A pesar de todos los problemas, las esperanzas parecieron resurgir en Zimbabwe con la firma del llamado Acuerdo Político Global , que el 30 de enero de 2009 dio paso a un Gobierno de Unidad Nacional formado por las dos facciones del opositor Movimiento por el Cambio Democrático (MDC) y el gobernante ZANU-PF (Zimbabwe African Nacional Union-Patriotic Front).
El acuerdo se logró tras seis meses de difíciles negociaciones, presiones externas y enfrentamiento directo entre ambos partidos y muchos temen que pueda convertirse en una trampa. Además, ha provocado fricciones en el continente entre los que exigían la retirada de Mugabe, como el presidente de Botswana, Seretse Ian Khama, y los que apostaban por el gobierno de unidad. Entre estos últimos se encuentra Sudáfrica, que ha condenado al régimen sólo de forma muy tenue y ha mantenido una postura de ‘quiet diplomacy’, la misma que triunfó en la Comunidad de Desarrollo del Sur de África (SADC, según sus siglas en inglés).
El abogado Otto Saki (miembro de la asociación Zimbabwe Lawyers for Human Rights), nos explicó cómo esto puede tener repercusiones en el futuro: “La SADC considera que logrando un acuerdo entre ambas facciones ha solucionado un problema. Pero el verdadero problema es que han sentado un mal precedente para el resto de África, ya que han legitimado a un gobernante al que las propias instituciones africanas habían acusado de realizar unas elecciones ilegales. ¿Cómo se puede acomodar en un mismo gobierno a un partido que manipuló las elecciones y otro que concurrió justamente, cómo se acomoda a la persona que robó y a la que fue robada?”.
De cómo se resuelvan estos interrogantes dependerá en buena medida el futuro de Zimbabwe.
Y no es fácil compartir el poder después de todo lo que ha pasado en los últimos años. Las elecciones presidenciales de junio de 208 se llevaron a cabo en un clima de total amedrentamiento contra la oposición y sus seguidores, una situación que empeoró después. Sólo entre octubre y diciembre de 2008, según Human Rights Watch, las fuerzas gubernamentales arrestaron arbitrariamente a 43 miembros del MDC, así como a decenas de activistas, muchos de los cuales fueron golpeados brutalmente en prisión.
Por si fuera poco, tan sólo dos meses después de ser nombrado Primer Ministro, el opositor Morgan Tsvangirai sufrió un sospechoso accidente de tráfico en el que su mujer falleció en el acto, el 5 de marzo. A pesar de que Tsvangirai quiso acabar con la polémica asegurando que no había sido más que “un trágico accidente”, las especulaciones siguen vivas en todo Zimbabue.
En cualquier caso, el Gobierno se encuentra ya en funcionamiento y a mediados de marzo hizo público el Programa de Recuperación Económica en el que aseguraba que pondría fin a las ocupaciones de granjas y estimularía la agricultura con el objetivo de sacar adelante la economía. Además, tanto Tsvangirai como Mugabe reclamaron a Estados Unidos y a Gran Bretaña que levantasen las sanciones que pesan contra Zimbabwe, una petición a lo que estos dos países se han negado, asegurando que necesitan “más garantías” del nuevo Ejecutivo.
De momento, la situación ha mejorado gracias a la adopción del Rand y el Dólar como moneda de cambio, pero políticamente el país siguen viviendo una parálisis total sin verdaderos avances. Aún así, parece que la esperanza ha renacido en el país africano.