‘María y yo’ no es un documental al uso. Ni un reportaje dramático sobre discapacidad. Ni una película lacrimógena sobre el sufrimiento de unos padres. Es, simplemente, la historia de María, una chica autista, y Miguel, su progenitor. Bueno, y también de May, la madre. Y de los abuelos, y de los tíos y de un montón de gente que aparece en la película pero de la que no sabemos nada. Gente a la que María recuerda porque, una vez que ha conocido a alguien, ya nunca más se olvida de su nombre.
Una historia vitalista que te deja un sabor de boca dulce, y eso que el punto de partida es duro. Unos padres que, al poco de nacer su hija, comienzan a ver que algo no va como debería ir. “Mi primera sensación fue que María no me quería”, recuerda la madre. Y eso que por entonces sólo tenía 8 meses. Luego vinieron los médicos, las pruebas, los análisis y, a los 8 años, el diagnóstico: autismo.
“María es como una isla en medio del mar. Sólo de vez en cuando baja la marea y podemos acercarnos hasta ella”.
Y peor: la separación de los padres. La distancia: uno en Barcelona, la otra en Las Palmas.
Imagínense si la película no daba para un dramático guión. O un tormentoso libro. Pero en vez de eso, Miguel Gallardo, el padre de María, decidió crear un cómic. Y fue ese libro de ‘dibujos animados’ el que llegó al director, Félix Fernández de Castro, que decidió llevarla al cine, siguiendo exactamente la misma idea que el cómic.
Así que, durante seis semanas, repartidas a lo largo de un año, se coló en la vida de María y Miguel para retratarles tal y como son. Con sus juegos en la piscina; sus paseos matutinos, las clases, las cosas que les gustan y las que no…
“Hay tres cosas que le encantan a María: los nombres, hacer listas –cuanto más largas mejor- y comer, sobre todo comer”.
Su rutina, con sus momentos buenos y algunos malos, pero siempre tomados con filosofía, con buen humor -“Ir con María por la calle es como hacerlo con Madonna, todo el mundo nos mira”-, con paciencia, muchísima paciencia y, por supuesto, con amor. Todo el amor que sus padres tienen para María y que ella les devuelve a su manera.
‘María y yo’ no es un documental al uso. Ni un reportaje dramático sobre discapacidad. Ni una película lacrimógena sobre el sufrimiento de unos padres. Es, simplemente, la historia de María, una chica autista, y Miguel, su progenitor. Bueno, y también de May, la madre. Y de los abuelos, y de los tíos y de un montón de gente que aparece en la película pero de la que no sabemos nada. Gente a la que María recuerda porque, una vez que ha conocido a alguien, ya nunca más se olvida de su nombre.
Una historia vitalista que te deja un sabor de boca dulce, y eso que el punto de partida es duro. Unos padres que, al poco de nacer su hija, comienzan a ver que algo no va como debería ir. “Mi primera sensación fue que María no me quería”, recuerda la madre. Y eso que por entonces sólo tenía 8 meses. Luego vinieron los médicos, las pruebas, los análisis y, a los 8 años, el diagnóstico: autismo.
“María es como una isla en medio del mar. Sólo de vez en cuando baja la marea y podemos acercarnos hasta ella”.
Y peor: la separación de los padres. La distancia: uno en Barcelona, la otra en Las Palmas.
Imagínense si la película no daba para un dramático guión. O un tormentoso libro. Pero en vez de eso, Miguel Gallardo, el padre de María, decidió crear un cómic. Y fue ese libro de ‘dibujos animados’ el que llegó al director, Félix Fernández de Castro, que decidió llevarla al cine, siguiendo exactamente la misma idea que el cómic.
Así que, durante seis semanas, repartidas a lo largo de un año, se coló en la vida de María y Miguel para retratarles tal y como son. Con sus juegos en la piscina; sus paseos matutinos, las clases, las cosas que les gustan y las que no…
“Hay tres cosas que le encantan a María: los nombres, hacer listas –cuanto más largas mejor- y comer, sobre todo comer”.
Su rutina, con sus momentos buenos y algunos malos, pero siempre tomados con filosofía, con buen humor -“Ir con María por la calle es como hacerlo con Madonna, todo el mundo nos mira”-, con paciencia, muchísima paciencia y, por supuesto, con amor. Todo el amor que sus padres tienen para María y que ella les devuelve a su manera.
[…] que ya ha trabajado sobre otros temas africanos y que es responsable también de la excelente ‘María y yo’, sobre una joven autista. Tags: Cine, colonización, Eduardo Mondlande, feminismo, […]