Adentrarse en el lago Nokoué significa olvidarse del caótico tráfico de Benín para sumergirse en un lugar de aguas cristalinas en el que las balsas son el único medio de transporte. Una ciudad flotante construida hace unos 300 años por un pueblo que huía de la esclavitud.
Al atardecer, en los días claros y de aguas mansas, la belleza de Ganvié se engrandece ofreciendo un precioso espectáculo de formas onduladas a todo aquél que se acerca a visitarla: es el reflejo de las viviendas en el lago, un privilegio único del que los lugareños se sienten especialmente orgullosos. Y no es para menos, porque Ganvié es una ciudad construida literalmente sobre el agua en la que sus vecinos han sabido mimetizarse con el entorno hasta el punto de que cada miembro de la familia dispone de su propia piragua y donde se dice, medio en broma medio en serio, que se aprende a remar antes que a andar.
Una suerte de Venecia africana con más de 300 años de historia que desde lejos ofrece la imagen de pueblo inundado. Hace falta acercarse para distinguir las enormes patas que sostienen cada vivienda, como si de un hórreo acuático se tratara, y apreciar su solidez. Las casas, construidas en su mayoría de madera o cañas de bambú, presentan una planta cuadrangular, rematadas con un típico tejado en forma de cabaña y sus cimientos son finos troncos de árbol que dan estabilidad a la estructura.
Para llegar hasta Ganvié tenemos que dirigirnos al embarcadero de Abomey-Calavy, donde una pequeñísima oficina vende los tickets para el transporte hasta este pueblo flotante. Un boleto que da derecho a piragua (motorizada), así como a conductor y guía, aunque generalmente se espera que el turista recompense a estos últimos con una propina acorde al servicio recibido.
Pero antes de llegar a la zona de las embarcaciones es necesario atravesar el mercado informal que se renueva cada mañana y en el que decenas de personas hacen cola para comprar los famosos pescados y mariscos del lago. Repartidos en todo tipo de cestas de mimbre, cubos y palanganas, las vecinas de Ganvié ponen a la venta sus bienes, mientras se aprovisionan de los productos y prendas de vestir que ofertan las mujeres de tierra firme.
Ya en la piragua, el recorrido hasta al poblado no dura más de 20 o 25 minutos, que pueden extenderse algo más si el trayecto se realiza en una canoa no motorizada. Durante la travesía, las aguas mansas y cristalinas ayudan a olvidar el caótico tráfico de la ciudad, y el visitante se interna en un mundo de silencio sólo alterado por el canto de los pájaros y el sonido de los remos al sumergirse en el agua. (Continúa aquí…)