Octubre 2009: El martes pasado el Padre Jerôme, invitado por CEAR y la Fundación Sur, estuvo en Madrid contando su experiencia en Nuadibú (Mauritania). En esta ciudad ha pasado los últimos siete años de su vida trabajando con inmigrantes que la utilizan como teórico lugar de paso hacia Europa aprovechando que, tan sólo hay unos 750 km. hasta Las Palmas.
Mauritania es una república islámica en la que viven poco menos de cuatro millones de personas (3.700.000, según wikipedia), a pesar de que en extensión es dos veces el tamaño de España. Esto se debe a que buena parte del país se encuentra ocupada por el desierto.
Nuadibú es la segunda ciudad del país y actúa de capital económica. Viven en ella unas 90.000 personas de las que hasta el 20% son inmigrantes que provienen de toda África.
El padre Jerôme y otros miembros de su comunidad de misioneros intentan llevar un registro de los inmigrantes que pasan por allí, ofrecen ayuda e información sobre la realidad del país, la política de inmigración en Europa, los peligro y riesgos del camino, cuestiones de salud, etc.
Pero la realidad es que Nuadibu se ha convertido en un lugar de estancamiento. Muchos de los que allí llegan no pueden seguir adelante, hacia la anhelada Europa, porque las fronteras se han externalizado y ahora son la Policía mauritana o la marroquí las que, pagadas por España y la UE, les impiden el paso, por supuesto sin el más mínimo respeto por los Derechos Humanos.
Y tampoco pueden volver porque, en el mejor de los casos, gastaron su dinero en este viaje que preveían sólo de ida. En el peor, no sólo gastaron su dinero sino que se encuentran endeudados, y tienen que recurrir a la prostitución o cualquier otra cosa para devolver el dinero. Otros están enfermos y algunos son sólo niños que nacieron allí, apátridas sin un lugar al que ir.
El Magreb, la frontera de España.
«La frontera de España ya no está en Barajas ni en la costa española, sino en el Magreb».
El padre Jêrome contó su propia experiencia. Estuvo dos horas retenido en Casablanca por un miembro de Iberia. Se llevaron su pasaporte y lo dejaron vigilado por cuatro policías. En la sala había unos 15 africanos, todos con su pasaporte y visado en vigor. La situación puede extenderse hasta 48 horas, nada menos que dos días. Si alguien pierde el vuelo, nadie se hace responsable de sus billetes. Ahora, las aerolíneas también tienen el papel de policías de Europa.
Más información:
Migramundo, con informes de Amnistía Internacional: El Guantánamo español en Mauritania: