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¿Quién puede entender a la vida?

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¿Quién puede entender a la vida?

Un hombre sobrevive a una época y un país en el que ser negro era sinónimo de muerte fácil. Sobrevive a 27 años en prisión. Sobrevive a dos operaciones. Y también a varios supuestos intentos de asesinato.

Durante 91 años supera todos los reveses que le da la vida. Y también –y quizás esto sea lo más difícil-sobrevive al hecho de convertirse en icono, de ser adorado, de la responsabilidad de ser ‘el padre de la nación’, ‘el hombre de la reconciliación’, el ‘dios en la tierra’.

Sobrevive a todo esto sin abandonar nunca su sonrisa.

Y de repente, adiós a la sonrisa.

Una niña de tan sólo 13 años, su bisnieta, muere en un abrir y cerrar de ojos. Un accidente de coche. Precisamente cuando celebrara el acontecimiento más importante que ha albergado hasta ahora ese país donde ser negro era sinónimo de muerte fácil. Una niña que todavía no había tenido que sobrevivir a nada. Como tantos otros niños que mueren en Sudáfrica cada día a pesar de haber nacido en un país ya muy distinto de aquel hombre que lo sobrevivió todo.

¿Cómo se puede entender esto?

Así es la vida, supongo.

El mundo habla de Sudáfrica

«El Mundial será recordado como un momento en el que África se puso en pie yn resueltamente, dio la vuelta a una historia de siglos de pobreza y conflicto.” Thabo Mbeki.

Faltan menos de dos días para que los focos se enciendan en Sudáfrica. 48 horas para que comience el acontecimiento que, esperan y esperamos, servirá para dar «una nueva imagen de África», algo que ya está celebrando todo el continente.

Pero la realidad es que hay tan pocas posibilidades de que la nación anfitriona obtenga un beneficio económico y social como de que su selección gane el Mundial.

De hecho, la celebración del torneo tendrá muchas consecuencias negativas, empezando por el dinero destinado a infraestructuras que no siempre benefican a quienes más lo necesitan, el posible aumento de la prostitución y las redes de tráfico de mujeres y el hecho de que se releguen a un segundo plano los problemas reales del país.

¿Entonces, realmente merece la pena el esfuerzo?

Probablemente nunca se sepa, pero seguro que es una buena oportunidad.O al menos, una forma de sacudirse complejos de encima, de demostrar que África también puede hacer cosas, y puede hacerlas bien.

Así lo explicaba hace unos días Mark Gevisser (autor del libro ‘A Legacy of Liberation: Thabo Mbeki and the future of the South African Dream’) en el New York Times,en un artículo titulado South Africa’s World Cup Moment

(Como siempre, la traducción es más o menos libre)

“Ciertamente, el Mundial ha servido de apoyo contra la recesión global y ha provocado un crecimiento temporal. Ha permitido la mejora de las infraestructuras de transporte y ha demostrado que Sudáfrica tiene una formidable capacidad técnica. Pero la pregunta es cuáles serán los beneficios a largo plazo». En este aspecto, Mark Gevisser lo tiene claro: se trata de imagen, orgullo y apertura internacional. Lo mismo opina John Carlin en El País

“¿Por qué Sudáfrica ha apostado tan fuerte, y ha gastado tanto, para acoger este torneo?”  “El gobierno sudafricano cree que el beneficio es intangible y no medible: es un aguijón en el ojo del Afropesimismo, es un inapreciable cobertura mundial, la consolidación del orgullo nacional y de la identidad”.

El mundo habla de Sudáfrica, y los sudafricanos están utilizando el Mundial para imaginar el país de sus sueños. ¿Se puede poner precio a eso?” (…)

Según Gevisser, todo esto se debe a que quizás Sudáfrica añora aquel tiempo en el que la lucha de liberación se convirtió en “la causa del final del siglo XX mientras Nelson Mandela se alzaba como el icono global para el perdón y la reconciliación”. Quizás Sudáfrica quiere volver a ser el centro del mundo por unos días.

O quizás tiene que ver con una “psicología maniaco-depresiva: si no somos la ‘nación arcoiris’, el más bonito cuento de hadas del mundo, entonces seremos otro caso perdido africano”. Y Sudáfrica no quiere eso.

Quizás sea que su pasado, el más reciente, ése en el que se vivió una de las grandes infamias del siglo XX pero también uno de los momentos más esperanzadores para el ser humano, les oprime a la vez vez que les impulsa a hacer algo bueno con su país.
Sea como sea, ya no hay marcha atrás, así que esperemos que sepan aprovecharlo.

Sudáfrica: Literatura en busca de identidad

Sudáfrica: Literatura en busca de identidad«Con dos Premios Nobel entre sus escritores y una profunda tradición oral, Sudáfrica ofrece hoy un atractivo panorama literario, repleto de innovación pero sin apartarse del realismo y la dureza que lo caracterizó en otras épocas. Un panorama que resulta difícil de definir debido a su complejidad: no existe una lengua única ni una cultura compartida, y es un país en el que la Historia divide más que une, pero precisamente en esta diversidad radica la que puede considerarse la característica común de la actual Literatura sudafricana, la búsqueda de su identidad (…)».

Este mes, la revista Leer ha dedicado un buen número de páginas a la relación entre el fútbol y la Literatura, coincidiendo con la celebración del Mundial en Sudáfrica.

A mí me pidieron un texto sobre Literatura sudafricana en el que hiciera especial hincapié en los autores de la nueva generación. Me encantó hacerlo y me sirvió para descubrir que en la biblioteca de Santa Cruz tienen libros como Fruta Amarga(2001), de Achmat Dangor, Cry the beloved Country, de Alan Paton y, por supesto, casi todos los de Nadime Gordimer y Coetzee.

En este número, Ada del Moral escribe una reseña sobre la biografía de Mandela, Largo Camino hacia la Libertad, un libro en el que el líder sudafricano cuenta sin tapujos no sólo su pasado sino la evolución de su pensamiento; David Gistau habla sobre Fútbol, Literatura y Arte y Maica Rivera reflexiona sobre la Lírica y Épica del balompié.

Es otra manera de acercarse a Sudáfrica. Y es muy interesante descubrirla a través de sus libros, que en general ofrecen historias muy realistas y muy duras en las que se deja entrever la experiencia propia de sus autores.

 

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Falta poco para que los focos se enciendan en Sudáfrica. Las selecciones ya han empezado a llegar y el 11 de junio se celebrará el partido inaugural. Es una acontecimiento que servirá para dar una nueva imagen de África y que ya está celebrando todo el continente.

Sé que este Mundial tendrá muchas cosas negativas -empezando por el dinero destinado a infraestructuras que no siempre benefican a quienes más lo necesitan, el posible aumento de la prostitución y las redes de tráfico de mujeres y el hecho de que se relegue a un segundo plano los problemas reales del país– pero creo que la repercusión mediática que va a tener Sudáfrica es algo que de ninguna otra manera se podría haber conseguido.

Yo no había sido consciente de lo que está suponiendo hasta casi hoy mismo. Resulta que llevo seis meses sin tele (no porque pase de la tele y haga cosas muy interesantes, simplemente porque no venía con la casa, no me apetecía comprarla y siempre hay una serie, buena, mala o regular, que bajarse de Internet) y hoy en la peluquería he visto durante una hora Telecinco.

En esa hora han emitido unos 12 anucios de la selección y he escuchado otras tantas referencias a Sudáfrica. Si es que hasta mi abuela me pregunta ahora cosas sobre ‘África’, como dice ella, cuando el año pasado se limitaba al típico ‘¿y qué tal comes allí?’

Creo que estas cosas son importantes. Máxime cuando son muchas las organizaciones que están aprovechando esta visibilidad africana para mostrar los problemas del continente. Amnistía, por ejemplo, ha lanzado la campaña Stand Up United, 

OCULTO

Carteles para Sudáfrica 2010

La FIFA ha publiado una serie de carteles para celebrar el Mundial de Sudáfrica 2010. Éste me ha gustado especialmente.

Official Poster World Cup SouthAfrica

El autor, William Kentridge, es un artista sudafricano de 55 años.

Más carteles en African Digital Art.

 

‘La experiencia book’

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Buenísimo. «El nuevo dispositivo de conocimiento bioóptico organizado. Una revolucionaria ruptura tecnológica». ¿Tendremos que explicar así a los niños del futuro qué es un libro?

Fuente: Leer está de moda

La caída de la URSS y el fin del Apartheid

La noticia de que Israel ofreció armas nucleares a la Sudáfrica del Apartheid, y el hecho de que existan documentos que lo corroboren ha sido analizada por los medios de comunicación como un duro golpe a Israel, ya que esto confirmaría que el país tiene efectivamente poder nuclear, algo que el país ni confirma ni desmiente.

Esto es importante, claro, pero a mí me interesa más destacar otra perspectiva, y es hasta qué punto la Sudáfrica del Apartheid, ese sistema racista que ahora tachamos de intolerable, tuvo siempre el apoyo de los países más poderosos, desde Estados Unidos a Gran Bretaña pasando por Francia y, por supuesto, el mencionado Israel.

Un libro sobre historia sudafricana que leí antes de ir a Johannesburgo -y cuyo título no recuerdo, pero lo buscaré- venía a decir que aunque la presión del ANC y la mayoría negra habían sido por supuesto cruciales a la hora de acabar con el Apartheid, esto no se habría conseguido nunca sin el derrumbamiento de la ex Unión Soviética.

¿Y cuál es la razón de este nexo entre países tan distantes, física y hasta políticamente, entre sí? Pues como siempre, la Guerra Fría. No sería casualidad, según esta tesis, que la URSS y el Apartheid desaparecieran en el mismo año.

Así, en los años 70 y 80, mientras existío la URSS y el ‘peligro rojo’, tanto Margaret Tatcher como Ronald Reagan veían en Sudáfrica su mayor aliado contra el comunismo en África, el país que tendría que hacer frente a la amenaza proveniente de Mozambique, Angola e incluso Zimbabwe. Y como esto era más importante que todo lo demás, al Apartheid se le apoyaba con cualquier cosa que pidiera. Armamento nuclear incluido, según se publica ahora. Hasta hoy, sólo sabíamos, por ejemplo, que Tatcher se negó siempre a apoyar las sanciones contra el Régimen y tachaba a los miembros del ANC de terroristas (comportamiento por el que Cameron pidió disculpas recientemente).

No fue hasta la caída de la URSS cuando Occidente dejó clara su posición a Sudáfrica: no tenía más opción que poner en marcha el proceso de transición a la democracia. El 10 de noviembre de 1989 caía el Muro de Berlín. Tres meses después, el 2 de febrero de 1990, el presidente sudafricano Frederick De Klerk hacía un llamamiento para la creación de una nueva Constitución y daba a entender que el futuro de Sudáfrica era la creación de un estado democrático que seguiría el modelo de “una persona, un voto”.

Nada se puede analizar sin su contexto histórico. Y en el caso de los países africanos, este contexto ha sido especialmente importante
. Al igual que en el caso del Apartheid – ¿alguien se explica cómo un Régimen así pudo llegar hasta los años 90?- fueron muchos los dictadores que contaron con el apoyo de un lado o de otro para mantenerse en el poder a pesar de las barbaridades que cometieron.

Por suerte, y aunque ya no sirva de mucho, quedan todavía investigadores buceando en el pasado para sacar a la luz, y demostrar, con pruebas, cosas como ésta.

District Six Museum

Aprovechando que hace poco fue el Día de los Museos, recomiendo uno que me gustó especialmente. Un pequeño centro, escondido entre las calles de Cape Town, que impresiona al visitante. Un museo que recuerda la expulsión de unos 60.000 negros y coloureds del Distrito Seis cuando la zona fue designada ‘área blanca’.Un espacio pequeño, dividido en tres plantas y con una ‘colección’ abigarrada, -casi se podría decir que con objetos colocados al azar, unos encima de otros- pero que cumple a la perfección el objetivo que se propone: recordar cómo se vivió la expulsión en este barrio, uno de los más conocidos de Cape Town.

District Six Museum
Imagen del pequeño District Six Museum, donde se recoge la memoria de este vibrante barrio que fue destruido por las leyes segregacionistas del Apartheid para convertirse en zona de blancos. Foto: Aurora Moreno Alcojor

El ‘desorden’ se debe a que nada más abrirse, en 1994, los directores del museo hicieron un llamamiento a todos los ex residentes del barrio a colaborar con el museo, entregando sus recuerdos para crear una memoria pública de lo que significó este lugar y lo que supusieron las expulsiones de los años 50 y 60. Gente que había vivido todas sus vidas en un lugar y que, de la noche a la mañana, veían como su barrio era ‘recalificado’ como área blanca, o coloured, y eran expulsados, sin más. Unos días de aviso, unas excavadoras destrozando tu casa y a empezar la vida de cero, prácticamente con lo puesto.
Un lugar más que recomendable para todos los que visiten Ciudad del Cabo.