Su idilio con la música comenzó siendo todavía un niño, durante la celebración del mítico concierto “Soul to Soul” que llevó a la plaza de la Independencia de Accra a los más importantes músicos afroamericanos del momento. Duró 14 horas, congregó a miles de personas y fue uno de los primeros eventos musicales que celebraba un país del África independiente. Hasta allí se acercaron artistas de la talla de Santana, Tina Turner, Roberta Fack, The Stapel Singers y Wilson Pickett, entre otros.
Pero fue durante su época universitaria, en Londres, cuando Paa Kay entró de lleno en el mundo de la música. Allí comenzó a organizar fiestas y shows con bandas del momento. “Unas buenas y otras regulares, claro, pero hubo algunos bombazos, como los ghaneses de Osibisa”, recuerda al hablar de la primera banda africana que logró repercusión internacional más allá de su país y de Gran Bretaña, donde tenían su base. Osibisa logró fusionar estilos diferentes, desde el jazz y el r&B hasta los ritmos latinos y africanos, y jugó un papel clave para dar a conocer la música africana al mundo.
En aquella época Paa Kay conoció a Charles Easman, también ghanés y uno de los creadores de Stern Music, el sello por excelencia de la música africana, con quien comenzó a colaborar. “Al principio, los únicos que se interesaban por esta música eran grupos de izquierda preocupados por la cultura africana y activistas antidiscriminación, pero al final terminó teniendo un enorme éxito”, recuerda el productor.
Entrados los años 80 Paa Kay comenzó a trabajar con el pianista de Durban Bheki Mseleku, que abandonó la Sudáfrica del Apartheid para instalarse en Londres y cuyo álbum “Celebration” (1991) se convirtió en un enorme hit. Autodidacta pero de técnica extremadamente sofisticada, Mseleku era capaz de tocar el piano, el saxofón o la guitarra y pronto se convirtió en un referente del jazz africano. Junto a él, Paa Kay viajó a diversos festivales de jazz, incluido el de Montreal, donde Mseleku ganó el premio de la crítica. El éxito venía acompañado además de un importante trasfondo político: el régimen racista comenzaba a desintegrarse, Mandela era liberado de la cárcel y ya se divisaba en el horizonte la posibilidad de unas elecciones libres.
Una década intensa
“La de los 80 fue, sin duda, una década intensa y fructífera”, recuerda Paa Kay un tanto emocionado. Y no es para menos. Aparte de la buena racha profesional, el productor disfrutó al máximo de la noche londinense, donde todo era posible. Hasta que el mismísimo John Lennon te invitara a su casa. “Fue una cosa surrealista. Yo estaba fumando un cigarrillo mientras esperaba un autobús, cuando un coche se acercó y el ocupante de atrás me pidió tabaco. Llevaba gafas y un sombrero, así que no pude reconocerlo, pero le di el cigarro. Era una de estas noches frías, heladas, de Londres, y me dijo que me acercaba a casa. En el coche comenzamos a hablar y terminó invitándome a una fiesta. Yo me apunté sin dudarlo, suponiendo que me llevaría a cualquier cuchitril… Imagínate mi sorpresa cuando de repente entramos en una enorme mansión, con un montón de gente. ¡Todavía tardé un rato en darme cuenta de dónde estaba y de que era el mismísimo John Lennon el que me había llevado a la fiesta!”.
No fue hasta 1994 cuando regresó definitivamente a su Ghana natal, para encargarse de la segunda edición del PANAFEST, pensado para promover la unidad entre los africanos de dentro y fuera del continente. Ghana, histórica defensora del panafricanismo, fue la elegida para este evento, que se celebró en diciembre de 1994, y a Paa Kay se le encargó la coordinación del festival. El joven productor consiguió reunir un amplísimo y variado número de artistas que llegaron a Accra de todas partes del mundo. Desde América cruzaron el charco grupos como Black Voices y Public Enemy, entre otros. Y desde Londres llegaron los para entonces ya famosos Ozzibiza, que hicieron las delicias del público, y el grupo Culture, que mezclaba la música africana con el reggae surgido en Jamaica.
Y la música paró la guerra
Precisamente con Culture forjó Paa Kay una estrecha amistad que le llevó a embarcarse en un complicado reto. Por entonces, la vecina Sierra Leona vivía los peores momentos de una guerra que duraba ya desde 1991 y que no tenía visos de finalizar. “Era imposible acabar con la contienda, pero pensamos que quizás podíamos pararla por un día”, recuerda Paa Kay. Y así, con esta única idea, Culture y Paa Kay comenzaron a organizar el concierto de la Paz, que se celebraría en Freetown, una ciudad arrasada por la guerra, el 17 de diciembre de 1997. “Fue complicadísimo organizarlo todo y en más de una ocasión creímos que sería imposible. Pero al final llegó el día, y allí estábamos, con cientos de rebeldes y soldados del ejército, armados hasta los dientes pero sin disparar ni una sola vez, disfrutando juntos de la música”. Ese día, Joseph Hill –el líder de Culture- dio un mensaje de paz a los contendientes y se demostró, de nuevo, que la música es capaz de parar la guerra. Igual que lo había hecho Bob Marley 20 años antes, en 1978, durante la guerra civil jamaicana, cuando fue capaz de unir las manos de los dos líderes enfrentados, durante el concierto “One Love Peace”, en Kingston.
Poco después, ya establecido en Ghana, Paa Kay comenzó a trabajar por otros países de África Occidental, organizando algunos eventos que hoy ya son clásicos del panorama musical del continente, como el Gospel-Racine de Benin, o el River Festival de Mali.
De 2004 data su recuerdo más amargo. Ese año organizó la gira africana de Koffi Owomide, cantante, músico y compositor congoleño, líder de Quartier Latin, que alcanzó enorme fama y consiguió revitalizar el soukous –la música por excelencia de su país durante la primera mitad del siglo XX– y a la que renombró como Tcha Tcho.
Con estos ritmos tradicionales renovados, Owomide actuó en Lomé (Togo), donde obtuvo un enorme éxito. El siguiente destino de la gira era Cotonou (Benín), donde estaba previsto que actuara en el Estado de la Amistad, el mejor emplazamiento de la ciudad. La expectación desatada por Owomide era evidente desde semanas atrás, así que Paa Kay pidió a los responsables del estadio que abrieran las puertas al público con al menos tres o cuatro horas de antelación, de tal modo que fueran entrando de forma ordenada. Pero las puertas no se abrieron hasta las 10 de la noche, poco antes del concierto, provocando una enorme estampida que dejó decenas de heridos y provocó la muerte de 10 personas. “Fue, sin duda, uno de los peores días de mi vida”, recuerda todavía visiblemente afectado Paa Kay, quien tuvo que demostrar ante un juez que no había tenido ninguna responsabilidad en lo sucedido.
Al año siguiente, el continente celebraba el primer “Africa Unite Concert”, en Addis Abeba, la capital del rastafarismo, en recuerdo del 60 aniversario de Bob Marley. El encuentro se convirtió en un enorme éxito, con más de 300.000 seguidores del reagge llegados de todos los rincones del mundo. El concierto sirvió para demostrar que la fuerza del espíritu reagge y dio nuevos bríos a la idea de la unidad africana. Tanto, que en 2006, y esta vez ya con la colaboración de Paa Kay, el concierto se celebró en Ghana, con la participación de la Bob Marley Foundation y de toda la familia del cantante, que demostró que su música y sus ideas seguían vivas 25 años después de su muerte.
Hoy, Paa Kay sigue organizando eventos musicales por toda África, estableciendo puentes entre diferentes países y convirtiéndose, casi sin darse cuenta, en un libro abierto de la apasionante historia de la música africana.