Y como a perro flaco todo son pulgas, en Zimbabwe se multiplicaron los problemas.
Por un lado, el brote de cólera que desde agosto del 2008 golpeó brutalmente al país dejando, según datos de la Organización Mundial de la Salud, 4.000 muertos y más de 91.000 afectados. En la actualidad, la epidemia está remitiendo pero la rápida expansión de la enfermedad, mientras varios ministros del gobierno aseguraban que no existía y que todo era producto de un “ataque bacteriológico británico”, fue especialmente flagrante por lo fácil del tratamiento en situaciones normales.
[Madibo, una pequeña aldea cerca de Musina, ciudad sudafrican situada en la frontera con Zimbabwe. Hasta aquí llegaron en el mes de diciembre miles de zimbabuenses que huían de la ruina de su país. Muchos de ellos estaban enfermos por el cólera, enfermedad para la que recibieron tratamiento en estas improvisadas clínicas al aire libre. Foto: Aurora. 16 de diciembre de 2008].
Surgió en Harare pero pronto se extendió por todo el territorio llegando incluso a los países vecinos. La causa directa fue la falta de mantenimiento en el sistema depuración de aguas, provocado por la desidia, la corrupción y las rivalidades políticas: la gestión la controlaban los municipios, pero cuando el MDC se hizo con el poder en ellos, Mugabe les arrebató esta competencia y creó la Autoridad Nacional del Agua, cuya gestión ha sido claramente nefasta. Hoy todavía son muchas las zonas en las que no se puede beber agua corriente.
En Mabvoko, un barrio situado a las afueras de Harare, ha sido necesario instalar una bomba de agua para extraerla del subsuelo. Ahora, todos los vecinos de la zona, denominada eufemísticamente “High Density Area” por la gran concentración de casas y personas, tienen que ir cada día a buscar el agua potable. Frente a esto, las organizaciones humanitarias han distribuido tabletas para purificar el agua, pero esta es solo una solución transitoria.
“Miras el agua marrón, con partícula y, sí, le pones una tableta, que es lo único que podemos hacer, pero esto no es una solución”, se quejaba unamujer a las afueras de Harare. Y a pesar de todo se sienten afortunados. En muchos pueblos rurales es literalmente imposible encontrar agua potable
A esto se unió la falta de medios y de personal en los hospitales, a los que muchos de los trabajadores dejaron de asistir porque gastaban más en el viaje al trabajo que lo que ganaban al mes. El desastre sanitario fue el golpe de gracia en un país en el que la esperanza de vida ha pasado de los 56 años de hace dos décadas a los 43 de la actualidad, un 25% de la población es seropositiva y uno de cada cuatro niños ha perdido a sus dos padres.
Segú nos contó Kamurai Mudzingwa, miembro de Nango, la Asociación Nacional de Organizaciones no Gubernamentales de Zimbabue, que agrupa a más de un centenar de ONG´s locales, “al menos cinco millones de personas están en peligro de muerte por falta de alimentos, y dependen de la ayuda humanitaria”, lo que supone prácticamente la mitad de los zimbabuenses que aún residen en el país.
La situación se hizo insoportable en las cárceles y, según estimaciones de la Asociación para la Prevención del Crimen y la Rehabilitación de los presos, hasta 20 prisioneros llegaron a morir cada día en las 55 prisiones del país, por falta de alimentos y por la incidencia de algunas enfermedades como el Sida o la tuberculosis. En un documental emitido a finales de marzo por la SABC, la televisión pública sudafricana, con imágenes obtenidas por los oficiales de prisiones, se veía cómo los cuerpos se amontonaban a las afueras de las cárceles, ya que en muchos casos sus familiares no podían pagar el traslado y entierro de sus cuerpos.
[No he podido encontrar el reportaje emitido por la SABC, pero en este reportaje de AP se pueden ver algunas de las imágenes que consiguieron los reporteros]