Entre los primeros libros en publicarse dentro del Indigenous Languages Publishing Project aparece Ingqumbo Yeminyanya, un libro escrito en la década de los 40 por el autor Xhosa A. C. Jordan, que cuenta la historia de un príncipe Xhosa que, después de estudiar en la Universidad de Fort Harare -la única donde estudiaban los negros entonces- vuelve a casa para ser el rey de su pueblo.
El choque entre modernidad y tradición es el eje central del libro y la historia recuerda en parte a la del propio Nelson Mandela, también príncipe Xhosa, que fue a esta misma Universidad y que, antes incluso de haber acabado los estudios, se encontró con que tenían preparada para él una boda con una mujer a la que no conocía de nada.
Para evitarla, se escapó con un primo suyo a Johannesburgo. Allí empezaría su proceso de sensibilización sobre lo que significaba realmente ser negro en Sudáfrica.
En sus memorias, Long way to freedoom, Mandela cuenta lo siguiente:
[La cita no es totalmente literal, está resumida]
“Comenzaba a darme cuenta de que un hombre negro no tiene por qué aceptar las docenas de indignidades dirigidas a él cada día. La primera vez que vi a un negro, uno de mis compañeros de Universidad, negarse a hacer un recado que le había mandado un blanco, algo habitual en aquellos días, me quedé asombrado e incluso me sentí incómodo con la actitud de mi compañero. Si me lo hubiera pedido a mí, simplemente habría hecho ese recado”.
«Cuando todavía no había acabado la Universidad, me enteré de que se había arreglado todo para mi boda con una princesa Tumbu. No daba crédito a lo que oía. Para entonces, yo esta más avanzado social que políticamente. Mientras que no me había planteado luchar contra el sistema político del hombre blanco, estaba bastante preparado para rebelarme contra el sistema de mi propia gente”.
«Opuestos totalmente a los matrimonios apañados, decidimos escapar a Johannesburgo, lo cual suponía tener que dejar la Universidad. Así lo hicimos, ayudados por una mujer que se ofreció a llevarnos en su coche. Íbamos sólo nosotros dos y la mujer, pero ninguno pudo sentarse junto a ella. En aquellos días, era obligatorio para un negro ir en el asiento de atrás si conducía un blanco”.