No han sido tan impactantes como las de la vecina Australia, ni tan mortíferas como las de Brasil, pero las inundaciones del último mes en Sudáfrica han dejado sin hogar a miles de personas y han provocado ya casi un centenar de víctimas mortales.
Ahora, cuando las aguas se han retirado, toca la evaluación de daños y comienza uno de los retos más importantes: la prevención para evitar que las zonas anegadas se conviertan en lugar propicio para la expansión del cólera y otras enfermedades. En la mayoría de los townships, donde los sistemas de alcantarillado son inexistentes, el agua estancada permanecerá allí por muchos días. Además, muchos de sus habitantes han perdido sus casas y sus pertenencias -es decir, todo lo que tenían- y tienen que rehacer sus viviendas como buenamente pueden.
Las zonas más afectadas han sido la provincia de Kwa Zulu Natal y la propia Gauteng -donde se encuentra Johannesburgo-, pero hasta 33 zonas han sido declaradas áreas de desastre. Según la ministra de Desarrollo Social, hasta 20.000 personas se han visto afectadas y algunas provincias comienzan a no poder hacerse cargo de ellas.
También ha sufrido mucho la provincia de Northern Cape, donde cientos de hectáreas han sido destruidas y el agua ha arrastrado las cosechas a su paso, siendo los pequeños agricultores los más afectados por las inundaciones. Otra mala noticia para Sudáfrica que podría volver a sufrir la subida de los precios de los alimentos debido a la reducción de las cosechas.
Además, las previsiones no son nada halagüeñas para el futuro. Naciones Unidas ya ha advertido de que debido las previsiones de lluvia para este año -allí es verano ahora, pero precisamente ésta es la época lluviosa- todos los países del África austral deberían estar alerta ante el peligro de inundaciones. De hecho, en Mozambique ya se han producido también algunas inundaciones y los países vecinos temen el posible desbordamiento de los ríos Zambezi y Okavango.