26/05/2014.- Desde 2011, Médicos sin Fronteras, una de las pocas organizaciones que todavía sigue operando en República Centroafricana, ha alertado de que la situación del país era dramática y de que estaba abandonado a su suerte. “Llevamos años avisando de que República Centroafricana es un país olvidado, un lugar al que no llega nadie”, explica Lali Cambra, responsable de prensa de la Organización. Es por eso que en repetidas ocasiones han exigido la implicación de Naciones Unidas y las organizaciones humanitarias. “Hasta el momento ha habido varios avances: se ha aumentado el nivel de emergencia; se está comenzando a enviar personal con más experiencia y la ONU ha aumentado su presupuesto. Parece que sí existe una voluntad de actuar, pero si los gobiernos no facilitan fondos, es imposible encontrar una solución. La pregunta es si nos vamos a tomar este país en serio o no antes de que la situación se haga todavía más grave”.
La cuestión del aumento de recursos y personal es de vital importancia para permitir que las organizaciones humanitarias vuelvan a intervenir fuera de la capital, donde actualmente están recluidas. La excepción es la propia MSF, que en los dos últimos años ha doblado el número de proyectos y ha tenido que cambiar la logística de los mismos: si hasta 2013 se centraban en las instalaciones hospitalarias, en la actualidad trabajan en clínicas móviles para poder llegar a las poblaciones más aisladas, que no tienen ningún acceso a la sanidad.