11/09/2009: En marzo estuve unas semanas recorriendo Zimbabwe. Volví tan impresionada por todo lo que estaba pasando en el país que durante un par de meses, no podía dejar de leer sobre él. Todo era Zimbabwe, no quería saber nada de Sudáfrica. El objetivo era volver, y volver cuanto antes. Y leer noticias, libros, entrevistas, historia de Zimbabwe.
Todavía no he vuelto y supongo que tardaré mucho en hacerlo, pero al menos voy a intentar contar un poco cómo era la situación y qué pasó en el país para llegar a ella.
La situación. Las cosas han mejorado en los últimos seis meses, pero esta sera la situación en marzo de 2009.
«No es fácil hacer la compra en Zimbabue.
Primero fue la hiperinflación, que dejó de calcularse por lo absurdo de las cifras cuando se situó en los 230 millones % al mes y que multiplicaba el precio de los productos cada hora obligando a los zimbabuenses a ir a la compra literalmente cargados de billetes. Luego fue la escasez: cada vez que el Gobierno fijaba por decreto precios máximos para los alimentos, las tiendas se vaciaban al instante, pues a los propietarios no les salía a cuenta seguir comerciando.
Ahora, desde que a finales de enero el Gobierno aceptó como monedas legales el rand sudafricano y el dólar norteamericano, el problema es que no existe prácticamente cambio en el país. Llegan los billetes, sí, pero no las monedas, y en el supermercado, la vuelta se obtiene en chocolatinas o, si hay suerte, en una especie de ‘vale’ para la siguiente compra. A ello se suma el desorbitado precio de la mayoría de los productos, mucho más caros que en la vecina Sudáfrica y sólo comparables a estándares europeos. Dos dólares y medio por un kilo de pasta, uno por una lata de coca-cola y hasta 1,45 $ por un litro de leche.
Peor que los precios, es el hecho de que buena parte de la población no tiene prácticamente acceso a moneda extranjera. Tan sólo los funcionarios -a los que el gobierno se comprometió a pagar en dólares-, los que trabajan en algún sector relacionado con la exportación o el turismo y, por supuesto, los altos gerifaltes del régimen disponen de dólares. El resto depende de lo mucho o poco que puedan enviarles los tres millones de zimbabueses, más del 20% de la población, que, especialmente desde el año 2000, han emigrado del país.
En esta situación, el dólar zimbabuense, ahora oficialmente desaparecido, sigue circulando en la economía informal para pequeños pagos como un trayecto en los taxis colectivos o compras a los vendedores ambulantes. Pero no durará mucho, ya que la población quiere a toda costa rands o dólares americanos y cada cual se deshace de la moneda nacional como puede: ya sea cambiando ‘millones’ por un solo billete con la cara de George Washington a los pocos turistas que pasean estos días por el país, o en otros menesteres. Un cartel en los baños de la frontera con Sudáfrica recuerda que está prohibida tirar al retrete: “cartones, ropas, periódicos o dólares zimbabuenses”.
Hola Moncho,
Gracias a ti por ese artículo, me gustó mucho, igual que la segunda parte, que acabo de ver. La situación en Congo es tan incomprensible que necesitamos gente como vosotros que nos ayude a entenderla, aunque sea sólo un poco.
Hola!! Simplemente quería darte mi enhorabuena por tu blog (gran capacidad de análisis y sensibilidad crítica) y las gracias por publicar el enlace de mi reportaje sobre la R.D. Congo. Cuanto a más conciencias llegue, mejor.
Por cierto, me parece increíble la fotografía del retrete. ¿Podría haber algo que explicase mejor la situación de la moneda en Zimbabwe?