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Al final no hubo reunión, pero Naciones Unidas sigue callando

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Después de tres días de vacaciones sin Internet, sin tele y casi sin radio en la maravillosa isla de La Palma, me desayuno hoy con una buena noticia: al final, el Gobierno decidió no reunirse -oficialmente, al menos- con Paul Kagame, el presidente de Ruanda acusado de crímenes contra la Humanidad. [El marrón de recibirle y de no darle la mano para evitar la foto, fue para Moratinos, como muy bien cuenta Jose Naranjo].

Los artífices de la decisión de Moncloa han sido, sin duda, los Comités de Solidaridad con África Negra (Umoya), que comenzaron la movilización, y las organizaciones que se han sumado a ella, como la Red de Entidades de Desarrollo Solidario (Redes, plataforma que agrupa a 52 organizaciones) y la Fundación Sur, entre otras.

Al final no hubo reunión, pero Naciones Unidas sigue callando
[Concentración contra la visita de Kagame a España. Imagen: Fundación Sur]

Fueron pocos en la manifestación, pero su protesta, cargada de razones, ha llegado hasta lo más alto: el Gobierno ha reaccionado, in extremis pero a tiempo; el PP ha cambiado su postura de un día para otro, y varios partidos políticos con representación parlamentario han apoyado sin fisuras la protesta. Sólo faltaría que Naciones Unidas tomara nota, pero eso será casi imposible: que a sus líderes no los elige el pueblo y sus intereses son otros. Para empezar, como dice José Carlos Rodríguez, deberían dejar de luchar contra el hambre desde hoteles de cinco estrellas. Luego, podrían revisar toda la política llevada a cabo por la institución en Ruanda desde 1990. Quizás incluso desde antes.

Y para que nosotros mismos nos replanteemos nuestra actitud, no dejen de leer el texto de Santiago Izco Esteban en Fundación Sur: LA REUNIÓN DE LOS SUPERHÉROES EN MADRID. ¿QUIÉNES SON?:

Aún no hemos dicho nada de la persona clave en el grupo. Paul Kagame. Es un hombre de moda, escalando presencia internacional. Su figura crece, desproporcionada al tamaño físico del país que gobierna, Ruanda. Fue el primer convocado. De apariencia atlética, muy alto, joven, seguro. Un luchador. Educado como militar en USA. Su pequeña Ruanda, de la que apenas recordamos ciertas imágenes de cuerpos y machetes ha experimentado un crecimiento espectacular, según dicen. Es uno de los principales receptores de ayuda, sobre todo americana, y él mismo parece el hombre fuerte tanto de los EEUU como de la ONU en África. Todos pueden contar con sus soldados para las misiones humanitarias, como en Darfur. En el AFRICOM, que es el mando militar estadounidense en ese continente (creado para la ‘estabilidad y la lucha contra el terrorismo’ allí) su ejército es la niña bonita, ellos lo entrenan. Por otro lado, las declaraciones políticas de este líder africano no dejan indiferente: Critica siempre la idea de África como el continente mendigo de ayuda (…)

Mugabe, uno de los que sobran en la Final

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Robert Mugabe, el presidente de Zimbabwe, también estará en la final. Será uno de los 14 presidentes africanos allí presentes.

Con la falta de vergüenza que le caracteriza desde hace años, se ha plantado en Johannesburgo, en el hotel Michelangelo, -uno de los más lujosos de la ciudad-, para no perderse el evento. Así lo cuenta David Gistau en El Mundo de hoy «Hace dos días dejó aparacado en la puerta un impresionante Rolls-Royce, con tan sólo un número 1 en la matrícula con el escudo de Zimbabue, que basta para sintetizar los excesos de su satrapía lunática». Tal y como hizo celebrando su 85 cumplemaños y tal y como seguirá haciendo probablemente hasta que le dejen.

La vergüenza también estará en las zonas nobles de Soccer City.

España, Sudáfrica y el Mundial

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Hoy es el día de antes de que España gane el Mundial.

Durante un tiempo, puede que así recordemos las fechas. ‘Ah, sí, aquello fue tres días después de ganar el Mundial, me acuerdo perfectamente’. Se hablará del verano y cada cual recordará en qué parte de España o del mundo vio el partido, con quién estaba y cómo pasó el día después. Nadie será más rico, ni tendremos más posibilidades de salir de la crisis, ni los famosos ‘mercados’ nos tratarán mejor, ni nos pondremos de acuerdo con el Estatut ni el aborto, pero durante unos días, tan sólo unas horas quizás, estaremos más felices, nos sentiremos más unidos que nunca. Y lo celebraremos por todo lo alto, desde el pueblo más pequeño a la mayor plaza de España, desde los forofos del fútbol hasta los que nunca antes habían visto un partido. Porque eso es lo que ha conseguido la selección: ahora las señoras hablan de Puyol como si lo conocieran desde que estaba en la Massía, los inmigrantes recitan la alineación de carrerilla, sin necesidad de que se lo pida ningún juez y hasta algunos independentistas celebran el título como propio.

Algo así debió pasar en Sudáfrica con la victoria en el Mundial de Rugby de 1995, la final que unió un país, según la defininió John Carlin. La unión será efímera, pero quizás siente un precedente. Igual de efímera que ha sido la presencia de Sudáfrica en los telediarios y los periódicos del mundo. Porque igual que tras la victoria de Mandela, las cámaras y los flashes se irán con sus historias a otro lado y allí seguirán millones de personas viviendo las mismas penurias de hace un mes, pero ahora se habrán quitado unos cuantos complejos de encima: la organización ha sido buena, los estadios han estado a tiempo y, sobre todo, la seguridad no se ha convertido en el tema estrella del Mundial. Ahora los sudafricanos pueden estar orgullosos de ellos mismos y hasta puede que se atrevan con unas Olimpiadas.

A partir del lunes, habrá que volver a pensar en cómo mejorar la vida en los townhips, en la educación, la sanidad y el Sida, los transportes y la corrupción, pero hasta entonces quizás no esté de mas que los sudafricanos disfruten de la que también es su final.

Ser minero ilegal en Sudáfrica

Ser minero ilegal en Sudáfrica

Probablemente a estas alturas haya cientos de periodistas en Sudáfrica, pero son pocos los que conocen la zona como Lali Cambra, la corresponsal de El País. Ahora, gracias a El Mundial, la podemos leer en el periódico pero también en su blog, Maldita Vuvuzela,, otra de las noticias positivas del Mundial, que está dando a conocer Sudáfrica, probablemente más allá de lo que a la FIFA y a Zuma les gustaría.

El relato de hoy pone los pelos de punta: la situación de los mineros ilegales en Sudáfrica, los zama-zama.

Las minas en las que operan están controladas por mafias contra las que el gobierno trata de luchar y no es una batalla fácil: los criminales defienden su terreno de la policía hasta con bombas-trampa y con AK-47. (…) Nadie debería vivir como zama-zama: pueden pasar bajo tierra más de tres meses de vez, su única comunicación con la superficie es a través de walkie-talkies y reciben comida y bebida a través de las mafias, que pueden cobrarles hasta 10 euros por una bolsa de pan, 15 euros por un paquete de cigarrillos o 150 por una botella de licor. El año pasado 91 zama-zama fallecían en una mina en desuso en la provincia del Free State por un accidente. Se asfixiaron, al parecer por un fuego que hicieron para calentar comida. Nadie avisó de ello y fue un mes después del suceso que las autoridades organizaron unidades de rescate para sacar a tierra los cadáveres. La mayoría eran de Lesoto, país de gran pobreza, del que tradicionalmente salen los hombres a enterrarse la vida en el subsuelo sudafricano. Muchos regresan a Lesoto sólo a morir, aquejados de tuberculosis o VIH, o las dos. En este caso regresaron muertos.

Las minas sudafricanas son de las más peligrosas del mundo
. Antiguas, la profundidad de excavación es cada vez mayor, a más de dos kilómetros bajo tierra, cada vez más difícil, más costosa, menos productiva, de seguridad más complicada. (…)

Se puede leer entero aquí.
En post anteriores: Minería en Sudáfrica

Ruanda, Kagame y Zapatero

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El próximo 15 de julio, Zapatero se reunirá probablemente con Paul Kagame en Madrid,  invitados ambos por Naciones Unidas para apoyar los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Durante algunos años, Kagame brilló con luz propia en la escena universal por la política de reconciliación llevada a cabo por él mismo en Ruanda. Kagame fue el líder tutsi que logró acabar con el genocidio de 1994 y, una vez en el poder, instauró los tribunales populares en los que se ofrecía una especie de amnistía a los perpetradores a cambio de confesar sus crímenes y pedir perdón a las víctimas. Algo así como la Comisión de Verdad y Reconciliación de Sudáfrica.

Buen ejemplo de esta amnistía lo encontramos en un escalofriante artículo de John Carlin recogido en el libro ‘Heroica tierra cruel’, donde un ex guerrillero hutu afirma sin ruborizarse haber cometido unos 3.000 asesinatos, cuenta cómo huyó a la República Democrática cuando los tutsis de Kagame tomaron el poder, cómo tuvo que regresar porque en la RDC se moría de hambre y cómo en la cárcel vivía mejor que el resto de los ciudadanos de Ruanda. Después de 9 años negando su participación en el genocidio, decidió contarlo todo y, a cambio, logró la libertad. Ahora vive en un pueblo en el que cometió una brutal matanza y sus víctimas, más o menos convencidas, han decidido perdonarle.

Esta es la historia de éxito, de paz y reconciliación que se cuenta de Ruanda: un país en el que existe un  gran participación de las mujeres en la política, los tribunales populares administraban sabiamente la justicia, crece la economía y la incipiente democracia se asienta día a día.

Pero ya se sabe que las cosas nunca son tan blancas ni tan negras como a veces las pintan. Y cada vez son más las voces que se alzan en contra de la dictadura encubierta que parece estar imponiéndose en el país. La campaña para las elecciones presidenciales que tendrán lugar en agosto de este mismo año está empezando a mostrar la cara más amarga de Kagame, con persecuciones a los líderes políticos de la oposición y a medios de comunicación independientes como Umuguvigi, una revista escrita en la lengua local Kinyaruanda que en abril fue suspendida por las autoridades.

Además, internacionalmente se presiona al presidente ruandés, aunque tan sólo por parte de algunos organismos. Como vemos, mientras la ONU le nombra parte de la «coleccion de super héroes para vencer a la pobreza», diversas organizaciones internacionales han denunciado persecuciones, desapariciones forzadas y otros atentados contra los Derechos Humanos; en 2008, un juez español, Fernando Andreu, imputó a sus más cercanos colaboradores del asesinato de nueve misioneros y cooperantes españoles y desde Francia han llegado a acusarle de la muerte del presidente Juvenal Habyarimana, incidente que desató el genocidio.

A pesar de todo ello, Kagame lleva ejerciendo como presidente de facto de Ruanda desde 1994 -16 añitos ya campando a sus anchas- (aunque se convirtió en presidente en el año 2000 y ganó las primeras elecciones tres años después).

Si en algún momento se le comparó con Mandela, ha quedado claro que la simetría no es acertada. Pero también está claro que la situación no es comparable. Si en Sudáfrica decimos que la inmensa mayoría de los negros siguen votando al partido negro por excelencia y heredero de la lucha contra el Apartheid, el ANC, en Ruanda es entendible el miedo a que en una situación de democracia plena, una persona un voto, la abrumadora mayoría hutu (85% de la población) se volviera a imponer votando en función de la etnia y no de ideas políticas.

Además, está la cuestión internacional. Ruanda es un país mínimo pero con un ejército bien formado -dicen que el mejor de África central- y a Kagame no le ha temblado el pulso a la hora de enviar a sus tropas a la República Democrática del Congo (que es 90 veces mayor que Ruanda), siempre con la excusa de luchar contra los hutus refugiados en Congo –los cuales, es cierto, no han parado de decir que estaban dispuestos a terminar su trabajo y finalizar el genocidio inacabado-.

Aquí es donde entra en juego la Comunidad Internacional. Lo que algunos analistas piensan es que en realidad nadie se atreve a criticar en público a Kagame –es más, se le premia en Naciones Unidas- porque es precisamente él y su ejército en Congo quienes aseguran el paso libre de los inmensos recursos naturales del país –especialmente el coltán- hacia el exterior. Así, a cambio de asegurarse este continuo flujo, los países más importantes, con capacidad de decisión en Naciones Unidas, le dejan campar a sus anchas en Congo y, además, le premian con biensonantes cargos honoríficos.

Por si fuera poco, el lío toca además de cerca a España. Hace unos meses, dos ONG´s españolas, una de Baleares y la otra de Cataluña, fueron acusadas por Naciones Unidas de desviar unos 2000.000 dolares a una de las guerrillas que luchan en Congo, el Frente Democrático para la Liberación de Ruanda. O sea, dos pequeñas organizaciones españolas financiando la mayor guerra que probablemente existe ahora mismo en el mundo. Casualmente, resulta que son estas mismas dos ONG´s las que habían presentado las pruebas contra Kagame en el juzgado español. Ahora son ellas, junto a otras asociaciones religiosas, quienes más fuertemente están presionando a Zapatero para que no se reúna con Kagame, algo a lo que se han unido otras personalidades como el premio Nóbel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel.

Formas de dar noticias

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Como ando poco inspirada estos días, traduzco una entrada curiosa que he visto en el blog de Africa is a country. El autor lo titula Periodismo:

«Si los medios de comunicación cubrieran las noticias de Estados Unidos tal y como lo hacen cuando hablan de África, esto es lo que sabríamos de USA sobre la última década: Que en el año 2000 tuvieron lugar unas disputadísimas elecciones en las que el candidato electo consiguió menos votos que su rival. Que un año después, una de las mayores ciudades del país fue atacada por un devastador ataque terrorista que causó la muerte a miles de personas. Y que en 20005, otra gran ciudad quedó sumergida por una gran inundación, que destrozó la mayor parte de las casas y dejó miles de muertes después de que la tribu dominante dejara a su suerte a la tribu minoritaria. Seguramente hablaríamos de América como el ‘oscuro continente, obligado por el destino a un constante sufrimiento’.

Sobre Sida, homosexualidad y prostitución en Senegal

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Coincidiendo con la celebración del Día del Orgullo, el periodista senegalés Fredéric Atayodi, que ya ha escrito aquí en otra ocasión, me envía un texto sobre una ponencia que tuvo lugar la semana pasada en la Universidad de DAkar a cargo del profesor de Antropología Cheikh Ibrahima Niang.

Por: Frédéric Atayodi / Dakar

“Las autoridades senegalesas deben tomar sus responsabilidades para defender los derechos de homosexuales y prostitutas, capas vulnerables al VIH/SIDA, para evitar que Senegal sea un vivero de esta infección» ha sostenido el antropólogo Cheikh Ibrahima Niang, profesor de la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar (UCAD) .

«A estas alturas, no debería haber violencia, discriminación ni estigmatización en Dakar, si no se queremos que nuestro país se transforme en un vivero del VIH. Hay que dar la vuelta a la página de la homofobia», sostuvo el investigador en presencia de homosexuales y prostitutas.

«El Estado debe intervenir y tomar sus responsabilidades. La ley que criminaliza la homosexualidad en Senegal es caduca, discriminatoria y no sirve para nada», insistió el investigador.

Para él, esta ley debe ser revisada porque es una versión local del texto francés que de los años 40 que Senegal ha ‘copiado y pegado’. «Proteger los derechos de los homosexuales no es sólo positivo para ellos, sino también para toda la sociedad», hizo ver Niang. El investigador ha insistido también en que la población que el modo de registro de las prostitutas sea revisado y su salud mejor seguida por los servicios de salud.

Las prostitutas y los homosexuales en Senegal son víctimas de discriminación y estigmatización en todos los planos y particularmente en los hospitales, lo que constituye un obstáculo para la prevención del Sida, según el profesor Ibrahima Niang,porque interrumpen sus tratamientos contra la enfermedad.

Según los datos científicos regularmente reconducidos desde hace algunos años, la prevalencia del Sida a nivel nacional es del 0,7% en el país, frente al 20% que se registra entre las trabajadoras de sexo y el 22% entre los homosexuales.

Según Cheikh Ibrahima Niang. «Hay que atacar la raíz del problema, si no, corremos peligro de estar dando vueltas y decir siempre la misma cosa». Además, el investigador recuerda que ciertos homosexuales, confrontados con la violencia nacida de la homofobia, tienden a casarse a mujeres, con el fin de «protegerse y proteger a sus familias». Ibrahima Niang ha insistido sobre la necesidad de mejorar el entorno jurídico, y ha preconizado la creación de espacios «donde estas personas puedan recibir asistencia médica, porque tienen derecho».

El Código Penal senegalés castiga «con un encarcelamiento de un año a cinco años y una multa de 100.000 a un millón de franco CFA –de238 a unos 2.380 dólares- todo acto considerado como contra naturaleza, particularmente un acto sexual entre personas lo mismo sexo.

La doble cara de África

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África, como Europa, como América, o como España, es muchas cosas. Es innovación, colorido, juventud, desarrollo, crecimiento, pero también muerte, miseria y hambre. Y está bien que no nos olvidemos de ninguna de las dos caras.

Hoy me he encontrado con dos imágenes que nos lo recuerdan.

Éste es un pequeño documental de animación que nos dice que también existe una África en positivo.

Y en El Mundo, Luigi Benedicto Borges, retrata la realidad de un país en el que todavía no hay muchas buenas noticias que contar, Chad.

La doble cara de África
[ Foto: Luigi Benedicto Borges]