En teoría, Sudáfrica, que tiene una de las Constituciones más avanzadas del mundo, permite la homosexualidad, y es de los pocos, sino el único, país africano que no la castiga por ley. Pero entre la Ley y su aplicación hay un largo camino. También entre la Ley y el que probablemente sea próximo presidente del país.
Estaba pensando en cómo es posible que no se haya dicho nada sobre estas ‘violaciones correctivas’ y la respuesta no ha tardado mucho en venirme a la mente. Sudáfrica pelea cada día por conciliar los dos mundos en los que vive: el de los pobres y los ricos -más que el de blancos y negros- el de las leyes avanzadas y las tradiciones milenarias, el del alto porcentaje de SIDA, que está matando a la mitad de la población y el negacionismo de sus políticos, el del avance de la mujer con el machismo más retrógrado.
En realidad, no debería sorprenderme lo más mínimo que no se hable de estas violaciones.
Al fin y al cabo, buena parte de la población aceptó tranquilamente las explicaciones dadas por Jacob Zuma, el candidato del CNA y casi seguro próximo presidente del país, durante un juicio en el que se le acusaba de violación.
Entre otras lindeces, su defensa consistió en lo siguiente:
(Todo es traducción más o menos libre)
– “Ella había venido a mi casa, vestida provocativa y estaba muy cariñosa conmigo” . Resulta que era la hija de un amigo íntimo de Zuma, le conocía de toda la vida y no tenía por qué no ser cariñosa con él.
– “Como hombre zulú que soy, habría sido una deshonra negarme a acostarme con ella”. Vamos, casi casi que ella lo obligó.
– “Me di una ducha después”. Esta es la mejor, y viene a cuento porque la mujer era seropositiva y una destacada activista contra el SIDA. El juez le había preguntado que si usó o no preservativo. Él dijo que no, pero no pasaba nada porque se había duchado después.
El caso es que Zuma, que es polígamo declarado y tiene cinco o seis mujeres (otras fuentes dicen que ocho) -la poligamia también está permitida por ley- fue declarado “no culpable” (que no sé si significa que no es culpable pero tampoco inocente o es simplemente la manera de decir “inocente” en inglés).
Hubo un cierto revuelo, sí, pero tampoco parece que demasiado.
Zuma, con su estilo populista y sus bailes zulúes al final de cada mitin, es adorado por sus fieles: las mujeres se acercan a él para besarle y los hombres para saludarle.
Está acusado de corrupción (el juicio está previsto para después de las elecciones, a ver qué pasa) y no jugó demasiado limpio contra Mbeki, pero no parece que a sus seguidores les importe lo más mínimo.
Así, ¿cómo les va a importar una anónima mujer lesbiana violada?