visual por lo más terrible de nuestra historia reciente
La comandante Megan McLung toma una fotografía del hijo de uno de los más importantes líderes tribales en Ramadi, un nuevo aliado del ejército estadounidense en la zona. (...) Una hora después de esta foto, la comandante McLung moría en una emboscada, víctima de un explosivo Ramadi, Iraq. Noviembre de 2007./ Foto y texto: Alvaro Ybarra Zavala

Una exposición, en definitiva, dura pero necesaria para pararnos a reflexionar en la realidad de este mundo, que a veces vemos pasar demasiado rápido por televisión. Una muestra que es, además, una llamada de atención sobre el mundo del periodismo, sobre la importancia de estos fotógrafos que se marchan con lo puesto a cubrir el conflicto allá donde surge. Mujeres y hombres como Arian Cubillos, Manu Bravo, Catalina Martín- Chico, Luis de Vega u Olmo Calvo, entre otros, que viajan y se buscan la vida como pueden, aún a sabiendas del riesgo que corren y lo que se paga por una foto. Una muestra para ayudarnos a responder algunas preguntas, como las que se hace Ramiro Villapadierna, impulsor y comisario de la exposición, actual director del Centro Cervantes en Praga, y corresponsal él mismo durante muchos años en Europa del Este: «Sabemos que una cámara es un arma de difusión masiva. Pero ¿tenemos hoy pocas o demasiadas imágenes? ¿Las entendemos? ¿Cuánto cuesta una imagen? ¿Una vida vale una portada? Y no informar ¿cuánto nos cuesta?»

Upfront: un recorrido visual por lo más terrible de nuestra historia reciente
Una funeraria improvisada en un antiguo taller de coches en Guatemala, donde se producen 17 asesinatos al día. Foto: Rodrigo Abd

La exposición se puede ver en Madrid, en el Centro Conde Duque, hasta el próximo 31 de enero. A partir de entonces, la muestra viajará por otras ciudades de España y del mundo, pero para quien no pueda acercarse, las imágenes también están disponibles on line en la web: www.upfront.es

La nueva ruta migratoria de los sirios pasa por el Magreb

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La desesesperación puede a veces más que la razón. Y desesperación es precisamente lo que sienten los miles de sirios que llevan meses huyendo de su país y que ven cómo cada día se les cierran las puertas para instalarse en la Unión Europea. Mientras unos países cierran fronteras, otros anuncian nuevas vallas y los más intentan negociar a la baja el número de refugiados que ‘les toca’ acocoger.

Ante esta vergonzante situación, como dice la presidenta de CEAR en País Vasco, algunos sirios han tomado una arriesgada y desesperada resolución: cambiar su ruta para intentar acceder a Europa a través del Magreb. Una auténtica locura que les lleva desde Beirut a Nouakchott, la capital de Mauritania (donde los sirios pueden entrar sin necesidad de visado) y de ahí a Bamako y Gao, en Mali, de donde parten caravanas de traficantes con destino a Marruecos, Túnez o Libia (pasando por Níger), tal y como se puede ver en este mapa realizado por Irin News.

 

La nueva ruta migratoria de los sirios pasa por el Magreb
Ante el cierre de fronteras de los países orientales de la Unión Europea, algunos sirios intentan acceder a España o Italia a través del Magreb. Mapa: Irin News

 

Un viaje que probablemente les llevará semanas, en el mejor de los casos, y en el que las posibilidades de llegar con vida son inciertas.  Por no hablar de que este viaje no asegura, ni mucho menos, la entrada definitiva a Europa, como ya sabemos por los cientos de subsaharianos que se hacinan en Marruecos sin posibilidad de dar el ansiado salto a España.

 

La única ventaja para los sirios es que generalmente tienen una mejor situación económica que la de los migrantes subsaharianos, por lo que pueden encontrar mejores condiciones de viaje. “A lo largo del camino, los migrantes sirios están transformando la vida de estos pueblos remotos”, explica la autora del artículo, Katarina Höije. “En un país donde la mayoría de la población vive con menos de dos dólares al día, los sirios, que pueden permitirse pagar un servicio de más calidad, son bienvenidos”. De hecho, según explica Höije, este tráfico se está convirtiendo en un floreciente negocio en la zona.

Los riesgos, en cualquier caso, son inmensos, pero la alternativa es la nada; quedarse varados en algún lugar del camino, viendo cómo las fronteras se cierran a su paso. Y en esta complicada situación, lo único seguro es que las personas que huyen de la guerra o de la miseia no van a quedarse parados. Van a seguir viniendo, sea por mar, tierra o aire. Así que va siendo hora de que la Unión Europa, -los dirigentes y los ciudadanos- nos pongamos en serio a buscar una solución, que necesariametne tiene que tener dos patas: organizar la acogida, siendo conscientes de que las cifras aumentan cada día (en lo que va de año ya han llegado más de 800.000 personas); y cambiar las reglas del juego para que, de verdad,  permitamos el desarrollo de otros países. Sólo así estas rutas, que tantas veces se convierten en tumbas, dejarán de tener sentido para ellos.

El aceite de palma en África: de plantaciones familiares a grandes corporaciones

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Como ya hemos dicho en otras ocasiones, el problema del aceite de palma no es ni mucho menos el producto en sí, sino el modelo de producción que se está extendiendo por todo el mundo. En África, cuna de la palma aceitera, el caso es paradigmático. La palma se ha producido históricamente de forma artesanal en muchos países de la franja occidental, sirviendo no sólo de alimento sino también como loción para el cuerpo y como recurso medicinal para ciertas fracturas o picaduras de serpiente. La palma ha sido, de hecho, base de la economía de muchas poblaciones y recurso económico especialmente para las mujeres, que se ocupan de todo el proceso: desde la recolección hasta su venta, ya transformado, en los mercados locales: se trata de un producto muy valorado, especialmente algunas de sus variedades, para la preparación de numerosos platos.

El aceite de palma en África: de plantaciones familiares a grandes corporaciones
Una abuela y su nieta machacando la nuez de la palma aceitera para extraer el aceite y utilizarlo a modo de loción, en una zona interior de Togo. Foto cedida por Rafael Cabanillas, de quien ya hemos hablado en este blog.

En estas plantaciones tradicionales, las palmeras de aceite crecen generalmente de forma semisalvaje, junto a otros cultivos como las bananas, el cacao, o el café. De hecho, la variedad preferida en estas plantaciones familiares es una muy concreta, que ofrece menor rendimiento que las variedades modernas, pero que tiene una ventaja: sus grandes hojas producen menos sombra (las plantas de palma pueden llegar a medir hasta 20 metros) y por ello no dañan el crecimiento de los otros cultivos que están junto a ellas.

Salvando las particularidades de cada comunidad, esta forma de cultivo tradicional se da en una amplia franja de países, que van desde Angola o Benín pasando por Madagascar, Uganda, República Centroafricana, Santo Tomé o Sierra Leona.

Sin embargo, las cosas han comenzado a cambiar en los últimos años. Grandes empresas, principalmente de Singapur, China y alguna europea, han puesto sus ojos en África para sus nuevas plantaciones de palma. Según un estudio de la ONG Grain, en los últimos 15 años se han firmado 60 acuerdos para la compra de cuatro millones de hectáreas África occidental y central. Datos confirmados por The Economist, que citando a Harman, una compañía de investigación británica, afirma que “en la pasada década se han arrendado 1.8 millones de hectáreas de tierra para plantaciones de aceite en África occidental y la cuenca del Congo, y otros 1,4 millones de hectáreas están en proceso”.

Ante esta expansión, África se enfrenta al dilema de siempre, cómo crecer y crear riqueza y hacerlo de manera sostenible. Lo dijo muy claramente la ministra de finanzas liberiana, Amara Konneh: “Por supuesto que estamos preocupados por las consecuencias ecológicas, pero tenemos que hacer crecer la economía. Tenemos que crear trabajos”. Y en esta disyuntiva, han surgido en el continente dos discursos enfrentados:: aquellos que están a favor del aceite de palma,-llegando a sugerir que la ‘diabolización’ del aceite de palma es una forma de proteccionismo de los mercados europeos-, y quienes se oponen, generalmente campesinos, que ven cómo las tierras en las que han trabajado desde hace siglos están siendo vendidas, de manera generalmente opaca, a multinacionales extranjeras.

Un caso muy claro es el de Feronia y sus 107.000 hectáreas de aceite de palma en República Democrática del Congo, Un caso que la ONG Mundubat retrató a la perfección en su informe ‘La Diosa Desnuda. De cómo las empresas acaparadoras de tierras son rescatadas por fondos de cooperación al desarrollo’. Os recomendamos leerlo completo, porque tiene todo los ingredientes para convertirse en un caso paradigmático de acaparamiento de tierras: los campesinos no han sido informados -ni convenientemente compensados- de la venta de sus tierras; los salarios de los trabajadores son de entre uno y dos dólares al día – y “los empleados viven en casa a punto de desmoronarse”, en palabras de Jean-François Mombia, responsable de la Red de Información y apoyo a las ONG de la RDC. (Por si fuera poco, este caso pone en cuestión también las políticas de ayuda al desarrollo europeas y la llamada “cooperación financiera responsable”, por las cuantiosas aportaciones que diversas agencias de cooperación europeas, la AECID entre ellas, hicieron a Feronia a través del fondo Africano para la Agricultura, pero eso es otra historia, de la que hablaremos detenidamente en otro post.,.) .

Mientras tanto, y volviendo al aceite de palma, lo cierto es que hemos escuchado y leído historias similares a las de Feronia en Sierra Leona, Nigeria, Ghana, Uganda y Camerún, entre otros países. Y son estas realidades las que queremos investigar. Para hacerlo posible hemos lanzado este proyecto de Crowdfunding, y por ello os animamos a colaborar. ¡Gracias de antemano! Podéis ver toda la información aquí:

El aceite de palma en África

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Si viajas por África occidental, es muy probable que te encuentres con mujeres haciendo vino de palma en sus casas y que pruebes diferentes platos bien aliñados con aceite de palma. Es un ingrediente esencial de muchos platos tradicionales y muy apreciados por la población local. Además, en algunos países, como Camerún, las semillas de palma se tuestan para producir un aceite llamado magnanga, famoso por sus numerosos usos medicinales, y en otros lugares se utilizan también para elaborar jabón, ungüentos y cremas de masaje.

Mujer aceite de palma RDC
Una mujer prepara aceite de palma para consumo alimentario y produccion de jabón en Kisangani, Provincia Orienta, República Democrática del Congo. Enero de 2015. Foto: Photo MONUSCO/Abel Kavanagh

Es, en definitiva, una planta “de la que se aprovecha todo” y un producto que las poblaciones locales han consumido desde tiempos inmemoriales, a partir de plantaciones semi-silvestres que crecen intercaladas con otras cosechas. La Elaesis guineensis, que es como se denomina científicamente, tiene su origen en los bosques tropicales húmedos que bordean el golfo de Guinea en África Occidental y Central. La especie es endémica de Sierra Leona, Liberia, Costa de Marfil, Ghana, Togo, Benín, Nigeria, Camerún y de las zonas ecuatoriales de Gabón, República del Congo, República Democrática del Congo y Angola; además, se reproduce fácilmente, prolifera naturalmente y no necesita ser plantada: las semillas son diseminadas por animales y por la gente en el momento de la cosecha, según explican en el informe Palma aceitera y desafíos al desarrollo.

El vino de palma, por su parte, generalmente conservado y servido en calabazas, tiene un papel importante en muchas ceremonias en algunas zonas de Nigeria y otros países como Ghana o Sierra Leona y su presencia se ha dejado notar incluso en la literatura africana  hasta el punto de que el escritor nigeriano Amos Tutuola llegó a dedicarle un libro “El bebedor de vino de palma”, que comienza así:

“He sido un bebedor de vino de palma desde que tenía diez años. No he hecho otra cosa en mi vida que beber vino de palma. En aquellos tiempos el único dinero que conocíamos eran los caracoles, así que todo era muy barato y mi padre era el hombre más rico del pueblo. Mi padre tenía ocho hijos y yo era el mayor. Todos los otros trabajaban muy duro, pero yo era un maestro bebiendo vino de palma»

Sin embargo, en los últimos años el paisaje asociado al aceite de palma está cambiando a marchas forzadas. Con el nuevo milenio, comenzó a llegar a África la ola de las grandes plantaciones (de la mano de empresas asiáticas sobre todo, pero también europeas y estadounidenses) y aunque su extensión se encuentra muy lejos todavía de las magnitudes alcanzadas en países como Indonesia, comienza a despertar las dudas de asociaciones de campesinos y medioambientales que ven cómo un ingente número de tierras están siendo adquiridas por empresas extranjeras mientras que las plantaciones ya en marcha no son todo lo positivas que cabría esperar (desde salarios de un dólar al día hasta campesinos que han sido despojados de sus tierras sin compensación alguna pasando por procesos opacos de compra y grandes extensiones que han sido deforestadas pero todavía no han empezado a explotarse). Una amenaza de la que ya hablaba Chema Caballero hace unos meses haciéndose eco de la alerta lanzada por los científicos de la Society for Conservation Biology.

Según un estudio de la ONG Grain, en los últimos 15 años se han firmado 60 acuerdos para la compra de cuatro millones de hectáreas África occidental y central. Datos confirmados por The Economist: “en la pasada década se han arrendado 1.8 millones de hectáreas de Tierra para plantaciones de aceite en África occidental y la cuenca del Congo, y otros 1,4 millones de hectáreas están en proceso”.

Ante esta expansión, África se enfrenta al dilema de siempre, cómo crecer y crear riqueza y hacerlo de manera sostenible. Lo dijo muy claramente la ministra de finanzas liberiana, Amara Konneh: “Por supuesto que estamos preocupados por las consecuencias ecológicas, pero tenemos que hacer crecer la economía. Tenemos que crear trabajos. Cómo hacerlo de forma sostenible es en lo que estamos luchando”.

El proceso es todavía relativamente nuevo y en él se entremezclan procesos de acaparamiento de tierras, destrucción de ecosistemas y problemas medioambientales. Aunque también hay voces africanas que afirman que las plantaciones de palma son una oportunidad para el desarrollo, capaces de crear puestos de trabajo y desarrollar la economía, y que además tienen una ventaja comparativa respecto a otras plantaciones, puesto que sus altos rendimientos permiten producir más en un menor número de hectáreas de cultivo, lo que reduciría la presión sobre los bosques.

Disyuntivas como ésta son las que queremos investigar en Carro de Combate, un proyecto en el que participo desde hace casi dos años, y en el que nos hemos propuesto estudiar las plantaciones de aceite de palma en el Sudeste Asiático (donde se produce actualmente más del 80% del aceite de palma mundial), en América Latina (Colombia y Ecuador sobre todo), y en África. En la investigación entran en juego otras aristas, como el modelo de consumo que llevamos, el uso de biocombustibles para mantener nuestro nivel de consumo de energía (buena parte del boom de la palma se debe, precisamente, a que es un buen material para alimentar nuestros coches) y el tema de la salud: el 50% de los alimentos procesados que compramos en el supermercado llevan aceite de palma.

Es un tema amplísimo, como veis, y para hacerlo posible, hemos lanzado un crowdfounding y pedimos vuestra ayuda. Aquí te contamos todo sobre el proyecto y respondemos a tus preguntas. Y si os interesa el tema, os invito a apoyarnos (todas las colaboraciones son bienvenidas, ¡no hay aportación pequeña!) y a difundir el proyecto. ¡Muchas gracias!

Os iremos informando.

Migrantes hacinados en Malawi en su camino hacia Sudáfrica

Muchas veces hemos hablado de los movimientos migratorios internos en África, un fenómeno poco conocido pero que afecta a un número mucho mayor de personas que las migraciones entre África y Europa.

Dentro del continente, existen varios ‘polos de atracción’ de migrantes económicos y uno de ellos es, sin duda, Sudáfrica. Este país atrae a ciudadanos de países vecinos (Mozambique, Zimbabue, Angola y, por supuesto, Lesotho y Swazilandia), pero también a personas de lugares tan lejanos como Etiopía o Somalia. Y son éstos quienes más dificultades y violaciones de derechos humanos sufren en su camino hasta Eldorado del Sur. Además de la distancia y la falta de recursos, los migrantes se encuentran también con los impedimentos impuestos por algunos de los países de paso, tal y como sucede en Malawi, por ejemplo, según denuncia un informe de Médicos del Mundo.

Malawi envía directamente a prisión a todos los migrantes arrestados por la policía por entrada ilegal en el país. Prisiones donde malviven junto a delincuentes firmemente condenados, hacinados en celdas de hasta 147 personas, en lamentables condiciones higiénicas -hay un grifo para cada 900 personas y una letrina para cada 120-, y sin apenas alimentos. En esta situación, «muchos de ellos presentan desnutrición, neumonía, paludismo y úlceras por presión”, según el informe, ya que no pueden apenas ni tumbarse para dormir.

 Prisioneros esperando autorización para salir a los espacios communes, después de 14 horas en la celda, en la prisión de Chichiri (Blantyre). El hacinamiento es un problema crónico en Malawi. En esta prisión de la imagen fue construida para unos 800 prisioneros, pero en la actualidad malviven en ella unos 2000. Foto: © Luca Sola / MSF
Prisioneros esperando autorización para salir a los espacios communes, después de 14 horas en la celda, en la prisión de Chichiri (Blantyre). El hacinamiento es un problema crónico en Malawi. En esta prisión de la imagen fue construida para unos 800 prisioneros, pero en la actualidad malviven en ella unos 2000. Foto: © Luca Sola / MSF

«Vengo de un lugar llamado Hosana (en Etiopía), que es principalmente rural. Allí la gente se dedica a la agricultura. En mi región no hay comida y la sequía es continua. Trabajé en Sudán del Sur durante dos años. Iba de un lado a otro, haciendo lo que podía: agricultura, pequeño comercio y transporte de mercancías. Pero, ¡ay!, ese no es un país pacífico. (…) Gané lo suficiente para seguir moviéndome, y por medio de Sudán del Sur me fui a Uganda y luego a Kenia. Tenía poco dinero, el suficiente para pagar un viaje en camión a Tanzania. Sí… Quería ir a Sudáfrica porque allí puedo trabajar y ganar dinero de verdad. […] Cuando llegué a Malawi me arrestaron. (…). Me trajeron a Maula… Yo había llegado a Malawi en octubre de 2014 y me detuvieron en algún momento en noviembre o diciembre, después de un mes en el país. No hubo un juicio, no. Ya llevo muchos meses aquí. Nueve meses, creo. ¿Cuánto tiempo más tengo que quedarme?”. Es el testimonio de Tasfaya Lanago, de tan sólo 18 años, recogido por Médicos sin Fronteras gracias a que gestiona la clínica de la prisión. Todos los entrevistados hablan de detención por ‘entrada ilegal’, y todos se quejan de las infames condiciones de vida en la prisión, en la que están sin haber cometido ningún delito.

Se calcula que en la prisión de central de Maula, en Lilongwe, capital de Malawi, hay más de 200 etíopes, todos encarcelados en las mismas circunstancias, detenidos en el tiempo cuando ya estaban más cerca de llegar a Sudáfrica, un destino donde, en caso de llegar, su vida no será tampoco fácil, pero donde tenían puestas sus esperanzas. Ahora, después de meses hacinados en Maula, algunos ya no tienen ni ganas de proseguir su viaje, sólo quieren volver a casa: «Ahora veo cómo son las cosas. Es demasiado difícil. Aquí en la cárcel dejas de sentirte un ser humano. Lo hemos perdido todo… Mira, los zapatos que tengo me los dio un amigo en Dzaleka. He pasado por el bosque y lo he perdido todo. Dormimos sobre un suelo de cemento. Por la mañana nos duele todo. Y lo que nos dan de comer es malo, muy malo. No hay jabón., no hay nada. Rezamos todos los días para volver a ser libres pronto», explica Abebe Aleme. Emmanne Shahah confirma sus palabras: “Cuando salga de aquí quiero regresar a Etiopía. Ya no tengo energías para seguir el viaje».

Sin embargo, no volverán indemnes. Algunos han contraído una deuda para pagar su viaje: ya sea en Etiopía o a través de lo que llaman “el receptor”, alguien que les está esperando en Sudáfrica con un trabajo en su tienda o negocio. “Él paga el viaje. El mío pagó 70.000 Birr (aproximadamente 3.378 USD) y ahora tengo una deuda”, explica Shahah. “Mis amigos tienen también un receptor”, asegura. La salida de Malawi, ya sea hacia su país de origen o finalmente a Sudáfrica, no será fácil para ellos.

El reparto de alimentos sólo se realiza una vez al día en las prisiones de Malawi, lo que a menudo provoca enfrentamientos por la comida entre las personas encarceladas.
El reparto de alimentos sólo se realiza una vez al día en las prisiones de Malawi, lo que a menudo provoca enfrentamientos por la comida entre las personas encarceladas. Foto: © Luca Sola / MSF

Las mujeres y Boko Haram

Dos noticias de estos últimos días vuelven a llamar la atención sobre Boko Haram. El 20 de agosto, un comunicado de Médicos sin Fronteras nos recordaba que miles de personas de Nigeria han huido hacia el norte de Camerún, y cada día están llegando entre 100 y 200 refugiados al campamento de Minawao, que ya acoge a unos 45.000 personas. Del mismo modo, también unos 90.000 cameruneses de la zona fronteriza con Nigeria se han visto obligados a huir de sus hogares. “Solo en el noreste de Nigeria, cerca de 1,4 millones de desplazados han tenido que abandonar sus hogares; unas 170.000 personas han huido a los países de vecinos de Camerún (56.000), Chad (14.000) y Níger (100.000). Al menos 1.300 personas han muerto durante este año”.

Refugiados nigerianos esperando a ser registrados en el campo de Minawao (Camerún). Foto: Tristan Pfund / MSF
Refugiados nigerianos esperando a ser registrados en el campo de Minawao (Camerún). Foto: Tristan Pfund / MSF

Mientras tanto, continúan los secuestros de niñas y mujeres –más de 2.000 se encuentran todavía retenidas, según Amnistía Internacional, ylos atentados que semana sí y semana también explotan en los mercados o autobuses de la zona que controla Boko Haram.

En este contexto, han empezado a destacar las acciones terroristas cometidas por mujeres, en muchos casos niñas, que son enviadas a los mercados o estaciones de autobuses para perpetrar ataques suicidas. El uso de mujeres se debe no sólo a que consiguen pasar desapercibidas más fácilmente, sino también a que Boko Haram ha visto en ellas un nuevo arma de propaganda: los medios de comunicación prestan más atención a estos casos y la comunidad internacional parece serntir todavia más repugnancia.

Generalmente, tanto en Nigeria como en el resto del mundo, asumimos que estas mujeres están realizando este tipo de actos por coerción. Está claro que en los casos de niñas de 10 años no hay otra explicación posible, sin embargo, me ha llamado la atención esta reflexión de Claire Wilmot, becaria del programa africano del Think Tank Council on Foreign Relations.

Las mujeres y Boko Haram
Un soldado nigeriano junto a un grupo de mujeres liberadas del cautiverio de Boko Haram, en Sambisa. EFE

Según ella, y citando a “al menos una fuente creíble en el noreste de Nigeria, la mayoría de mujeres de Boko Haram están actuando voluntariamente (las cursivas son mías). Estas mujeres se habrían convertido en suicidas para vengar la muerte de sus esposos o parientes, así como con el objetivo de reunirse con ellos después de la muerte. La fuente consultada por Claire Wilmot asegura, además, que las mujeres que han sido secuestradas o viven en zonas controladas por Boko Haram ven pocas, sino ninguna, perspectivas de volver a la vida ‘civil’, a su vida normal. La mayoría cree que, incluso en el caso de ser rescatadas, vivirán el ostracismo de sus comunidades y nadie querrá casare con ellas. “En un contexto de pérdida y desesperación, el martirio se convierte en una opción aceptable”, explica la investigadora, cuyo texto se puede leer completo aquí.

En efecto, durante estos secuestros las mujeres se ven sometidas a condiciones de brutalidad y esclavitud sexual en la mayoría de los casos, por lo que la vuelta a una vida normal es impensable para ellas.  Es difícil entonces decir que se trate de una acción voluntaria; más bien sería una voluntariedad movida por la desesperación, pero sea como sea, el caso es que se trata de una realidad que también afecta a las mujeres que están sufriendo el conflicto de Boko Haram, y que también ha de ser tenida en cuenta a la hora de trabajar con ellas: “Tratar a las mujeres y niñas sólo como víctimas pasivas puede llevar a un entendimiento incompleto de los conflictos y, por lo tanto, promover inadecuados procesos de paz. Solo mediante proyectos de construcción de paz que contengan estrategias inclusivas de género se podrán construir un futuro que deje fuera a los extremismos», dice Wilmot.

Es un tema extremadamente complicado que nos recuerda, una vez más, cómo las mujeres son utilizadas como campo de batalla (esta vez es en Nigeria, pero ha sucedido también en muchos otros países),  creando una fractura social que será dificil superar.

Recursos para ver y leer sobre el África actual

El fin de semana pasado participé en el encuentro sobre África que organizó Tau Donosti en Aránzazu. Un lugar increíble y un montón de personas interesadas por conocer otra visión de África, intentando, eso sí, no caer en la versión idílica de un continente en el que ‘todo va bien’, como criticaba hace poco Afribuku.

Al terminar la charla, algunos de los asistentes me preguntaron por libros, cortos, materiales para conocer esta vida cotidiana de la que hablamos. Les prometí que se los enviaría, así que aprovecho para colgarlos también aquí. Son sólo una selección de materiales que he visto o leído, hecha a bote pronto, totalmente subjetiva y en la que seguro que faltan muchos, así que ¡son bienvenidas las recomendaciones!. Ahí va:

1.- Literatura africana para conocer la vida cotidiana

  • ATA AIDOO, Ama: Changes. Heinemann. African Writers Series. 1991. (En todos sus libros retrata a la mujer africana moderna).
  • BÂ, Mariama: Mi carta más larga. Considerado un clásico, trata de la condición social de la mujer en Senegal. SE publicó en 1979, por lo que es especialmente útil para conocer la vida de las mujeres africanas en los años 70 y 80. Hoy las cosas han cambiado mucho, pero su lectura sigue siendo más que recomendable.
  • CHIZIANE, Pauline: Niketche, una historia de poligamia, Editorial El Cobre. Muy recomendable. Divertida, ácida, irreverente. Leer más aquí.
  • COUTO, Mía: Venenos de Dios, remedios del Diablo. Editorial Txalaparta, 2001
  • DARKO, Amma: Más allá del horizonte. Ediciones del Cobre. (Libro de 1991, sobre la emigración de una joven africana a Alemania).
  • DIA, Mamadou: 3052.Ed. Fundación Cepaim. 2011. Relato del viaje de un inmigrante senegalés de las costas de Dakar a Canarias. En la introducción encontramos un brevísimo relato de su vida y su familia en su pueblo, Gandiol.
  • NGAGANG, Patrice: Tiempo de perro, sobre la vida en Yaoundé (Camerún), enlos años 90.
  • NGOZI ADICHIE, Chimamanda: Algo alrededor de tu cuello. Literatura Random House. / Americanah. Literatura Random House.
  • ORSENNA, Erik: Madame Bâ. Le livre de poche.2002 (Es un autor francés pero relata con maestría la vida de una mujer africana que escribe una carta al presidente del Gobierno de París).

Hay muchas más disponibles en castellano. Echadle un vistazo a la Colección de Literatura de Casa África y por supuesto al blog de Literafrica.

2) Películas africanas para conocer la vida cotidiana

  • Aya de Youpougon: Aya, Djoua y Bintou son tres amigas del barrio de Yopougon, en Costa de Marfil. Son jóvenes, guapas y tienen ganas de hacer cosas: una prefiere bailar, otra salir con chicos, y otra estudiar para ser algo más que un ama de casa. Tráiler aquí. (La película entera se puede encontrar también por YouTube, pero sin subtítulos). Más sobre cómics aquí.

    Recursos para ver y leer sobre el África actual
    Aya de Youpong, una serie basada en el cómic homónimo, sobre la vida de tres amigas en la capital de Costa de Marfil.
  • Maama Emerre: (Las vendedoras de comida) Corto documental de 10 minutos dirigido por la keniata Zipporah Nyaruri y rodado en Uganda. Trata sobre las vendedoras ambulantes de las calles de Kampala, especialmente las que venden cocina preparada y plátanos.
  • Yesterday: una película sudafricana que se enfrenta con la realidad del Sida en una pequeña aldea rural. (Nominada al Óscar a mejor película de habla no inglesa en 2005)
  • Agencia de mujeres detectives de Botsuana. Producida por la BBC y basada en el libro del mismo nombre, del escocés Alexander McCall Smith. Narra la historia de “la primera mujer detective de Botsuana”. Es una mujer, soltera, que tras heredar un pequeño dinero de su padre decide poner en marcha una agencia de detectives. Como es de esperar, los primeros tiempos son difíciles, no consigue clientes y nadie confía en ella. Entre los temas que se tratan encontramos con el rol tradicional de la mujer frente a las ocupaciones modernas, la vida rural en Botsuana, la religión y creencias tradicionales, el problema del SIDA, los malos tratos, la infidelidad… El tomo puede parecer un poco simplista en ocasiones y quizás naíf, pero permite hacerse una idea de los problemas que ocupan y preocupan a la sociedad actual.
  • My Africa is: Una iniciativa que, a través de pequeños documentales, pretende dar a conocer la verdadera áfrica contada desde el punto de vista de sus protagonistas. Cada episodio está rodado en una localización diferente, de Togo a Ghana pasando por Mozambique. Un proyecto liderado por dos mujeres, Nosarieme Garrick y Kathleen Bomani, que se puede ver aquí.
  • An African city: Una serie sobre mujeres de clase alta africanas, cuyos capítulos se pueden ver on line. Rodada en Ghana, trata temas de la vida cotidiana, desde el sexo al trabajo pasando por los alquileres de los pisos, la educación o los medicamentos.
  • La puerta de no retorno, Santiago Zannou. Sobre el regreso a su país, después de 30 años, de un beninés afincado en Madrid (el padre del director).

3) Fotografía y recursos en la redRecursos para ver y leer sobre el África actual

EveryDay Africa, Africa Show Boy o Andres Eisebo: proyectos que documentan el día a día en África de la mano de fotógrafos profesionales y aficionados que ponen sus instantáneas al alcance de todo el mundo. Plataformas para pasarse horas y horas mirando fotos.

Revistas digitales como AfroElleMagazine o New African Women Magazine.

4).- Libros: Ensayo (por autores extranjeros y africanos)

  • AGULLÓN, Carlos: “Addis, Addis. Una crónica casi urbana de la capital de Etiopía en el umbral del tercer milenio (2005-2012)”. Editorial Pigmalión.
  • CABALLERO, Chema: Los hombres leopardo se están extinguiendo. Editorial PPC. 2011
  • CABANILLAS, Rafael: Hojas de Baobab. Ed. Cuarto Milenio. 2010
  • CASTEL, Antoni y BAJO ERRO, Carlos: Redes sociales para el cambio en África. Casa África/ Catarata. 2013
  • DODWEN, Richard: Africa. Altered States, Ordinary Miracles.
  • JABARDO VELASCO, Mercedes: Migraciones y género. Cuando el continente africano se hace pequeño. (Se puede leer on line aquí).
  • KI-ZERBO, Joseph. “Â quand l’Afrique? Entretien avec René Holenstein”. Editions d`en bas. 2013.
  • LÓPEZ, Xaquín: “Las fronteras se Cruzan de noche”.
  • SANTA MARÍA, Antonio: ‘África en el horizonte. Introducción a la realidad socioeconómica del África Subsahariana’. Los libros de la Catarata, 2006.
  • VELASCO, Casilda y GARCÍA, Fernanda (Coords): Las mujeres en el África subsahariana. Antropología, literatura, arte y medicina. 2002. Ediciones del Bronce. En especial el capítulo de Jacqueline Ki Zerbo: La promoción social y económica de las mujeres en Burkina Faso.
  • VV.AA: “REpensando África: Perspectivas desde un enfoque multidisciplinar”. Se puede descargar gratuitamente aquí.
  • KABUNDA, Mbuyi (Coord.): África en movimiento. Migraciones internas y externas. Catarata / Casa África. 2012
  • VV.AA: África Subsahariana. Continente olvidado. Fundación Seminario Investigación para la paz. Colección Actas, 79. 2011.