Activista, miembro de Unión de Acción Feminista (toda una declaración de intenciones, pues son pocas las organizaciones que se atreven a denominarse abiertamente ‘feministas’; de hecho, ha sido hace poco cuando se han cambiado el nombre –antes eran Unión de Acción Femenina-), profesora de la Universidad Abdelmalek Essadi Tánger-Tetuán , experta en cuestiones de género y Derechos Humanos, Nadia Naïr estuvo el pasado sábado en Madrid para hablar sobre Feminismos en el Norte de África, dentro del curso ‘Feminismos en África’, organizado por Traficantes de Sueños.
Naïr habla despacio y pausado, en un muy buen español y dice las cosas claras. Su intención es hacer un repaso por el feminismo árabe, desde que aparecieran las primeras feministas –olvidadas, por supuesto-, en el siglo XVIII, pero no puede evitar comenzar recordando que el papel de las mujeres se invisibiliza también hoy en día, como ha sucedido en las primaveras árabes, donde las mujeres han participado muy activamente, lo que ha sorprendido en todo el mundo porque se considera a las mujeres árabes como “pasivas”. Sin embargo, recuerda, las mujeres ya se habían movilizado antes, especialmente en Egipto y Túnez, aunque sus reivindicaciones no habían recibdo nunca la atención internacional.
Un poco de historia
Afirma Naïr que el mundo árabe- musulmán no se ha dedicado sólo a copiar modelos llegados de occidente: “desde el siglo XIX ya había reformadores que escribieron y exigieron derechos para las mujeres”. Y no sólo eso: también fueron mujeres, comoHuda Sharawi, creadora de la Unión Feminista Egipcia; Hind Nawfal, que en 1892 creó el primer periódico dirigido a mujeres o Malika Al Fassi la única mujer que firmó el documento de independencia de Marruecos, en 1947.
Más allá de nombres aislados, correspondientes en su mayoría a mujeres provenientes de las capas más acomodadas de la sociedad, al igual que sucedió en otros lugares del mundo, ya en el siglo XX, entre los años 20 y 40 se crearon multitud de asociaciones de mujeres y feministas, que fueron de gran importancia porque dieron el salto desde las actividades caritativas –apoyo económico, alfabetización…- a las reivindicaciones socials y políticas.
Estas asociaciones, al tiempo que trabajan por los derechos de la mujer, trabajan muy activamente contra la ocupación colonial y son protagonistas directas de la resistencia (muy especialmente en Argelia, donde formaron redes para el transporte de armas, ocultar a los guerrilleros y, directamente, participación activa en la lucha).
En 1947, la mismísima hija del rey de Marruecos aparece sin velo en un discurso público y hace un llamamiento a la educación y el derecho a trabajar de la mujer. En la década siguiente esto va a ser una constante y se habla y avanza en la independencia de las mujeres. Pero lo primordial es siempre la liberación nacional, y el discurso nacionalista necesita apoyos para triunfar: por eso, termina acogiéndose a la Religión como soporte identitario de la independencia. La religión les sirve para sumar mucha gente a la lucha, pero a la vez, es de aquí de donde va a surgir el discurso tradicionalista (que pone a la religión como base de lo que van a ser estos nuevos estados una vez independizados) que se enfrente a la modernidad que, en otros campos, preconizaba la lucha de liberación nacional.
«Las mujeres fueron vendidas a los islamistas»
Es así que, una vez conseguidas las independencias, se va a dar una dicotomía (“yo lo llamo esquizofrenia”, dice Nadia Naïr) entre la modernidad jurídica, en las leyes que afectan al Estado, y la Tradición, que queda como garante de las leyes de familia. “Las mujeres fueron vendidas a los islamistas”, resume Naïr: el campo de la familia fue el ámbito en el que se dejó hacer a la parte más tradicionalistas. Y fue así que se impusieron las leyes más restrictivas para la mujer que cabía esperar.
Entre los años 60 y 70, la represión contra cualquier tipo de movimiento (ya sea de mujeres, Derechos Humanos u otras) es durísima; el Estado acepta sólo Asociaciones de mujeres subordinadas a él y a sus intereses. Sin embargo, se encuentra con que las mujeres se asociación, ésta vez no por ellas, sino para movilizarse contra la detención indiscriminada de sus hijos.
No será hasta bien entrados los 80 y principios de 90 cuando comienzan a surgir numerosas asociaciones de mujeres gracias, por un lado, a las mujeres que han accedido a la Universidad y a la promoción del discurso feminista que se hace desde los foros internacionales (Copenhague, 1980; Nairobi, 1985; Pekin, 1995).
«Los logros son importantes, pero insuficientes y lentos», explica Nadia Naïr sobre la situación de la mujer en Marruecos.
En Marruecos, en 1992 comienza una campaña por la Reforma de la Ley de la Familia que logra un gran éxito social pero también muchas críticas y contracampañas, de tal modo que no es hasta el año 2004 cuando finalmente se terminar por realizar una verdadera reforma, una que recoge muchas de las reivindicaciones de las mujeres pero no todas, ni mucho menos. Por ejemplo, hasta este mismo mes de enero (de 2014) un hombre podía ser absuelto si se casaba con la mujer a la que había violado
En definitiva, explica Nair, “los logros son importantes, pero insuficientes y lentos”. Ahora el reto es hacer realidad las leyes que se han ido implantando, que no se queden en papel mojado y que se apliquen en todo el país, también en las áreas más rurales y menos desarrolladas.
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