Con dos Premios Nobel entre sus escritores y una profunda tradición oral a sus espaldas, Sudáfrica ofrece hoy un atractivo panorama literario, repleto de innovación tanto en forma como en contenido pero sin apartarse del realismo y la dureza que la caracterizó en épocas anteriores. Un panorama que resulta difícil de definir debido a su complejidad: no existe una lengua única ni una cultura compartida y es un país en el que la Historia divide más que une, pero precisamente en esta diversidad radica la que puede considerarse la característica común de la actual Literatura sudafricana, la búsqueda de su identidad.
Si durante los años del Apartheid el propio sistema político estaba en el centro de buena parte de la literatura, hoy en día este asunto parece superado por una temática nueva más relacionada con la vida cotidiana. Un cambio de tendencia que ya en los años 80 había pedido el escritor Njabulo Ndebele en su llamamiento al “redescubrimiento de lo ordinario”. Predicaba la vuelta a la cotidianeidad, dejando de lado la retórica de la lucha política, una postura de la que él mismo dio ejemplo con su libro Fools and other Stories (1983) en el que Ndebele intentó plasmar la oralidad de sus ancestros a través de cinco historias en las que habla de shangomas, tradiciones y supervivencia. Era una forma de presentar la perspectiva africana, algo que hasta entonces sólo había podido hacer, medio siglo atrás, Sol Plaatje (19876-1932), uno de los primeros africanos en publicar una novela, Native Life in South Africa(1930), en la que intentaba refutar la visión de los negros como gente salvaje e incivilizada.
En la última década, el testigo de Ndebele lo han recogido títulos como Bienvenido a nuestro Hillbrow, de Phaswane Mpe, que relata la vida diaria en uno de los barrios más peligrosos de Johannesburgo con una historia llena de drogas, xenofobia, violencia y Sida; Thirteen Cents (2001), en la que K. Sello Duiker aborda la realidad de los niños víctimas de la violencia a través de Azure, un joven superviviente de la miseria que a los 13 años se prostituye en las calles de Ciudad del Cabo, –precisamente el escaparate de la nueva Sudáfrica al mundo– o Fruta Amarga (2001), de Achmat Dangor, en la que los acontecimientos sufridos durante el Apartheid siguen pesando en las mentes de los protagonistas pero que destaca sobre todo por su tratamiento de temas como el sexo, el incesto, la identidad de los mestizos y las nuevas relaciones familiares.
Son libros que reflejan con toda su crueldad la realidad de Sudáfrica, utilizando para ello una innovadora narrativa y, en muchos casos, las propias vivencias de sus autores. El mismo Phaswane Mpe vio de cerca la realidad de Hillbrow, donde tuvo que alojarse a su llegada a la capital por la falta de recursos, y murió repentinamente a los 34 años, probablemente por culpa del Sida. Su amigo Sello Duiker se suicidaría, por motivos desconocidos, tan sólo un mes después de su entierro.
También abunda estos días la Literatura como instrumento para la toma de conciencia. Buen ejemplo de ello es Richard Rive y su libro ‘Buckinghan Palace. Distrito seis‘ o Beauty´s Gift, una novela de Sindiwe Magoma que muestra una nueva generación de africanas, mujeres que han accedido a las profesiones liberales y disfrutan de una buena posición social pero que, sin embargo, se ven todavía luchando, o aceptando, tradiciones como la poligamia –o la permisividad hacia los hombres en sus relaciones extramatrimoniales–, y las repercusiones que esto tiene en asuntos tan importantes como la transmisión del Sida
(Aprovechando la publicación en español de ‘Mejor hoy que mañana’, de Nadine Gordimer, republico este texto sobre Literatura sudafricana que escribí para la Revista Leer. Continuará en la próxima entrada).
De Achmat Dangor, la Trilogía de Z Town, publicado en España por Casa África a través de Ediciones ElCobre, es una elaboración impresionante sobre los efectos del apartheid. También es muy recomendable otro escritor sudafricano, Zakes Mda, del que próximamente vamos a publicar algunos poemas, por primera vez en castellano. Si os interesa, estad atentos al próximo número de la revista 2384, en http://www.2384.es