Ayer recibí una llamada que me hizo una ilusión especial.
Pape (el del blog de aquí al lado) me llamó por la tarde, «porque hacía mucho que no hablábamos». Ni lo más remotamente me esperaba que fuera él, así que al ver en el teléfono un ‘número oculto’ respondí diciendo ‘hello’, y lo primero que me dijo él fue: «ya hablas en un idioma extranjero».
Ahora, Pape habla perfectamente español y cada vez me es más fácil comunicarme con él, charlar, hablar de lo que hicimos el sábado por la noche, la política o ‘el crisis’, como él dice. Antes era mucho más difícil, recuerdo algunas tardes sentados en una terraza de Avenida de América en la que tras los comentarios de rigor -qué tal el trabajo, qué tal Rubén, qué tal tu familia- se nos acababa la conversación y todo era un poco forzado por los problemas del idioma. Pero ahora ya no, ahora podríamos estar hablando horas.
Pape llegó a España hace ya casi tres años, en junio de 2006, con tan sólo 18 años. Sin saber ni una palabra de español y con mucho miedo, pero siempre con una sonrisa en la cara.
Se puede decir que ha tenido suerte porque pronto encontró un empleo y por allí por donde pasa va haciendo amigos. Su jefe, el dueño del restaurante chino en el que trabaja, le quiere un montón y siempre le ha tratado bien; una de sus mejores amigas es una señora de 50 años que conoció un día en una parada de autobús, y en Adsis, el sitio donde dábamos las clases de español y donde yo le conocí, todos le adoran.
Pape salió de su casa con 18 años sin decirle a su madre que venía a España, porque no quería preocuparla y porque seguro que no le habría dejado hacer tan peligroso viaje. Se montó en una barca en la que había casi 100 personas y pasó un viaje horrible muerto de miedo. Llegó a Canarias, donde la Guardia Civil los esperaba para ingresarlos en un centro de internamiento durante 40 días, y de allí lo trasladaron a Madrid, nada más y nada menos.
Eso fue hace tan sólo tres años y el verano pasado Pape ya celebraba como uno más la victoria de España en la Eurocopa y se maneja por Madrid como si hubiera vivido aquí toda su vida.
¿Será posible que de verdad el Gobierno pretenda ahora echar a gente como Pape? ¿Será posible que los españoles apoyen esto?
Porque Pape todavía no tiene papeles. Todos teníamos la esperanza de que se los dieran este verano, cuando cumpliese los tres años en España, con trabajo y ‘arraigo’, pero cada vez parece más difícil.
Espero que al final todo salga bien y podamos mantener nuestro plan. El mejor plan del mundo para Pape: el año que viene celebraremos su cumple en Senegal , con su madre, sus hermanos y sus amigos. Y a mí me enseñará un poco de Wolof, y así cerraremos el círculo que empezó cuando yo le enseñaba a él español.
Cris, que estoy sin ordenador ni internet ni nada y no he podido contestar. a ver si ma;ana te llamo y hablamos, de la ‘otra llamada’ creo que finalmente voy a pasar, no s’e.
Del cambio de papeles entre Pape y yo… ummm, puede ser una buena idea!
Un beso! Oye y, ahora que tienes tiempo, acutaliza tu blog!
Me parece que Pape se nos queda en Madrid y tú en África… 😉
¿¿Cuándo vas a hacer la llamada de la que hablamos?? Vengaaa, Auro. :S
🙂
Beso