Aquí os dejo un vídeo para la reflexión. Merece mucho la pena (no os dejéis llevar por el primer minuto y vedlo hasta el final).
«One hundredth of a second»
Visto en el blog de Francesc Puigcarbo
Aquí os dejo un vídeo para la reflexión. Merece mucho la pena (no os dejéis llevar por el primer minuto y vedlo hasta el final).
«One hundredth of a second»
Visto en el blog de Francesc Puigcarbo
Así lo contó la BBC. Un emocionante vídeo que sirve para revivir la intensidad el momento, con imágenes del medio millón de personas que esperaba a Mandela en Ciudad del Cabo -tan sólo para verlo pasar en el coche-, los enfrentamientos con la policía (mirad el minuto 3), los heridos, el discurso ante la multitud y la celebración posterior. Imprescindible.
Este otro es un poco más ‘institucional’, con la rueda de prensa que dio Mandela, pero también interesante.
TVE también le ha dedicado estos días un considerable espacio. Ver aquí
Por su parte, John Carlin hace un análisis sobre la situación de Sudáfrica, 20 años después en El País
y El Mundo dedica un especial al preso 46664, con la crónica desde Ciudad del Cabo de Joan Canela.
Hoy se cumplen 20 años de la liberación de Mandela. Todos sabréis a estas alturas lo que significó para su país y el mundo y los sufrimientos que tuvo que pasar durante casi tres décadas de cárcel, así que, poco más que decir. Mejor dejar que hable él mismo -especialmente, respecto a la toma de conciencia de la opresión y su evolución política, que creo que es lo que menos se conoce, según lo hizo en su autobiografía: Long Way to Freedom.
«Soy incapaz de señalar el momento en el que supe que iba a dar mi vida en la lucha por la liberación, pero en realidad ser un africano en la Sudáfrica del Apartheid significa que uno está marcado desde el momento de su nacimiento, lo sepa o no. Un niño africano nace en un hospital sólo para africanos; es llevado a casa en un autobús solo para africanos, vive en un área destinada solo a africanos, y va a un colegio solo para africanos, en el caso de que vaya al colegio. (…)
Tardé mucho en darme cuenta de que un hombre negro no tiene por qué aceptar las docenas de indignidades dirigidas a él cada día.
La primera vez que vi a un negro, uno de mis compañeros de Universidad, negarse a hacer un recado que le había mandado un blanco -algo habitual en aquellos días- me quedé asombrado e incluso me sentí incómodo con la actitud de mi. Si me lo hubiera pedido a mí, simplemente habría hecho ese recado. (…)
En 1946, una serie de eventos impulsaron mi desarrollo político. La huelga de mineros, en la que participaron 70.000 africanos, me afectó profundamente. Los mineros, que no cobraban más de dos shillings al día, mantuvieron la huelga durante una semana, en perfecta solidaridad entre ellos. La respuesta del gobierno fue durísima. Los líderes fueron arrestados, las casas rodeadas por la policía, y una de las marchas fue brutalmente repelida por las fuerzas de seguridad, matando a 12 mineros. Al final, ganó el estado: la huelga fue suprimida y el sindicato roto. (…)Yo me encontraba entre los miembros de la Liga de la Juventud que era suspicaz ante la izquierda blanca. Incluso aunque tenía amigos blancos en el Partido Comunista, me preocupaba la influencia blanca en el ANC, y me oponía a realizar campañas conjuntas con el partido. Pensaba que pretendían hacerse con nuestro movimiento bajo el disfraz de la acción conjunta. Estaba convencido de que sólo el nacionalismo africano, no el marxismo ni el multiracialismo, nos liberaría«.
[Esta última idea, igual que su recelo hacia los comunistas, la cambió con el tiempo y comenzó a predicar la lucha común por la igualdad de todos].
Por lo general no me gustan las biografías, pero esta la devoré a pesar de lo voluminoso de la obra. Parece mentira que un libro así se pueda comprar por tan poco dinero, pero lo conseguí por menos de cuatro euros en una librería de segunda mano, precisamente en la calle Rivonia, la misma que dio nombre al proceso (Rivonia Trial) que le llevaría a la cárcel condenado a cadena perpetua, por ser allí donde el Congreso Nacional Africano tenía uno de sus lugares de reunión y donde la policía encontró documentación que condenaría a sus dirigentes por sabotaje y traición.
El jueves pasado fui a una charla sobre la Ley de Extranjería organizada por un abogado experto en el tema, Roberto García Fernández. El pobre tenía la misión de explicar en dos horas y media los cambios introducidos por la reforma de ley en noviembre de 2009.
Por supuesto no le dio tiempo a hablar de todo, pero sí explicó a grandes rasgos cuál era la nueva normativa y dejó bien claro que, como tantas otras veces, el problema está en la aplicación de la Ley. Porque si bien es cierto que se trata de una Ley Orgánica, luego están las normativas, los reglamentos, las circulares y el buen o mal hacer de cada Oficina de Extranjería en particular, que rellenan las lagunas que deja la Ley.
Es decir, el problema está en la arbitrariedad con la que se aplica. «Los abogados nos volvemos locos. No hay seguridad jurídica». Sin tapujos, dijo saber de buena tinta que, en ocasiones, «un municipio decide que hay un flujo muy grande de regularizaciones y hay que pararlo un poco». Y para ello se utilizan subterfugios de fácil aplicación: simplemente, dificultar al máximo las peticiones del inmigrante.
¿A alguien le parece una exageracion? Pues resulta que tan sólo dos días después, varios periódicos publicaban esta noticia: Interior dicta órdenes secretas para la expulsión ‘exprés’ de inmigrantes:
Aa partir de ahora los inmigrantes ‘sin papeles’, sus abogados, los fiscales, e incluso los jueces, no conocerán cómo aplica e interpreta la Policía la nueva Ley de Extranjería. El Ministerio del Interior ha dictado una circular en la que ordena que los expedientes de expulsión se tramiten «a la mayor brevedad y en el tiempo mínimo imprescindible»… pero también bajo el máximo secreto.
La apostilla sobre la confidencialidad aparece al pie de todas las páginas de la circular, un documento «de uso restringido para unidades de extranjería» y de difusión «prohibida»
Sin tener ninguna idea de Derecho, dudo mucho que sea legal que una circular sobre cómo aplicar la ley sea de ‘difusión prohibida‘, -y lo mismo opina el Defensor del Pueblo, supongo que con más conocimiento de causa-. El ciudadano tiene obligación de respetar las leyes, sí, pero precisamente por ello tendrá que tener derecho a conocer las mismas y su aplicación.
Lo que me parece es que esto es un nuevo atropello contra los inmigrantes y una manera callada de echar a todos los que ahora «nos sobran».
Este domingo, en su edición de papel, El Mundo dedicaba cuatro páginas a Senegal, un país que el próximo 20 de junio celebrará sus 50 años de Independencia. Todavía no está on line, pero lo subiré cuando esté, porque creo que es muy recomendable. En conjunto, me ha parecido un texto muy interesante, aunque la entrevista al presidente me ha decepcionado. Supongo que debido a la parquedad del gobernante quien, según la autora, Silvia Taulés,: «contesta con ganas cuando se trata de explicar los progresos de su país, pero si se le pregunta por cuestiones más complejas, cruza los brazos y echa el cuerpo a hacia atrás». El caso es que al final no dice prácticamente nada sobre Senegal: el titular hace referencia a Europa (“Si los minaretes molestan en Europa, que se reduzca su altura”), buena parte del texto se dedica a hablar de cómo se deben comportar los inmigrantes en el país de acogida y termina con los secuestrados españoles en Mali. Nada concreto sobre el país que dirige.
Lo mejor, eso sí, los pequeños detalles que sirven para hacerse una idea de cómo es Abdoulá Wade: un hombre de 82 años que ha escrito un libro titulado Una vida por África pero que decora su despacho a la manera occidental, vive en un palacio y se siente ‘¡francés!’.
La noticia titulada ‘Un homenaje a África por valor de 20 millones” recoge muy bien dos aspectos de la realidad del país que no por manidos se pueden olvidar: a) la corrupción: a cuento de una escultura de cobre de 50 metros, el Monumento al Renacer Africano, construida en Corea y diseñada por el propio presidente -quien resulta que, como autor, se lleva el 35% de lo que se factura por visita turística-; y b) las desigualdades: calles llenas de socavones y sin farolas a pocos kilómetros del lujoso palacio presidencial, pero también las ansias de modernización del país: «con el monumento revalorizaremos los alrededores, construiremos multicines, un centro comercial, edificios de viviendas» y un tema importante, el interés de los países asiáticos por las tierras africanas : «hemos pagado [la estatua] en especie, cediendo terrenos a los coreanos» dice el presidente.
Además, Joana Socías reconstruye la historia del país enfatizando la ausencia de guerras y la estabilidad democrática, así como la pujanza de los sectores pesquero y turístico. Sólo un pero: habría merecido más espacio el tema que ocupa las últimas líneas, el peligro de que Senegal se convierta en la puerta de entrada del tráfico de drogas desde América a Europa. Personalmente no sabía nada de esto, así que me habría gustado leer más.
Por último, y lo más interesante, el artículo de opinión de un periodista senegalés que firma como Farba Ngom, un seudónimo por miedo a las represalias. En él habla de la perpetuación en el poder de Wade, de cómo intenta que su hijo le suceda al mando y del gusto del presidente por los viajes y las cumbres internacionales –es uno de los pocos jefes de Estado africano que estuvo en Davos y también participó, por supuesto, en la cumbre de la Unión Africana en Addis Abeba [personalmente esto me parece bien: es importante que África tenga presencia en los foros de debate internacionales, pero parece que sus conciudadanos lo consideran un derroche de dinero]. Y termina con una frase importante que ojalá sea cierta: “Wade cree que puede embaucar a la población; sin embargo, la mayoría de los senegaleses sabe lo que sucede. En las elecciones a la alcaldía –su hijo se presentó para el ayuntamiento de Dakar y no fue elegido– los votantes le han demostrado que están contra cualquier clase de monarquía”.
Esta semana ha visto la luz la revista digital Africaneando, que nace de la mano de Oozebap, una asociación que pretende «dar voz y reconocimiento a la plural sociedad civil africana, tanto en el continente como en la diáspora» y de Maneno, una plataforma de blogs sobre el continente.
‘Africaneando’ es un lugar en el que podremos encontrar desde reseñas de libros hasta análisis políticos pasando por temas sociales y muchas otras noticias sobre todo lo que pasa en el continente. Una revista cuidada, con un buen diseño y edición, además de artículos interesantes.
En ella han participado escritores como Boubacar Boris Diop y José Antonio López Hidalgo, profesores de Universidad -Achille Mbembe-y periodistas como Elia Serrano, además de muchos otros colaboradores
Entre los temas tratados, diversidad absoluta: la corrupción gubernalmental en Angola, las novedades en la red sobre África o una novedad editorial, el libro Africanissimo.
Además, están abiertos a la colaboración de todo el que esté interesado. Desde aquí, les quiero dar la enhorabuena por la iniciativa y animar a todo el que quiera colaborar.
Este domingo, en su edición de papel, El Mundo dedicaba cuatro páginas a Senegal, un país que el próximo 20 de junio celebrará sus 50 años de Independencia. Todavía no está on line, pero lo subiré cuando esté, porque creo que es muy recomendable. En conjunto, me ha parecido un texto muy interesante, aunque la entrevista al presidente me ha decepcionado. Supongo que debido a la parquedad del gobernante quien, cuenta la autora, Silvia Taulés,: «contesta con ganas cuando se trata de explicar los progresos de su país, pero si se le pregunta por cuestiones más complejas, cruza los brazos y echa el cuerpo a hacia atrás». El caso es que al final no dice prácticamente nada sobre Senegal: el titular hace referencia a Europa (“Si los minaretes molestan en Europa, que se reduzca su altura”), buena parte del texto se dedica a hablar de cómo se deben comportar los inmigrantes en el país de acogida y termina con los secuestrados españoles en Mali. Nada concreto sobre el país que dirige.
Lo mejor, eso sí, los pequeños detalles que sirven para hacerse una idea de cómo es Abdoulá Wade: un hombre de 82 años que ha escrito un libro titulado Una vida por África pero que decora su despacho a la manera occidental, vive en un palacio y se siente ‘¡francés!’.
La noticia titulada ‘Un homenaje a África por valor de 20 millones” recoge muy bien dos aspectos de la realidad del país que no por manidos se pueden olvidar: a) la corrupción: a cuento de una escultura de cobre de 50 metros, el Monumento al Renacer Africano, construida en Corea y diseñada por el propio presidente -quien resulta que, como autor, se lleva el 35% de lo que se factura por visita turística-; y b) las desigualdades: calles llenas de socavones y sin farolas a pocos kilómetros del lujoso palacio presidencial, pero también las ansias de modernización del país: «con el monumento revalorizaremos los alrededores, construiremos multicines, un centro comercial, edificios de viviendas» y un tema importante, el interés de los países asiáticos por las tierras africanas : «hemos pagado [la estatua] en especie, cediendo terrenos a los coreanos» dice el presidente.
Además, Joana Socías reconstruye la historia del país enfatizando la ausencia de guerras y la estabilidad democrática, así como la pujanza de los sectores pesquero y turístico. Sólo un pero: habría merecido más espacio el tema que ocupa las últimas líneas, el peligro de que Senegal se convierta en la puerta de entrada del tráfico de drogas desde América a Europa. Personalmente no sabía nada de esto, así que me habría gustado leer más.
Por último, y lo más interesante, el artículo de opinión de un periodista senegalés que firma como Farba Ngom, un seudónimo por miedo a las represalias. En él habla de la perpetuación en el poder de Wade, de cómo intenta que su hijo le suceda al mando y del gusto del presidente por los viajes y las cumbres internacionales –es uno de los pocos jefes de Estado africano que estuvo en Davos y también participó, por supuesto, en la cumbre de la Unión Africana en Addis Abeba [personalmente esto me parece bien: es importante que África tenga presencia en los foros de debate internacionales, pero parece que sus conciudadanos lo consideran un derroche de dinero]. Y termina con una frase importante que ojalá sea cierta: “Wade cree que puede embaucar a la población; sin embargo, la mayoría de los senegaleses sabe lo que sucede. En las elecciones a la alcaldía –su hijo se presentó para el ayuntamiento de Dakar y no fue elegido– los votantes le han demostrado que están contra cualquier clase de monarquía”.
Aunque haya pasado el tiempo, este discurso sigue teniendo plena vigencia, así que lo recupero del otro blog.
Esta imagen, del periodista y fotógrafo Gervasio Sánchez, ha ganado el premio Ortega y Gasset de fotografía de 2008. La ‘protagonista’ a su pesar es la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, junto a su hija Alia. Según el autor, esta fotografía «concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida».
Las minas antipersona son una de las peores armas de guerra, porque afectan especialmente a los civiles y porque continúan mutilando y matando a gente muchos años después del final de cada conflicto. Es por eso que este tipo de armas deberían estar ya más que prohibidas, y por eso me sumo a las palabras de Gervasio Sánchez en el discurso que ofreció el día que le dieron el premio:
«Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.
Es verdad que todos los gobiernos españoles (…) permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.
Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabricamos cuatro tipos distintos de bombas de racimo* cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.
Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.
Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte».
* Este discurso se pronunció el 7 de mayo de 2008; en julio de ese mismo año, la nueva ministra de Defensa, Carme Chacón, aseguraba que España dejaría inmediatamente de fabricar bombas de racimo y que procedería a la destrucción de las que ya existían.