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Historia de Zimbabwe

Historia de ZimbabweEn medio del caos actual de Zimbabwe, el mundo se pregunta cómo es posible que se haya llegado a esta situación. Cómo el país que un día fue la gran esperanza de África ha terminado convirtiéndose en un estado fallido, incapaz de mantener en funcionamiento el sistema sanitario y educativo que a principios de los 80 era la envidia del continente. Qué ha pasado en estos 30 años para que Mugabe, el hombre que predicó la reconciliación con el ejemplo –permitió a Ian Smith, líder de la racista Rodhesia del Sur permanecer en el país e incluso seguir dedicándose a la política–, se haya convertido en un tirano capaz de utilizar cualquier medio con tal de seguir aferrado al poder.

Las respuestas son múltiples y las políticas de Robert Mugabe han sido tan erráticas que sirven para defender cualquier posición. Quienes opinan que su postura inicial no era más que fachada, esgrimen las matanzas del Gukurahundi ocurridas tan sólo tres años después de su ascensión al poder, cuando el Gobierno emprendió una violenta represión contra los miembros del ZAPU, una de las facciones guerrilleras que habían luchado contra la dominación blanca.

Otros opinan que fue cuestión de ego y que Mugabe se volcó con la reforma agraria para asegurarse su lugar en la historia cuando su estrella comenzó a apagarse en Occidente, especialmente tras la liberación de Nelson Mandela. Heidi Holland, periodista británica que vivió durante años en Rodhesia y autora de Cenando con Mugabe un libro de entrevistas en el que intenta desentrañar la personalidad del presidente de Zimbabwe, añade que Mugabe se sintió despreciado por los blancos de Zimbabwe: durante los cinco primeros años de su mandato, aprobó leyes que favorecían a los grandes agricultores blancos pero, a pesar de ello, siguieron votando al racista Ian Smith

Independientemente de los motivos, sí es posible establecer algunas políticas clave que han llevado al país a su situación actual. Dos han sido las cuestiones más peliagudas: la reforma agraria y la irresponsable política económica, basada en imprimir más dinero para hacer frente a los gastos. Ambas, por supuesto, trufadas de una buena dosis de corrupción que ha llevado al país al colapso total.

El problema pendiente

La reforma agraria es, desde la independencia, el problema pendiente del país. Con una economía basada en la producción agrícola, la buena gestión de la tierra era clave para el desarrollo del país. A la vez, el mundo entero reconocía que era necesaria una distribución equitativa de la misma: con un sistema similar al del apartheid sudafricano, en la Rodhesia de Ian Smith el 80% de las mejores tierras de cultivo pertenecían al 2% de la población blanca.

Según los acuerdos de Lancaster House, que dieron lugar a la independencia de Zimbabwe en 1980, Gran Bretaña financiaría en parte el coste de esta redistribución, en compensación por la ocupación del país. El Estado compraría las tierras y asentaría en ellas a campesinos negros. Pero éste era un pastel demasiado grande para que nadie le diera un bocado. En opinión de una activista de derechos humanos, que pide mantener el anonimato, “la corrupción comenzó desde el primer día, pero no ha empezado a ser evidente hasta los últimos 10 años”.

Los datos económicos y sociales del país durante la década de los 80 fueron excepcionalmente positivos y no fue hasta mediados de los 90 cuando comenzaron a aparecer los grandes escándalos sobre el reparto de tierras, que en buena parte habían ido a parar a manos de acólitos de Mugabe.

En 1997, otro gran escándalo terminaría por poner el país patas arriba. En julio de 1997, cuando los veteranos de guerra exigieron al Gobierno la parte que les correspondía del fondo de compensación creado para los combatientes, se descubrió que habían desaparecido enormes sumas de dinero y que prácticamente no quedaba nada para repartir. Los veteranos se pusieron en pie de guerra y exigieron su dinero.

El presidente, asustado por el poder de estos ex guerrilleros y su influencia dentro de su propio partido, accedió a todas sus peticiones económicas a sabiendas de que al país le sería imposible cumplirlas. La única opción para hacer frente al pago era imprimir más dinero. Para terminar de empeorar las cosas, en 1998 Zimbabwe envió 12.000 soldados a la República Democrática del Congo para apoyar al presidente Laurent Kabila en su lucha contra los rebeldes, una intervención que se financió también dándole a la máquina de hacer billetes.

Ubuntu

El primer miércoles de cada mes, Atlas Studios, un estudo de grabación de Johannesburgo, organiza un cine-forum.

Yo fui por primera vez la semana pasada y me quedé alucinada con la organización. A veces son estrenos y a veces reposiciones, pueden ser largos o cortos, de documentales o de ficción, pero lo importante es que, además de ver la película, se puede hablar con el director y la gente interactúa, comenta, reflexiona, opina… En fin, mucha más participación de la que me esperaba.

Por si fuera poco, antes de entrar a la proyección hay una especie de ‘cena’ de bienvenida. El día que yo fui consistía en sopa y pan de perrito con una salchicha de las de aquí, nada que ver con las que comemos en España, acompañado de cebolla frita. Buenísimo.

Este mes la película era Ubuntu´s Wounds, un filme corto, de unos 30 minutos, en el que el autor se enfrenta a lo que significó la Comisión de la Verdad y la Reconciliación.

Ubuntu
Cartel de la pelílcula Ubuntu's Wounds

 

Esta Comisión ofrecía a los responsables del Apartheid amnistía a cambio de su confesión, mientras que a las víctimas les ofrecía el consuelo de ver cómo sus opresores confesaban. En mi opinión, la idea era buena y partía de un verdadero espíritu de reconciliación, pero lo que probablemente fue positivo para el país no lo fue para cada uno de los ciudadanos. La impotencia de ver cómo quienes habían matado o torturado a tus seres queridos quedaban impunes gracias a una simple confesión no debió ser plato de buen gusto para nadie.

Y de esto precisamente trata la película. De cómo el protagonista afronta el reencuentro, en Los Angeles, con el hombre que diez años antes mató a su mujer. De esto y de la filosofía ‘Ubuntu‘, según la cual una persona no puede realizarse si no es en conjunto con las demás personas.

La película me gustó lo justo, pero me pareció interesante porque al llegar aquí pensé que habría mucho más cine y literatura sobre el Apartheid y lo cierto es que no hay tanto. En cambio, sí hay muchísima iconografía sobre los ‘héroes’ del ANC y los que lucharon contra el Régimen -en camisetas, posters, pelis, libros, comics….–. Es como si hubieran elegido recordar -e idealizar- lo ‘bueno’ en vez de lo ‘malo’, y por eso precisamente me sorprendió ‘Ubuntu´s wound’, una película muy dura con un inicio brutal.

Supongo que pasará como en España y que probablemente en un par de décadas comienza un ‘boom’ de cine y literatura sobre el Apartheid. Ya veremos qué pasa. De momento, películas como ésta (que en 2001 consiguió el galardón al Mejor Corto en el Festival de Cine Panafricano) comienzan ya a abordar algunas de las historias más brutales de las muchas cometidas durante el anterior régimen.

The Afropolitan

Hace una semana encontré por casualidad esta revista, The Afropolitan. Me gustó la portada pero sobre todo su lema “Inhaling Freedom. Celebrating Life”, así que me la compré y la he estado leyendo de cabo a rabo.Sale cada dos meses y sólo lleva 10 números pero es al menos algo diferente a lo habitual y tiene secciones interesantes. Los artículos parecen casi de dominical, lo mismo habla de los 100 años del nacimiento de Kwame Nkrumah que de música o literatura, salpicado con temas como la revolución de las blackberrys, el último modelo de coche o recetas de comida. Pero cada tema, cada historia, cada artículo, todos tienen algo en común: África.La primera mujer africana directora de un fondo de inversión, la última película africana, el restaurante de moda de Johannesburgo, el libro revelación de Nigeria o la historia de los primeras independencias.Siempre África.

The Afropolitan
Entrevista especial al trompetista Hugh Masekela, en el número 10 de la revista

 

Editada en Sudáfrica –y muy centrada en este país, todo sea dicho-, The Afropolitan busca crear una especie de conciencia supranacional africana a la vez que alejar la visión de África como un lugar en el que sólo hay guerras, Sida y pobreza.

La impresión que me da es que cuidan más la imagen que el texto, y los temas no se tratan con demasiada profundidad, pero aún así, los asuntos elegidos son interesantes y pueden servir para tener un primer contacto con ellos.

Al igual que otras revistas que intentan dar una visión distinta del continente negro –como, la de Africa Arise-, va dirigida única y exclusivamente a la élite negra africana. Con un precio de 29 rands (unos 2.5 euros), y anuncios de empresas de recursos humanos, planes de pensiones, moda de diseño y residencias de lujo, su público está claramente delimitado. Aún así, no me parece mala idea. Teniendo en cuenta que entre los muchos males de África se encuentra el de la ‘fuga de cerebros’, creo que es importante que la gente más formada encuentre motivos para quedarse en sus países, y para seguir trabajando y mejorando en ellos.

 

The Afropolitan

Hospital del placer

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Por su nombre, bien pudiera parecer que se trata de un centro de masajes y belleza recientemente inaugurado, un restaurante de lujo o de hasta una clínica de adelgazamiento -por eso de ‘pierde peso disfrutando del placer de comer’-, pero no, es exactamente lo que su nombre indica. Un hospital para recuperar el placer. Probablemente el placer más primario, el más básico, del que miles de umujeres del mundo se ven privadas nada más cumplir los 12 o 13 años. Un hospital para la reconstrucción del clítoris de mujeres víctimas de mutilación genital, la llamada ablación, que todavía se practica en muchos países africanos.Se encontrará en la población de Bobo-Dioulasso, en Burkina Faso, y su construcción ya ha comenzado gracias a los fondos conseguidos por la ONG CLITORAID y su campaña Adopta un clítoris

Hospital del placer
Foto: De izda. a dcha: Banemanie, corresponsal de Clitoraid en Burkina Faso;
Fahir, la primera mujer operada grácias a Clitoraid,
y Abibata, quién está viajando por todo el país para informar a las mujeres sobre
la nueva posibilidad de reparar el clítoris. Fuente: Raelianews

Se espera que entre en funcionamiento en septiembre de este mismo año y la organización está contactando con ginecólogos y especialistas estadounidenses que se ofrezcan a realizar la reconstrucción de manera gratuita.

Según la Organización Mundial de la Salud, hasta tres millones de niñas cada año corren el peligro de sufrir esta aberrante práctica y de momento, ya hay hasta 100 personas en la lista de espera. Además, se han recibido miles de llamadas de mujeres -y en algunos casos, de sus maridos, según dicen desde la asociación- para interesarse por la operación que, en una clínica privada, puede costar hasta 400 euros.

Hospital del placer
Foto: Bryna Hallam/IRIN

Según unas declaraciones recogidas por IRIN News, la Agencia de Noticias de la ONU, Abi Sanon, de 36 años, se sometió a esta operación en 2006, tras el pago de 320 dólares, un dinero que consiguió con la contribución de sus familiares, incluido su novio. “Ha cambiado nuestras vidas. Antes, no sabía lo que era el placer; ahora, ya no es mi marido quien manda en la relación”.

Si esta iniciativa sale todo lo bien que se espera, podrá ayudar a miles de mujeres africanas a recuperar el placer, pero lo más importante es que se siga informando y concienciando para que la mutilación femenina se convierta de una vez por todas en historia.

Más información:
‘Pleasure Hospital’ under construction.- All Africa

Un libro

Como ‘buena periodista’, voy a recomendar un libro que no me he leído. Y que además no tiene nada que ver con lo que habitualmente se habla en el blog. Y por supuesto de un tema del que no tengo ni la más remota idea. En fin, lo habitual. (Un día le hice una entrevista a un corresponsal que había escrito un libro con historias de niños en diferentes países de Asia y después de unas cuantas preguntas me dice: «¿Cómo, pero que te has leído el libro entero?». Pues eres la primera de todos los que me han entrevistado»).

Así que hoy he dicho, pues por qué no, hombre, yo recomiendo este libro porque sí, sin argumentos. Bueno, con el mejor argumento, megalomanía familiar podríamos llamarlo. Sí, vamos, que lo ha escrito mi primo y estoy muy orgullosa, ¿qué pasa?

Un libro

Éste es. ‘Clásicas de la zona centro’ se llama. Lugares de ‘dificultad moderada’ para escalar en los alrededores de Madrid. Con consejos, anécdotas, historia de la ruta y sus pioneros. ¿Qué más se puede pedir a un libro?

Conociendo al autor, estoy segura de que es bueno, pero ya lo leeré en septiembre y reescribiré este post. Para bien o para mal. De momento, si a alguien le interesa el tema, que lo compre ¡ya! Una cosa está segura: si no le convence el texto, sabemos dónde buscar al responsable.

Newtowm

«Recuperando la calle». Así lo definió un amigo colombiano. Se refería el hecho de que el sábado pasado, por primera vez desde que llegamos aquí, pudimos pasar toda la tarde y buena parte de la noche en la calle -en la calle de verdad, no en el césped de un ‘complex’ alrededor de una barbacoa-. La buena nueva se debió a la celebración de un macro concierto con motivo del día de África, que cada 25 de mayo conmemora la creación de la Unión Africana, allá por 1963. El lugar para la celebración no podía ser mejor: Mary Fitzgerald Square, una inmensa plaza en el centro de Johanesbrugo, en la que se encuentra el Museo de África.
Newtowm

La plaza se encuentra en Newtown, la zona más ‘modernita’ de la ciudad, donde empiezan a florecer restaurantes de nuevos estilos o que intentan en cierto modo recuperar las raíces africanas, como el sophiaTown, en recuerdo a un popular township de Johannesburgo que en los años 50 y 60 fue un foco de creación artística y poder político donde se dieron a conocer grupos como los Jazz Epistles, uno de los conjuntos de Jazz más importantes del país.

En teoría es uno de los ‘sitios peligrosos’ pero la verdad es que nunca hemos tenido ningún problema. En realidad, yo creo que el único ‘problema’ es que en cuanto anochece las calles están tan vacías que sí, al final da un poco de miedo.En cambio este sábado, con toda la explanada llena de gente y una enorme cámara de la SABC grabando el concierto, que se emitió en directo por telévisión, la plaza parecía otra.Allí bailamos hasta la conga, al ritmo de música senegalesa, nigeriana y, por supuesto, local. Incluso en un momento de ‘esto es España’, pedimos vasos de plástico en el bar (nos dieron los del café, con su tapa y todo, en plan ‘take away’) y nos fuimos aNewtowm beber a la plaza.

PD: Buscando las fotos para el post me he encontrado con la historia de Mary Fitzgerald, que le da nombre a la plaza. Resulta que fue la primera mujer sindicalista de Sudáfrica y organizó muchas de las huelgas de mineros entre 1911 y 1913; fue también la primera mujer impresora de la ciudad y la primera que logró un puesto en lo que vendría a ser el Ayuntamiento de Johannesburgo.

Sexo y política

14/05/2009.- La situación se les está yendo de las manos a los políticos sudafricanos. El enfrentamiento entre Hellen Zille, la líder de Alianza Democrática, el partido de la oposición, y Jacob Zuma, líder del ANC y presidente del Gobierno ha sobrepasado ya todos los límites de lo aceptable. Supongo que ha llegado el momento de que paren, reflexionen y cambien el rumbo.

La cosa viene de largo, desde antes de las elecciones. Y la historia se repite siempre de la misma manera: Hellen Zille reprocha a Zuma -con razón- sus comentarios sobre las mujeres, su poligamia, su ducha para ‘protegerse del Sida’… y los ‘guardiantes’ del presidente -los jóvenes del ANC- responden en nombre del líder atacando a la opositora.

Sexo y política
En la imagen, Hellen Zille y Julius Malema

La semana pasada, Hellen Zille, que ganó las elecciones en la provincia de Western Cape, nombró su gabinete: todos hombres, seis de ellos blancos. La prensa afín al CNA lo bautizó como la vuelta de los ‘White men’ y recordó jocosamente los años del Apartheid en los que sólo una mujer -y ningún negro- se sentaba en el Parlamento.

El CNA, que ha impuesto la paridad en sus listas, criticó a Zille por su nombramiento, y la historia llegó hasta el punto de que un periodista le preguntó por qué no había ninguna mujer en su Gabinete. Ella, que es la líder del partido y será la gobernadora de la provincia, respondió irónicamente: «Hasta donde yo sé, soy una mujer».

Las críticas continuaron y Zille respondió en una dura carta en la que escribió textualmente:

«El ANC, en sus 90 años de existencia, nuca ha elegido una mujer como líder. El DA, con sólo 10 años de existencia, sí lo ha hecho. Es más, hasta hace poco, tanto la líder nacional como la parlamentaria era mujeres. Los aliados del ANC, el Partido Comunista y el sindicato Cosatu, también son dirigidos por hombres. Más significativamente, el líder del ANC, Jacob Zuma, es un mujeriego confeso con una visión profundamente sexista de las mujeres, que puso a todas sus esposas en peligro teniendo sexo sin protección con una mujer seropositiva».

No está diciendo ninguna mentira, pero la acusación es grave y los perros guardianes de Zuma no han tardado en responder.

Kebbey Maphatse, presidente de la Asociación de Veteranos de Guerra del ANC, dijo ayer que «el hecho de nombrar sólo hombres para su Gabinete era para tenerlos lo suficientemente cerca para satisfacer su líbido de puta«.
Después de ésas y otras lindeces del estilo, el elemento terminó diciendo que Hellen Zille «es una fascista del peor tipo, la cual, después de ‘evidentemente’ dormir con más de los hombres blancos que corresponden a su monogamia, ahora se revuelve y critica a aquellos que son honestos con sus preferencias culturales». [Aquí se puede leer la noticia entera].

El ex-combatiente terminó con una amenaza: Si zille no «se retracta de su comportamiento Anti-africano y racista, la Asociación de Veteranos de Guerra hará del Western Cape una provincia ingobernable». – Hacer el país ‘ingobernable’ fue una de las consignas de guerra de la lucha contra el Apartheid en los años 80-.

Al menos, el ANC como partido no ha apoyado estas declaraciones, -aunque tampoco las ha criticado, guardando un vergonzoso silencio-.

Ayuda y desarrollo

Ayuda y desarrollo13.05.2009: El Banco Africano de Desarrollo dijo ayer que, después de 15 años de crecimiento más o menos sostenido, en 2009 disminuirán los ingresos per cápita de los africanos.

La caída afectará a las economías «ricas en petróleo y minerales, así como a las que dependen de las exportaciones agrícolas», según Donald Kaberuka, director del organismo. Y eso es tanto como decir que afectará a todos los países, porque básicamente de petróleo, minerales y agricultura es de lo que depende todo el Continente.

La crisis ha llegado aquí más tarde que al resto del mundo, pero probablemente tarde más en marcharse y sus efectos sean más fuertes.

¿Cambiará esto alguna vez?

Sería fácil pensar que no, pero lo cierto es que sí hay cosas que están cambiando.

En primer lugar, los propios africanos empiezan a buscar soluciones.

Empiezan a darse cuenta de que, después de 60 años y muchos millones invertidos, está claro que la Ayuda al Desarrollo no es una solución. Hace unos meses se publicó un libro que lo decía bien claro. (Yo, admito, era una defensora acérrima de la Ayuda al Desarrollo, pero ahora tengo mis dudas. Este libro ha tenido mucho que ver).

 

Dambisa Moyo es una economista nacida en Zambia que ha trabajado en organismos internacionales de todo el mundo y que ahora carga contra la Ayuda en su libro Ayuda muerta: Por qué la ayuda no está funcionando y cómo hay un mejor camino para África.

Ayuda y desarrollo
El libro de Dambisa Moyo, 'Dead Aid', es muy crítico con la ayuda al desarrollo recibida durante años por los países africanos.

¿Por qué la ayuda no siempre es buena?

En primer lugar, claro, por la corrupción que se crea en torno a ella: en los países receptores, sí, pero también en los donantes y en los intermediarios. François-Xavier Verschave explicaba cómo en Francia la Ayuda al Desarrollo se había utilizado para la financiación de los partidos, a través de lo que llamaba la ‘Caja B’.

En segundo lugar, porque es un «un modo extremadamente ineficiente para lograr un verdadero retorno -en este caso desarrollo», como dice Greg Mills en el artículo ‘Not aiding AFrica’ . Mills, presidente de la fundación Brenthurst, una especie de Think Tank sudafricano, explica que la ayuda «rompe la línea de responsabilidad entre los ciudadanos y los políticos y distorsiona las prácticas de mercado».