Joven, formada y con un buen trabajo, Kianda vive una vida acomodada en su apartamento de Londres. Hasta que la enfermedad terminal de su madre, una refugiada angoleña, y el relato de su vida (y de la de su padre, al que apenas vio unas cuantas veces en su niñez), le llevan a replantearse su existencia. Las dudas sobre su identidad, la búsqueda de sus orígenes y el replanteamiento de su vida banal le llevarán de vuelta a Angola, de la que apenas recuerda nada.
A partir de esta historia, Borja Monreal construye una novela coral, construida a través de diversos puntos de vista, con la que nos sumerge en los años más duros de la guerra en Angola pero también en la palpitante actualidad del país. Un libro que le permite hacer un completo retrato del pasado y el presente de Angola. Desde las primeras revueltas campesinas, el nacimiento de la lucha anticolonial en 1961 a manos de la UPA (que luego se convertiría en el Frente Nacional de Liberación de Angola), el posterior surgimiento del MPLA (Movimiento Popular por la Liberación de Angola), el uso del napalm contra población civil por parte de los portugueses, las diferencias entre los diversos líderes – Agostinho Neto, Holden Roberto, Jonas Savimbi-, y las luchas intestinas hasta la paz definitiva, firmada en 2002.
Con esta novela nos acercamos, por ejemplo, a la figura del asimilado durante la colonización: mulatos que, tras muchas humillaciones y reverencias al gobernador de su zona, podían conseguir el estatus de asimilado, un carnet que permitía dar un salto hacia arriba en la “perversa escala social colonial”; o a episodios silenciados por la historiografía oficial, como la tortura y fusilamiento de miles de angoleños en 1977 acusados de apoyar un supuesto golpe de estado de los llamados ‘fraccionistas’. Una realidad de la que apenas se ha hablado todavía y que es un punto crucial para la intrahistoria de El sueño eterno de Kianda. Además, el libro es un precioso recuerdo a los luchadores, los héroes olvidados que dejaron su vida en las selvas del Mayombe o en a manos de la brutal represión portuguesa, sin olvidar, por cierto, el papel de las mujeres, que también crearon sus propios comandos, campamentos y misiones jugando un papel crucial en las revueltas.
Y todo ello a través de relatos entrelazados que van conformando lo que fue una intensa historia de amor, contada a retazos por los protagonistas y quienes les conocieron:
Nzinga, la madre de Kianda, es un personaje potente y poderoso, aunque la conocemos ya en su último aliento de vida. Una mujer que fue capaz de sumarse a la lucha sin apenas conocimientos ni formación, que dio a luz sola, que pasó por las más terribles situaciones y que todavía tuvo fuerzas para coger un avión a Londres y comenzar de cero para sacar adelante a su hija.
Rui Alves, el padre, el protagonista ausente, un hombre idealista y confiado, que terminó siendo asesinado por sus propios compañeros de lucha en una de las purgas de los primeros años. Le conocemos a través del relato que hacen de él el resto de personajes, pero sobre todo, a través de su Cuaderno de notas. Líneas entrecortadas escritas en las profundidades de la selva en las infinitas horas de tedio, hambre y calor que pasaban los combatientes esperando la acción. “La guerra en directo pierde en romanticismo y gana en tedio”, escribe en este cuaderno que nos permite conocer la vida de estos luchadores en la selva del Mayombe (que separa Angola de Brazaville y que ya contó Pepetela en el libro homónimo). Unas reflexiones que vienen acompañadas de las preciosas ilustraciones de Loraxi López
Y la propia Kianda, que retrata su vida como un lugar vacío, sin apenas intereses, sueños ni ilusiones más allá de su trabajo en el banco y salir al pub a tomar algo. Una realidad que comienza a replantearse a partir del relato de su madre.
Voces a las que en la segunda parte se unen las de Fabio, Paulo, el General Implacable y Zé, dos generaciones cuyas historias y revelaciones servirán para desentrañar, por fin, lo que le sucedió al padre de Kianda, a través de una compleja trama que engancha al lector a modo de una clásica novela de intriga. Revelaciones que cambian la vida de Kianda y que sirven de ajuste de cuentas a sus protagonistas.
El Sueño eterno de Kianda ha sido publicado por la editorial Salto de Página y fue el texto ganador de la 32 edición del premio Benito Pérez Armas de Novela.
Borja Monreal, el autor, es navarro (Estella, 1984), aunque ha pasado media vida entre Madrid, Angola, Inglaterra y, ahora, Canarias. Licenciado en Periodismo, ha estudiado Relaciones Internacionales y Economía, “y cada día sé más. Y cada día sé menos. Y cada día se alimentan mis ganas por seguir aprendiendo, enseñando y contando”, dice en su presentación. En Angola vivió durante cuatro años, trabajando y viajando para conocer todas sus provincias, un lugar increíble del que anda perdidamente enamorado. De esas vivencias nació Angola, la intensidad del ser humano’ un libro en el que retrata la realidad angoleña con toda su intensidad, sin medias tintas, como se vive allí. “En Europa todo está normalizado y delimitado”, dice en el prólogo. “En cambio, en Angola todo adquiere un carácter más dramático, más esencial, más intenso. Desde un paseo por la ciudad a una cena en la calle”. Un tema que encontramos también en ‘El sueño de Kianda’, el libro con el que Borja Monreal se consolida como escritor y, sin ninguna duda, como uno de los grandes expertos en Angola de este país.