Durante la presentación del libro El Magreb y las migraciones subsaharianas, el profesor Hassen Boubafri, de la Universidad de Suda (Túnez), habló y mucho de Libia, un país con gran ascendencia en el resto de Áfriac, en muchos aspectos, y también como receptor de inmigrantes. Boubafri, que es especialista en migraciones internacionales en la región del Magreb y una de las personas que más ha estudiado este tema, hizo un breve repaso histórico al pasado de Libia como país receptor de migrantes.
Explicó Boubafri que desde su Independencia (en 1951), Libia ha mantenido fuertes lazos con los países subsaharianos de su entorno (tiene frontera física con Níger, Chad y Sudán). Una relación que se incrementó en la década de los 60 y los 70, cuando manaba el dinero del petróleo, el país necesitaba urbanizarse y era bienvenida la mano de obra para crear infraestructuras (siendo casi cuatro veces más grande que España, tiene tan sólo 6 millones de habitantes). Por entonces, turcos, asiáticos, marroquíes, nigerinos y otras nacionalidades y llegaron a Trípoli. En 1969 Gadafi se hizo con el poder, instaurando un gobierno socialista y con un discurso fervientemente panafricanista, por lo que, al menos en teoría, los subsaharianos seguían siendo bienvenidos.
El problema llegó en 1992 con el embargo impuesto al país tras su participación en el atentado terrorista de Lockerbie (1988). Las sanciones hicieron caer la renta del país, por lo que los extranjeros dejaron de ser tan bien valorados. “Aunque no se admita, la discriminación existe en Libia”, dice el profesor. (Como en todos sitios, añadiría yo). “La particularidad radica en que los libios alegan que ellos también son africanos, por lo que aseguran que no pueden ser racistas con otros africanos”, explica Boubafri. “A pesar de ello, añade, en muchos casos se refieren a los negros como esclavos.
Por suerte para Libia y para Gadafi, en aquellos años se firmaba en Europa el Acuerdo Schengen, por el que se liberalizaba el tránsito entre fronteras (en realidad, sólo para ciudadanos europeos, pero no cabe duda de que se facilitaban las cosas para todos). Asique muchos inmigrantes subsaharianos vieron abierta la posibilidad de llegar, por ejemplo, a Francia, a través de Italia o España. Y comenzaron a abrirse las rutas de paso a estos países. En estos años, Libia se convirtió en una de las principales zonas de salida. Según cuenta el profesor, Gadafi abrió sus fronteras al sur y al norte, consciente de que la gran mayoría de inmigrantes llegaban a Libia solo de paso, con la mirada puesta en Europa. Así, la llegada masiva de inmigrantes a cosas europeas le servía para presionar a Europa, con el fin de que ésta se pusiera de su parte en la cuestión del embargo, (que terminaría siendo levantado en el año 2003, al tiempo que Gadafi se ‘reintegraba’ en la comunidad internacional y empezaba a ser recibido por primeros ministros y jefes de Estado).
Así lo contaba el NYT en referencia a la visita de Gadafi a Italia en 2009: la visita se produce unos meses después de que Italia acordase pagar 5.000.000 de dólares en concepto de reparaciones por su pasado colonial [1911-1943], dinero que en la práctica responde más a las facilidades para hacer negocios y detener la inmigración ilegal.
Efectivamente, a partir de 2003 –coincidiendo, por cierto, con la Cumbre de Sevilla, en la que los Quince se pusieron de acuerdo para poner en marcha un «programa de repatriaciones», para la expulsión masiva de los inmigrantes ilegales (elmundo.es), Libia da un giro de 180 grados y se convierte en un aliado estratégico de Europa contra la inmigración ilegal. Según explicó el experto, entre los años 2003-2009, los centros de detención de inmigrantes se multiplicaron en Libia. Centros -de los que llegaron a crearse 26 en todo el país- que eran cárceles a todos los efectos y en los que la nota predominante era el hacinamiento de los reclusos. La Unión Europea, por supuesto, nunca trató ni se interesó por el tema de los Derechos Humanos de estos inmigrantes. «Jamás», dice tajante Boubafri. Era la época de hacer negocios.
El ciclo termina, por ahora, con las revoluciones en el mundo árabe. Es durante la llamada Guerra Civil libia cuando comenzamos a oír hablar de la persecución y violencia especial hacia los subsaharianos que habían apoyado a Gadafi y formado parte de su guardia presidencial. Además, con el estallido del conflicto, miles de personas huyen, especialmente hacia Túnez , que ha vivido su propia revolución pocos meses antes.
Todavía está por ver cómo es la relación con los subsaharianos a partir de ahora, pero lo que está claro es que las migraciones subsaharianas hacia ibia han existido durante muchos años y es probable que sigan existiendo ahora. Ya sea como paso hacia Euroap o como lugar de destino.
* Artículo recomendado: Los cambios políticos y las migraciones desde los países árabes. Carmen González Enríquez