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Una recomendación: Los invisibles de Kolda (I)

La que probablemente fuera la mayor catástrofe de la historia de la inmigración africana hacia Europa (la mayor de las conocidas) pasó totalmente desapercibida para los medios de comunicación españoles. Probablemente no era un buen día. A lo mejor hubo fútbol o la Esteban había decidido operarse, oiga usted, que eso sí que son cosas importantes.

José Naranjo, un periodista que por entonces trabajaba en el periódico Las Provincias de Las Palmas de Gran Canaria., sí se enteró. Lo leyó en la rudimentaria edición on line de un periódico senegalés que, sin dar muchos detalles, recogía la noticia de que en Kolda, un región al sur de Senegal, se estaban registrando varios entierros -sin cadáver- de chicos jóvenes. La fuente de origen de la noticia era una emisora local de la zona que, como parte de su labor de servicio público, emitía esquelas leídas que enviaba la población. En un intervalo de pocos días, recibieron la noticia de decenas de muertes de chicos de entre 18 y 30 años. No era algo habitual.

Era octubre de 2007 y por aquel entonces, la noticia estaba en los que llegaban a las costas canarias. Esas imágenes que todos hemos visto de cientos de personas arribando en un cayuco y siendo ayudados por cruz roja y la guardia civil. De esto otro no había imágenes, así que no saldrían nunca en ninguna portada.

Pero José Naranjo decidió que eso sí tenía que ser una noticia. Que no se podía ignorar a la multitud de inmigrantes que probablemente morían en el camino a Europa cada día y de los que nada queríamos saber.

  [Presentación del libro ‘Los invisibles de Kolda’ en Casa África]

Así que se plantó en Kolda junto al fotógrafo  Magec Mostesdeoca y fue investigando qué había pasado con estos 160 chicos que habían salido de allí pero nunca llegaron a la ansiada Europa. Y de aquella investigación salió este libro, Los invisibles de Kolda, porque lo que encontró daba para mucho más que para un reportaje.

Por eso, hoy quiero recomendar esta lectura. Un libro basado en hechos reales que sirve para entender por qué estos chicos decidieron emprender la gran Aventura hacia Europa y qué ha supuesto para sus familias* esta pérdida.

* Debido a la poligamia, cuando hablamos de familias, hablamos más bien de madres con hijos; madres que en muchos de estos casos perdieron al primogénito, al hijo mayor, al que les ayudaba a ocuparse de los demás, de los pequeños, de los recién nacidos. Al mismo tiempo, decir familia en Senegal es también decir tíos, primos, abuelos y vecinos.

Papeles: denegado

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Papeles: denegado
[Montaje casero pero ilustrativo]

Ussein lleva ya cuatro años en España. Cuatro años en los que, salvo en contadas excepciones, no ha parado de trabajar.

Llevaba tan sólo dos meses en Madrid (después de haber pasado los preceptivos 40 días en Tenerife, adonde llegó) cuando comenzó a ir a las clases de español en Adsis. Cuatro días después, ya tenía trabajo. Era ‘guardián’, como decía él. Lo cogieron para vigilar por las noches una de las muchas obras que por entonces crecían como setas en Madrid. Pasaba unas 10 horas en la garita y después venía a las clases que dábamos en verano. 

Excursión a Manzanares el Real, una de las que nunca hizo Ussein.

En clase era serio y no le gustaba hacer nada que considerase perder el tiempo. No iba a los talleres de por la tarde, no venía a las comidas y tampoco a las excursiones. Sólo le interesaban las clases y sus preguntas iban enfocadas a materiales de trabajo. Él ya había trabajado en la construcción en Senegal y sabía los nombres en francés así que, con un diccionario, le fui enseñando -a la vez que yo misma las aprendía- a hablar de cortafríos, mezcladoras de cemento y regletas.

No estuvo mucho tiempo en las clases. Pronto comenzó a trabajar en esa misma obra por el día y a cuidarla por la noche. Con el tiempo, su jefe, que de tonto no tenía un pelo, comenzó a llevárselo de una obra a otra. Lo mismo iba a Aranjuez tres semanas que seis meses a trabajar al aeropuerto de Barcelona. Supongo que en el trabajo era igual que en las clases: nada de perder el tiempo.

Fuera del trabajo, sólo tiene una diversión: el fútbol. Y en concreto, el Barça. Es musulmán y muy estricto. No le gustan las mujeres que fuman, no bebe y no ha venido aquí a hacer amigos. Vive su vida con amigos senegaleses. Un día fuimos a un bar en Sol, un bar repleto de gente, y se fue a los cinco minutos.

Papeles: denegado
Tampoco se le veía por las fiestas

Lleva ya cuatro años trabajando con ese mismo empleador y el hombre decidió apoyarle para que consiguiera los papeles. Ya sabe bien español, está integrado y tiene trabajo. Pero todo eso da igual. Se los han denegado. La razón: tiene una orden de expulsión. Esto es, algún día, cuando iba al metro o a comprar el pan, un policía le paró, le pidió la documentación y como no la tenía, lo mandaron al calabozo. El juez firmó una orden de expulsión que nunca nadie llevó a cabo pero que ahora es la excusa perfecta para no darle el permiso.

Ha hecho todo lo que la Ley decía que había que hacer para conseguir los papeles y ahora no se los dan. Sabe que tiene muy pocas posibilidades. Ahora, con la nueva Ley de Extranjería, lo tendrá mucho más dificil. Y, a pesar de todo, sigue siendo lo que diríamos un ciudadano ejemplar.

No sé si algún día leerá esto, pero desde aquí, ánimo Ussein. Ánimo y mucha paciencia.

La finca de Mugabe

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Está claro que Zimbabwe no es noticia (salvo cuando el Gobierno le concede una subvención), así que bienvenido sea este reportaje realizado por el programa En Portada, de TVE2.

La finca de Mugabe

[Imagen del reportaje ‘La finca de Mugabe’, que se puede ver en ha hemeroteca de TVE. Ésta es la frontera entre Zimbabwe y Sudáfrica.]

Me ha parecido un reportaje muy interesante y bien hecho, pero pone demasiado énfasis en la situación de los granjeros blancos (no más de un 2% de la población). Es cierto que estos eran un pilar fundamental de la Economía zimbabuense, pero este espacio ocupa demasiado tiempo. Puede que sea porque lo vivieron muy en primera persona y les impactó mucho o porque, al final, siempre vale más la muerte de un blanco que la de un negro.

A otros, en cambio, el reportaje les parece tendencioso y no consideran justo que se considere a Mugabe como el culpable de todos los males de Zimbabwe. Un ejemplo en Librexpresion.org.

Mi opinión ya la he expuesto en otros posts. Claro que la Comunidad Internacional podía haber hecho más, actuado de otra manera, dado más ayudas… y sí, es verdad, que a Mugabe se le dejó de lado y que muchas promesas no se cumplieron -entre ellas la de financiar un reparto más justo de la distribución de la tierra-, pero en este caso sí, creo que básicamente la culpa es de Mugabe y, más que de él, de sus compinches del Zanu-PF.

«Manos no aptas para utilizar condones». Así habla Intereconomía sobre África.

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Esto es la ‘noticia’ más surrealista, patética, bochornosa y vergonzante que he escuchado en los últimos tiempos en relación a África.

El texto defiende las tesis del Vaticano, alegando que el uso del preservativo no sirve para reducir la alta tasa de Sida. Para ello recurren a estos argumentos, por llamarlos de alguna manera. Y transcribo literalmente.

1.- La presentadora dice que: “En aquellos países donde se difunde la fe católica, el Sida se expande menos que en las regiones donde se reparte el profiláctico”. Nada en el resto de la noticia ratifica que esto sea cierto. De hecho, ni se vuelve a mencionar. Podían haberse inventado un gráfico, por lo menos, para mostrar esta supuesta realidad.

2.- El ‘experto en África’, que habla, atención, desde la puerta de una farmacia en Madrid, da las claves para entender por qué «los preservativos no son eficaces en África»: «Si nos atenemos al prospecto, vemos que da las siguientes instrucciones: a) mantenerlo en lugar fresco y seco, algo imposible con el clima del continente; b)tener cuidado y no rasgar el preservativo con las manos. En fin, la manicura de África no destaca (sic). c) Si a esto sumamos que los ciudadanos del Tercer Mundo no saben leer, el uso del preservativo puede ser un peligro”.

Sin comentarios a la forma y el contenido de la segunda frase. Muy profesional, sí señor.


3.- Por último, el reportaje, en el que, para dar un toque ‘científico’ al asunto, abundan los mapas de temperaturas en África y las imágenes de zonas desérticas, dice: «Si nos centramos en África, el uso del preservativo puede ser una auténtica trampa (…)porque
a) Practicamente, toda la población del continente se encuentra en zonas donde el clima es eminentemente caluroso, lo que hace difícil la conservación del preservativo». -Si fuera de Murcia, me preocuparía-.
b) «Además, en el mundo occidental lo normal antes de hacer uso del condón es leer las instrucciones convenientes, pero si tenemos en cuenta que África tiene el indice de alfabetización más bajo del mundo difícil es que sus ciudadanos comprendan el texto(…)». Me gustaría saber cuántos en España han leído alguna vez las instrucciones de uso.
c) «Aún entendiendo lo que leen, es dudoso que los africanos lleguen a aplicar directrices como la de tener cuidado al desplegar la funda. Muchos habitantes de zonas rurales tienen unas manos que pueden ser no aptas para la utilización del preservativo«, lo que hace evidente el peligro de los países que apuestan por el profiláctico como medio de prevención de las enfermedades». Podría poner un sinfin de adjetivos a esta última frase, pero creo que habla por sí sola, así que sobran las calificaciones.

¿No les dará vergüenza decir estas cosas?

 

Maneno. África también tiene mucho que decir

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La semana pasada descubrí la existencia de Maneno, una red de blogs sobre África en la que participan sobretodo africanos pero que está abierta a todo el mundo.

Maneno, ‘palabras’ en lengua swahili, es la prueba de que África, y los africanos, tienen mucho que contar.

 

Maneno. África también tiene mucho que decir
Maneno, una plataforma donde se dan cita diversos blogs sobre África



Una de sus creadoras es Elia, una catalana que vive en Costa de Marfil y una enamorada de África.

Me han invitado a unirme, lo cual me hace muchísima ilusión, y eso es lo que he hecho. Así que a partir de ahora, las entradas las escribiré aquí y en Porfinenafrica.maneno.org, donde además los artículos podrán ser traducidos a otros idiomas.

Esta plataforma, en la que participan africanos de todas las esferas, entre ellos Pape, es una iniciativa más que esperanzadora que sirve para preguntarse, como hacen en La Información que si África bloguea, será que existe.

 

** Actualización: En 2016 esta plataforma dejó de existir, por lo que he quitado los enlaces. Aún así, dejo la entrada a modo de recordatorio de esta bonita iniciativa.

La vida en un township (II). No todo es miseria

Siguendo las recomendaciones de Binyavanga Wainaina, intentemos no caer en los tópicos. Recordemos que, por muy pobre que sea un lugar, no todo es miseria y desesperación. Hay muchas otras cosas más.

Ramaphosa es como el ‘township’ del ‘township’, si es que se puede decir así. Está Reiger Park, que es un township con sus casitas de ladrillo y un pequeño jardín alrederor. Y está Ramaphosa -uno de los lugares donde más se dejó sentir la violencia contra los inmigrantes en 2009-que es la zona de chabolas ‘adosada’ a Reiger Park.

La vida en un township (II). No todo es miseria

Pero incluso allí, los jóvenes también necesitan divertirse.

La vida en un township (II). No todo es miseria
Los jóvenes de Ramaphosa pasan el fin de semana en estos improvisados recreativos con la música a todo volumen. Septiembre de 2009. Foto: Aurora M. Alcojor

 

Las mujeres también quieren ponerse guapas, cambiarse el pelo y lucir uñas nuevas (muy muy típico entre las africanas).

La vida en un township (II). No todo es miseria
'Bienvenidos al salón de belleza'. Foto: Aurora M. Alcojor

 

Siempre hay que recibir a los recién llegados.

La vida en un township (II). No todo es miseria [Habitaciones que se alquilan por días, generalmente a inmigrantes o quienes acaban de llegar del campo con esperanzas de una vida mejor en la gran ciudad. Foto: Aurora.].


Además, estas personas también votan.

.»]La vida en un township (II). No todo es miseria Y, al igual que en los barrios ricos, protegen sus propiedades.

La vida en un township (II). No todo es miseria [Foto: Aurora]

‘Porque a ti te importa África’

Binyavanga Wainaina es un periodista y escritor kenyata que en julio de 2002 fue galardonado con el Premio Caine, por el que cada año se premia a un autor africano. Wainaina es además el fundador de Kwani, una organización que promueve la literatura y la cultura en África.

En 2005 publicó en la revista Granta un artículo muy ácido sobre los tópicos que corren sobre África y que todos tendemos a repetir una y otra vez. 'Porque a ti te importa África'

Se titulaba Cómo escribir sobre África y no tiene desperdicio.

Como algo bueno tenía que tener estar en paro, me he dedicado a traducirlo para que lo podamos tener en español. Yo, por mi parte, me voy aplicando el cuento porque tengo la sensación de que más de una vez he caído en los errores que este texto critica.

Binyavanga Wainaina, ‘How to write about Africa’.

Nunca pongas la imagen de un africano de clase media en la portada de tu libro, ni dentro, a no ser que haya ganado un Premio Nobel. Un AK-47, costillas prominentes, pechos desnudos: utiliza éstas. Si tienes que incluir a un africano, asegúrate de que consigues a uno vestido con ropas zulúes o masaís.

En tu texto, trata a África como si fuera un solo país. Hace calor y es polvoriento, lleno de praderas onduladas y enormes manadas de animales junto a gentes altas, delgadas y famélicas.

También puede ser caluroso y húmedo, con gente muy pequeña que come primates. No te enredes con detalles y descripciones precisas. África es grande: 54 países y 900 millones de personas que están demasiado ocupadas pasando hambre, muriendo, guerreando y emigrando para leer tu libro. El continente está lleno de desiertos, junglas, montañas, sabanas y muchas otras cosas, pero a tus lectores no les interesa eso, así que mantén las descripciones románticas, evocadoras y no particularices.

Asegúrate de que muestras cómo los africanos tienen la música y el ritmo profundamente arraigados en sus almas y comen cosas que ningún otro humano come. No menciones el arroz, la ternera y el trigo; el cerebro de mono es el preferido en la cocina africana, junto a la cabra, la serpiente los gusanos, las larvas y todo tipo de carne de caza. En tu texto, asegúrate de demostrar cómo fuiste capaz de comer dicha carne sin estremecerte y, por supuesto, describe cómo aprendiste a apreciarlo. Porque a ti África te importa.

Temas tabú: escenas ordinarias de la vida cotidiana, amor entre africanos (a no ser que esté relacionado con una muerte), referencia a escritores africanos o intelectuales, la mención de niños que van al colegio y que no sufren virus, ni ébola ni mutilación genital femenina.

A lo largo de todo el libro, adopta un tono triste del tipo de ‘yo esperaba tanto’. Deja claro desde el principio que tu liberalismo es impecable y, desde la primerísima página, establece cuánto amas África, cómo estás enamorado del lugar y cómo nunca más podrás vivir sin él. África es el único continente que puedes amar- aprovecha esto.

Si eres un hombre, deja que te envuelva en sus cálidos bosques vírgenes. Si eres una mujer, trata a África como un hombre que viste una chaqueta de camuflaje y desaparece al atardecer. África está ahí para ser objeto de pena, de idolatría o de dominación. Tomes el ángulo que tomes, asegúrate de dejar la fuerte impresión de que sin tu intervención y tu importante libro, África estaría condenada.

Tus personajes africanos deben incluir: guerreros desnudos, sirvientes leales, adivinos, videntes y viejos hombres sabios viviendo en su hermético esplendor. La otra opción es hablar de políticos corruptos, guías de viaje ineptos y polígamos y prostitutas con las que te has acostado.

El Sirviente Leal siempre se comporta como un chiquillo de siete años y necesita una mano firme; se asusta de las serpientes, es bueno con los niños y siempre te envuelve en sus complejos dramas domésticos.

El Anciano Hombre Sabio proviene siempre de una tribu noble (no de tribunos avariciosas como los Gikuyu, los Igbo o los Shona). Tiene ojos llorosos y está cercano a la Madre Tierra.

El africano moderno es un hombre gordo que siempre roba y falsifica visados en la oficina, se niega dar permisos de trabajo a los occidentales cualificados que de verdad se preocupan por África, es un enemigo del desarrollo y siempre utiliza su puesto gubernamental para dificultar el trabajo a los pragmáticos expatriados de buen corazón que quieren poner en marcha ONGs o Áreas de Conservación. O bien es un intelectual educado en Oxford que se ha convertido en un político asesino en serie vestido con trajes de marca. Es un caníbal al que le gusta el champagne y su madre es una médico-hechicera que es quien realmente dirige el país.

Entre los personales no puede faltar la Africana Hambrienta, que vaga por el campo de refugiados prácticamente desnuda y espera la benevolencia de Occidente. Sus hijos tienen moscas alrededor de los ojos y tripas hinchadas. Sus pechos están planos y vacíos. Debe aparecer como una mujer completamente indefensa. No debe tener pasado ni historia; estas pequeñas diversiones arruinan el dramatismo del momento. Los gemidos y las quejas son buenos. Nunca debe contar nada acerca de ella misma, excepto para hablar de su (indescriptible) sufrimiento.

Asegúrate también de incluir una adorable mujer con aspecto maternal que tiene una risa contagiosa y que se preocupa por ti. Simplemente llámala Mama. Sus hijos son todos unos delincuentes.

Estos personajes deben revolotear alrededor de tu héroe principal, sirviendo para su lucimiento personal. Tu héroe puede enseñarles, bañarlos, alimentarlos; lleva a cuestas a montones de niños y ha visto de cerca la Muerte.

Tu héroe eres tú (si se trata de un reportaje), o una gran celebridad o aristócrata internacional, bella y trágica, que ahora se preocupa por los animales (si se trata de ficción).

Entre los que hacen el papel de malo de los occidentales, incluye a los ministros de los gabinetes Tory, a los afrikáner y a los empleados del Banco Mundial. Cuando hables de la explotación de África por los extranjeros, menciona a los comerciantes chinos e indios. También culpa a Occidente por la situación de África, pero no seas demasiado específico.

Hablar generalizando es bueno. Evita que los personajes africanos se rían o luchen para educar a sus hijos. O mejor, simplemente evita representarlos en circunstancias mundanas. Los personajes africanos deberían ser coloridos, exóticos, más grandes que la vida -pero vacíos por dentro, sin diálogo, sin conflictos o resoluciones en sus historias, sin profundidad o rarezas que confundan la causa.

Describe, en detalle los pechos desnudos (jóvenes, viejos, recientemente violados, grandes, pequeños) o genitales mutilados. O cualquier tipo de genitales. Y cadáveres. O, mejor, cadáveres desnudos. Especialmente, cadáveres desnudos pudriéndose.

Recuerda, cualquier trabajo en el que la gente aparezca mugrienta y miserable será alabado como la ‘Africa real’, y eso es precisamente lo que tú quieres que ponga en contraportada de tu libro. No sientas malestar por esto: estás intentado ayudarles para conseguir ayuda de Occidente. El mayor tabú a la hora de escribir sobre África es describir o mostrar a la gente blanca sufriendo y moribunda.

Los animales, por otra parte, deben ser tratados como caracteres complejos, bien fundamentados. Los animales hablan (o gruñen mientras mueven sus melenas orgullosamente) y tienen nombres, ambiciones y deseos. Además, también tienen valores familiares: mira cómo los leones enseñan a sus hijitos.

Los elefantes son bondadosos y comprensivos, así como buenos feministas o dignos patriarcas. También los gorilas. Nunca, nunca se te ocurra decir nada negativo acerca de un elefante o un gorila. Los elefantes pueden atacar las propiedades de la gente, destrozar sus cosechas e incluso matarlos. Pero tú ponte siempre del lado de los elefantes.

Los gatos grandes tienen acento de colego público. A las hienas les gusta el juego limpio y tienen un cierto acento del Medio Este. Cualquier tipo de africano que vive en la jungla o el desierto deber ser retratado con bueno humor (a no ser, claro, que entre en conflicto con un elefante o un chimpancé, en cuyo caso será el mismísimo diablo).

Después de los activistas célebres y los trabajadores humanitarios, los conservacionistas son la gente más importe de África. No les ofendas. Necesitas que te inviten a su rancho de 30.000 acres -o área de conservación-, y esta es la única manera en la que conseguirás entrevistar al célebre activista.

A menudo, una portada con un heroico conservacionista en ella funciona a las mil maravillas para las ventas. Cualquier blanco bronceado que vista de khaki y que alguna vez en su vida haya tenido un antílope como mascota o una granja es un conservacionista, uno que está preservando la rica herencia africana.

Cuando le entrevistes, nunca le preguntes cuántos fondos tiene; no le preguntes cuándo dinero gana con su reserva y mucho menos cuánto paga a sus empleados.

Los lectores se verán desencantados si no mencionas la luz en África. Y los atardeceres, claro. Los atardeceres son una obligación. En ellos el sol siempre es grande y rojo. Siempre hay un enorme cielo. Los espacios salvajes y enormes son críticos en África- África es la tierra de los Espacios Salvajes y Enormes.

Cuando escribas sobre la difícil situación de la flora y la fauna, asegúrate de mencionar que África está súperpoblada. En cambio, cuando tu protagonista se encuentre en un desierto o una jungla viviendo con nativos (recuerda, cualquiera que sea bajito), está permitido mencionar que África ha sido severamente despoblada debido a las Guerras y el Sida (usa mayúsculas).

Para ir terminando, siempre necesitarás un club nocturno llamado Tropicana donde mercenarios, diabólicos nuevos ricos africanos, prostitutas, guerrilleros y expatriados salen juntos por las noches.

Por fin, termina siempre tu libro citando a Nelson Mandela diciendo algo acerca de arcoiris y renacimientos. Porque a ti te importa África».