Cada 27 de abril, Sudáfrica celebra el ‘Día de la Libertad’ en conmemoración de las primeras elecciones libres y democráticas celebradas en el país tal día como este en 1994. Este año, además, la Democracia sudafricana cumplía 15 añitos, por lo que el motivo de celebración era doble.
También este año se celebraron elecciones, y también en esta ocasión ganó el ANC. Sólo que esta vez el presidente no es ya ni remotamente parecido al respetado Mandela; más bien es un populista que nadie sabe muy bien por dónde saldrá.
Pero de lo que quiero hablar es sobre un pequeño acto, al que no asitirían más de 300 o 400 personas celebrado precisamente con motivo del Día de la Libertad pero también en recuerdo a una mujer, Eudy Simelane, que el año pasado fue violada y asesinada. Fue lo que se conoce como ‘violaciones correctivas’ en Sudáfrica.
Eudy Simelane era una de las estrellas de la selección femenina de fútbol, las Banyana Banyana, y una de las pocas mujeres que había reconocido su homosexualidad en público.
Su cadáver fue encontrado en Kwa Thema, tirado a la orilla de un pequeño río que recorre el township. Este fin de semana, miembros de la asociación para la Igualdad de Gays y Lesbianas y de Action Aid Sudáfrica construyeron un puente para atravesar el riachuelo, plantaron un árbol en recuerdo de Eudy Simelane y allanaron el descampado adyacente para hacer un campo de fútbol.
Unos amigos y yo fuimos a Kwa Thema el sábado por la mañana y ayudamos a quitar las piedras del río, a llevar la arena para allanar el campo de fútbol y a plantar algunas flores. No hicimos mucho, la verdad, y no dábamos un duro porque todo estuviese listo para el lunes. Pero la gente de las asociaciones y los vecinos del township trabajaron duro el fin de semana y el lunes, allí estaba el pequeño puente, pintado de color crema; aquí el árbol como si hubiera crecido allí de toda la vida, y un poco más allá el campo de fútbol con sus dos porterías.
Probablemente era la primera vez que muchos asistían en directo a un partido de fútbol. Y la emoción ‘en la grada’ se notaba. Unos cantaban, otros bailaban, y todos animaban a rabiar al equipo de chicas locales que metieron una paliza a las visitantes.
Después vino el partido de chavales. Costó mucho elegir a los jugadores porque allí quería participar hasta el apuntador, pero al final salieron dos equipos, que siguieron dando espectáculo otro buen rato.