Después de Nairobi, vino el ‘gran viaje’. Casi diecisiete horas en un tren que más que réplica exacta parece exactamente el mismo que dejaron los ingleses allá por los años 60.
La duración del trayecto debía ser, si no pasaba nada, unas 15 horas. No pasó nada pero tardamos 17. Y todos tan contentos. Porque el viaje es maravilloso.
Sale a las 7 en punto de Nairobi, cuando ya es de noche y no se puede ver nada. Todo está lo suficientemente oscuro como para que los turistas no vean por la ventanilla el desolador panorama de Kibera, uno de los barrios de chabolas más grandes de toda África, y cuyas míseras casas llegan hasta la mismísima vía del tren.
Bien entrada la noche, el traqueteo del tren invita a dormir a pierna suelta hasta que el calor de los rayos del sol y la humedad que ya se nota cuando uno se acerca a la costa empiezan a hacer insoportable la estancia en el ‘compartimento’.
Es entonces el momento de mirar el paisaje, ver pasar los pueblos, las estaciones, los cientos de niños que se acercan para saludar -en realidad para pedir, pero siempre con una sonrisa y un ‘hello’-, las mujeres con sus cántaros y su leña a la cabeza y los niños a las espaldas.
Es el momento de ver las vacas y los campos, la tierra seca por la falta de lluvias y las pequeñas cabañas, separadas unas de otra, que en su conjunto forman algún que otro pueblo. Pueblos unos más o menos afortunados, según tengan estación de tren, colegio o médico, pero todos parecidos.
qué envidia
Isa
Jajaja, es que tengo una cámara muu profesional y estoy venga a probar ‘funciones’, jaja.
La verdad que sí, que esto es la hostia y pasan cosas surrealistas… El próximo viaje a África, c´est clair!, jaja..
Un beso grande
Joder Auro, según relatas tus viajes dan ganas de ir a verlo todo, me encanta que estés disfrutando todo, y por cierto las fotos que has colgado parecen profesionales, te estás haciendo toda una artistaza eh?
me encanta ese tren de los años 60 y viajar en las matatus tiene que ser toda una odisea jajaaja
Floren
un besazo