De esta forma tan llamativa se vende la gasolina en las calles y carreteras de Benín. Foto: Aurora M. Alcojor |
Son muchas las investigaciones que apuntan a que la venta de gasolina robada, y convenientemente adulterada con agua u otras sustancias, es un negocio boyante que no sólo da trabajo a muchos sino que mantiene a otros tantos en el poder. En principio, además, todo parecen ventajas: la población disfruta de un combustible barato que ayuda al desarrollo y unos pocos se forran a cuenta del oro negro.
En los puestos ambulantes, el precio final de la gasolina es la mitad del que luce en las estaciones de servicio y la compraventa se ha extendido ya tanto que el Gobierno es incapaz de tomar medidas contra ella. Si las Fuerzas de Seguridad se dedicasen a perseguir la venta al por menor dejarían sin medio de vida a miles de personas, encareciendo además la gasolina a un número todavía mayor que depende de ella para moverse por todo el país.
Así las cosas, la gasolina se sigue vendiendo a chorros sin medidas de seguridad ni control alguno por parte del Estado. Una anomalía que tiene sus consecuencias en la vida diaria de los benineses y en las arcas públicas.
Este tipo de ‘gasolineras’ permite a los usuarios rellenar sus depósitos con muy pequeñas cantidades. Foto: Aurora M. Alcojor |
Efectivamente, el limitado número de surtidores en el país es otro de los problemas que hacen que, al final, los conductores se decanten por la gasolina ilegal. Esta escasez es especialmente flagrante en las zonas del norte, donde las carreteras son malas y la llegada de suministros muy irregular. Al mismo tiempo, la venta ambulante permite al conductor rellenar su depósito con cantidades ínfimas, como medio litro de gasolina, lo necesario para muchas ‘taxi motos’ que llegan a final del día con lo justo para regresar a casa y volver a empezar el trabajo el día siguiente.
De todo esto son conscientes tanto el Gobierno como los propios vendedores implicados y ambas partes están de acuerdo en que hay que buscar una solución a este problema. Tanto que los distribuidores y vendedores, que a pesar de ser ilegales se han agrupado en torno a la AITRPP (Asociación de importadores, transportistas y vendedores de productos petroleros, según sus siglas en francés) apoyan la idea de reconvertirse en negocios legales. Así lo ha explicado en más de una ocasión Joseph Midodjoho, alias Oloyé, una de las caras más visibles de este conglomerado medio legal medio mafioso. “Hemos hecho propuestas concretas al Gobierno en este asunto, y estamos estudiando la posibilidad de que se concedan préstamos a interés bajo para iniciar los nuevos negocios”, declaraba a un periódico local hace unos años. La idea es que los vendedores se pudieran asociar en pequeñas cooperativas y establecer nuevas gasolineras.Financiación de partidos
Pero lo cierto es que el tiempo ha pasado y nada cambia, principalmente por falta de voluntad política y, sobre todo, porque hay muchos intereses en que este negocio no sea nunca legalizado. Como por ejemplo, los de los propios partidos políticos. Tal y como explica el politólogo Mathias Hounkpè: “la financiación de los partidos políticos no está regulada por ley, así que se hace de forma totalmente informal, poco transparente”. Aquí entran en juego los grandes comerciantes de gasolina, “criminales que pesan mucho en la política nacional”, como los define el periodista Kokouvi Eklou . “Llevan a cabo una actividad ilegal, pero influyen mucho en el ámbito político a través de su capacidad de movilizar el electorado y la animación de movimientos políticos”.
En el mismo texto, (muy recomendable), Eklou habla directamente de las relaciones entre contrabandistas y políticos, aunque por supuesto todos los partidos lo niegan. Sin embargo, “se trata de un sistema clientelista en el que cualquier fuente financiera está tolerada”, explica Camille Amouro, escritor y periodista beninés.
Por su parte, en un interesantísimo artículo que forma parte de la serie “Piratas, contrabandistas y magnates: bandidos sociales en África” realizado por la asociación FAIR, (Forum of African Investigative Reporters) se subraya que detrás de toda la inmensa red de pequeños traficantes, vendedores y ladronzuelos se encuentran los contrabandistas a gran escala “políticos, oficiales del Gobierno y el Ejército que usan a terceros partes para dar la cara”.
Además, se pregunta este informe, ¿quién se atreve a matar la gallina de los huevos de oro? Un sector que, según datos de 2004 –imagínense lo que podrá significa ahora– suponía unos beneficios de 23 millones de dólares. Un dinero equivalente al que se gasta el Estado de Benín en educación.
Publicado originalmente en GuinGuinBali.
Hola Diego, mucha gente me ha hablado de Nigeria y me gustaría mucho conocerlo. Es increíble que sea un país tan rico y la población viva tan mal. Siempre termino preguntándome si les va mejor a los países con recursos naturales o a los que no los tienen…
Saludos!
Interesantísimo texto.
Me duele y recuerda mi estancia en Nigeria, uno de los mayores productores mundiales de petróleo alcanca impresionantes cifras de extrema pobreza y corrupcion; un país con dos velocidades donde las diferencias entre comunidades se explotan y donde crecen la violencia y movimientos radicales.Mientras,siguen luchando día a día.Por otro mañana posible.
Un saludo,
http://destelloshumanos.blogspot.com