Parece que lo único que pasa en Sudáfrica es que Zuma se casa una y otra vez.
La noticia aparece recurrentemente en la prensa. Será el morbo de ver al presidente de un país vestido en ropas zulúes y bailando danzas tradicionales. Pero lo que al final se consigue es seguir mostrando una imagen distorsionada de África, incluso aunque se trate del país más avanzado del continente.
Todo esto no pasaría de una mera anécdota si no fuera porque existe un problema real de fondo, que es del que deberían preocuparse los medios de comunicación.
En Sudafrica, un país con una de las constituciones más avanzadas del mundo y donde las mujeres están presentes en todos los ámbitos de la vida pública, la discriminación del llamado sexo débil persiste todavía debido a un círculo vicioso en el que se entrelazan falta de educación, pobreza y tradición.
Lebogang Marishane, miembro de la asociación Women´s Net, apunta a la falta de autonomía financiera como uno de los problemas más graves: “Las mujeres dependen todavía de sus maridos para vivir, por lo que aguantan todo tipo de maltratos”. Entre ellos, hay dos que no suelen considerarse hechos denunciables si se producen en el seno del matrimonio: la violación y la negativa a usar el preservativo. Amnistía Internacional ha recogido testimonios de mujeres que han sufrido palizas sólo por pedir a su marido que usara un condón. Así, la transmisión del SIDA avanza imparable, una pandemia que para la mujer no sólo significa enfermedad, sino también rechazo, en ocasiones incluso por parte de sus propios vecinos. En este sentido, y a pesar de la consabida ‘ducha de Zuma’ después de mantener relaciones sexuales con una seropositiva, se espera que al menos el próximo presidente mantenga en su cargo a la actual ministra de Sanidad, Barbara Hogan, una destacada activista contra el VIH, que ha pedido perdón por las políticas negacionistas del anterior dirigente sudafricano, Thabo Mbeki. [Merece la pena leer este artículo: Genocidio Sanitario]
El otro gran problema es la violencia sexual en un país ya de por sí violento que cuenta con una de las tasas de criminalidad más altas del mundo. En los últimos ocho años, el número de violaciones denunciadas no ha bajado de 50.000 y, según datos del Centro de Crisis contra la Violación de Cape Town, sólo se denuncian uno de cada 35 casos. Aún peor, las mujeres que se atreven a hablar no son tratadas adecuadamente en las comisarías ni en los hospitales y, en muchas ocasiones, se arriesgan al escarnio público. La mujer que denunció a Zuma por violación, que actualmente reside en Inglaterra, lo sabe bien, ya que tuvo que oír a Julius Malema, líder de las Juventudes del CNA, decir que “seguro que lo había pasado bien” y al propio Zuma responder ante el juez que, como hombre que era, “no podía dejar a medias a una chica dispuesta”.
Muchas gracias! Esperemos que poco a poco se vaya hablando más y lo descubramos entre todos.
Saludos
He descubierto hace poquito tu blog y… me quedo. Gracias por compartir tus impresiones sobre un continente sobre el que rara vez se habla en los medios.