Así lo explican ellas mismas en su presentación:
Millones de personas trabajan en todo el planeta en condiciones análogas a la esclavitud para engrasar la máquina del consumo y el incesante proceso de acumulación de capital que requiere el sistema económico capitalista. Esta esclavitud posmoderna no es un vestigio de prácticas arcaicas que sobrevivieron a la introducción del capitalismo, sino un instrumento que el sistema utiliza para favorecer esa rueda interminable del consumo.
Desde que se consolidó la deslocalización de la producción a nivel planetario, en un proceso paralelo a la mejora de las condiciones laborales en Europa y Estados Unidos, las empresas multinacionales escudriñan los rincones del planeta donde las legislaciones laborales son más laxas y los salarios, más bajos. Paralelamente, una agresiva propaganda legitimadora del sistema ha ido consolidando falsos mitos que se han instalado en el imaginario colectivo. Como que éste es el único de los sistemas posibles, que es el único viable y el más eficiente, cuando es evidente que el capitalismo es un sistema económico no sólo extremamente injusto socialmente, sino también muy despilfarrador. Un sistema que basa su viabilidad en el crecimiento infinito es simplemente absurdo e insostenible en un planeta con recursos finitos.
Todo empezó con La historia de las cosas un pequeño documental animado, de unos 20 minutos, que las hizo reflexionar.