A primera vista, la idea de deshacerse de los mendigos, sacarlos de todas las esquinas de la ciudad, ponerlos fuera de la vista de los turistas y conseguir que dejen de “molestar” es una excelente propuesta para Mour Ndiaye, director del Servicio de Higiene Pública de un país que en el libro no se menciona pero que cualquier lector fácilmente podría identifica con Senegal.
Ndiaye lo tiene claro: es una orden que hay que cumplir inmediatamente si quiere lograr el ansiado puesto de vicepresidente que lleva tanto tiempo esperando. Para llevarla a cabo, pone al frente de la operación a su eficiente y honesto ayudante, Déba Dabo, un hombre hecho a sí mismo desde la más absoluta pobreza que, con su tradicional diligencia, organiza y ejecuta el plan que limpiará las ciudades.
Todo sale a la perfección y en pocos días, los talibés desaparecen de la ciudad. Pero a veces lo que parece un éxito torna en desastre. Parece que no es tan fácil invertir el orden establecido y, además, ¿quién iba a imaginar que el mismísimo Ndiaye terminaría necesitando recurrir a los mendigos y que estos ya no estarían allí cuando le hicieran falta?
En torno a esta idea nos presenta Aminata Sow Fall su novela, La huelga de los mendigos, escrita en 1979, hace más de 30 años, aunque no la tuvimos en castellano hasta el pasado 2017 gracias al impagable trabajo que está realizando Ediciones Wanafrica recuperando autores, novelas y ensayos africanos.
Lo más interesante del texto es, quizás, ver cómo se produce el cambio de roles entre los mendigos: cómo éstos, una vez liberados de su condición de pedigüeños, se organizan y se valoran, reivindicando su lugar en un país en el que la limosna no es sólo una tradición sino también uno de los preceptos básicos de la fe mayoritaria, la musulmana.
Al mismo tiempo, el todopoderoso Ndiaye recorre de alguna forma el camino inverso: el que le lleva a la desesperación y hasta la humillación, suplicando ayuda a los mendigos para lograr sus planes. A partir de este momento, la figura de Ndiaye toma ciertos tintes cómicos, patéticos, incluso. Frente a ello, los mendigos se elevan, se vuelven más racionales y seguros de sí mismo, organizados en torno a la autoerigida líder Salla Niang, que se enfrenta abiertamente a Ndiaye.
Con esta historia, Aminata Sow nos lleva desde las clases altas de Senegal, que viajan en su coche esquivando a los mendigos de las esquinas, a las zonas rurales donde los niños todavía se asombran al ver un vehículo a motor -el libro es de 1979-, pasando por las vidas de los más pobres de entre los pobres, los que no pueden hacer otra cosa que mendigar. Un viaje en el que se entremezcla con fuerza la tradición –encarnada en la figura del serigne, una especie de guía espiritual a los que Ndiaye sigue con absoluta convicción-, la poligamia, el funcionamiento de la política y las relaciones interpersonales.
Una obra que por momentos torna en drama y en ocasiones en casi comedia con la que Aminata Sow Fall se atrevió, hace tres décadas, a criticar la hipocresía de la sociedad en su propio país. Sow Fall es, sin duda, una de las primeras y más importantes escritoras de Senegal, pero además ha ocupado diferentes puestos en el Ministerios de Cultura de su país y es la fundadora de diversos centros de estudios culturales y de Ediciones Khoudia. Tal y como decía en una reciente entrevista, “solo la educación y la cultura pueden salvar el mundo”, y por ello sigue luchando con sus libros y sus centros culturales abierto a todo el que pase por las calles de Dakar.
Aminata Sow Fall, que en 2016 logró el Gran premio de la Francofonía otorgado por la Academia Francesa, acaba de publicar –a sus 78 años- su último libro: “L’empire du mensonge” (El imperio de la mentira”) con el que vuelve a lanzar un alegato en favor de la educación a través de la historia de dos familias de un barrio miserable que pierden lo poco que tienen a causa de unas terribles inundaciones. Una novela en la que, de nuevo, reflexiona sobre la hipocresía el poder de la educación y la solidaridad frente al egoísmo y el ansia de riquezas.