Un artículo muy interesante escrito por Greg Mills, presidente de la Fundación Brenthurst, con sede en Johannesburgo.
Se publicó originariamente en el New York Times, el 24 de abril de 2009.
Traducción libre y sólo los párrafos más interesantes:
«Hace menos de cuatro años, la cumbre del G8, reunida en Gleneagles, acordó acabar con la deuda de África y doblar la ayuda para 2010. La ayuda, alabada a bombo y platillo por el primer ministro británico Tony Blair y sus ‘compañeros ilustres’, desde Bono a Bob Geldof, era la respuesta a los problemas de ÁFrica.
Pero de golpe, esta visión políticamente correcta, ha pasado de moda.
Una de las razones clave es que la ayuda ha probado ser un modo extremadamente ineficiente para lograr un verdadero retorno -en este caso desarrollo.
Otra razón es que los argumentos ‘anti-ayuda’ se han ido popularizando poco a poco (por los propios africanos), especialmente por la economista de Zambia, Dambisa Moyo, en su libro Ayuda muerta: Por qué la ayuda no está funcionando y cómo hay un mejor camino para África.