14/06/2011.-A principios de los 70 las imágenes de niños de Biafra afectados por la hambruna dieron la vuelta al mundo. En España, el impacto fue tal que durante años se utilizó el dicho “pareces un niño de Biafra”, para referirse a personas de extrema delgadez. Pero en aquellos años, lo mismo que pasaba en Biafra sucedía también en otros países africanos, ¿por qué este conflicto tuvo tanta repercusión?
Hay varios motivos, pero el más importante es que la Guerra de Biafra fue el detonante para la aparición en la escena internacional de un nuevo concepto que se generalizaría a partir de entonces: la injerencia en la política interna de un país con fines humanitarios. Más concretamente, supuso además la implicación directa de las ONGs internacionales. Médecins sans frontières (MSF), una organización no gubernamental creada en Francia en 1971, se implicó en el conflicto con la idea de aportar algo nuevo a la cooperación: la no neutralidad. Frente a la Cruz Roja, una organización que desde hacía un siglo ayudaba a los heridos y víctimas de las guerras bajo una estricta neutralidad, Médicos del Mundo nacía con otra intención: además de encargarse de la Ayuda humanitaria, proclaman la necesidad de sensibilizar a los medios de comunicación, la sociedad y las instituciones políticas; y en muchos casos, esto supone tomar parte por los más desfavorecidos, porque la neutralidad puede, en ocasiones, implicar complicidad.
Bajo estas premisas, la Guerra de Biafra se convirtió en el foco de todas las miradas, ocupando portadas y aperturas del telediario. ¿Fue esto bueno o malo? Depende, como siempre. Souto Albes, en el Blog Historia General, escribe: “Biafra supuso la irrupción de un nuevo género periodístico, precursor miserable de los realitys de nuestros días. La hambruna fotografiada, filmada, televisada». Cierto, pero no deberíamos olvidar tampoco que fue la tabla de salvacion de miles de biafrenos.
Pero ¿en qué consistió exactamente la Guerra de Biafra?
El 30 de mayo de 1967, la región más oriental de Nigeria (antigua colonia inglesa) se declaraba independiente del resto del país con el nombre de República de Biafra. Nigeria había nacido de forma artificial, tras la decisión de Gran Bretaña de unir tres de sus posesiones en una; provocando una unión de iure sobre una preexistente separación de facto. Al hacer esto, la población se había estructurado por etnias, siendo una de ellas la de los ibos –mayoritariamente cristianos y predominantes en la zona oriental-, que más tarde se autoproclamaría independiente bajo el nombre de Biafra.
El último día del mes de mayo, el lugarteniente general Chukwemeka Odumegu Ojukwu daba a conocer la proclama independentista con estas palabras: “En virtud de la autoridad y conforme a los principios mencionados, proclamo aquí solemnemente que el territorio y la región conocidos como Nigeria del Este, así como su plataforma litoral y las aguas territoriales constituyen un estado independiente y soberano bajo el nombre de República de Biafra”.
Esta proclama condujo, de manera indefectible, al estallido de una guerra civil que duraría 30 meses y terminaría con la victoria de las tropas gubernamentales en 1970. Entre medias, tuvo lugar en Biafra una brutal crisis humanitaria que, según un informe publicado por UNICEF el 23 de enero de 1969, dejó un total de un millón y medio de víctimas, muchos de ellos mujeres y niños.
Así, aunque será la Guerra de Vietnam de la primera de la que se hable como “guerra televisada”, lo que ocurre en Biafra también tiene una gran repercusión a nivel internacional, especialmente en algunos países como Francia. En España, las imágenes de los niños que mueren de hambre en esta región golpean la conciencia de los telespectadores. Para muchos, la situación recuerda a lo que ellos mismos habían vivido apenas 30 años atrás; para otros, los más jóvenes, inmersos en el desarrollismo español, imágenes como estas son inconcebibles y se movilizan en su ayuda: para la mayoría, además, es la primera vez que ven, en sus cocinas y salones, a negros, a los que muchos consideran unos “pobres salvajes a los que hay que ayudar”.
Biafra, según explica Alexandre Sosnowsky en su libro Biafra: proximité de la mort, continuité de la vie, [una obra publicada en 1969, todavía durante la guerra y en la que el autor recopila escalofriantes fotografías sobre los niños y las mujeres de Biafra, y sobre sus muertos] es un territorio de unos 76.500 kilómetros cuadrados en el que en el momento de la secesión viven 13 millones y medio de personas (frente a los 55.700.000 que tiene Nigeria en 1962, es decir, casi una cuarta parte del país). Además, es el primer exportador mundial de aceite de palma y, una cuestión vital para su futuro: justo el año antes se han descubierto importantes pozos petrolíferos en su territorio.
Durante todo el primer año de la guerra, las fuerzas de la Federación nigeriana, con más poder, recursos y fuerza que los biafreños, fueron comiendo territorio a los independentistas y, para minar la moral del enemigo y obtener una victoria más rápida decidieron bloquear sus accesos por tierra y mar, con lo que los biafreños quedaron totalmente desprotegidos y, por supuesto, sin nada que comer.
Continúa en «Guerra de Biafra (2). La implicación internacional»
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