18-02-2016 Desde el año 2012, más de 2.000 mujeres y niñas han sido secuestradas por Boko Haram. De algunas hemos tenido muchas noticias –como el grupo de estudiantes secuestradas en Borno state, que provocó la campaña internacional del #BringBackOurGirls,– y de otras apenas hemos sabido nada, pero ahora, un informe de International Alert (ONG especializada en resolución de conflictos) y Unicef nos recuerda que, incluso en el caso de ser liberadas, estas mujeres siguen sufriendo enormemente a su vuelta. Al drama del secuestro, la violencia –física y sexual- y la separación de sus seres queridos, se suma al regreso el estigma y la desconfianza de sus vecinos y familiares.
Muchas personas temen a estas mujeres y niñas, pues creen que han podido ser adoctrinadas durante su cautiverio, una sensación irracional pero que crece cada vez más según se conocen noticias de mujeres y niñas, jovencísimas algunas, que participan como mujeres-bomba en los atentados suicidas que cada día se producen en mercados y pueblos de la zona norte de Nigeria, (independientemente de que lo hagan obligadas, por desesperación o voluntariamente).
Peor aún lo tienen los niños concebidos fruto de violaciones a las mujeres cautivas: no sólo suponen un recuerdo perpetuo del drama para sus madres, sino que muchos les ven como un enemigo potencial, pues creen que pueden heredar el carácter violento de sus padres biológicos. Les consideran ‘mala sangre’, y de ahí el título del informe: “Bad Blood”: la percepción sobre los niños nacidos de los conflictos relacionados la violencia sexual y las mujeres y niñas asociados con Boko Haram en el noreste de Nigeria, que se puede leer completo aquí.
En esta situación es necesario aumentar los recursos para implantar programas de apoyo, económico y mental, para las mujeres y niñas que vuelven a casa, así como para sensibilizar a las poblaciones que las reciben del infierno por el que han pasado y de la necesidad de apoyarlas. En caso contrario, las mujeres tendrán que enfrentarse solas al doble trauma del rechazo y será muy complicado a largo plazo sanar una sociedad que ya comienza a partirse.
A día de hoy: más de 2,5 millones de personas han sido abandonadas a huir de sus hogares a causa del conflicto con Boko Haram en la zona noreste de Nigeria. Algunos han salido del país, huyendo a estados cercanos, pero la mayoría se encuentra en zonas y pueblos vecinos, donde la convivencia, con el tiempo, se va dificultando, por el acceso a recursos limitados y los roces entre poblaciones.
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