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Veintisiete personas, cuatro balsas y remos de plástico. Poco más que decir. Imagínense el drama. Y, sin embargo, todavía hay quien está dispuesto a hacerlo. Y además, así eluden a las mafias, evitándose pagar los hasta mil euros que exigen en ocasiones. Quizás cada vez sean menos, pero el drama sigue siendo el mismo.