Mama Afrika, de Mika Kaurismäki

Y en cuanto a cine, que a eso hemos venido, de ayer destacaría la película elegida para inaugurar el Festival de Cine Africano de Tarifa.

Miriam Makeba
En una de las entrevistas cuenta Miriam Makeba que le da rabia que su canción ‘Pata Pata’ se haya convertido en una de las más conocidas, porque no tiene ningún significado profundo. Es sólo un baile típico sudafricano. «Pero es el público el que decide y contra eso yo no puedo hacer nada»-

Se trata del documental de Mika Kaurismäki sobre Miriam Makeba. Buena documentación, imagen y testimonios sobre una mujer que se ganó a pulso convertirse en la imagen de la lucha contra el  apartheid fuer de Sudáfrica. Probablemente al principio no fuera una revolucionaria, pero nunca dejó hacer referencias a su país y la situación que vivía bajo el Apartheid, se atrevió a llevar su testimonio a Naciones Unidas («Mi país se ha convertido en una enorme prisión«) y viajó por toda África, creando una especial relación con los presidentes mas significativos del movimiento independentista africano (Julyus Nyerere, Nkrumah…) y visitando los campos de entrenamiento del CNA en los países limítrofes con Sudáfrica.

Casada en primer lugar con el gran cantante, compositor y músico Hugh Masekela, su matrimonio duró poco, y unos años después se convirtió en pareja de Sotekely Karmeley, líder de las Panteras Negras, lo que provocó un cierto boicot contra ella en Estados Unidos. No sé si fue esto, la influencia de su marido o su propia evolución personal, pero se fue “radicalizando”. Pasó de ser una chica buena, reina de la industria musical americana a una especie de repudiada, por lo que decidió irse a vivir a Guinea Conakry, desde donde comenzó a hacer música más combativa, con canciones dedicadas a la lucha independentista en Mozambique (A luta continua), e intervenciones más que llamativas en la televisión nacional: “La única diferencia entre Sudáfrica y el resto del mundo, es que allí al menos dicen abiertamente lo que piensan de los negros. Sabes a lo que te puedes atener; en el resto del mundo, no”.

Solo cuando Sudáfrica recuperó la democracia pudo, por fin, regresar a su país, del que había vivido exiliada durante más de tres décadas.

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