Una de las nuevas carreteras que salen del aeropuerto Oliver Tambo hacia el centro de Johannesburgo, la R21, se conoce como “Albertina Sisulu Freeway”. Ayer, la mujer que dio nombre a la autopista murió a la edad de 92 años. Se trataba de Albertina Tetiwe, (después conocida como Sisulu tras tomar el apellido de su marido), una de las mujeres más importantes de la larga lucha contra el Apartheid.
“La casa de Albertina y Walter era como mi hogar. De hecho, durante varios meses, a principios de los 40, lo fue literalmente, ya que no tenía otro lugar al que ir. Siempre estaba llena de gente y continuamente se oía hablar de política”. Así recuerda Nelson Mandela la casa que los Sisulu tenían en Orlando y que, antes de la prohibición definitiva del CNA (Congreso Nacional Africano), sirvió de base de operaciones para los miembros del partido.
Nacida en 1918, en el Transkei, Albertina, la segunda de cinco hermanos, quedó huérfana muy joven y después de varios años ayudando a cuidar de la familia, decidió marcharse a trabajar como enfermera en prácticas a Johannesburgo, al Hospital para ‘no europeos’, como se conocía entonces a los que sólo atendían a negros.
En 1944 se casó con Walter Sisulu, el que sería líder del CNA y compartiría largos años de prisión junto a Mandela. Ese día, durante el enlace, alguien le recordó: “Albertina, ¿eres consciente de que te has casado con un hombre ya comprometido?. Walter se casó con la política mucho antes de conocerte”. Ella lo sabía mejor que nadie, pero nunca le importó.
Hasta entonces, Albertina no se había comprometido demasiado con la política, pero su trabajo de enfermera ambulante por distintos townships de la ciudad le hacía ver de primera mano las profundas injusticias de la Sudáfrica del Apartheid. Y tardó poco en entrar activamente en la lucha contra la segregación, integrándose en la Liga de Mujeres del CNA. Defensora a ultranza de la importancia de la enseñanza, no se cansó de decir que era clave “educar a las mujeres, porque ellas son las que más sufren, y sus hijos con ellas”.
Albertina Sisulu participó en la formación de la Federación de Mujeres de Sudáfrica en 1944, ayudando al lanzamiento de lo que entonces se llamó la Carta de Derechos, una serie de exigencias del ANC paraun cambio político. Al mismo tiempo, dirigió las manifestaciones y marchas que se oponían a la Ley Bantú -por la cual se establecía una educacion separada y, por supuesto, de mucho menor nivel para los negros (1953)- y lideró las protestas de las mujeres contra la exigencia de que éstas llevaran sus pases.
«Nunca tuve una vida cómoda»
En casa, era ella la encargada del sustento de la familia porque su marido Walter, vivía única y exclusivamente para el partido. En 1964, Walter Sisulu –al igual que Mandela- fue condenado a cadena perpetua y enviado a la prisión de Robben Island. Ella fue condenada a arresto domiciliario durante 10 años. “En todos aquellos años, nunca tuve una vida cómoda”, pero “esos fueron los peores”, recordó en una ocasión. Estaba sola con sus cinco hijos, y continuamente entrando y saliendo de prisión.
En 1989 consiguió permiso para dirigir una delegación que visitó varios países del mundo y que le permitió mantener reuniones con líderes como Margareth Thatcher y George Bush. Además, en Londres participó en un multitudinario mitin Anti Apartheid, coincidiendo con la visita del presidente sudafricano, Frederick de Klerk.
Para entonces las cosas empezaban a cambiar en Sudáfrica: ese mismo año, en octubre, se retiraron las restricciones contra ella y Walter fue por fin puesto en libertad. Comenzaban la Transición sudafricana y Albertina siguió trabajando por el futuro de su país. En las primeras elecciones libres, celebradas en 1994, fue elegida parlamentaria, puesto que conservó durante cuatro años, al igual que Mandela.
A partir de entonces se retiró de la vida pública, a la que volvía puntualmente para tratar temas sociales. En 2006, cuando se celebrara el 50 aniversario de la Marcha de las Mujeres en Pretoria, quiso dejar claro su mensaje: “Todavía quedan muchas dificultades en nuestro camino”.
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Las mujeres africanas son las verdaderas creadoras de cambio, porque a lado de un gran hombre revolucionario, comprometido, luchador por la justicia, hay una gran mujer que es todo eso y madre, mujer, hermana, vecina, proveedora, trabajadora en el más africano de los sentidos.
Algún día los libros de historia comezarán a hablar más de mujeres luchadoras y menos de hombres increibles.
Larga vida a la mujer africana.