Un exótico pájaro azul lleva a una forastera de faldas cortas hasta unos enigmáticos y malolientes restos en una pequeña aldea de Ghana. ¿Serán humanos? ¿Pertenecen al dueño de la cabaña? ¿Qué ha pasado? Ni siquiera el águila lo ha visto todo. El cazador está dispuesto a contarnos la historia. Pero también Kayo, el forense, trabaja para desvelar el misterio. Dos puntos de vista en relación a los muertos que la novela recoge sin estridencias y que avanzan en paralelo para desentrañar el misterio.
En realidad, este caso nunca habría sido nunca investigado por la policía de no ser porque lo descubrió la novia de un ministro mientras perseguía el precioso pájaro azul de los bosques de Atewa, y no habría llegado a más de no ser por la desmedida ambición del inspector Donkor, dispuesto a ascender a toda costa complaciendo al ministro. Es así como entra en juego el protagonista, Kayo –en realidad Kwadwo Okai Adamtten- un experto forense recién llegado de realizar sus estudios en Gran Bretaña, que será designado –obligado, en realidad- para resolver el caso. “Quiero un informe policial tipo CSI y que convierta este asunto en un caso importante con implicación internacional”, es la consigna que recibe antes de poner rumbo a la aldea.
Es a través de Kayo con quien el lector pasará de recorrer las zonas más modernas de la capital, con jóvenes urbanos que han estudiado fuera, trabajan para grandes multinacionales y se manejan a la perfección con las nuevas tecnologías, a las profundidades de la aldea –a tan sólo dos horas de distancia-, donde todavía se mantienen las tradiciones y el respeto a los mayores, las maldiciones se cumplen y la radio es un objeto de deseo.
Allí, entre los frondosos bosques de Atewa, Kayo realiza sus pruebas forenses, recaba minuciosamente datos y realiza interrogatorios, pero también, y sobre todo, allí conocerá a Opanyin Poku, el Cazador, y a Oduro, el Hechicero del pueblo; con ellos irá descubriendo a través de historias y personajes tradicionales como el Kwaky Ananse, -protagonista de muchas leyendas del África occidental-, los secretos de las familias que componen la aldea y comprendiendo de dónde provienen los nauseabundos restos. Pero también se dará cuenta de que de ninguna manera puede presentar esa historia al inspector. Así que la novela ha de resolver el caso sin renunciar a la fábula. Porque en realidad, la investigación no es más que una excusa para acercar al lector a las vidas y vivencias de las familias de la aldea a través de sus historias y su particular registro oral
La obra, que fue finalista del Commonwealth Prize en 2010, es la primera novela del escritor Nii Ayikwei Parkes, que se define sobre todo como contador de historias, y es también poeta, editor y activista sociocultural. Acaba de ser publicada en castellano y catalán por Club Editor, con la traducción de Magdalena Palmer.