En el barrio de Biyem-Assi, en una calle poco concurrida, especialmente teniendo en cuenta el barullo habitual de las grandes urbes africanas, se encuentra la Maison de l’Ecrivain. Una casa grande, con paredes naranjas y aspecto de recién pintada, en la que no figura cartel ni indicación alguna pero en la que un nutrido grupo de jóvenes pergeña las futuras actividades de Génération Change, un movimiento popular que invita a sus conciudadanos a “contribuir al cambio, sin esperar a que el Estado lo haga por ellos”, tal y como resume su coordinador Christian Etoundi.
Se trata de un movimiento más o menos informal, que nació en la Red y que promueve pequeñas acciones para mejorar la vida de los habitantes de Camerún, trabajando todos a una para solventar las carencias de su vida cotidiana: ya sea a través de una campaña de recogida de basuras en el barrio, la reforma de un colegio o la mejora de las calles de la ciudad.
El pasado mes de marzo cumplían su primer año de actividad, y su crecimiento ha sido vertiginoso en las redes sociales: doce meses después de su primer post en Facebook ya cuentan con una comunidad de más de 23.000 personas, de dentro y fuera de Camerún. A través de las redes comenzaron sus llamamientos a la movilización y así consiguieron la ayuda de decenas de particulares y empresas privadas: un fundraising heterogéneo en el que unos contribuyeron con dinero y otros con mano de obra o conocimientos técnicos.
Desde entonces, han realizado ya más de una veintena de acciones, entre las que destaca la construcción de un pequeño puente para atravesar una corriente de agua que en los meses de lluvia se hacía insalvable y que se había cobrado ya la vida de varias personas. Hasta entonces, la única manera de atravesarla era mediante un tronco provisional, inseguro y habitualmente desbordado tras las lluvias.
Tal proyección sólo ha sido posible gracias a un padrino de lujo, hiperactivo en redes sociales y bien conocido dentro y fuera del país: el escritor Patrice Ngagang. El autor, que ganó en 2002 el Gran Premio Literario del África Negra y es profesor en la Universidad de Pensilvania, (EEUU), donde reside, es el verdadero impulsor de este proyecto.
Ngagang es un intelectual controvertido, contestatario y polémico que se ha enzarzado en un buen número de discusiones epistolares (a través de las Redes Sociales) con otros representantes de la cultura camerunesa, como el politólogo y catedrático Mathias Éric Owona Nguini, o el filósofo Achille Mbembé, con los que ha mantenido agrias discusiones sobre identidad, política e historia, entre otros temas. Además, Ngagang – “El hombre indignado”, tal y como le denominaba Jeune Afrique en un artículo de 2013-, ejerce una intensa actividad política, y es el fundador del movimiento “Artículo 53”, con el que protesta contra la impunidad del presidente Paul Biya.
Biya, uno de los más longevos presidentes de África, lleva en el poder desde 1982 y ha ganado todas las elecciones celebradas en el país desde los primeros comicios multipartidistas, que tuvieron lugar en 1992. El nombre de la asociación hace referencia, precisamente, al Artículo 53 de la Constitución camerunesa, que prevé que el presidente sólo podrá responder de sus actos ante la Alta corte de justicia. Una institución que… nunca se ha puesto en marcha.
Pero más allá de la actividad política de su fundador, este movimiento se configura, y se define como un movimiento popular abierto a cameruneses de todo tipo y condición, dentro y fuera del país. “Un movimiento ciudadano real, que no tiene intereses políticos pero que usa la política como modo de cambiar las cosas”. Tal y como explica Christian Etoundi, coordinador de Génération Change en Camerún, “el 80% de esta comunidad no se conoce personalmente, tan sólo han hablado a través de las redes sociales”. Muchos forman parte de la diáspora pero aprovechan los viajes a casa para acercarse a colaborar y conocerse en persona. Otros se ven sólo cuando hay una acción determinada y algunos son asiduos del local de la Maison de l’écrivain. Allí se reúnen varias veces por semana y celebran actividades culturales como el Festival de los jóvenes escritores, proyecciones de cine o conferencias sobre temas variados. Además, ofrecen ‘estancias’ a creadores internacionales que quieran compartir y aprender con ellos.
De momento, todavía no son una asociación legalmente reconocida en Camerún -sí en Francia, donde se constituyeron inicialmente-, pero ya han comenzado el proceso de legalización. Además, se han extendido por otras ciudades del país, principalmente Douala, la capital económica y mayor urbe del país, donde tienen prevista una gran campaña contra las botellas de plástico, porque “no existe en Camerún, ni por parte del Estado ni de las compañías, ninguna política de reciclaje ni recogida de plásticos”, recalca Etoundi. Al mismo tiempo, han realizado hermanamientos con movimientos similares en Marruecos y Sudáfrica.
Pero de momento, siguen pensando en lo local y ya tienen prevista su próxima acción, ésta de mayor envergadura que las anteriores. El objetivo es la remodelación total de uno de los pabellones del colegio público del barrio de Madagascar, al noroeste de Yaoundé. Allí, la falta de aulas provoca la masificación de las clases disponibles, puesto que uno de los recintos teóricamente destinados a clases está totalmente inservible. La asociación ya ha contactado con la responsable del centro y las autoridades para que en junio comiencen las obras de remodelación, que supondrán un cambio radical para el colegio, centro neurálgico de este popular barrio de la capital.
Éste es un proyecto de mayor envergadura, y el presupuesto previsto es de 5.129.406 francos CFA (7.821 euros al cambio). Para lograrlo, continúan con la campaña de recogida de fondos, ya sea a través de donaciones directas, que se pueden hacer a través de su web, o de la venta de merchandising.
Artículo publicado originalmente en el blog África no es un país, en mayo de 2016.