Acostumbrada a la Europa de la ‘libre circulación de personas’ se me había olvidado ya lo que era una frontera. El año pasado en Marruecos me enteré bien, porque las colas eran siempre agotadoras, pero lo de ayer fue mucho peor. Ración doble para que no se nos vuelva a olvidar.
Volvíamos de Mozambique hacia Sudáfrica a las 3 de la tarde y a la salida de Maputo nos paró la policía para indicarnos amablemente que la frontera estaba colapsada y mejor nos fuéramos por otro sitio. La opción es pasar a través de Suazilandia, pero resulta que al haber entrado por un paso fronterizo tienes que volver a salir por el mismo a no ser que hayas especificado lo contrario -lo cual no habíamos hecho- y no nos quedó más opción que volver por Resano-García.
A unos 15 km. de la frontera, la policía había parado a todos los coches y los iba dejando pasar poco a poco para que no se colapsara el paso fronterizo. Hay que decir que la organización era bastante buena -no como en otros sitios de Mozambique- y todo fue civilizado y tranquilo. A sentarse a esperar durante cuatro horas, viendo cómo caía la noche mientras los que iban en transportes colectivos -autobuses, combis, chapas, cualquier vehículo grande, que aquí los coches se aprovechan al máximo- se iban bajando para llegar hasta la frontera a pie.
Mientras estos andaban por la izquierda con sus maletas a cuestas -la mayoría de los que intentaban pasar eran mozambiqueños que han emigrado a Sudáfrica en busca de trabajo- y nosotros esperábamos pacientemente, otros coches nos adelantaban impúnemente avanzando por el carril contrario. Sólo nos hizo falta un ratito en la cola para que un mozambiqueño se nos acercara ofreciéndonos el ‘carril rápido’ por el módico precio de 200 rands (menos de 20 euros). Ni corto ni perezoso, nos explicó que: «One hundrend for me and one hundred for the police».
He de reconocer que dudamos un momento, la cola era larga, estábamos cansados, era de noche… Pero reaccionamos a tiempo para decir casi al unísono que no, que ya esperábamos la cola como todo hijo de vecino y que no teníamos ninguna prisa. Igual hicimos en la frontera de Lesotho -donde el funcionario de turno, por llamarlo de alguna manera, se empeñó en decir que no éramos de la Commonthwealth y que no podíamos pasar- y en Tráfico, donde después de decirle que no pagábamos los 50 rands que nos pedía para acelerar los trámites el tío nos dijo, «Ah, pues entonces le digo al que está haciendo los papeles que vaya sin prisa».
Contra la corrupción se puede luchar desde arriba, por supuesto, pero también desde abajo. Al final, si nadie pagase, no pasarían estas cosas.
Auro, maravilloso post. Como siempre.
La cantidad de cosas que debes estar viviendo y aprendiendo no tiene precio. Te adelanto algo… ve preparando la cabeza, porque cuando decida acabar con mi vida y montar la editorial, pienso publicar un libro tuyo contando las peripecias vividas.
Mi admiración hacia tu mirífica persona llega a límites insospechados.
Yo no sé qué hubiera hecho, supongo que no lo hubiera pagado, pero por conciencia, no por otra cosa. Ese intento de ‘blackmail’ está a la orden del día con los ‘pequeños corruptos’ que nos encontramos a diario en el ‘Primer Mundo’…
Por cierto que no exageres Auro… tú nunca supiste qué es una frontera, ¡pipiolina!! que eres mu jovennnnn ¿O acaso has traído café de estraperlo de Portugal? eh? 😉
B-e-s-o!