En 1980, cuando la lucha de liberación negra comenzaba su etapa más radical bajo la consigna de “hacer el país ingobernable”, el entonces todopoderoso general Magnus Malan se convertía en ministro de Defensa de la Sudáfrica del Apartheid. Desde su cargo, y con el apoyo del presidente P. W. Botha, llevó a cabo una furibunda política conocida como “guerra total”, que consistía en la integración de todos los recursos posibles –políticos, económicos o militares- en la lucha contra el comunismo y los activistas del CNA (Congreso Nacional Africano).
Una política que le llevó a militarizar prácticamente todo el país y acumular un enorme poder en sus manos. Era, probablemente, el último y desesperado esfuerzo del Gobierno racista por mantener el status quo del Apartheid. Durante su mandado, Malan envío al Ejército a sofocar los levantamientos en los ‘townships’ –áreas designadas específicamente para negros–; declaró el Estado de Emergencia y fue responsable de la creación de los llamados escuadrones de la muerte.
Ferviente anticomunista, Malan extendió además su influencia más allá de las fronteras de Sudáfrica. Ya desde 1976, cuando fue nombrado Jefe Mayor de la Defensa, financió la UNITA, guerrilla que luchaba contra el MPLA –de tendencia marxista- por hacerse con el poder en Angola, y no dudó en enviar tropas sudafricanas a reventar la amplia infraestructura del CNA en los países vecinos, especialmente en Zimbabue, Zambia y Mozambique.
Como contrapunto, en su haber también destaca su participación en las conversaciones de independencia de lo que hoy es Namibia, territorio que había permanecido bajo control sudafricano desde los años 20. Las negociaciones terminaron pacíficamente con la proclamación de la República de Namibia, el 21 de marzo de 1990.
Pero la década de los 90 le cogió con el pie cambiado. Cuando Frederick W. de Klerk accedió a la Presidencia soplaban ya vientos de cambio y Malan se convirtió pronto en un obstáculo insalvable para el camino a la democracia. Así fue como en julio de 1991, accediendo a una de las demandas del CNA, el otrora omnipotente ministro de Defensa era destituido de su cargo. A su conocido historial se sumaba poco tiempo después el escándalo de los escuadrones de la muerte, que actuaron contra civiles en la provincia de KwaZulu-Natal.
Fue entonces cuando comenzó su particular calvario. En 1995, ya retirado de la política y tras las primeras elecciones libres, Malan y otros 19 altos cargos fueron juzgados por la creación de estos grupos paramilitares que actuaron por todo el país y, específicamente, por el asesinato de 13 activistas negros en 1987. Malan negó todos los cargos y finalmente, aunque quedó probada la existencia de las matanzas y su obvia relación con el Estado, todos los acusados fueron absueltos al no poder acreditar el tribunal su implicación directa. A pesar de ello, Magnus Malan siempre será recordado como el militar sudafricano de más alta graduación en ser acusado de asesinato.
Publicado originalmente en El Mundo.