La homosexualidad es ilegal en 38 países africanos. Más de la mitad de los 54 que conforman el continente, y de ellos, un buen porcentaje impone no sólo la ilegalidad sino penas durísimas, legales y sociales, que van desde la exclusión familiar o el ostracismo laboral, en los casos menos duros, hasta las condenas de cárcel e incluso la pena de muerte, como pretenden implantar en Uganda.
“Es un tema del que los líderes africanos no quieren oír hablar. Ni si quiera admiten que exista. Alegan que es algo no africano, que no tiene cabida allí”, explica George Reginar Freeman, director de la organización Pride Equality Sierra Leona, que actualmente busca asilo en España y quien defiende todo lo contrario: “no sólo la homosexualidad existió siempre en África, sino que la homofobia llegó con la colonización”. George ha estudiado la historia de su país y otras zonas cercanas y habla de la existencia de sociedades primitivas, mascaradas, travestismo, sociedades de hombres… Pruebas de que la homosexualidad ya existía en áfrica, tanto entre hombres como entre mujeres. Sin embargo, la llegada de la colonización y, con ella, de las religiones –tanto el cristianismo como el islam y las iglesias evangélicas que tanto predicamento han tenido entre los africanos- influyó decisivamente para condenar al ostracismo a la homosexualidad.
Hoy, lo más habitual es que los homosexuales sean tratados como apestados por sus propias familias y comunidades. “Mi propios padres me repudiaron cuando supieron que era gay. Yo tuve que vivir en las calles, buscarme la vida como pude”, explica Reginar. Consiguió salir adelante y en 2007, ante la ausencia de organizaciones que atendieran al colectivo y la necesidad de documentar lo que está sucediendo, fundó Pride Equality. Todo fue bien durante un tiempo, hasta que su aparición en un periódico (sin su consentimiento) comenzó la persecución, los problemas y los ataques físicos. Una situación que le llevó a exiliarse a la vecina Ghana, donde por fin contactó con la Fundación Triángulo y la Oficina de derechos Humanos de España que le facilitó la entrada en el programa de Asilo en Europa.
Ha sido precisamente la Fundación Triángulo, a través de su delegación en Canarias, quien la semana pasada le trajo hasta Madrid para explicar su experiencia y participar en el encuentro Ser LGBT en África hoy: realidades y desafíos , en el que también participó Amnistía Internacional, que presentó el informe “Hacer del amor un crimen: Criminalización de las conductas sexuales hacia el mismo sexo en el África Subsahariana”. Una investigación realizada por la organización a la que puso voz Violeta Assiego, responsable de esta área. Tal y como ella misma explicó, “en los últimos 10 años, cada vez son más las personas atacadas en África por su condición sexual y son ya 38 los países en los que se criminaliza la homosexualidad”.
Una criminalización que implica que las leyes de Derechos Humanos no se aplican a la hora de tratar con gays o lesbianas, y una realidad legal que, además, es respaldada por líderes políticos, religiosos, sociales y medios de comunicación. Es más, incluso en países como Sudáfrica –cuya ley es una de las más avanzadas de todo el mundo en materia de igualdad–, existe una violencia extrema contra las mujeres lesbianas. En general, como bien se apreceia en el informe, la situación sigue siendo bastante preocupante. Por un lado, hace falta formación en Derechos Humanos y homosexualidad para trabajadores, médicos, abogados, medios de comunicación… En concreto, recordaba Violeta Assiego, preocupa mucho la situación en Nigeria, que pretende penalizar cualquier cohabitación entre personas del mismo sexo.
Sin embargo, reconocen desde Amnistía, sí se aprecia la existencia de una sociedad civil que se está movilizando contra la discriminación, algo que también subraya Alfredo Pazmiño, quien señala que, por un lado, la Comunidad Internacional está siendo bastante vigilante, y que también los propios africanos se están movilizando por sus derechos.