De Kenya me gustó todo, probablemente porque es infinitamente más africano que Sudáfrica, y era lo que realmente yo quería ver cuando me vine aquí, pero lo que de verdad me impresionó fue el sistema de ‘matatus’ (los minibuses colectivos) y el ‘ordenado caos’ que han implantado en todas las ciudades.
Un día expliqué en el blog cómo iba el sistema de ‘combis’ en Sudáfrica y lo elaborado de su sistema de pago, pero lo de Kenya es otro mundo.
Lo primero, cada ‘minibus’ cuenta con la presencia de tres trabajadores: conductor, cobrador y ‘avisador‘.
[‘El conseguidor de clientes’. Foto: Auro]
El trabajo del ‘avisador’ o ‘conseguidor de clientes’ es, por supuesto, surrealista. Digamos que, básicamente, va ‘colgado’ de la puerta, con un pie en el suelo y el otro de dentro y se dedica a gritar a los cuatro costados a dónde se dirige la ‘matatu’ y cuánto cuesta.
Puede parecer absurdo, pero lo cierto es que no lo es. Al no haber paradas establecidas y no ser muy fácil saber hacia dónde va cada matatu, es realmente muy útil que alguien te informe.
Lo más curioso de todo es, según nos contó una chica que lleva ya unos meses viviendo en Nairobi, los precios varían dependiendo de la hora del día o de la noche, y precisamente por eso es tan importante el ‘conseguidor’.
Algunas gentes se sientan en lo que sería la ‘estación central’ de matatus a esperar que los precios vayan bajando para poder volver a su casa.
Otra característica de las matatus es su colorido: las hay verdes, rosas, amarillas, negras… y las proclamas que se pintan. Desde recubrirse con carteles de Obama hasta ponerse letreros del estilo ‘no fear’, todo vale en las matatus kenyatas. (Me volví loca haciendo fotos, se pueden ver aquí o en la presentación de la derecha).
Pero lo mejor es por la noche.
Por la noche, las matatus se convierten en algo más que un medio de transporte. Son, literalmente, una discoteca andante.
La música, a todo volúmen y con unos equipos de música de esos que sientes cómo te rebota el corazón, va desde desde bakalao a riggie pasando por cualquier otro estilo que se te pueda ocurrir.
Las luces interiores son moradas, al estilo de los coches macarrillas que se pueden ver por el polígo de Alcorcón.
Y por fuera. Por fuera no hay palabras para describirlas. Sus llamativos colores no sirven por la noche, asíque para solucionarlo, muchos no han dudado en recubrir a sus furgonetillas de las típicas luces de navidad, de encendido y apagado cada tres segundos, para hacerse notar. Faros la mitad no tienen, pero luces, luces no le falta a ninguna.
Por supuesto, la conducción por alguna ciudad Kenyata a partir de las siete de la tarde es altametne irrecomendable. Pero observar la locura de las calles desde una terraza en el primer piso de algún bar es simplemente maravilloso.