Revolviendo entre las fotos me he encontrado con esta que es, cuanto menos, curiosa.
¿Ikea abre centro comercial en Botswana para que los africanos renueven sus casas? No exactamente, pero podría ser.
La realidad es ésta.
Al principio pensé que se trataba de un taller de fabricación de maderas -aprovechando la famosa deslocalización- y después que podría ser un pequeño distribuidor para la emergente clase media en Sudáfrica y Botswana, pero busqué en Internet y, como era de esperar, Gaborone no aparece en el listado de tiendas de Ikea.
Pero sea lo que sea, no es más que una excusa para hablar de la importancia que está tomando el comercio en África y, ojo, del efecto positivo o negativo que puede generar para el propio desarrollo africano.
Hoy en día, la economía y el comercio africanos se mueven a pasos agigantados, cosa que es normal teniendo en cuenta que partían casi desde cero. Su potencial es tal que hace unas semanas el tema de apertura de El Exportador Digital, la publicación del Instituto de Comercio Exterior Español se titulaba ‘África nos espera’. Es el mercado en el que todos quieren entrar y esto puede ser muy bueno, o muy malo, para los africanos.
Ejemplos buenos:
1. Por 11 euros se puede comprar un móvil, y el número de aparatos en el continente ha pasado de 35 millones en 2003 a 245 en 2008.
2. La inversión de países como India, China, Brasil y Rusia está permitiendo la creación de nuevas infraestructuras y puestos de trabajo.
A cambio, los problemas son también muchos. Por poner tan sólo dos ejemplos:
1. Los productos’low cost’ -ya sea por subvenciones europeas o por la baratísima producción china- inundan los mercados africanos y arruinan a comerciantes locales. (Precisamente, en Internet sí hay una Ikea Botswana Pty que se anuncia como fabricante de muebles y cuyos datos se puede encontrar, curiosamente, en la web made-in-china.com).
2. No existe un Estado capaz de distribuir la riqueza -de hecho, casi no se pagan impuestos- y no hay una legislación fuerte que protega a los trabajadores, lo que puede hacer que los benerficios de estas inversiones lleguen sólo a unos pocos.
Frente a estos problemas, creo que la solución sería que los estados africanos aplicasen un cierto grado de proteccionismo en sus mercados. En teoría, eso va contra todas las ideas económicas de estos años y sólo mencionar ‘proteccionismo’ equivale a ahuyentar a los inversores, pero creo que precisamente esta época de crisis mundial y de caída del consumo y del comercio mundial puede suponer una ventaja para África.
Son casi 1.000 millones de personas que necesitan de todo y que ahora, 50 años después de las independencias y tras dos décadas ‘perdidas’ (se llamó así a la de los 90, pero yo creo que la de los 80 también lo fue)- parece incorporarse a la economía mundial. Puede que hoy tengan niveles bajos de renta pero nadie sabe cómo estarán en 20 años -miren a China, sin ir más lejos- y los inversores no están para perder oportunidades. Aprovechando esta necesidad, África podría, por una vez, empezar también a poner condiciones.