El almacenamiento de residuos tóxicos es un goloso negocio de incalculables beneficios. En un mundo dividido entre países ricos y pobres, los primeros ponen multitud de trabas –normativas legales y medioambientales que se traducen en enormes costos- para el almacenamiento de residuos, mientras que los segundos abren sus puertas a todo tipo de deshechos a precio de saldo.
Si esto sucede en países como Ghana o Mozambique, imagínense qué no puede pasar en auténticos estados fallidos como Somalia. Un país con miles de kilómetros de costa sin policías para controlarla. Un país sin gobierno y sin estructura de Estado desde hace ya más de 20 años. No hace falta ser muy listo para comprender que es el lugar perfecto para deshacerse de los residuos que el resto –quienes los generamos, por cierto-, no queremos ni ver.
En 2004, la existencia de estos residuos se hizo patente cuando decenas de contenedores llegaron a las playas somalíes arrastrados por las olas que generó el brutal tsunami en el Pacífico. Así lo explicaba Mabel Gonzalez Bustelo, miembro de la junta directiva del Instituto de Periodismo Preventivo y Análisis Internacional (IPPAI) y responsable de la campaña de desarme de Greenpeace.
“Además de empresas y hospitales, en especial europeos, también ha elegido este lugar la mafia italiana para deshacerse de residuos peligrosos. La contaminación ha sido constatada por agencias de la ONU y se puso de manifiesto de forma brutal en diciembre de 2004. Cuando la ola del tsunami del sureste asiático alcanzó la costa de Somalia, cientos de barriles de residuos no identificados fueron arrojados contra ella. Más de 300 personas murieron por efecto de la radiación, como denunció el enviado de la ONU para Somalia, Ahmedou Ould-Abdallah, que también aseguró que había metales como mercurio y cadmio. El Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) confirmó estas denuncias”.
Son muchos los que han hablado de este tema (Isaac Rosa, Antonio Maestre, Hernán Zin, Revista Fusion, y hasta la web de Consumer, entre otros), pero por supuesto esto no representa ni una décima parte de las noticias que hemos leído sobre los piratas somalíes y las capturas de barcos extranjeros. Además, son muy pocos los que se han atrevido a investigar de dónde exactamente provienen estos residuos, quién los envía allí, quién los paga y quién está ganando ingentes cantidades de dinero con ellos. Lo que sí sabemos es que si enterrar una tonelada de residuos en Europa cuesta unos 1.000 euros, en Somalia se puede conseguir por la módica cantidad de 2, 5 euros. También que los casos de niños nacidos por malformaciones genéticas se han triplicado en las últimas dos décadas.
Todo esto viene al hilo del documental emitido hace unos días en TVE, ‘Toxic Somalia’, en el que el periodista francés Paul Moreira investiga de dónde vienen estos residuos y su posible relación con la mafia italiana –el país transalpino fue la potencia colonizadora en Somalia-.
Moreira retoma las investigaciones de Ilaria Alpi, una periodista italiana de la RAI, que fue asesinada mientras realizaba su trabajo en Mogadiscio, allá por 1994. Aunque ya por aquel entonces cada reportero llevada detrás de sí un equipo de al menos dos hombres armados a modo de protección, las comunicaciones eran en aquellas fechas más fáciles que ahora y Alpi se movió por el país entrevistando señores de la guerra, políticos y militares. Tanto se movió que probablemente alguien decidió quitarla de en medio.
Alpi fue asesinada el 20 de marzo de 1994, en lo que las autoridades consideraron un acto de violencia más de los muchos que sucedían en el país. Lo curioso es que su muerte se produjo justo un día después de haberse acercado demasiado al tema de los residuos tóxicos. Además, sus padres hablan de muchas lagunas en la información que recibieron y de algunas otras incongruencias en el caso (el periodista Michael Maren, que la conoció 45 minutos antes de su muerte, pero que ha dedicado mucho tiempo a investigar sobre ella, explica con todo lujo de detalles las horas previas y los días posteriores a su asesinato).
Más allá de lo que pudieran ser consideradas teorías conspiratorias, la realidad es que en 2009 -15 años más tarde-, Francesco Fonti, ex miembro de la mafia calabresa (pertenecía a los Ndrangheta) luego reconvertido en colaborador de la policía italiana, declaró que Ilaria Alpi y su cámara fueron asesinados porque habían visto –¿quizás filmado?- los residuos tóxicos que su organización, la Ndrangheta, estaba tirando en Bosaso, al norte de Somalia.
No se sabe –quizás nunca lo sabremos- si esto es real o no, pero sí sabemos que justo en el momento de su muerte, Alpi estaba investigando un caso de tráfico de armamento y deshechos ilegales en los que, creía, podía estar implicado el propio ejército italiano.
Así lo explican en el documental que este domingo emitió TVE:
Para ayudar al desarrollo de la pesca en Somalia, el gobierno italiano había regalado barcos a una empresa llamada Siffco. Pero estos barcos no parecían pescar mucho. Hacían viajes de ida y vuelta a Europa y en Somalia estaban bajo el control de un grupo armado”. En uno de sus viajes, alguien le informó de que debía ir a Bosaso si quería saber lo que estaba ocurriendo. En Bosaso, Ilaria realizó muchas entrevistas, una de ellas con el líder de uno de los grupos armados de la zona, Bogor Moussa. Cuando le preguntó si podía ver el barco, el que teóricamente se utilizaba para la pesca, Moussa le respondió así: -“¿Para qué quiere verlo? ¿Es una espía? Coja la información y váyase.
Al día siguiente de esta entrevista, Ilaria Pinera fue asesinada. La noticia conmocionó a toda Italia, provocando que periodistas, abogados e incluso miembros del Gobierno comenzaran decenas de investigaciones en el país. Así se descubrió la existencia de un verdadero mercado de residuos tóxicos(que pueden ser químicos, nucleares… ) En el documental explican que la Justicia italiana sacó a la luz una de estas redes de envío de residuos al tercer mundo, aunque es casi seguro que no fuera la única, ni la más importante. Y cuentan cómo, el pago por los vertidos a los somalíes se realizaba muchas veces en especies, es decir, en armamento. Situación que explicaría, por ejemplo, de dónde sacaban las armas los primeros piratas somalíes. Por supuesto, esto es ilegal, además de inmoral, pero es un jugoso negocio en el que hay muchas partes implicadas. Una trama, imagino, como las de tráfico de drogas o personas, pero de la que se habla muchísimo menos. Por eso me alegra tanto ver este documental en TVE. Y por eso es importante que siga habiendo periodistas como Ilaria y Paul Moreira.
PD: Todo esto, el tráfico de armas, el vertido ilegal de residuos, los asesinatos… Parece de ciencia ficción, -a mí también-, pero lamentablemente no lo es. Recordemos que, sin ir más lejos, hace pocas semanas la policía arrestó a varias personas, españolas, por el intento de vender helicópteros de combate a Irán y Venezuela. Y los tenían, en piezas, al ladito de nuestras casas, en polígonos de Madrid y Barcelona. De película, ¿verdad?
Excelente escrito que terrible situación la que se vive en Somalia,lo más triste es que nadie hace nada para ayudar a este pueblo azotado por la violencia y la hambruna!!! Saludos desde Venezuela!!!
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Gracias Rosie!
No sólo nadie hace (hacemos) nada, sino que algunos se aprovechan de la situación, haciendo que empeore.
Excelente escrito que terrible situación la que se vive en Somalia,lo más triste es que nadie hace nada para ayudar a este pueblo azotado por la violencia y la hambruna!!! Saludos desde Venezuela!!!